Biblioteca Nacional S03E03. Terminamos el tercer ciclo de préstamos de la Biblioteca Nacional, que como se sabe presta un máximo de tres libros por ocasión. Una temporada la mar de fructífera y agradecida, partiendo con Lucía Berlín, luego con Jonathan Franzen y su colosal Las correcciones, y ahora con Martin Amis y su Perro callejero. De Martin Amis he leído, hace una increíble cantidad de años, Campos de Londres (de la que se hizo una infame adaptación cinematográfica menos conocida por su nula calidad que por sus estúpidas controversias); y hace poco este escritor británico, al parecer un enfant terrible de las letras, fallecido hace un par de años, sonaba un poco más allá de los círculos literarios gracias a la película de Jonathan Glazer, inspirada en su libro La zona de interés (o eso tengo entendido).
Bueno, si algo se puede decir de Perro callejero es que, en efecto, es una novela intrigante y que sabe cómo hacerse la interesante. No es la lectura más entusiasta o satisfactoria que van a tener, yo mismo terminé de leerla básicamente porque había empezado; de todas maneras, en lo absoluto es una mala novela ni tampoco se acerca a ello. Supongo que es una suerte de ni fu ni fa, una obra que existe y pasó sin pena ni gloria. Tiene como personajes principales a Xan Meo, un hombre renacentista y de familia cuya vida se pone patas arriba cuando un matón lo aporrea en la cabeza enviado por un viejo gangsta' londinense; Clint Smoker, periodista de un pasquín amarillista y sensacionalista que destaca por sus contenidos sexuales y derivados, hombre que parece encarnar los rasgos más elementales de una vigorosa masculinidad; y Enrique IX, nada menos que el rey de Inglaterra, que deberá intentar solucionar un escándalo en ciernes: la publicación de fotos íntimas de su hija, de su bella princesa.
Entonces, veamos: se entiende que Perro callejero quiera elaborar una especia de sátira social, una farsa de la sociedad inglesa, una crítica mordaz y directa al mentón del sistema de valores imperante, he ahí el recurso del pasquín sensacionalista y su periodista estrella, este hiperbólico macho man, y el del rey y el escándalo de la semana al que se enfrenta, y ya después, la industria del porno y sus avatares, además de una fugaz visita a los Estados Unidos y su particular way of life. También se entiende que quiera presentarse como una reflexión, disección, análisis o deconstrucción de los roles de género y de la masculinidad en la actualidad, del hombre moderno, cómo se entiende la masculinidad en tiempos en los que las mujeres han ido ganando más espacios públicos y privados, derechos y poderes. La violencia, la sexualidad, el amor o los sentimientos, la diferencia de clases, el dinero, la familia y sus dinámicas: cómo estos conceptos/objetos son reflejos de estas disquisiciones, el cambio en las instituciones. Todo aderezado con la ironía marca de la casa de Amis, con ese grueso a la vez que erudito y distante sentido del humor que tiene, que puede verse en los diálogos más obvios como en algunos recursos en la redacción y en los juegos de palabras y/o de ideas, ciertos guiños narrativos y culturales, que seguramente se aprecian mejor leyéndolo en inglés (aunque la traducción hace un buen trabajo al dejar entrever esa ironía diegética y extradiegética). Sí, sí, se entiende todo eso.
Y se entiende que la golpiza a Xan Meo y el escándalo con la princesa no son más que unos MacGuffins que sirven a Amis para, a través de sus personajes y de las consecuencias que derivan de tales hechos (el golpe a la cabeza y sus consecuencias médicas que son consecuencias morales; el ejercicio del periodismo y su influencia en el público), dar rienda suelta a sus reflexiones y análisis. El problema es que, si bien estas reflexiones son la mar de pertinentes, inteligentes, válidas y con toda seguridad acertadísimas, Perro callejero resulta ser una novela/relato difuso, como desinflado, muy claro en lo teórico pero poco concreto en lo práctico, en el papel, en el desarrollo de unos personajes muy esquemáticos, incluso en sus aspectos más perturbadores, y en el devenir de un entuerto argumental que pudo haber ofrecido más emociones de las que finalmente provoca al eludir deliberadamente la arista thriller conspiranoico o policial/criminal, es decir al pasar olímpicamente de cualquier saludable golpe de efecto dramático. Es intrigante, en efecto, porque sabe hacerse la interesante: sabe esconder el hecho de que no tiene mucho que relatar mediante personajes y parlamentos atractivos y constantes. De hecho esto queda de manifiesto cuando, al final, Amis termina todo flanco argumental de manera abrupta y algo forzada, como en modo "ya colegas, se acabó la función, acabemos con esto rápido". Pero a la vez es todo muy raro. De Campos de Londres recuerdo que la historia era interesante, el modo en que la narraba lo era más aún, y de paso la aguda observación de sociedades y personajes se daba la mano con un sentido del humor que, claramente, se llevaba muy bien con su componente escabroso. A Perro callejero le falta chicha. No es para despacharla a gusto ni nada por el estilo; se puede leer y aunque deje mucho que desear te mantiene lo suficientemente atento ya sea con esto o con lo otro, pero al final... al final, habiendo leído todas sus páginas, ¿importa haberlo hecho?
Porque son más de 400 páginas, no difíciles de leer, tampoco muy hondas en su impacto, que al final se explica sola, pero es que tampoco ofrecía muchos desafíos. Es curiosa esta especie de paradoja: es intrigante el argumento (cuando no revela todas sus cartas) pero a Amis no le interesa explotar esa veta; por el contrario es el componente moral lo que lo impulsa, pero, valga la redundancia, lo que leemos es un libro abierto que explicita sus intenciones de inmediato, entonces poco podemos escarbar si está todo servido en bandeja. Curioso libro, supongo. No sé qué pensar más allá de todo esto, honestamente.
Si se nos presenta la oportunidad, seguiremos leyendo a Martin Amis, de eso no dudemos.
La infaltable tradición de todo préstamo, y oh boy! Por dónde empezar. Comencemos por la fecha del primer préstamo, que data de un ya lejano noviembre del 2007. Hasta hoy son casi diecisiete años de circulación en Préstamo a domicilio. Creo que es el libro más "antiguo" que hemos pedido. Y ha sido pedido 25 veces en todo este tiempo, casi dos veces por año, lo cual, como se ha visto, no es para nada un mal promedio, especialmente para un libro no mainstream de un escritor no mainstream. Otra cosa curiosa es que luego de abril del 2019, Perro callejero tuvo una larga siesta de casi cinco años, porque recién este 2024 ha vuelto a ser pedido, dos veces contándome. Me encanta esta tradición, a veces estas fichas bibliográficas ofrecen muchas posibilidades.
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