Bibliometro #48. Terminada la pasada temporada de Bibliometro, ahora vamos a cambiar un poco el formato de los posts de libros pedidos ahí. Esto de las temporadas ya no funciona realmente, en parte porque en cualquier momento podría comenzar a disponer de menos tiempo (he estado mandando mi currículum de bartender pero no ha habido suerte, vaya uno a saber, ¿tres años de experiencia y aún así me dejan el visto?, que se jodan), en parte porque me estoy desencantando con la incompetencia de Bibiliometro (libros que no están, que desaparecen, reservas que no se reservan...) y estoy pidiendo menos libros por cada hornada, sin mencionar que así tampoco me pongo tan contra la pared debido a los plazos. Así que ya no hay temporadas en Bibliometro, tenemos nueva nomenclatura (intuyo que esta palabra está mal usada): tan sólo el número que le corresponde a cada libro, algo estricta y puramente secuencial. Hasta ahora habían sido siete temporadas, y sumando y sumando, dieron 47 libros comentados en total. A partir de este momento, desde luego, seguimos desde donde quedó. Y con otra novela de Stephen King, oh sí.
22/11/63 es una absoluta maravilla, una grandiosa obra maestra. No hay otra manera de comenzar este post que no sea constatando tal hecho. Un libro de casi 900 páginas que se lee, como es usual en King, de un tirón, con un atado de nervios y la atención captiva de inicio a fin. Supongo que cualquiera sabe más o menos la premisa de esta novela: sobre viajes en el tiempo con el fin de evitar que Lee Harvey Oswald le vuele la cabeza a John F. Kennedy, pero tras y/o bajo dicha premisa hay mucho, tanto más que de seguro no se imaginan, incluso aunque ya hayan leído a King con anterioridad y sepan que sus relatos no son solamente meras historias de género.
Para empezar, hay varias sorpresas bajo la manga y guiños que no son sólo guiños a la obra pasada y más célebre de King, sino que referencias del todo coherentes y hasta diría que necesarias para meternos en atmósfera, en el ambiente de lo que significa intentar viajar al pasado y alterar un acontecimiento tan crucial como lo es el magnicidio de uno de los países más poderosos del mundo. Claramente, no será un paseo por el parque y fuerzas poderosas intentarán poner freno a semejante locura. Ese terror mudo e inasible, esa tensión paralizante que acecha tras los rutilantes focos del pasado. Y este viaje al pasado no es sólo un trepidante thriller que tiene tanta acción como suspenso, misterio y hasta conspiranoia (de la buena, eso sí), porque de que lo es, lo es; es sobre todo el retrato de una época, con sus altos y bajos particulares, y más aún de algo intemporal y lamentablemente imperecedero: la locura y los extremismos, el odio, la violencia, los populismos, el ciclo fatal de la historia humana, el sino fatal del Tiempo y su correspondiente lección filosófica, incluso metafísica, pero más que nada íntima como una semilla, tan pesada como el plomo, alojada en tu corazón: hay que saber aceptar las cosas tal cual han ocurrido, tan sólo existe el ahora, sea ahora o ayer o mañana, el ahora es uno solo. Y eso no lo cambiará ni toda la bondad del mundo ni todo el odio de la raza humana. De hecho, la mayor parte del relato 22/11/63 es sobre relaciones humanas y formas de vida, de vivir: aprender que, en el pasado o en el futuro, las personas sufren y aman y odian y trabajan igual, porque los preceptos vitales son los mismos. Y eso es lo maravilloso, la manera con que King nos empuja a vivir con los personajes, porque esta novela es toda una odisea, una epopeya humanista temporal que se construye férreamente a través de sus numerosas tramas y sub-tramas (porque no todo tiene que ver únicamente con salvar a Kennedy) llenas de mitologías propias y personajes atribulados por sus propios problemas. Y por sobre todo, el Pasado, acaso el gran antagonista de esta novela.
Debo destacar que 22/11/63 es una de las últimas grandes novelas de King (si es que no es la última, así tal cual, pero habría que revisar lo que ha publicado posteriormente) porque, como he dicho, tiene esa grandeza humanista en su interior expresada en un romanticismo arrebatado y rabioso, en reflexiones morales constantemente punzantes y ambiguas, en un sentido del humor tan fino como corrosivo pero jamás aparcado, en un retrato histórico centrado en el alma de la época y no (necesariamente) en la reconstrucción calcada y documental, tiene todo eso, ok, pero tiene un montón de oscuridad, brutalidad, y violencia y mala leche y pesimismo, fatalismo, nihilismo, que son también marcas de la casa de King, y que son elementos que en algunos libros más recientes han ido desapareciendo, dando paso a tramas ágiles, sí, entretenidas y asfixiantes y todo, porque su imaginación y su habilidad/agilidad narrativa no cesarán nunca, pero, en comparación, se sienten ligeras, impropiamente ingenuas. En 22/11/63 lo que engrandece la dignidad del retrato humano es, aunque suene contradictorio o paradójico, el devastador y eterno poder de la maldad, de la muerte. Si hay porciones que los conmoverán hasta las lágrimas, tengan por seguro que se encontrarán ante numerosas escenas cuya lectura será dura y áspera, desoladora y desalentadora, algo que no he sentido con sus novelas siguientes (las que he leído hasta el momento y estén pendientes de comentarios). Digamos que en 22/11/63 hay un justo equilibrio entre las fuerzas y que, con el tiempo, King se ha ido inclinando al espectro optimista y luminoso de la vida, del mundo. Y por ahí no va su magisterio como narrador, en mi opinión. En este libro casi pueden sentir el desgarrador dolor del protagonista por cumplir no sólo su misión sino por hacer todo lo posible por mejorar las cosas, algo que cualquier persona de buen corazón intentaría hacer de tener la oportunidad, aunque la realidad sea un rival implacable e infranqueable, y de eso se trata: la dolorosa aceptación de nuestra limitada capacidad humana. Nuestra capacidad de desear es infinita, claro, pero nuestro campo de acción e influencia y potencial resultado, no tanto... En fin, ya me estoy alargando...
Sumen a ello que King escribe con esa prosa maestra suya que es tan minuciosa y rigurosa como singularmente veloz. Si ya lo han leído, sobre todo sus novelas más largas y ambiciosas (como esta), sabrán de lo que hablo: King no apura la acción, no escribe como lo haría alguien que ya quiere dar vuelta la página, antes al contrario, se da el tiempo para crear atmósferas y permitir que las acciones y descripciones fluyan a su propio ritmo, pero a la vez es capaz de contarte años y años de historia como si nada. Tal es la magia del cine... o sea, perdón, de la literatura. La magia de un gran narrador que sabe como maravillarte, hipnotizarte, emocionarte y destriparte o desangrarte, todo a la vez. Imperdible y de lectura obligatoria. Cada página es pura y dura genialidad.
No es sorpresa que en la ficha bibliográfica del final veamos, en realidad, dos fichas. Esta novela me costó encontrarla disponible (además de los problemas de catalogación producto de que contraten a cualquier lego en la materia, es muy popular), lo cual se comprueba observando que este 2024 ha sido pedida en ocho ocasiones, incluyéndome. En total, desde el primer timbre a principios de enero del 2019, es decir en casi cinco años, 22/11/63 ha sido prestado en 36 ocasiones, y siendo el único manoseado ejemplar de que dispone Bibliometro (a pesar de que, según su web, haya un par más dando vuelta por ahí; créanme, no los hay), no sorprende semejante actividad. Salud.