Bibliometro #105. No hay primera sin segunda ni segunda sin tercera, así que si Alex estaba disponible en la red bibliometrense seguramente lo iba a estar Rosy & John, ¿cierto?, ¡cierto!, Rosy & John estaba disponible, acá lo tenemos, continuando con las implacables aventuras policiales del singular Camille Verhoeven, no nos vamos a bajar del tren a mitad de camino, claro que no.
Rosy & John es una novela más compacta, de unas 150 páginas nada más ("nada más" en comparación con las casi 400 de las otras novelas de la serie, claro), que nace de, cómo decirlo, un encargo o un reto que le propusieron a Pierre Lemaitre: el de escribir una novela digital, de capítulos cortos, más o menos destinado a esa gente que va leyendo en el camino de ida al trabajo y de vuelta a casa, con el celular en la mano en el metro o en la micro, de ahí su breve extensión y, seguramente, una prosa mucho más sencilla y directa de lo que hemos apreciado en Irène y Alex. Sin embargo, Rosy & John, aún con esas restricciones formales (que luego fueron pulidas y completadas, o enriquecidas, por Lemaitre al publicarse ya en papel), resulta ser una novela no solamente muy entretenida sino que perfectamente coherente con el universo y el estilo de Camille Verhoeven, sobre todo si consideramos cuán, ejem, caprichoso es el nexo que ata a nuestro comandante de la BC parisina con el caso que nos convoca.
Porque Rosy & John comienza con una explosión en un barrio parisino, a todas luces un atentado terrorista, una tarea que claramente no le incumbe a la Brigada Criminal. Pero resulta que el perpetrador del bombazo se presenta en la comisaría, confiesa su autoría en el ataque, informa que hay otras seis bombas más plantadas en puntos desconocidos de la capital y sentencia que sólo quiere hablar y tratar y negociar con el famoso comandante Camille Verhoeven, a quien le exigirá ridículas condiciones para desarmar las bombas, de lo contrario se quedará mutis y tendrán que esperar a que las otras bombas exploten, con el consabido recuento de víctimas fatales. Por lo que nuestro protagonista tendrá que asumir cierto liderazgo en este caso de terrorismo.
A pesar de un inicio bastante flojo, en donde la prosa de Lemaitre parece extrañamente constreñida y demasiado ilustrativa (era de esperar, a raíz de las circunstancias de su redacción, pero no a semejante nivel de simplicidad, de falta de... personalidad), casi como si pareciera la novela de cualquier otro autor contándonos el enésimo caso de bombas despedazando la ciudad (como si fuera la enésima película estilo Jason Bourne y semejantes, con ese artificioso frenetismo coral) con personajes corriendo de un lado a otro y autoridades poniendo cara de circunstancias recabando exigua información mientras gritan órdenes a diestra y siniestra, la cosa, por suerte, no tarda en encarrilarse cuando Camille Verhoeven toma las riendas de la situación y la trama, la narración, la novela, vuelve a los terrenos de su singular protagonista, esto es: la investigación criminal, tan retorcida y sorprendente como cabría esperar, que debe llevarse a cabo de los antecedentes y del pasado del terrorista con la esperanza de encontrar pistas sobre la ubicación de las otras bombas (y una que otra ventaja psicológica), una investigación áspera, tensa, impelida por la angustia y la urgencia pero sostenida por el oficio y la sangre fría, no carente del negro sentido del humor de su autor; y, claro, la complejidad moral y psicológica de los personajes, que nunca son lo que aparentan y cuya exploración, cuyo entendimiento, es un reto, un duelo, una investigación en sí misma: qué puede encontrar Camille Verhoeven dentro de la mirada apagada y taciturna de este joven terrorista que parece decidido a todo con tal de llevar a cabo su misión. Cómo desarmar a este terrorista que, con ánimos cuasi suicidas, se lanza al abismo de su determinación. Cómo resolver el caso sin heridos, sin víctimas civiles inocentes, cómo sonsacarle la información a este terrorista sin ceder a sus burdas exigencias (porque las autoridades no van a ceder, claro, pero tampoco pueden dejar que las bombas exploten... ¡vaya predicamento al que te han arrastrado, comandante!).
Así pues, qué puedo decir, tenemos una novela sumamente entretenida, cautivante y, cuando Camille Verhoeven se adueña de todo, realmente potente en sus cualidades, las cuales te hacen olvidar por completo esas primeras páginas tan rutinarias y alimenticias, para sorprenderte con la seguidilla de giros argumentales y sorpresas narrativas marcas de la casa, capaces de jugar socarronamente con los códigos más comunes del género y dotarlos de frescura, de cierta originalidad: como si el autor estuviera diciendo "¿ven que se puede ir más allá, que se pueden empujar los límites de lo conocido, de lo aceptado, de lo convenido?". Rosy & John es una rotunda novela policial contra-reloj, sin duda alguna. Aunque sea un caso tangencial, y caprichoso como se vio, en la vida de Verhoeven, es un caso coherente con el universo y los códigos internos que le ha creado Lemaitre, que hace de este encargo una novela completamente suya: trama intensa; argumento retorcido y enrevesado e ingenioso; personajes psicológicamente complejos y abismados y atormentados; prosa áspera, irónica, afilada, impetuosa. Muy bien.
No parece que los cuatro lectores de Alex hayan continuado con la saga de Camille Verhoeven, al menos, así parece, sólo los dos primeros se animaron a seguir con Rosy & John, y luego yo, claro, por favor comparen las fechas y díganme si me he confundido. Por lo demás, ¿era tan difícil estampar ese 10 de Mayor del 2022 donde correspondía?, que no creo que sea lo mismo que intentar meter un hilo en el agujero de una aguja, por dios. Eso sí, debo señalar que quizás los dos lectores que faltan en esta ficha quizás hayan leído otro ejemplar de esta novela, a decir verdad hay más de una docena de ejemplares repartidos entre las distintas sucursales. Tiene que ser eso, ¿no?, ¿cómo no te van a dar ganas de seguir leyendo los casos de este comandante?
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