"LAS GRANDES PASIONES SON ENFERMEDADES INCURABLES"
-Goethe

miércoles, 7 de mayo de 2025

El malentendido, de Irène Némirovsky

 

Biblioteca Nacional S17E01. ¡Otra temporada ha dado comienzo en la B.N.P.D.!, que por lo demás tiene varios libros de Irène Némirovsky, autora que, a estas alturas deben saber, por acá queremos y respetamos y apreciamos un montón, amén de su literatura tan rebelde y apasionada como, cómo decirlo, clásica y elegante, pero no por ello menos rabiosa y explosiva. El malentendido es una novela que hace tiempo quería llevarme y es la que primero leímos en esta temporada.


Lamentablemente no me ha gustado El malentendido. No es una mala novela, pero siendo de una autora tan única como Némirovsky, es una novela que resulta muy blanda, o como solemos decir, es una Némirosky light. Presenta sus preocupaciones y observaciones habituales, y por momentos pareciera que se lanza de lleno sobre los temas que tan bien trata y retrata, pero luego refrena los caballos y arrellánase en una extraña e impropia comodidad, en una, perdonen el infantil juego de palabras (también conocido como oxímoron ¿?), incómoda comodidad dramática y escritural. Viendo datos en internet me he topado con que El malentendido fue uno de los primeros escritos de Némirovsky, quizás algo más comedida debido a ser una escritora desconocida y recién aparecida, publicado inicialmente en una revista por capítulos, luego como libro unos años después, cuando ya gozaba de mayor fama y reconocimiento gracias a libros sensible y notoriamente mejores, lo cual explica un poco esta impresión mía (que no deja de ser mera especulación, es cierto), impresión que a veces cuesta respetar por así decirlo, suelo echarme la culpa, ¿y si tenía sueño, y si estaba cansado, y si la luz era muy dura y me hería la vista y estorbaba/entorpecía la lectura?, pero hay que confiar en uno, siempre abierto a la autocrítica y las revisiones, claro, pero confiando en el propio criterio. Como sea, hablemos de la novela en sí.
El malentendido es una historia de amor, aunque es mejor decir que es una historia de desamor, una trágica historia de amor. Cuando hablamos de Los perros y los lobos mencionamos que Némirovsky es una autora de gran capacidad de observación y de evocación, que su escritura puede ser tan elegante como estremecedora, dura, sombría, melancólica, sobre todo cuando se trata de escribir sobre conflictos humanos, sobre la compleja y retorcida psicología humana, pero que perdía fuelle cuando se decantaba por una trama más bien sentimental. Pueden ir a leer dicho post, si quieren refrescar la memoria y comprender un poco a lo que voy, porque El malentendido adolece de ello. En esta novela los dolientes amantes son Ives, un rico empobrecido y veterano de la Primera Guerra Mundial que, habiendo disfrutado de una infancia y adolescencia felices, vida desprendida, relajada y abundante en placeres y dádivas materiales, ahora es un treintañero miserable y gruñón que trabaja en una oficina en un empleo deprimente y consumidor, apenas una sombra del hombre amable, culto y elegante que alguna vez fue y que sólo sale a flote cuando se busca queridas o se encuentra con otros ricos ante quienes debe disimular su patética decadencia: el rico que no quiere asumir su destierro de clase. La amante es una mujer de buena familia casada con un próspero y rico emprendedor, con quien tiene una hija y ha formado una familia estable aunque predecible, previsible, convencional, un matrimonio más político que de sentimientos genuinos y emociones libres. Ambos amantes disconformes con sus vidas, inician esta tumultuosa relación a pesar de todas las dificultades que se les presentan: el de mantener el secreto, primero, y así mantener el statu quo, la mascarada; en segundo lugar, el de sus personalidades contrapuestas, él siendo una persona más bien distante, algo fría y reservada, poco efusiva, mientras que ella es una amante impulsiva y desbordada, apasionada, que necesita de grandes y tiernos gestos de amor para contentar sus ansias sentimentales, que necesita la abierta transparencia en vez del opresivo secretismo como un animal salvaje necesita huir de su cautiverio para no sucumbir a los dañinos temblores de su propia energía reprimida; por último, el dinero, el cochino dinero, para ella una preocupación inexistente, para él un calvario, ¿cómo mantener viva una relación si cada salida, cada encuentro, es un excesivo derroche que para Ives es casi como ir viendo su cuerpo desmembrándose, sus miembros mutilándose, sus órganos vitales extirpándose, su piel secándose?
De esta forma, aunque haya numerosos y por momentos potentes trazos de crítica social y de desesperación vital/existencial por una parte y otra (la superfluidad e inconsciencia de los ricos, la debilidad de éstos cuando pierden su posición, la falsedad e hipocresía de sus relaciones sustentadas en el mero interés, la burda comedia de sus amores; la inconformidad y la rebeldía ante roles anquilosados como el de esposa/madre florero o el de "hombre de clase alta", la furia ante un modelo de vida inhumano que agota y consume almas mientras enriquece a los patrones, la horrible y entristecedora ley tallada en piedra que parece dictar ipso facto que es más importante el dinero y el lucro que la felicidad y las emociones verdaderas), éstos quedan ahogados en estos iterativos dimes y diretes entre ambos amantes, entre que no podemos vernos y que por qué no eres más afectuoso y que cómo puedo creer en tu amor y que si estaré desperdiciando mi vida por una pueril ilusión... Creo que lo peor es que nunca terminas de creerte del todo que estos dos amantes se hayan enamorado en primer lugar. Al principio lo que la autora transmite bien es la atracción que suscitan entre sí (debo admitir que la prosa de Némirovsky en este libro es bastante sensual, aunque... ya llegaremos a esto, otro reproche), las miradas disimuladas, el calor de los cuerpos a poca distancia, la excitante electricidad de lo prohibido, sin embargo una cosa es lujuria y la otra cosa es que, de un momento a otro, estén enamorados tan perdidamente, tan idealizadamente, de un modo tan exageradamente bigger than life. De la manera en que la misma autora describía sus pragmáticas personalidades y cosmovisiones al inicio, casi no parece coherente con sus respectivas personalidades que se hayan enamorado de esa manera tan intempestiva, tan aturdida, por lo que todo el subsiguiente flujo de complicaciones y recriminaciones y sufrimientos se siente impostado, forzado, empaquetado, sin la fluidez ni la flexibilidad que su prosa evidencia al dejarse llevar por esos mencionados trazos más social y existencial y filosóficamente críticos, apasionados. Además, volviendo a lo de la sensualidad, parece extraño que, siendo Némirovsky una autora que nunca le ha tenido miedo al lenguaje y las escenas procaces y explícitas cuando es necesario, se refrene tanto en este caso, en este improbable amorío, que limita solamente al ámbito moral del amor, apenas mencionando un par de veces y de manera bastante a la rápida, como a la esquiva, rehuyendo su componente erótico sugerido al principio de la relación, que tuvieron sexo, confirmando de nuevo que, al parecer, su interés en esta novela radica más en ver cómo el amor le complica la vida y el alma a cada amante, casi desdeñando lo físico, y eso que la sensualidad inicial parecía prometer algo tórrido... Entonces, tenemos una novela que se desentiende de sus aspectos más discursivos y críticos en pos de un blando y plano y repetitivo amorío, al que por lo demás reduce a una retahíla de meros reproches conductuales mutuos y penurias taciturnas, ignorando la latente y luego soterrada sensualidad/erotismo, por lo que El malentendido es una novela doblemente desaprovechada.
No sé, he quedado decepcionado, no lo negaré. No es una típica novela rosa, siendo de Némirovsky es inevitable que sea una novela rosa ennegrecida, atormentada, pesimista, trágica, pero pienso que una trama estrictamente de amoríos no le sirve como vehículo para expresar todo lo que esta autora tiene en su interior, esa fulgurante llama rebelde, esas ganas de vivir tan apasionadas y rabiosas, esa inteligencia tan mordaz y tan crítica y tan feroz, esa escritura tan insospechada y solapadamente moderna y rupturista. Por mencionar algo positivo, por último vale la pena mencionar que, a pesar de todo lo señalado, ya desde estos mismos inicios alegra ver a la gran escritora que pugnaba por nacer dentro de este titubeante comienzo, que siempre ha tenido una voz y una visión única, propia e insobornable, que sólo necesitaba un poco más de seguridad para desatarse y correr por libre. Ahí está, dentro de El malentendido, aunque encorsetada en una previsible trama sentimental.
Sé que me he alargado más de la cuenta, pero es que Némirvosky es una autora grandiosa y El malentendido no es una novela que esté a la altura de su talento, de su literatura, aunque se entiende considerando la bisoñez y el contexto de su redacción, por suerte esta autora no tardaría nada en dejar caer sus mazazos con El baile, Un niño prodigio, David Golder, en fin, ya iremos conociendo más de ella.


¡Vaya ficha bibliográfica más nutrida tenemos acá! Bueno, quizás no tanto haciendo un promedio entre cantidad de préstamos y cantidad de años de existencia/presencia, pero no hay que ser malagradecidos tampoco. Lo cierto es que en diez años y un mes, El malentendido ha sido prestado en catorce ocasiones, más de una vez por año, promedio que no está nada mal habida cuenta de los hábitos lectores nacionales (y de los gustos imperantes, claro, en donde autoras como Némirovsky deben pasar desapercibidas). El año de gloria de este libro fue el 2016, con cinco préstamos, y aunque el letargo lector tan típico de estos nuevos locos años veinte no es tan largo, sí existió: terminado el 2019, adieu, y recién casi cuatro años después, el 2023, alguien volvió a pedirlo prestado, luego una persona el otro año y ahora yo, este 2025. ¿Quién será el lector o la lectora del 2026? ¿Se me sumará alguien este 2025?

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