"LAS GRANDES PASIONES SON ENFERMEDADES INCURABLES"
-Goethe

martes, 13 de mayo de 2025

El Talón de Hierro, de Jack London

 

Biblioteca Nacional S17E02. En esta temporada de la B.N.P.D. no salieron las cosas como tenía planeado y, como suele sucederme cuando algo no marcha según lo planeado, me dediqué a improvisar, a solazar mi frustración en la rebeldía del azar, de tirar los planes por la ventana y mandar todo al demonio, por lo que mirando y mirando me encontré con El Talón de Hierro, de Jack London, que es un autor que no he leído pero que siempre ha llamado mi atención (sobre todo por haber sido adaptado por Pietro Marcello en la genial "Martin Eden"), libro que elegí porque tampoco voy a dejar las cosas taaaaan al azar como para llevarme libros que no me interesan en lo absoluto, ¿o creen que voy a dejar que el azar me haga pedir prestado la saga de Los Juegos del Hambre o alguna otra franquicia similar para adolescentes?

No es que esperara menos, pero El Talón de Hierro me ha sorprendido en hartos sentidos. Primero, porque, aunque para algunos no lo parezca tanto, es ciencia ficción pura y dura, al menos acorde a la definición de Philip K. Dick, una autoridad en la materia; es decir, es pura libertad y expansión creativa, pero es también un potente, certero y nítido reflejo de la realidad de la época en que vivía Jack London, es más, es el maldito reflejo de cómo han sido las cosas en tiempos posteriores hasta la actualidad: es una trama puramente ficticia y el futuro que describe no es como el que finalmente ocurrió, sin embargo, en esencia, ¡es cómo han ocurrido las cosas! No encontré nada en internet sobre si Dick dijo algo sobre esta distopía de London, pero seguramente la leyó y seguramente le gustó, El Talón de Hierro, claramente, es una obra adelantada y pionera cuyos ecos pueden notarse en la obra del delirante y paranoico californiano (por mencionar a uno solo).

¿De qué trata? En palabras simples, de la ascensión al poder absoluto (económico, político, social) de la oligarquía capitalista estadounidense, con sus tejemanejes y manipulaciones; y de la lucha de un puñado de revolucionarios que quieren liberar a su país, a sus ciudadanos, a sus compatriotas, del frío y sombrío y gris yugo de esa bien engrasada maquinaria enriquecedora de cerdos, de esa devoradora/trituradora de carne llamada Estados Unidos. A modo de manuscrito escrito en primera persona, la protagonista, Avis Everhard, nos va contando desde que conoció a Ernest Everhard, un activista revolucionario que a la sazón fue su esposo, en los tiempos en que la bestia oligarca aún no mostraba su verdadero rostro antidemocrático y mantiene la farsa de la libertad, hasta que los hechos se van precipitando hacia ese abismo de abuso, de autoritarismo, de secuestro y saqueo gubernamental. La gracia, lo genial de esta novela, es que, como digo, conduce a un escenario distópico, de ciencia ficción, pero el camino que describe es perfectamente plausible, como si se tratara de una novela histórica, y nada de lo que señala es inventado, cada etapa de la ascensión del monstruo oligarca es un manual ampliamente utilizado por los oligarcas fascistas de todo el mundo a lo largo del siglo pasado y el actual, siempre actualizando dicho manual a las contingencias tecnológicas. London nos describe la manipulación de los mercados por parte de la oligarquía para así concentrar su influencia económica, eliminando cualquier atisbo de competencia, de voz y voto que pudieran tener pequeños y medianos comerciantes; nos describe el lobby político, la compra y corrupción de representantes populares y de instituciones judiciales, amañando la Justicia para que funcione hacia un sólo lado; castrando la libertad de prensa y de expresión, capando el sistema educativo, para que las masas caigan en un abismo de ignorancia y desinformación, para que así la semilla de la discordia sea plantada por los asquerosos esbirros del poder; dividiendo las clases populares para minar sus fuerzas, para que se traicionen entre sí, entre los pobres a secas y los pobres "privilegiados"... Nada de lo cual, como digo, es invención, son fenómenos reales y además sustentados en teorías y estudios que London evidencia y enrostra a los inevitables escépticos y negacionistas gracias a los pie de página, pues debo señalar que El Talón de Hierro es el manuscrito de la protagonista, pero encontrado siete siglos después, por un historiador que va complementando dicho manuscrito con apuntes bien documentados, tan bien documentados que llega a dejarte estupefacto que toda la teoría social-económica-política de aquellos años haya publicado ciertas obras escandalosamente estúpidas y perversas, mientras que otras también sorprenden por lo lúcido, adelantado y  profundo de sus análisis. En los pies de página verán citas de políticos, economistas, intelectuales, religiosos de la época, de todo el espectro político.

Otro aspecto que enriquece y engrandece y potencia esta novela es su estructura y su desarrollo, por su amplitud de campo bien equilibrada con un firme pulso narrativo. Lo digo, primero, porque este descenso al infierno oligarca-capitalista abarca varios campos de la sociedad, desde los trabajadores, los proletarios, pasando por los esquiroles y la clase media, los pequeño-burgueses, la iglesia, la prensa, la justicia, hasta llegar hasta las castas superiores del escalafón social: cómo cada escalón está secuestrado a voluntad por el cerdo oligarca, cómo la búsqueda de la verdad, la bondad y la Justicia es una tarea imposible porque está tergiversada, contaminada, envenenada con la retórica oligarca. Para ello, en segundo lugar, la novela se estructura sabia y hábilmente en una progresión de conflicto teórico-dialéctico en dirección hacia etapas más movidas, hacia la acción pura y dura: comenzamos con numerosas y fascinantes, estimulantes discusiones, debates e intercambios de ideas en donde la autora del manuscrito, Avis Everhard, influida por Ernest Everhard, el práctico revolucionario, comienza a vislumbrar las manchas y óxidos de la sociedad en que tan cómodamente ha vivido, notando con doloroso pasmo cómo ese ideal de sociedad no es más que una quimera, una promesa vacía, una fantasía voluntarista ("pero si el hambre no puede existir en nuestro país", existe pero no lo ves), en comparación con la cruel realidad, mientras a su alrededor obispos y oligarcas y políticos y empresarios y asalariados y revolucionarios discuten no sólo sobre política y economía, sino que sobre filosofía, metafísica y religión... Luego, cuando el aspecto teórico del relato ha sido completado por así decirlo, llega un brusco cambio de registro, un mazazo brutal, inesperado, pero genial por lo mismo, porque de sopetón te encuentras con que ya estamos en la distopía en sí, en el infierno oligarca plenamente desatado, en donde impera la acción y la supervivencia más descarnada y desesperada, en donde los libros han sido sustituidos por las armas, en donde las ideas de una lado se ejecutan para ejecutar, exterminar, las ideas rivales.

Ya le gustaría a Chuck Palahniuk escribir una novela tan interesante, adictiva, incendiaria y certeramente documentada, además de bien escrita (en tanto prosa, en tanto estructura narrativa, en tanto argumento y personajes) como esta. También pienso que Houellebecq tuvo que haber leído El Talón de Hierro y haberse inspirado algo en ella cuando estaba planeando Las partículas elementales, lo digo por eso de contarnos una historia "presente" desde un lejano futuro en donde los humanos son tan avanzados que casi no pueden comprender las motivaciones de aquellos antepasados, ni menos la forma en que vivían, tan atrasada y salvaje. Así sucede en la novela del francés y en ésta, pues quienes encuentran y leen y analizan el manuscrito de Everhard, en los pies de página, no dejan de sentirse asombrados ante la descarada impunidad e injusticia de la época. Y claro, también mencionamos a Dick, pues London nos dibuja, nos construye y nos lanza de lleno en este futuro como descabellado, delirante, pero tan plausible que, más allá o más acá de sus detalles tecnológicos, casi parece una copia exacta del presente. Justicia para ricos y para pobres, medios controlados por el poder económico, la criminalización de la protesta, la precariedad laboral, la policía como vulgares guardias de la casta que los alimenta...

Una novela, a fin de cuentas, escrita con el recio oficio de su autor, es decir una historia con tramas y personajes cautivantes, que además tiene toda esa energía y sustancia interna, una coherencia cabal, rotunda, de hierro. Una novela increíblemente adelantada a su tiempo, al menos esa impresión me da. Léanla y piensen, ¿qué tan diferente son las cosas, 117 años después de su publicación? Lo digo porque en Estados Unidos tienen a un delirante megabillonario a cargo de agencias gubernamentales que están recortando cada vez más beneficios sociales, sin mencionar, por ejemplo, que una universidad de prestigio mundial (Harvard) ha debido ceder parte de su libertad y autonomía debido a los chantajes del presidente de su país con sus amenazas de desfinanciamiento, ¿y por qué?, porque dicha universidad no quiere espiar a sus estudiantes y funcionarios. Pueden ver que hay estadounidenses nacidos y criados allá que están siendo detenidos/secuestrados por cierta agencia migratoria sólo porque son estadounidenses que se llaman, apellidan y lucen extranjeros, ¿un estadounidense trigueño llamado Morales?, ¡detenido! Y luego dicen que esos oligarcas no son racistas, que no están "limpiando" la blancura estadounidense. ¿Qué les parece? Estados Unidos, sobre todo ahora con la presidencia de Trump y su esbirro inmigrante sudafricano (pero blanco y millonario e influyente y poderoso) Musk, es un país enfermo. ¿Es tan diferente de lo que London escribía en esta novela de 1908 (atentos al personaje del profesor universitario y su devenir)? En fin, una lectura tan estimulante como desalentadora. ¿El único reproche? Que Everhard no pudo terminar su manuscrito y sólo nos quedamos con 300 páginas... Y claro, que esa pesadilla se ha hecho real.

Acá tenemos una ficha bibliográfica bien interesante, no por el hecho de tener un sólo préstamo (el mío), sino que debido al tiempo que medió entre mi lectura/préstamo y la llegada de este ejemplar a la B.N.P.D., que, como pueden ver, fue el año 2019, es decir prácticamente seis años de virginidad lectora para este libro hasta que he llegado yo. Si son de por acá, vayan a pedirlo, es ciencia ficción de la buena, es decir ciencia ficción tan creativa como enraizada en sus circunstancias históricas. Y está bien escrita, pero qué, si ya comenté todo esto arriba. Bye-bye!

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