Biblioteca Nacional S08E01. Bueno bueno, con la B.N.P.D. vamos a seguir usando el modelo de las temporadas, total, ella no nos falla, no nos miente, no nos ilusiona en vano. Además siempre nos da más tiempo, no nos presiona, hasta nos otorga una inmediata segunda oportunidad en el caso que no alcanzáramos a leer los libros pedidos en el plazo y extensión estipulados. Y tiene un buen surtido de libros de Stephen King, desde luego, y yo estaba un poco loco por leer Joyland, algo en este libro llamaba poderosamente mi atención.
Primero que todo hay que informar que, si bien Stephen King publica la gran mayoría de sus libros en una editorial llamada Scribner (en sus inicios lo hacía con otras pero desde los 2000 en adelante esta es su casa editorial principal), también publica esporádicamente en otras varias, dependiendo de la obra (como la saga de La Torre Oscura). Una de esas otras editoriales es Hard Case Crime, que, a la vieja usanza, edita y reedita novelas de corte criminal hard-boiled y todo ese rollo replicando la textura de aquellas queridas publicaciones pulp. King ha publicado tres novelas con HCC, la primera es The Colorado Kid. Joyland es la segunda, y quizás ahí radica mi principal interés: en ver con qué salía King en una propuesta noir. Y aunque no es precisamente una historia de detectives o algo similar, la verdad es que Joyland está bien, es una novela correcta y solvente, aunque hay un par de cosas que me gustaría reprochar, lo que, por cierto, supone un alivio para mí porque a veces uno se cansa un poco de alabar con tanto ímpetu todo lo que alguien hace, que es lo que nosotros hemos venido haciendo últimamente, pero es que, por otra parte, qué se puede hacer, uno comenta lo que le sale de las tripas, sea bueno o sea malo y con todas los últimos posts dedicados a King no podía inventarme cosas negativas que decir. Hasta ahora, afortunadamente.
En todo caso Joyland es un libro sumamente entretenido, bien escrito, desarrollado y todo lo que quieran, haciendo gala de los grandes elementos que caracterizan la literatura-narrativa de King. Esta es la historia de un muchacho algo bobalicón que está pasando por turbulentos tiempos personales, con decepciones y penas anegando su tierno corazón, por lo que no le viene mal, en uno de esos inolvidables y cruciales veranos, irse a trabajar más o menos lejos del hogar (y de todo cuanto conoce) a un parque de diversiones, para renovar energías, ganarse un dinerillo y aprovechar la experiencia para hacer un viaje introspectivo, un examen a conciencia sobre quién es y hacia dónde se dirige. Gran parte del relato es eso: la enriquecedora experiencia que este muchacho tiene en su empleo de verano a pesar de todas las dificultades inherentes a tan sacrificado trabajo (ser el chico-para-todo de un parque de diversiones a principios de los setenta), las cuales, sin embargo, le sirven para ir olvidando sus cuitas e ir vislumbrando sus capacidades y potencialidades como hombre intentando domar las riendas de su destino. Y King nos sumerge de lleno en este coming-of-age de cálida atmósfera de altos y bajos, de trabajo duro y satisfacción personal, de nuevas amistades, de inolvidables anécdotas, todo aderezado con dos particulares ingredientes: el caso de una chica asesinada en la casa embrujada, una de las atracciones del parque, de la que se dice que su fantasma aún se aparece de vez en cuando a los trabajadores (si no crees en fantasmas, al menos creerás en la crónica roja de los periódicos) y cuyo asesino jamás fue descubierto ni capturado; y la presencia de un niño en silla de ruedas, con el que entabla amistad, que tiene ciertos poderes psíquicos. Así las cosas, esta historia, esencial y eminentemente un coming-of-age también adquiere tintes de misterio, por lo sobrenatural y por lo policial. Ahora bien... ¿son buenas y justificadas adiciones narrativas?
¿Qué es lo que no termina de cuajar? El desenlace. Joyland es un libro de 300 páginas, yo diría que las últimas 50-60 no logran estar a la altura de toda la sólida construcción y anticipación previa porque sus elementos confluyen de una manera demasiado forzada y previsible, con un par de deus ex machina bastante impropios para un autor de tanta experiencia e imaginación, y oficio claramente. Además de cierta sensación de que esos elementos están porque sí, sobre todo el sobrenatural: el niño lisiado es más importante para el protagonista por su calidad humana que por su habilidad psíquica o extrasensorial, aunque a King le sirve esa habilidad para inventarse una salida fácil para salvar las cosas cuando se pongan color de hormiga, porque les digo, de no ser por esa capacidad para "ver/presentir que algo va mal" otro gallo cantaría. Lo del caso del asesinato de la muchacha y el asesino no capturado tiene más sentido y coherencia, nada que decir sobre eso, si bien su resolución es de ese tipo que no me gusta: cuando los misterios se resuelven solos, cuando el asesino se presenta a sí mismo ya que para el autor quedaron agotadas las maneras de que el protagonista descubriera el entuerto por su cuenta, así que ring ring, ¿aló?, hola soy el asesino ya tardabas en descubrirme... ¿Comprenden a lo que voy? Que Joyland es casi una buena novela, en donde King nuevamente brilla por encantarnos con su retrato, sencillo pero suficientemente profundo, de personajes y por su creación de atmósferas, de vívidos lugares y el paso del tiempo (yo estaba teniendo una lectura deliciosa), pero que no sabe realmente como terminar (todo verano debe llegar a su fin) y, llegado el plazo, se saca soluciones forzadas provenientes de elementos narrativos puestos ahí solamente como eventuales salvavidas y no porque en verdad significaran algo. Insisto, el niño está bien, pero ¿su habilidad? Mmmmm... Y el asesino, que se delata solo, maldita sea...
En cualquier caso, con todas las cosas, Joyland sigue siendo una lectura lo suficientemente recomendable (aunque, sin duda, uno de los trabajos "menores" de King); hasta puede que a ustedes no les inquiete o moleste tanto los deux ex machina o los desenlaces forzados, pero es lo que suele pasar con los finales: es el último trago, la última sensación, y si te deja un regusto amargo o insatisfactorio, te hace olvidar que todos los tragos previos estaban bien preparados. Como sea, les guste o no el final, este libro no tiene desperdicio, tiene el mínimo de calidad garantizada de King. Pero no se ilusionen tampoco; servirá para tener una solvente lectura un fin de semana tranquilo...
La tradición republicana de todo préstamo. Es natural que en la B.N.P.D. sean más ordenados, lo digo así porque sí. El caso es que Joyland arribó a sus estanterías en marzo del 2015 (hace casi diez años) y unos cuantos meses después fue pedido por primera vez y, de hecho, ha sido pedido tantas veces que, por primera vez en la historia de los préstamos de la B.N.P.D., a la usanza de Bibliometro, hay una ficha pegada sobre otra. En total, 38 ocasiones ha sido prestado Joyland. 35 de esas veces hasta el 2019, luego, para variar, hubo una larga siesta de casi cinco años, para que recién este 2024 haya salido de su letargo. Insisto, algo pasa con las lecturas en esta década, pero aún no soy capaz de descubrirlo. Es toda una conspiración, ya se los conté ¿cierto?
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