Bibliometro #57. No sé si en algún momento lo dije pero yo no conocía, de nombre digo, a Joyce Carol Oates; la película de Andrew Dominik, "Blonde", basada en el libro homónimo de la autora, hizo que su nombre entrara en mi radar. No la comenté pero sí vi "Blonde" en su momento, cuando se estrenó y tanto revuelo causó, en mi opinión revuelo injusto y estúpido, como suele ocurrir; dudo que la mitad de la gente que tanto se llenó la boca con esa película la haya visto (o leído la novela, ya que estamos). Yo sí la vi, como dije, y debo decir que me gustó un montón, lo cual no es de extrañar viniendo de Andrew Dominik (un director verdaderamente cinematográfico) y de una novela tan buena y brutal como esta: es una película tremenda, toda una experiencia maldita para la que no todos están preparados, menos el público tan ombliguista y delicado de ahora. Antes de entrar en materia, debo decir que llamó mi atención que las escenas de Marilyn hablando con sus fetos no están en la novela (quizás una que otra frase pueda atribuirse al "alma" nonata de sus embarazos, pero eso queda en la ambigüedad), lo cual me parece algo decepcionante porque debo decir que son escenas que sí me mosquearon lo suyo, no tanto por lo moral ("propaganda anti-aborto", algunos titulares clamaron, y otros tantos decían que era propaganda pro-aborto, entonces cómo es la cosa) como por lo burdo e irrisorio que quedaron (formalmente: como un spot de tv de, en efecto, campañas anti-abortistas, me recuerda a uno muy específico que daban en la tele cuando era chico), aunque las interpreté y defendí bajo el siguiente razonamiento: en una mujer tan mental y psicológicamente inestable y traumada, que deseaba con todas sus fuerzas ser madre y llevar una vida normal, parecía lógico que, en sus momentos bajos, "hablara" con sus fetos como una manera de culparse a sí misma por los abortos (accidentales o inducidos) que tuvo, lo cual acrecentara a su vez ese desmoronamiento que la llevaría a su muerte. Pero esas escenas con fetos parlantes fueron invención del director y no le veo mucho sentido a decir verdad, había mejores maneras de expresar el dolor de Marilyn por su frustrada maternidad. ¿Qué piensan sobre eso?
Otra de las críticas principales hacia la película, crítica que también se extendió a la novela de Oates, es que "revictimiza" a Norma Jean, que la muestra únicamente como una víctima en su más amplio sentido, prácticamente como una simple y sufriente muñeca de trapo. Primero que todo hay que tener en cuenta que, tal como la misma autora señala, Blonde es un libro que no pretende ser un documento histórico ni absolutamente fidedigno en relación a los acontecimientos reales; es una interpretación y construcción de la realidad, es una novela que hace ficción a partir de fuentes reales y concretas, que reordena a la visión y estilo de la autora los múltiples hechos conocidos y desconocidos de la vida de la gran y memorable actriz, por lo que es errado aceptar sus más de 900 páginas (933, para ser precisos) como hechos 100% verídicos, especialmente cuando aún a día de hoy mucha gente sigue discutiendo sobre si tal o cual aspecto de la vida de Norma Jean es así o asá (como el tema de sus abortos: es consenso que tuvo tres abortos espontáneos mientras estuvo casada con Arthur Miller; sin embargo muchos afirman que antes de eso Norma Jean nunca estuvo embarazada, mientras que otros afirman que sí se embarazó varias veces y que los interrumpió en cada ocasión). De todas formas esta visión que la autora construye y elabora de la actriz no es gratuita ni efectista: se sustenta en sólidas bases narrativas y dramáticas, como veremos a coninuación.
Por lo demás, estén o no de acuerdo con la visión de Oates (dudo que mucha gente pueda realmente tomar una posición porque dudo que mucha gente se haya dado el tiempo de leer la novela; yo pienso que, vaya sorpresa, sólo están especulando a partir de una película que, por cierto, se niegan a analizar y a pensar inteligentemente), no se puede decir en lo absoluto que la autora haya explotado la imagen de Marilyn, que se regodee en el sufrimiento o en los aspectos más sórdidos de la vida de Norma Jean, o que haya construido un personaje de manera provocativa, irrespetuosa o prejuiciosa. Blonde cuenta toda la vida de Norma Jean, desde que es una pequeña niña que vive entre la casa de su abuela y el precario departamento de su inestable madre hasta que se suicida luego de unos últimos años oscuros y nublados, aplastados por el efecto negativo del abuso de pastillas y del empeoramiento de su salud mental, pasando, desde luego, por su adolescencia, su descubrimiento, su estrellato, en fin... Y la imagen que Oates construye de Norma Jean es profundamente humana, de carne y hueso, no sólo de carne y hueso sino que como si estuviésemos en el mismo interior de su cerebro, de su mente, de sus tripas. El gran y tremebundo y poderoso pilar fundamental sobre el que se sostiene esta magnífica novela es la complejísima y a menudo contradictoria psicología de su personaje principal, ese misterio cubierto de telarañas que, resuelto, sería la llave para comprender, aunque sea un poquito más (aunque Norma Jean merece la verdad, merece la luz, no el enredo de mentiras y prejuicios que han difuminado su figura), algunos de los acontecimientos más icónicos y conocidos de su vida y personalidad, que no es sólo un pedazo de carne, no es sólo una estrella, no es sólo sus personajes, no es sólo la rutilante y complaciente y sonriente y seductora y coqueta Marilyn: es una mujer traumada y solitaria, tímida y ensimismada, con brutales carencias afectivas, unos viscerales y suicidas deseos de encontrar el amor y la estabilidad que nunca tuvo (nunca gozó de una "vida normal": no tuvo una familia tradicional, vivió en numerosos orfanatos y casas de acogida, su primer intento de matrimonio y familia convencional se vio frustrado por causas externas), un miedo terrible y paralizante de estorbar o de molestar, una singular inmadurez consumida por su aura de mujer sexualizada, una furia negra explosiva que se alimenta a sí misma perpetuamente como la serpiente de uróboros, y bueno, esa determinación inefable y genuina de ser alguien, de que la vean y la aprecien por ser quien es, por su alma, por su corazón (Norma Jean, un espíritu romántico, una artista buscando su identidad), de no ser más ignorada y postergada y menospreciada y ensombrecida por quienes la rodean. Y las ganas de entender y de comprender la vida, de encontrarle un sentido, una motivación: de ser parte de la respuesta. A partir de esta disección biográfica y psicológica, al escarbar en las causas de sus grandes traumas, la autora nos ofrece una perspectiva y una mirada con la que observar más atentamente, por ejemplo, sus matrimonios y algunas de sus relaciones informales (su relación con los hombres, con el género masculino, las figuras paternas), su carrera cinematográfica y sus roles más recordados, su tendencia a caer en relaciones tóxicas (profesionales, sentimentales, interpersonales) o en períodos depresivos, pesimistas, melancólicos, o el porqué recurrió al aborto en tal ocasión, o el porqué parece autosabotearse en momentos cruciales de su vida, el porqué llega a ver como "protectores" a esos buitres que tanto la explotaron y que tanto la despreciaban. No es una vida amable ni agradable la que vivió, esa precariedad no responde a la imagen que se tiene de ella o incluso del oficio de actriz: explotada por los estudios, no era infrecuente que se viera en aprietos económicos, algo impensado para quienes piensan que las estrellas de Hollywood viven forradas. Este aspecto además sirve para aportar una visión crítica de esa trituradora de carne que es el capitalismo gringo, en donde unos pocos se enriquecen a costa de la sangre, sudor y lágrimas de la mano de obra: la forma en que Norma Jean/Marilyn fue tratada es perfectamente homologable al sistema político y económico de ese país tan pagado de sí mismo.
Pero he ahí el gran conflicto al que se enfrenta siempre: el medio en el que vive, en el que trabaja. La vida de Norma Jean también le permite a la autora construir una mirada crítica de la industria cinematográfica de la época, de la sociedad estadounidense de los cuarenta y cincuenta en lo político, en lo social, en lo económico. Ese american way of life, el american dream, la vida bajo el influjo de la propaganda gringa (el mejor país del mundo), el capitalismo salvaje, el machismo y el clasismo, y Marilyn, ese fenómeno de ventas, ese sosías que devora a Norma Jean, la empuja a la oscuridad mientras los demás se enriquecen a su costa. La visión de Oates es compasiva y estremecedora pero no penosa, no lacrimógena, no efectista, no truculenta, tampoco cobarde: no teme en mostrar los claroscuros de Norma Jean aún si eso le arriesga a recibir el escarnio crítico o público, porque nos muestra la boca del lobo tal como es, tal como es una psicología fracturada y en permanente estado de guerra civil. Es a fin de cuentas una visión respetuosa y profunda, un verdadero estudio, riguroso y exigente al momento de adentrarnos en la vida de la protagonista y en las casi cuatro décadas de mundo y sociedad en que vivió. Recordemos: esto que escribo es a partir de la novela, no de la realidad como tal.
En términos formales, Oates recurre a variedad de estilos y voces, sin perder nunca la coherencia, sin jamás parecer ramificado o alargado, sin adolecer de esa "ingravidez narrativa" que no me gustó de Babysitter, por ejemplo. Todo es sobre Norma Jean/Marilyn, todo remite a su figura, a su leyenda, a su persona, ya sea la narración omnisciente en tercera persona que mayoritariamente hay en Blonde, ya sea la misma Norma Jean, ya sean personas que de alguna u otra forma se hayan relacionado con la actriz. Primeras personas, segundas personas, terceras personas. Capítulos más nostálgicos, capítulos más ásperos y crudos, capítulos más tradicionales en su relato. Todo remite a Norma Jean/Marilyn, a esa mujer de carne y hueso tan inolvidable pero tan olvidada. Eso sí, no obstante esa variedad mencionada, la atmósfera general es una denso y claustrofóbico ambiente de pesadilla; aunque no recurre mucho a escenas oníricas o surreales, la autora, desde el inicio, nos sumerge en un relato que parece salido de La dimensión desconocida (aunque esa dualidad Norma Jean/Marilyn también puede tener resonancias bergmanianas), en donde la realidad misma es una entidad maleable y burbujeante de contornos difusos o una espiral diabólicamente retorciéndose hacia la nada misma. Es la locura, la fractura.
En efecto, nos zambullimos en la profundidad de la oscuridad de Norma Jean/Marilyn, en lo que hay tras bastidores, más allá del ilusorio y mágico velo de la oficialidad, pero Blonde también nos muestra su lado más bello, luminoso: sus alegrías, sus sueños, ese esfuerzo sobre humano para exigirse más como actriz, para mejorar como persona, su entusiasmo vital casi infantil, su vasta curiosidad, sus ansias de conocimiento y entendimiento, su amor y compasión por su madre... Razón por la que la lectura de este libro resulta tan estremecedora y dolorosa. Pero es un libro necesario, una lectura absolutamente recomendada e imprescindible, si no por ser sobre Marilyn Monroe, sí por ofrecernos una mirada descarnada al interior de una personalidad y psicología complejas, de múltiples capas, y al interior de una caja de pandora de brillantes mitos e íconos que en realidad esconden una guarida de monstruos y quimeras: no todo lo que brilla es oro. Blonde es un libro duro y exigente, muuuuucho más de lo que aparenta, pero así es como debe ser. Magnífico.
Para ser un libro tan voluminoso y denso, Blonde tiene su buena cantidad de préstamos: ocho en un año y medio. Me parece que hay otro ejemplar dando vueltas por Bibliometro, pero tal dato es irrelevante. Yo les recomiendo la lectura de este librazo, es todo un tour de force, que le dicen.
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