"LAS GRANDES PASIONES SON ENFERMEDADES INCURABLES"
-Goethe

jueves, 26 de junio de 2025

Guía del autoestopista galáctico, de Douglas Adams

 

Bibliometro #121. No conocía ni me sonaba nada el nombre de Douglas Adams, pero entre los recomendados de Bibiometro de repente apareció Guía del autoestopista galáctico, que me llamó la atención de inmediato, tanto por el título como por la portada, haciéndome pensar y columbrar, ¿de qué podrá tratarse ese libro? Resulta que Guía del... es una saga que consta de cinco libros escritos por Adams y un sexto por otra persona, pero buena suerte encontrando los que le siguen a éste, al menos por estos lares. Buscando más, vi que es también autor de unas cuantas novelas detectivescas protagonizadas por un tal Dirk Gently, y acá sí que me sonaba de algo porque por ahí alguien hizo una serie basada en este personaje en donde actúa Elijah Wood, y de hecho quise animarme a verla en su momento pero no se me dio la oportunidad, y ahora descubro que dicha serie tenía un original literario cuyo autor es increíblemente conocido. Y yo no sabía nada. ¿No es lindo ampliar los conocimientos?

Guía del autoestopista galáctico primero fue un programa radial creado por el propio Douglas Adams, quien luego decidió adaptarlo al formato novela, y yo me pregunto si es que acaso era el mejor formato para una historia tan disparatada y desmesurada no sólo visualmente, amén de sus abismales paisajes intergalácticos o de la excéntrica apariencia de muchos de los personajes o de las múltiples piezas tecnológicas que claramente son tan útiles como innecesariamente exageradas en sus formas, sino que también por su apabullante y vertiginoso sentido del ritmo narrativo-argumental y por el intenso timing cómico de sus descacharrantes diálogos, tan absurdos e ilógicos como improbablemente geniales y complejos. Hay una edición ilustrada de esta novela, en YouTube pude ver algunos videos-reseñas en donde mostraban unas deliciosas ilustraciones que hacen toda justicia a las detalladas aunque concisas descripciones de Adams, si bien son sólo eso, ilustraciones, acompañamientos, suplementos a un formato esencialmente literario, que se sustenta y desarrolla a través de la palabra. El formato cómic le habría venido mucho mejor, el arte de las imágenes secuenciales habría transmitido mejor que la palabra la incontinencia creativa de esta disparatada historia. ¿Qué digo, entonces? Que Guía del... es una novela muy entretenida, sí, que roza la genialidad tan a menudo como roza el ridículo, el despropósito, y cuyo imparable torrente de absurdas y cómicas situaciones e invenciones se hace demasiado para digerir, y no por lo difícil, si no que por lo excesivo, lo acumulativo: agotamiento por acumulación, toda una retahíla de chistes y gags que terminan por devorar la trama en sí misma y sus poco sutiles pero de todos modos elocuentes y mordaces significados o reflexiones, al menos hasta que en su tercio final, imagino que acuciado por las necesidades y deberes dramáticos, el autor se concentra en la tarea de centrarse en contarnos bien, claramente (y todavía con generoso pero dosificado sentido de humor), qué demonios ocurre en esta aventura intergaláctica. ¿Y de qué trata? Sobre un inglés común y corriente, de esos que trabajan, duermen y beben pintas de cerveza en el pub de la aldea, cuya gran preocupación es que no le destruyan la casa para construir una autopista, cuya vida cambia cuando un amigo le dice que es un extraterrestre y que debe salvarlo de la destrucción del planeta Tierra a manos de una mezquina y pérfida raza alienígena. Luego de ello, iremos descubriendo una enrevesada trama que es tan gratuita y azarosa como cuidada y planificada al detalle (Adams juega todo el tiempo con esas dualidades) que tiene que ver con, bueno, la salvación del universo y la búsqueda de las Grandes Respuestas a las Grandes Preguntas sobre la existencia, sobre la vida.

En su primera parte, la novela es muy entretenida. Cuando salimos al espacio exterior, comienzan a acumularse personajes e informaciones y gags y toda clase de escenas que tienen su lógica interna, pero que en todo este tramo intermedio más parece un desorden confuso más preocupado de "entretener" con sus hilarantes ocurrencias salidas de la nada. Luego, ya digo, en su tercio final, la novela se encarrila y vamos comprendiendo mejor la cosa, equilibrando el saludable divertimento puro y duro con una coherencia y consistencia argumental, narrativa, dramática, incluso espiritual: comienza a ser menos una novela que se ríe exageradamente de sí misma y de todo que una novela capaz de pensar y narrar con sentido del humor. Para que se hagan una día de lo que es, tan sólo piensen que es como El Incal, de Jodorowsky y Moebius, sólo que sin el componente esotérico-místico-cabalístico ni la mordaz crítica social y política (esto último de lo que hay, pero poco y casi por casualidad, más que nada al inicio con el rollo de la demolición de la casa y la deshonestidad de ciertas instituciones-administraciones públicas), es decir: una historia sin límites aparentes en la que todo es posible, con gobiernos o imperios galácticos, la misma burocracia sin alma de la Tierra pero a nivel universal o galáctico, viajes y naves espaciales a la velocidad de la luz, complots y aventuras en planetas desconocidos, en fin, ya se imaginan, ¿no?, todo un caso de ciencia ficción épica soap opera

¿Es entretenida? Sí, desde luego. ¿Está bien narrada? A ratos sí, a ratos no tanto. ¿Está bien escrita? Digamos que está bien redactada, ágil con las palabras para describirte todo lo que se ve y se oye. ¿Es una gran novela? Es una novela solvente, ciertamente, funciona a su desprejuiciado modo. Yo no quedé particularmente entusiasmado ni emocionado o encantado, me quedo con El Incal, pero sí tiene segmentos geniales y tremendamente inspirados, más o menos cuando entran en juego ciertos experimentos y ciertas ratas, momentos en los que, tal como dije antes, Douglas Adams logra equilibrar a la perfección su disparatado y algo infantil sentido del humor con una genuina e irónica mala leche (a nivel filosófico, a nivel conceptual, a nivel socio-político) y una capacidad y creatividad fabuladoras que no le negaremos. El resto, para reírse y dar vuelta la página rápidamente. No me quedan grandes ganas de leer los otros libros de la saga, pero es que ni siquiera sé si están disponibles, y si lo están, como digo, no siento urgencia. Pero continuaremos con esta aventura, al menos para saber cómo demonios sigue y cuál conchetumadre es la Gran Pregunta.

Si quieren lectura y diversión fácil, sencilla y sin complicaciones, con Guía del autoestopista galáctico estarán en su salsa.

Poco más de seis años lleva la Guía del autoestopista galáctico en las redes bibliometrinas, acumulando un total de diez lecturas nada más, y diez lecturas son, pues éste es el único ejemplar en todas las sucursales. La ficha tiene cierto orden pero sus contados elementos disruptivos lo arruinan todo, partiendo por esa fecha invertida y tachada, la última fecha escrita con lápiz pasta y un par de estampados inclinados, que no son tan terribles, pero que afean el conjunto. ¿Tiene sentido esta tradición? Ciertamente tiene más sentido que otras tradiciones, como ir a misa por ejemplo...

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