Biblioteca Nacional E51. Primero que todo, aviso que cambiamos la nomenclatura de la B.N.P.D., ya no organizada en temporadas sino que en una numeración continua, primero que todo porque así es más fácil cuantificar el total de las lecturas en esta biblioteca pública, y en segundo lugar, porque la temporada anterior y la última notificada de esa manera, no se completó: luego de El talón de hierro iba a leer el libro que sería S17E03, pero no pude, no me dio, demasiado para mí, demasiado ininteligible, demasiado raro y extraño, rebuscado, etc., y no les diré cuál fue, porque además llegué a sospechar un poco de la traducción y si me topo alguna vez con esa novela de nuevo (aunque primero deberé leer las primeras obras de dicho autor, que al parecer te allanan el terreno para ese campo más experimental en lo formal y narrativo), será un ejemplar editado por otra editorial sin duda, por si acaso. En fin, puede que el modo en que pido libros prestados en la B.N.P.D. no cambie, es decir que me siga llevando libros de tres en tres en tres, que es el máximo permitido por cada ocasión, pero puede que también, dependiendo del orden en que lea todo lo que pido en total, a veces me pase a la Biblioteca Nacional a devolver uno, o dos, y traerme uno o dos diferentes. Quizás estoy gastando palabras porque a ustedes les dé lo mismo cómo hago mis cosas. Como sea, no sabía que El hombre que cayó a la Tierra estaba en los estantes de la B.N.P.D., de hecho ni siquiera sabía que era una novela, tan sólo conocía la película de Nicolas Roeg con David Bowie (y parece que hace poco hicieron una nueva adaptación en formato miniserie con personajes negros, ¿qué, es una nueva adaptación de la novela o es un remake encubierto de "The Brother from Another Planet" de John Sayles?), de hecho ni siquiera se me hubiera ocurrido que el autor de esta novela era Walter Tevis, mismo autor de Gambito de dama o de El buscavidas y El color del dinero. Vaya cúmulo de sorpresas que hemos tenido en un sólo párrafo, ¿no les parece?
"LAS GRANDES PASIONES SON ENFERMEDADES INCURABLES"
-Goethe
lunes, 26 de mayo de 2025
El hombre que cayó a la Tierra, de Walter Tevis
El hombre que cayó a la Tierra es una novela de ciencia ficción en la que un extraterrestre (que en mi cabeza me imaginé como David Bowie, claro, quién más) llega con una misión que debe cumplir. La novela, entonces, tiene dos vertientes por decirlo de alguna forma: por una parte, el desarrollo de dicho plan, desarrollo que resulta bastante entretenido porque, sin entrar en detalles, tiene que ver con la inteligencia del extraterrestre y de la cultura o civilización de la que proviene, y su capacidad para inventar cosas, para enriquecerse, para acumular poder e influencia, todo lo cual le servirá para el cumplimiento de dichos planes. El toque de anticipación y fantasía, fantasía realista si cabe (qué puedo saber yo de ciencia y esas cosas, pero los inventos y avances tecnológicos descritos por la novela parecen, lucen, se sienten plausibles, "acercándola" en cierto modo a la Tierra más que lanzándola al espacio exterior o hundiéndola en monstruosas distopías), sostiene el motor narrativo durante toda la novela, con los tejemanejes del extraterrestre con algunos de sus inocentes y crédulos aliados humanos, a veces con ciertos toques de humor, de comedia de equívocos, además de otros humanos mas avispados y menos cooperadores, quienes traen por su parte tensión, conflictos y misterios. Por otro lado está el aspecto filosófico y humanista, que no es de extrañar: el extraterrestre que llega con intenciones que iremos descubriendo poco a poco, un ser inteligente, mucho más inteligente y noble que cualquier ser humano, que sin embargo comienza a contagiarse de dicha imperfecta y sucia, lodosa humanidad, un extraterrestre que, además de verse atenazado por los vulgares vicios altos y pequeños (alcohol, poder, dinero), cae en una profunda y empinada y rocosa crisis existencial: qué sentido tiene para él vivir entre seres inmundos inferiores a él, qué sentido tiene su misión, qué sentido tiene cualquier cosa, acaso vale la pena esforzarse, acaso vale la pena tener una idea, una visión, acaso vale la pena nadar contra la corriente, luchar contra las adversidades, plantarle cara al destino con obstinación...
En efecto, una novela de trama fluida cuya sustancia, cuyo mensaje, se entiende a la perfección, pero que en total no diría que sea o muy brillante, o muy magistral, o muy genial, pero funciona, como dije la narración de Tevis es efectiva y su prosa, aunque estamos ante una de sus primeras novelas, demuestra oficio y buen pulso para la creación y retrato de personajes hastiados y perdidos (no sólo el extraterrestre se cuestiona su existencia, la pertinencia de sus decisiones vitales, las aparentes posibilidades del destino), para los diálogos, para la descripción de acciones y lugares, su capacidad visual es notable, bastante cinemática, no es complicado imaginarse la escena en la mente, los colores, los movimientos, etc., es decir una novela escrita por un escritor que sabe lo que hace y cómo se hace, de eso no nos queda dudas, pero como digo, que no inventa una trama muy impactante y que tampoco parece del todo decidido a abrazar de lleno su mensaje filosófico o existencial, profundizar demasiado en los infiernos/demonios personales de cada personaje (que vendrían siendo los infiernos/demonios de todos en general: uno elige por uno y por todos, uno tropieza solo y en compañía de todos), en la compleja psicología de unos personajes que pudieron haber dado más jugo, más material, pero que más que artífices y responsables de sus situaciones personales parecen elegir el cómodo rol de víctimas de las circunstancias, y ahí no sé si creérmelo del todo, precisamente porque un examen psicológico y personal de personajes habría funcionado mejor que la mera descripción de rutinas abotargadas o uno que otro diálogo quejumbroso en plan "dejé de creer, dejé de soñar, dejé de luchar, dejé de confiar en mí". En otras palabras, estos personajes son más bien arquetipos del fracaso, de la derrota, del tedio, entendibles por encima, retratados lo suficiente como para empatizar con ellos lo justo, pero no se sienten como personajes de carne y hueso, con tripas y corazón, auténticos o genuinos, profundos ni hondos.
Tan sólo en el amargo capítulo final podemos notar a un escritor más comprometido y encarnado con sus personajes, con la tragedia que cargan, en unos diálogos y prosa cargados de cinismo, de descreimiento, de furia consumida pero aún emanando sus últimos hedores, en un final trágico y fatalista aunque quizás no sean los conceptos adecuados porque en este caso la maldición, la condena, la guillotina, tiene nombre y puede que apellido: sociedad moderna/occidental/capitalista. Puede que también sea la humanidad a secas, verdugo de sí misma, Prometeo a la vez que los dioses que lo castigan, la humanidad que busca la llama del conocimiento pero que al encontrarla se flagela, se encadena, se enceguece. Es de hecho un capítulo final bien jodido, inesperadamente jodido tomando en cuenta la atmósfera calculadamente amarga y defraudada y desalentada de sus dos partes anteriores, porque toma lo que vagamente flotaba en dichos capítulos y lo eleva a la décima potencia, lo materializa y cristaliza en una atmósfera penumbrosa y sombría, mostrando cuán fútil puede ser la voluntad individual o peor, cuán pesado y aplastante, asfixiante, puede ser la trituradora de carne a la que venimos a caer: una Tierra tan pero tan densa y turbia, tan maldita, que hasta un ser superior de otro planeta choca de lleno contra ese muro invisible y permeable que es, no lo sé, la arrogancia humana, el conformismo humano, su capacidad de autoengaño (que queremos el bien común, la salvación, la redención... es lo que dicen, no es lo que hacen), su devastadora ansia consumista y devoradora...
De todas formas, El hombre que cayó a la Tierra no tiene desperdicio, pienso que, con todo, su lectura vale la pena, aunque sea porque no deja de resultar interesante que, entre medio de una trama de ciencia ficción sobre extraterrestres y tecnologías casi milagrosas, los personajes de repente se pongan a empinar el codo, sentarse a mirar la nada y soltar la lengua en deprimentes divagaciones vitales, como olvidando las circunstancias tan extraordinarias que se desarrollan a su alrededor. Curioso, claro, pero en cierto modo recomendable, aunque no esperen una obra maestra, o una novela magnífica, ni siquiera un impactante o muy original ejercicio de género (podríamos decir que esta novela es como una novela de Bradbury pero más sucia, más "alcohólica", y claro, menos redonda). Un libro atípico, sin duda, eso hay que concedérselo, que se nota que busca darle una visión o voz personal e íntima a ideas y códigos universales. Personalmente no me ha dejado mucha huella que digamos...
Curiosa ficha bibliográfica la de El hombre que cayó a la Tierra. A simple vista no parece nada complicado, no parece física cuántica, y claramente no lo es, lo que pasa es que, de los tres préstamos en total, los otros dos que no son míos y que fueron hechos el 2024 dan a entender que esta novela estaba en la B.N.P.D. pero yo nunca la vi, nunca vi El hombre que cayó a la Tierra junto a Gambito de dama, novela que vi y pedí y leí justamente en las fechas escritas en la ficha. Extraño, ¿no? ¿Qué clase de conspiración será esta?
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