"LAS GRANDES PASIONES SON ENFERMEDADES INCURABLES"
-Goethe

viernes, 16 de mayo de 2025

Alex, de Pierre Lemaitre

 

Bibliometro #104. Hace no mucho tiempo, puede que hace menos de un mes aproximadamente, gracias a la B.N.P.D. leímos Irène, una novela negra escrita por el francés Pierre Lemaitre, que resulta ser la primera de una serie de cuatro novelas protagonizadas por el comisario de la Brigada Criminal de París, Camille Verhoeven. Como por acá intentamos terminar todo lo que se comienza (si es que los medios nos lo permiten), y como Irène fue una lectura genuinamente interesante e intensa, y a su modo sorprendente e inesperada, nos lanzamos de momento con Alex, el segundo título en esta negra y brutal saga.


Bien, por dónde comenzar.
Digamos que continuar con Irène planteaba un desafío, quizás un doble desafío, en primer lugar por el cómo continuar la historia (o dar inicio a otra) luego de los devastadores y definitorios acontecimientos de la primera novela, y en segundo lugar, porque, naturalmente, Lemaitre no iba a poder repetir el mismo ingenioso truco narrativo de aquélla, lo cual es de esperar, a lo que voy es: cómo podrá sorprender e impactar en ambos niveles sin parecer quedar al debe en comparación a ese mazazo inaugural.
Planteadas estas cuestiones, prosigamos señalando que no me parece que la prosa o el estilo de Lemaitre sea muy genial o magistral o extraordinaria, pero tiene personalidad, la suya es una prosa con personalidad propia que potencia y refuerza su, desde luego, innegable calidad base, esa áspera habilidad con las palabras. En otras palabras, no es otra típica novela negra y eso se agradece un montón: aunque deba recurrir a descripciones informativas y expositivas bastante convencionales, lo cierto es que tras cada frase se nota, se impone, la presencia de un autor que busca sacarle el jugo a las palabras, a las oraciones, que no quiere contar su historia de un modo mecánico y automático a través de un sólo registro, de una sola nota, por lo que a su prosa policial, ya liberada de protocolos y presentaciones, especialmente afilada y contundente, se suma una agudeza psicológica y una ironía rayana en la crueldad, un negrísimo sentido del humor, todo lo anterior que da como resultado un nítido contraste con su revelador y brutalmente desalentador mensaje central: nada ha funcionado y esto es lo que pasa cuando fallan las instituciones, cuando fallan las personas: un reguero de sangre, de cadáveres, de odio y rencor.
En cuanto a la trama, Lemaitre vuelve a deleitarnos e impactarnos con un argumento increíblemente retorcido, cimentado en diabólicos giros perfectamente emplazados y perfectamente desenvueltos, de tal manera que ¡boom!, todo lo que creías tener claro se remueve y tambalea como producto de un terremoto, ofreciendo nuevas y angustiantes perspectivas a sucesos que tomábamos por ciertos, por cabales, por unidireccionales, hasta que, claro, Lemaitre nos demuestra que en realidad la vida y la trama, el destino, es un flujo que choca con una roca y producto de ello se desparrama en todas direcciones. Uno de los aspectos que me han encantado es que Alex es una historia que, en sus hechos, va transcurriendo hacia adelante, encadenando brutalidades, a la vez que, para entenderlo todo, la historia va remontándose hacia el pasado, en otra cadena de acontecimientos no menos atroces. ¿Y de qué va todo, si se puede saber?
Alex es una treintañera como cualquier otra, una enfermera soltera que vive sola y de la que no se conoce mucho, una persona independiente, una loba solitaria que disfruta de su soledad. En eso está, volviendo a su departamento luego de concederse uno de esos necesarios lujos en un buen restaurante, cuando es secuestrada por un brusco matón que, sin decir nada, la golpea, la amarra y la empuja contra una furgoneta y escapa hacia la noche. Las cosas a partir de este punto, créanme, no irán a mejor. El caso le cae encima a nuestro Camille Verhoeven, cuatro años después de lo de Irène, ya menos destruido que antes, pero reticente a tomar casos tan grandes, tan importantes, tan serios, tan reminiscentes de aquello que ocurrió esa vez, ¿un secuestro?, ¿de todos los casos le encargan el maldito secuestro de una mujer inocente? Una mujer que parece el blanco ideal para secuestrar: una solitaria cuya ausencia quizás no sea advertida en varios cruciales días por nadie, nadie la extrañará. Así, con todos los indicios en contra, sin mayores datos que vagas informaciones de escasos testigos, Camille emprende a regañadientes esta misión virtualmente imposible: encontrar a una mujer no identificada secuestrada en una calle vacía, de noche, por un secuestrador tampoco identificado en un vehículo sin señas distintivas, y que a estas alturas podría estar con su presa en cualquier parte de la France.
Con esto dicho, qué mas queda por aportar salvo ir resumiendo lo ya señalado: la trama no sólo te captura desde el inicio sino que te mantiene enganchado y adicto, en un trance avasallador de retorcidos secretos y revelaciones tan sorprendentes como capaces de trastocar todo lo que pensabas sobre los hechos y los personajes, además de ser, de por sí, sumamente perturbadores (hay escenas bastante insoportables, algunas con unas ratas que... ugh...), sumen a ello una escritura, aparte de con personalidad, digamos otro adjetivo: potente, una prosa bien potente y rotunda que gana en seguridad y pulso y dureza a medida que todo avanza, que todo se desmorona, y que te hará sentir una amplia gama de emociones y sensaciones, desde la rabia, la impotencia, el coraje, la angustia, el desagrado, el interés, en fin... Como digo, lo más fuerte, el pilar fundamental de esta historia, es la multiplicidad de sus capas morales, y esa conclusión tan terrible: esto pasa cuando las instituciones, cuando las personas, les fallan a sus miembros e integrantes más vulnerables. Un desolador círculo vicioso de inacción, de indolencia, que como una bola de nieve puede convertirse en un colosal proyectil destructor que explota en un reguero de cadáveres. En cierto modo, me ha recordado a cierto bullado y escandaloso caso de abuso que explotó el año pasado en Francia...
Imperdible novela, redonda novela, quizás la más completa y férrea de la tetralogía de Camille Verhoeven, pero ya iremos hablando de ello...


Desde inicios del 2022 hasta estos casi mediados del 2025, redondéemelo en tres años, Alex ha sido prestado en cinco ocasiones, tres ese 2022, una vez el 2023, nada el 2024 y ahora yo. No parece un gran promedio, y el desorden de las estampas, para qué hablar de ello... Me pregunto si los cuatro lectores previos se mantendrán en las fichas bibliográficas de los libros siguientes de la serie de Camille Verhoeven.

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