Bibliometro S02E07. Episodio final, círculo perfecto. De Mike Wilson ya habíamos hablado sobre Rockabilly, ahora comentaremos El púgil, su segunda novela publicada luego de la inencontrable Nachtrópolis (aún no me atrevo a hacer contacto con Wilson para preguntarle sobre esa primera y lejana novela), y por lo demás último libro de la segunda tanda de préstamos, pues siete es la cantidad máxima de ejemplares que te presta Bibliometro de una vez. Genial, ¿no? Debo, por lo demás, transparentar que El púgil lo leí antes de Metrópolis, homenaje a la película de Lang, y después de Compases al amanecer, pero quise leerlo una segunda vez, ya al final, el día antes de ir a devolverlos todos, porque así tenía que ser, El púgil es una de esas historias que deben ser degustadas más de una vez para disfrutar más plenamente todos los flancos que abre su endiablada propuesta. Y vaya que vale la pena.
Lo que parece comenzar como el drama de un pugilista acabado, enfrentado a sus terrenales fracasos arriba y debajo del ring, con endemoniada y apabullante fuerza se convierte en un retorcido viaje a los rincones oscuros de la compleja personalidad del protagonista, de repente inmerso en una delirante aventura con tintes de ciencia ficción y una atmósfera apocalíptica, fatal y peligrosa como un uróboro. Una espiral totalmente alocada en donde hay espacio para las reflexiones y elucubraciones sobre la inteligencia artificial, sobre la condición humana, la cada vez más encarnada inmanencia de la tecnología en las sociedades (y en las personas), y desde luego, cómo todo esto se infiltra en una mente atestada de referencias culturales (cinematográficas, literarias, comiqueras, musicales) con su respectiva psicología/personalidad dañada, trizada, oscura y acomplejada de males, de culpas, de iras reprimidas, contenidas. Es el tortuoso viaje del protagonista dentro de un enrevesado laberinto sin salida aparente, lo que hace de El púgil mucho más que ciencia ficción, más que literatura de género, va más allá, se adueña de los códigos de ese pulp de toda la vida para elaborar un angustiante o angustiado, incluso desesperado, tratado sobre qué demonios es lo que nos hace humanos y cómo podemos saber qué somos; cómo saber que somos, en efecto, humanos; o qué demonios es lo humano, si nosotros estos imperfectos y enfermos sacos de carne y hueso o, quizás, otras criaturas, otras entidades, otras creaciones. O quizás sea un laberinto en el que el protagonista se pierde para huir de la cruda e inclemente realidad, porque lo que pasa en las películas te llega, emocionalmente hablando, pero no puede dañarte en la realidad. En cualquier caso, es un libro que atrapa tanto por las acciones y el argumento esquizoide que Wilson va desenrollando, como por este juego de simbolismos y significados ocultos, latentes bajo esa capa de desaforado culto a la cultura pop, bajo lo que subyace una tierna y cuasi infantil pulsión de desamparo y deseos de protección, de paz. Y a pesar de tanta referencia pop y no tan pop (que por lo demás están plena y coherentemente justificadas), El púgil es una novela con identidad propia, con un discurso y cosmovisión que pertenecen enteramente a esta novela, que referencia pero no copia, no plagia, no disfraza de homenaje el mero acto de pedir prestado de otras obras y autores; más bien captura esta especie de psico-esfera cultural para poder expresar la angustia existencial y metafísica de un hombre profundamente triste y solo, que sólo quiere ser feliz, que sólo quiere escapar de sus traumas. Aunque no lo parezca, "El púgil" es una novela mucho más real y humana (o humanista) de lo que aparenta, y ni siquiera necesita descubrir todas sus cartas porque lo esencial de este relato se desnuda y viste de Verdad, de Realidad precisamente en este ejercicio de camuflaje narrativo-popero.
En definitiva, una novela fascinante, inteligente y muy bien escrita por lo demás, sin aspavientos, con una especie de pulcra crudeza, un rehabilitado realismo sucio, como un aséptico infierno de texturas, relieves y sombras. Me pone feliz leer propuestas así, tan honestas, tan bien logradas, tan apasionadas y elaboradas con las tripas. Hay más sentimientos en El púgil que en cualquier novelita romántica del montón. Así que ya saben qué hacer, ¿no?
Nuestra querida tradición. Cinco pedidos en trece años. Demonios. Qué sentirán los libros sin ser leídos en tanto tiempo. Qué sentirán cuando son leídos tan fervorosamente. En fin, había que devolver El púgil, muy a mi pesar, porque si no devuelvo nada, entonces me prohíben pedir préstamos en toda la red de bibliotecas públicas del país, como un maldito paria. Pero tengo que admitir que en esta ocasión me dolió tener que devolver los libros, me dolió bastante, no quería hacerlo, porque Poeta chileno, El púgil, Rockabilly y Compases al amanecer me encantaron y me llegaron, me encantaría poder tenerlos en mi biblioteca personal, tanto tiempo que he estado buscándolos. Y esperemos que así sea, aunque sean difíciles de hallar en el mercado. Por ahora, a seguir con otra cosa mariposa.
No hay comentarios. :
Publicar un comentario