"LAS GRANDES PASIONES SON ENFERMEDADES INCURABLES"
-Goethe

jueves, 1 de mayo de 2025

Camino cerrado, de Paula Ilabaca

 

Bibliometro #99. Hace tiempo que este libro de Paula Ilabaca estaba en mi radar, así que un buen día obedecimos al impulso y lo pedimos. Paula Ilabaca es poeta, al menos comenzó primero a publicar libros de poesía, me parece que tiene tres o cuatro, los cuales no he podido leer aún aunque ya los tengo bien identificados y ubicados en las bibliotecas públicas. Camino cerrado es su segunda novela, la primera también está en Bibliometo me parece, y es una novela policial, lo cual es llamativo en este medio en donde los géneros más reconocibles suelen relegarse a espacios más "comerciales", menos "prestigiosos", en detrimento de ese lánguido y aletargado realismo que tanto gusta en escritores/as relativamente jóvenes que, dicho de buena fe, escriben casi todos igual (veranos hormonales, anécdotas nocturnas marginales, turismo popular). Y ya perdí el hilo de lo que iba a decir... ¡Ah, sí! La autora trabajó como civil en la PDI y su padre trabajó como policía en dicha institución, por lo que ello suma una capa de conocimiento de causa y de verosimilitud que hacen de esta novela una propuesta a priori todavía más interesante.  

Esta novela, narrada mayoritariamente por una detective de policía que responde a un funcionario de la fiscalía con motivo de un sumario interno que investiga cierta irregularidad cometida por la protagonista (razón por la cual también tenemos la narración/testimonio en primera persona de un compañero detective), en palabras sencillas, aborda dos casos: un femicidio cometido en un supermercado de barrio en nochebuena, el cadáver de una cajera, vecina, tirado dentro del establecimiento sobre un charco de su propia sangre, y un incendio de hace cinco años que terminó con la muerte de un jovencito, rodeado por las llamas y completamente calcinado, reducido a un ennegrecido y compacto mendrugo. Ambos casos encargados a la detective protagonista, ambos casos inesperadamente entrelazados. A partir de esto, este libro, en sus 150 páginas aproximadamente, nos ofrece hartas cosas con tanta profundidad y complejidad como notable precisión y concisión.

Primero, claro, el aspecto más noir de los casos: el procedimiento, la investigación, los testigos, los sospechosos, las pistas, los callejones sin salida, los estilos de los detectives (más metódico y reglamentario el del compañero; más intuitivo y temerario, arriesgado, de la protagonista) los hilos y los nudos que deben resolverse para llegar a la verdad o, mejor dicho, a la evidencia. He ahí un punto, un matiz: a veces la verdad ya se sabe, a veces la verdad es tan obvia que llega a herir la vista como si miraras al sol directamente o algún desgraciado te atravesara con un cuchillo de luz el iris y la retina. Pero una cosa es la verdad y otra cosa es la evidencia, es la prueba, es la presentación o manipulación de esa verdad; tal como lo indica, a su manera frontal y entornada, la detective, la tarea de un investigador a veces consiste en saber manipular mejor y más rápido que otros dicha verdad. Ser más sabio y hábil, ágil y astuto, con la verdad que los asesinos, los embaucadores, los farsantes, los violadores, los ladrones... Ser más rápido e inteligente que la prensa, ir un paso adelante de la cultura y de la sociedad mismas, llena de trampas y redes tendidas para que caigan víctimas que, lamentablemente, responden a ciertos rasgos comunes: otra mujer asesinada. Así las cosas, con una contenida pero innegable fuerza y rabia, Camino cerrado es también una feroz crítica social y política: a la cultura machista chilena en general, que a su vez se divide o subdivide en la cultura laboral de un trabajo o de otro, de un barrio o de otro, de una clase o de otra, y de las relaciones sentimentales e interpersonales, claro... La autora nos muestra, de manera transparente y directa, cortante y desolada, la multiplicidad de esas culturas, los diversos rostros y manos negras de esa cultura; la verdad y la apariencia: la manipulación emocional, la precariedad laboral, la invasión de la intimidad y el espacio personal... Prefiero comentarlo así un poco por encima; si entro en detalles podría revelar más de lo deseado, porque además, como dije, en tan sólo 150 páginas la autora transmite y expresa gran cantidad de, qué sé yo, todo: ideas, críticas, observaciones y así. Por lo demás, la prosa, aunque asume directa y conscientemente la oralidad de sus personajes, que son los que narran las historias, de todas formas destaca por su toque poético y por la profundidad con que utiliza las palabras, lo cual no es de extrañar considerando que Paula Ilabaca comenzó publicando poesía. Por cierto, yo diría que la gran mayoría de las veces en que los poetas escriben en prosa les queda de lujo, rara vez la prosa poética o prosa escrita por poetas queda ininteligible (que sucede también).

De todas formas mejor vamos terminando este post, he dicho lo suficiente y ahondar más sería demasiado, mejor que ustedes descubran por sí mismos lo que la autora propone con esta sorprendente y necesaria novela, necesaria sobre todo por la frescura en estilo y en género, necesaria porque Ilabaca demuestra que se puede tener una voz e identidad literaria propia sin por ello perder tampoco una visión crítica y política, la cual no debería estar monopolizada ni secuestrada por ese realismo barato o turismo marginal (sin anécdotas alcohólicas nocturnas no son nada) que varios autores chilenos cultivan con sus reporteriles prosas clónicas y repetidos relatos de una reivindicación buenista estomagante. En 150 páginas, en el género de novela policiaca y con una protagonista policía, Paula Ilabaca te escribe una novela rotunda y plenamente, cabalmente elocuente y vigente en su discurso. Es una novela redonda, a saber: tiene una trama interesante y misteriosa, bien hilvanada y desarrollada a caballo de su género y de su "sentir", por así decirlo, de su aspecto moral, novela negra consciente y en simbiosis con su circunstancia sociopolítica sin recargar ni recalcar lo obvio: es la trama misma la que testimonia el discurso/visión crítico; está bien escrita, prosa fluida, ideas claras, pero de innegable fuerza poética y entornado lirismo; y claro, expresa una voz y una mirada propias (una aguda observación/denuncia de los males chilensis en su más oscura intimidad: la del hogar, la de esas "familias laborales", cunas y féretros de clasismo, machismo, violencia e hipocresía), pero de manera inteligente, de manera literaria, de manera narrativa. Es decir, totalmente recomendable. Anoten su nombre.

Siento que últimamente no hemos tenido fichas bibliográficas muy animadas en estos préstamos bibliometrenses, quizás debido a esa camada de ejemplares nuevos y relucientes que nos trajimos de cierta sucursal. No es el caso de Camino cerrado, que pillé en una sucursal central y veterana, y que, como ven, está disponible desde marzo del 2023, es decir en poco más de dos años ha sido prestado ocho veces: cuatro ocasiones el 2023, tan sólo una el 2024 y de momento tres en este 2025, por lo que podría convertirse en el año de gloria de esta genial novela. Si pueden, búsquenla y léanla, es una novela bien escrita perteneciente a una voz capaz de diferenciarse de los habituales y ya cansinos lugares comunes de la literatura chilensis de última hornada sin por ello perder ni un ápice de su poderío discursivo, crítico e inteligentemente político. Ojalá podamos encontrar las otras novelas de Paula Ilabaca.

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