"LAS GRANDES PASIONES SON ENFERMEDADES INCURABLES"
-Goethe

miércoles, 20 de noviembre de 2024

Historias fantásticas, de Stephen King


Bibliometro #53. Por el título queda claro que estamos ante un conjunto de cuentos pero lo otro que hay que aclarar es qué cuentos son los que tenemos acá. ¿Cómo así? La otra vez comentábamos La niebla, libro que reunía tres historias originalmente compiladas en Skeleton Crew, el cual consta de más de veinte cuentos. ¿Dónde quedaron los demás? Exacto: en Historias fantásticas, sólo que tampoco los tenemos tooooodos acá, pero vamos avanzando. En este volumen tenemos 13 relatos. Según mis cálculos faltan seis o siete para completar Skeleton Crew. Algún día, algún día...


Hay tigres. Un pequeño cuento, bastante divertido y jocoso, sobre un muchacho que va al baño y se encuentra con una desagradable e ilógica sorpresa esperándolo frente a los urinarios. Una ocurrencia infantil hecha relato (tiene sentido, es de los primeros cuentos escritos por King). Está bien para empezar.

Apareció Caín. Acá tenemos un cuento que tiene algo bien curioso: de atmósfera y ritmo anticlimáticos, como si fuera un extracto proveniente de un relato más extenso, pero que tiene lo medular: un estudiante que, luego del último examen, pretende despedirse a lo grande (with a bang!, si me entienden). No hay explicaciones, no hay conclusión, no hay final, sólo el frío y cruel proceso, luego la violencia, esperada e inesperada a la vez, ilógica, extrema. Sin duda un cuento más sustancial, te descoloca, te desubica.

Zarabanda nupcial. Quizás mi favorito de todo el conjunto. Es la historia de unos músicos de jazz y una curiosa anécdota que les ocurrió en un trabajito que tuvieron que hacer para un mafiosillo irlandés: tocar música en el matrimonio de su hermana, que resulta que es una vaca inmensa (bueno así la describen qué quieren que le haga). Problemas de músicos, problemas de mafiosos, muchas balas, mucha mala leche. En resumen, una historia tan entretenida como algo nostálgica, lacónica, con un cierto pozo de tristeza que hay que saber identificar y apreciar: la vida no es fácil para los desadaptados, sería la lección que extraigo.

Paranoia: un canto. Un cuento lírico en forma de verso. Me gustó bastante. Por el título pueden imaginar por dónde va la cosa y yo sólo puedo adelantar que tiene una atmósfera nocturna y claustrofóbica muy bien lograda.

El ordenador de los dioses. Acá tenemos una historia más típicamente King, es decir una vida corriente de algún personaje frustrado que se ve trastocada, para bien o para mal, por un acontecimiento extraordinario e inesperado, muy al estilo de La dimensión desconocida, y cuya premisa se asemeja bastante a la de otros cuentos suyos que ya le hemos leído: qué pasa cuando llega a tus manos un objeto con el poder de cambiar la realidad. Qué cambiarías, qué harías, ¿te aprovecharías de ese desconocido poder? Así las cosas, el protagonista, que es un escritor fracasado que vive con una familia que lo desprecia, pasará del estupor y la perplejidad a la constatación, la experimentación, la ejecución... Ejem, descúbranlo ustedes.

El hombre que no quería estrechar manos. Otra historia típicamente King, en este caso de un modo algo distinto: una historia especial contada por un personaje que rememora dicho acontecimiento. Estamos en un club de caballeros, una noche fría y de fuertes vientos; uno de los más ancianos hombres que van a disfrutar de estas exquisitas reuniones procede a relatar la historia de un asesinato en una inolvidable noche de póquer, cuando un desconocido que le tenía miedo a estrechar manos se les unió a la partida. Un cuento muy interesante, muy bien relatado y, también, dueño de una deliciosa atmósfera de misterio preternatural sabiamente limitado a dos o tres detalles, dejando que el fuerte y el grueso de la historia sea lo humano: el miedo y la sorpresa ante lo extraño y asombroso; la solidaridad, etc...

La playa. Acá tenemos ciencia ficción. No es mi cuento preferido y la verdad tampoco me sentí muy entusiasmado por su propuesta, que tiene un toque de Bradbury ciertamente (y de seguro referencias a otros autores que se me escapan). Es la historia de dos hombres cuya nave cae en mitad del desierto, pero de esos desiertos de dunas, y la forma en que cada uno enfrenta la desgracia: intentando escapar y orquestar un rescate; dejándose engullir por la arena... Poderes desconocidos y grandiosos, toque de thriller psicológico, toque de humor, siento que no está del todo logrado, que no logra diferenciar o potenciar su propuesta, no sé, pero podría interesar a los amantes del sci-fi.

La imagen de la muerte. Una historia que busca ser una experiencia gótica o algo por el estilo, imagino. No soy especialista ni conocedor en la materia, pero tiene que ver con un espejo y las macabras historias que hay sobre quien se mira en su superficie y el efecto que tiene la imagen reflejada en quien observa. No es precisamente mi cuento favorito ni el más memorable, tampoco podría destacar mucho de él. Es lo que hay.

Para Owen. Un muy bonito poema que King le dedica a su hijo, y que tiene que ver con la inocencia en la mirada de un niño (o adolescente).

El camión del tío Otto. Este cuento es bien interesante y entretenido en el que King utiliza el ya conocido pero probado y consolidado recurso del racconto para contar una historia familiar alcanzada por lo extraordinario como explicación o símbolo de la locura humana y de sus mezquindades o pecados: la violencia, la codicia, la locura. Hombres que se hacen a sí mismos, pueblos pequeños con sus variopintos personajes, leyendas locales y, finalmente, la verdad terrible y oculta revelada. El tío Otto, un camioncito abandonado en un prado frente a su casa y el protagonista, el sobrino, que es el que se entera de todo, de primera mano, cuando le toca ir a la casa del tío a ordenar una cuantas cosas. Esta es una historia hecha y derecha.

Reparto matutino. Curioso y peculiar cuento que mezcla de manera anticlimática y enigmática lo anómalo con lo corriente y cotidiano, lo tenebroso con lo bucólico. Es bien interesante la mezcla, aunque más que una historia en sí sea un ejercicio. O, como pude comprobar, un extracto, una prueba; tal parece que este cuento era parte de una novela que King finalmente no completó, de ahí que esta historia, como dije, sea una escena y no un "todo". Como sea, el repartidor de una granja, poco antes del alba, lleva distintos productos a las casas de la gente: botellas de leche, jugos, crema, en fin... Todo muy normal, ¿no? El repartidor también reparte otras cosas menos saludables, y nunca sabremos por qué, pero esa atmósfera de normalidad con que lleva a cabo todo este extrañísimo recorrido sí que da mal rollo.

Ruedas: un cuento de lavandería. También ambientada en el universo del lechero malvado ese. Esta historia es sobre dos colegas que trabajan en una lavandería y que ahora andan por ahí tomando cerveza, toda una desventura de beodos irredentos. Es un cuento que podría considerarse realista, sucio realismo de borrachos hablando sandeces y atrayendo a otras personas a su esfera de patetismo alcohólico, todo muy gracioso eso sí porque, naturalmente, mientras no sea uno el que tenga que aguantarlos, los borrachos dan mucha risa cuando se ponen a hablar estupideces. Eso sí, tiene sus toques tenebrosos, misteriosos y de suspenso, todo relacionado con la figura del lechero ese. Por cierto, se aprovecha de construir un poco más ese pueblo, con sus hitos memorables y estrafalarios habitantes, en lo que King siempre ha brillado, y aunque la anécdota de estos borrachos es bien entretenida (y bien convincente ese poso de amargura que intentan llenar con alcohol), sigue teniendo ese carácter "inacabado" que se evidencia aún más con un final muy abrupto para su propio bien.

El brazo. En términos de calidad este es el mejor cuento: más atmosférico, más potente, más sólido, más rotundo. Es una perfecta mezcla entre el aspecto humano que tanto caracteriza a King y el aspecto sobrenatural, espiritual, misterioso, "terrorífico" si prefieren. Es la historia de una anciana que ha vivido toda su vida en una isla, sin jamás haber abandonado sus perímetros, sin jamás haber pisado la tierra del continente. Es una historia que recapitula sus hitos biográficos así como los cambios que el tiempo ha ido efectuando en la isla misma y en la población, en sus habitantes, en cómo han cambiado las cosas a medida que llegan las tecnologías y esas cosas. Una historia de comunidad bien unida y conocida, la gente de la isla se protege contra las inclemencias naturales y las maldades humanas, que no faltan aunque estén aislados por un mar bravo y vientos afilados como cuchillas. Pero es una anciana, y por algo ejercita la memoria, porque algo la llama. Es la anciana encontrando cierta paz antes de irse de la isla, y vaya que King logra aunar muerte y poesía, con la belleza de sus símbolos y metáforas. El brazo, por cierto, es la porción de mar que separa la costas más cercanas de la isla y el continente; el brazo, en invierno, se congela y puede caminarse...


El libro está bastante viejito y manoseado pero al parecer lleva siendo prestado desde agosto del 2021 nada más. Desde entonces, es decir en poco más de tres años, las Historias fantásticas de Stephen King han sido pedidas en 23 ocasiones, poco más de siete por año. El 2022 fue su año de gloria. Como ven, ha tenido tanta actividad que hasta han debido comenzar a estampar fechas en el reverso de la ficha bibliográfica, que en su cuadro principal está bastante prolijo y ordenado, ¿no creen?, ¡sin ninguna casilla desaprovechada!

lunes, 18 de noviembre de 2024

Mr. Mercedes, de Stephen King

 

Bibiometro #52. He acá una novela de Stephen King que tenía muchos deseos de leer, ¡por fin he logrado encontrar un ejemplar disponible en este maldito Bibliometro de los demonios!


Mr. Mercedes es un trepidante thriller a la vieja usanza del juego del gato y el ratón entre el señor Bill Hodges, un policía retirado, muy condecorado y apreciado en su tiempo gracias a los numerosos y complicados casos que resolvió, y Mr. Mercedes, un hombre que un buen día se subió a un mercedes, fue a un evento de empleos para gente desocupada y arremetió contra todo aquel que se le pusiera por delante, asesinando a ocho personas e hiriendo de gravedad a otras cuantas más. Mr. Mercedes nunca fue capturado y es uno de los pocos casos que Bill Hodges no pudo resolver. ¿Cómo es que se reaviva el juego? Pues porque Mr. Mercedes le envía una carta a Bill Hodges, quien, aplastado por la abulia y el aburrimiento post-retiro, decide seguirle el juego y ver si es que acaso lo puede atrapar, porque eso es lo que siempre ha querido: ponerle las manos encima a ese hijo de puta. De todas formas el juego le dará sentido a su solitaria y aplanada, grisácea vida.
Mr. Mercedes, entonces, es la estimulante y fantástica interpretación y ejecución de Stephen King de un relato puramente detectivesco, con una trama ágil y avasalladora en donde todas las claves del género están bien dispuestas y adaptadas a la visión de King, como por ejemplo los ayudantes (los Watsons) de este particular Sherlock, que por cierto no es un típico antihéroe cínico, amargado y deshecho. Sí es cierto que Hodges es medio alcohólico y que está sumido en una honda depresión, pero el suyo es un retrato fresco que no cae en la archiconocida oscuridad y pesadumbre del investigador atormentado hasta la médula, antes al contrario, más allá de sus problemas de ánimo Hodges es un personaje lúcido, entusiasta y sumamente lógico, que no es lo mismo que pesimista: es un personaje que cree firmemente que vale la pena luchar; que se motiva por su férrea moral y fe en la justicia, no por mera inercia profesional; digamos que el suyo es un idealismo con los pies en la tierra. A mí me gusta la figura del detective atormentado y nihilista que no cree en nada pero que hace lo que hace porque alguien tiene que llevar a cabo el trabajo sucio; sin embargo, me ha gustado este Bill Hodges, pues como dije, ofrece una visión refrescante a dicha figura, sin por ello perder del todo ese toque corrosivo y ácido inevitable en toda persona que deba lidiar con el lado oscuro de la psiquis o comportamiento humano. También me ha gustado el retorcido y enfermizo retrato (sin remilgos ni contenciones, sin miedo al espanto que puede provocar su maldad tan intensa y desaforada) que elabora del antagonista, el Mr. Mercedes, un tipo pretendidamente ordenado y compuesto que esconde un caos de ira, rencor y resentimiento; un espíritu negro perfectamente escondido entre las demás personas, siguiendo las normas sociales mientras, soterradamente, busca cualquier método posible para infligir daño y destrucción a una sociedad que detesta, amén de su contradictoria mezcla de delirios de superioridad y complejos de inferioridad. Esta novela es la lucha de estas respectivas voluntades, de ingenios o inteligencias, de sendas psicologías resquebrajadas que se provocan, se alteran, se engañan...
Sin ser una obra maestra ni nada por el estilo (como 22/11/63), sí me ha gustado bastante porque, aparte de la agilidad narrativa con que nos detalla este trepidante juego que va escalando en una verdadera bomba de nervios que te mantiene como colgando de un hilo, y a diferencia de lo que hemos comentado en algunos títulos suyos más recientes, King presta gran atención a la construcción psicológica (aunque no alcanza la profundidad ni la complejidad de, por ejemplo, Carretera maldita, un verdadero descenso a los infiernos de la desesperanza y la inestabilidad mental) y a las atmósferas pesadas y sombrías; además no se anda corto en lo enfermizo, lo esquizoide, lo perturbador ni en lo devastador, características que también destacamos y agradecimos de Revival (comentada por acá también), la cual, casualmente, fue publicada el mismo año que este Mr. Mercedes. King es un escritor que puede alcanzar grandes cotas de calidad pero éstas están inevitablemente ligadas a lo macabro, y cuando se suaviza y se contiene (en términos de "impacto" y de extensión: King brilla cuando se pone minucioso), cuando se pone medio condescendiente y pedagógico (o "juvenil", en mayor o menor medida), pues es cierto que el resultado puede dejar un regusto descafeinado porque, sin ánimo de encasillarlo (ya le hemos leído bellas historias que no tienen una gota de morbidez o sordidez), King es experto en adentrarse en los abismos humanos o, en su defecto, en los abismos de la realidad. Esta novela no teme en provocar y en perturbar, en incomodar al momento de describir psiquis alteradas e inclementes acontecimientos, lo cual es de agradecer.
Un libro muy recomendable, sin duda alguna, en donde tenemos a un Stephen King en muy buena forma y que es capaz de estar a la altura de sus talentos. Mr. Mercedes es una novela con una trama brillantemente escrita y desarrollada, además de personajes y psicologías complejas; es decir: perfecta combinación. O pueden leerlo sin tanto rollo como el que acaban de leer, ja, ja.


No te creo mucho que este ejemplar sólo haya sido prestado tres veces, todas este 2024, porque... ¡Ah!, pero miren nada más, debajo de la ficha hay otra más, la cual a su vez ha sido estampada en su reverso. En dos años y medio, Mr. Mercedes ha sido prestado en 21 ocasiones. Muy bien, ¿no? Observando fechas hay cosas que llaman mi atención: hay timbres muy seguidos en junio del 2022 y julio de 2023. No me hace sentido, se supone que te dan dos semanas de plazo, pero ¿un 21 de junio y luego un 22 de junio de inmediato? ¿Qué demonios pasó ahí? ¿30 de junio, luego 7 de julio y luego 20 de julio? No me cuadra tampoco. Suena a que hay personas que devuelven un libro y se lo piden de inmediato, pero me dijeron que eso no se podía. Igual no espero algo distinto de Bibliometro, su desorden me estresa...

sábado, 16 de noviembre de 2024

Si te gustó la escuela, te encantará el trabajo, de Irvine Welsh

 

Biblioteca Nacional S08E03. Otro ciclo de préstamos de la B.N.P.D. ha llegado a su fin y lo hacemos en la siempre agradable y estimulante compañía de nuestro compadre Irvine Welsh, ya saben, el autor del universo Trainspotting. Iba a decir que por primera vez íbamos a comentar algo fuera de dicho universo tan querido pero es mentira, porque, de hecho, volvimos a este blog de la mano de Welsh y su novela Crimen, ¿recuerdan? Eso fue a inicios o mediados de mayo, cómo vuela el tiempo, gente. ¿Cuánto hemos leído desde entonces? Como sea, cuando en los estantes de la B.N.P.D. hay algo del escritor escocés, nosotros nos aseguramos. Venga pa'cá. Si te gustó la escuela, te encantará el trabajo es un libro que reúne relatos largos, novellas, aunque qué sé yo al respecto.


Serpientes de cascabel, el relato que abre el presente conjunto es un delirante e hilarante viaje de tres amigos por el desierto estadounidense luego de una nueva edición de Burning Man. Es una historia sumamente divertida, retorcida y alocada en donde hay drogas, sexo, violencia, amor, amistad y acontecimientos inesperados y pesadillescos, porque hablamos de un mal viaje, un muy mal viaje. Es una comedia negra negrísima, incorrecta a rabiar como es usual en Welsh, una historia inaugural perfecta para ponernos en ambiente. Lees esta historia con  ganas de partirte de la risa y también con una sensación de "qué mierda está pasando aquí" que te deja con su buena cuota de mal cuerpo, pero oigan, de eso se trata todo.

Si te gustó la escuela, te encantará el trabajo, el relato que da nombre al conjunto es la crónica de una mala racha, la mala racha del protagonista, un inglés expatriado que vive en una turística localidad española y que lleva una vida bastante buena, a decir verdad: es dueño de un bar, tiene un culito para descargar sus ansias carnívoras, el tiempo siempre es agradable y soleado. Pero de repente las cosas se complican cuando los problemas tocan a su puerta: la irritante ex; su rebelde hija; una amante neurótica y desequilibrada; unos tipos con mala pinta... todo junto y revuelto para hacerle pasar un muy mal rato. Si te gustó la escuela... es un relato menos escabroso y retorcido que el anterior, pero tampoco tiene ese realismo sucio propio de sus obras más conocidas. Se ubica en un punto intermedio (oscila entre la normalidad y el delirio, entre la paranoia y la extrañeza), pero siempre con ese corrosivo sentido del humor marca de la casa, en donde un hombre común y corriente con problemas comunes y corrientes parece verse envuelto en un asunto peligroso y tenebroso. Este contraste crea una deliciosa atmósfera de suspenso (el suspenso de a pie) en donde cada pequeña cosa se siente emocionante, así que sí, una lectura la mar de divertida, agradable y ulteriormente sorprendente: Welsh jugando con las convenciones del género, subvirtiendo los puntos de quiebre típicos. Y nosotros pasándolo más que bien, oh.

Las DOGS de Lincoln Park es una historia similar a la anterior en el sentido que juega con convenciones y prejuicios, tanto en lo relativo a narrativas y clichés como a ideas preconcebidas sociales y políticas. La protagonista es una corredora inmobiliaria, soltera, que vive sola con su perrito faldero, que se junta regularmente con su grupo de amigas (más o menos como las que verías en un docureality de treintonas blancas, ohmygosh) y cuya vida, aparentemente superficial, comienza a dar vueltas cuando sus propias ideas y prejuicios se ven enfrentados por las cosas que ocurren a su alrededor, y cuyo centro neurálgico parece ser un restaurante de comida coreana y uno de los chefs, con una personalidad la mar de, ejem, llamativa. Hemos de señalar algo que se nos ha quedado en el tintero hasta el momento: la habilidad de Welsh para crear buenos personajes y dotarlos de sustancia y personalidad aunque parezcan ser simples patanes y arpías. Y de eso se va tratando este, para variar, divertido relato también lleno de incorrección política aunque apuntando certeramente a las verdaderas fuentes de esos prejuicios: no deja títere con cabeza.

Miss Arizona. Este relato tiene los ingredientes vistos en las historias anteriores pero acá sí tienen un giro decididamente tenebroso y grotesco, en tanto el protagonista, un director de cine y escritor que se encuentra escribiendo un libro sobre su cineasta favorito, nos cuenta su vida, bastante buena y yendo a mejor, con una buena novia, perspectivas profesionales promisorias, retos artísticos estimulantes, en fin... todo lo cual tiene su contrapunto con la presencia de una señora, última mujer del cineasta independiente sobre el que está escribiendo, que a todas luces es una mujer perturbada e incómoda con la que estar, y la cual hará que las cosas se pongan oscuras que te cagas. Sobre este es mejor no hablar mucho salvo para señalar lo que imagino ya intuyen: es una historia bien escrita, bien construida y que cuenta con su interesante mitología propia, con personajes atractivos y un justo equilibrio entre argumento/misterio y ese estudio de personaje o estilos de vida que tan bien se le da a Welsh. Si no fuera por el toque mórbido, este relato seguiría siendo interesante de leer, he ahí su calidad como escritor. Pero claro, ya sabemos que para lo mórbido y grotesco y tenebroso Welsh también tiene mucho talento, por lo que no hay por dónde perderse con esta Miss Arizona, cuyo tramo final resulta bastante desolador a decir verdad.

El reino de Fife es lo más parecido al universo de Trainspotting (además del hecho que sus doscientas páginas la hagan, a mis ojos, una novela de tomo y lomo, pero como suelo decir, qué sé yo al respecto) en tanto Welsh nos sitúa en una región escocesa, con sus ciudades/pueblos y rivalidades y características o identidades culturales, y nos cuenta la vida de sus habitantes de la voz en primera persona de dos personajes: un ex jinete desempleado sin oficio ni beneficio que vive de los cheques de la seguridad social, y una adolescente (o adulta recién salida de la adolescencia), hija de un conocido pero vulgar empresario/mafiosillo local, que fuera de un caballo al que ama con todo su corazón no tiene muchas razones para entusiasmarse por la vida. Por lo que tienen más o menos lo que pueden esperar: conversaciones entre colegas, pintas en el pub a la vuelta de la esquina, anécdotas para regalar (algunas de lo más delirantes), personajes tan reales y genuinos como estrafalarios (en todos los barrios hay personajes así), matones y mafiosos de poca monta, noches de sexo y alcohol, todo englobado por el talento innato e infalible de Welsh para capturar y retratar y transmitir ese estilo de vida modesto pero colorido (desde luego que el autor, tal como él mismo señala, agrega de su propia cosecha dramática e imaginativa) de la clase media y/o trabajadora escocesa en donde verdaderamente no parece haber futuro, sólo un presente de "ir tirando para adelante". O de la vida en un pueblo de mierda chico, infierno de mierda grande. Ambas voces están escritas replicando el habla propio de sus personajes, enriquecidos además con la floritura literaria de Welsh. Una gozada de tomo y lomo; ciertamente más ligera, o mejor dicho menos cruda y rabiosa y devastadora y nihilista que Trainspotting, pero aún así otra incontestable muestra del mejor Welsh. Se aconseja leer con un mapa a mano.

Como ven, un conjunto de relatos todos sólidos, todos muy bien escritos y ejecutados, todos interesantes y llamativos, incluso originales, al menos distintivos y que, al leerlos, tienes la seguridad de que no estás leyendo algo ya visto antes, sino que es una historia que sí justifica su existencia, lo cual es algo que a veces me surge leyendo cuentos o relatos cortos: que leemos experimentos o ejercicios o anécdotas o meros lucimientos disfrazados de cuentos, y claro que pueden ser divertidos y todo, pero igual la duda persiste: ¿era necesario? Bueno, semejante duda no me surgió jamás con este volumen. Brindemos por ello.


Lleva su tiempo este libro en la B.N.P.D. Once años desde que llegó, desde que fue comprado, según señala el timbre. Siete préstamos en total en todo ese tiempo, quizás a los lectores casuales no les interese tanto lo que Welsh tenga que decir más allá del cuarteto maldito, pero es una especulación injusta, lo sé. Lo que sí, hemos despertado una larga siesta de seis años. Los Excepcionales nuevamente en acción.

jueves, 14 de noviembre de 2024

Después, de Stephen King

 


Biblioteca Nacional S08E02. Después es la tercera novela que Stephen King ha publicado en la editorial Hard Case Crime (la segunda es Joyland y ya la comentamos, no se la pierdan), especializada en novelas, inéditas o ya publicadas con anterioridad, de narrativa criminal/policial hard-boiled pulp y todo eso. También estaba en la B.N.P.D., así que me dije, aprovechemos el tirón.


Después es una novelita sumamente entretenida pero ligera y menor dentro del corpus de King. De hecho me sorprende que haya sido publicada por HCC, ya que me da la impresión que dicha editorial se enfoca en novelas de marcado tinte adulto, en cambio Después es una novela juvenil, desenfadadamente juvenil, narrada por su joven protagonista, en primera persona, quien nos cuenta las complicaciones que a su vida ha traído el hecho de poder ver gente muerta, sí, como el niño de "Sexto Sentido", aunque, como pueden esperar, el tono de Después es menos terrorífico, escabroso, macabro, mórbido, y eso que no le rehúye a la sangre, a la violencia y a ciertos toques truculentos, pero claro, todo matizado y velado por esa onda PG-13 que reconoce la presencia de ciertos temas pero que los mantiene en un cómodo segundo o tercer plano, tras el borroso velo de la levedad.
Son 250 páginas escritas replicando la personalidad o cosmovisión más o menos festiva, expansiva, entusiasta e irónica de su protagonista (en un ejercicio similar a lo que hizo con Dolores Claiborne, si bien dicha novela, que por lo demás tiene una cantidad similar de páginas, es mucho más compleja, profunda e interesante). King acierta bastante al acotar su relato a unos cuantos personajes perfectamente perfilados en sus motivaciones y personalidades (la madre del muchacho, un solitario vecino, la novia policía...), las cuales marcan una hoja de ruta coherente y constante, como una autopista bien asfaltada, que avanza sin problemas desde su punto de origen hasta su momentánea parcela final. Además, considerando que poco puede sorprender con el mero hecho de que alguien pueda ver fantasmas, sí tiene la a estas alturas probada habilidad para retorcer las expectativas, en no pocas ocasiones, subvirtiendo ciertas nociones o convenciones para darle un giro más o menos original a determinadas escenas: ir instalando y rompiendo reglas que le dan cierta emoción dramática al relato. En concreto, Después abarca desde la tierna infancia del protagonista hasta que va terminando el colegio, desde que descubre a su pesar su no solicitada habilidad, pasando por el ir aprendiendo a convivir con ella, hasta que descubre que a veces los humanos pueden ser aún más aterradores e impredecibles que un puñado de fantasmas, en especial si se enteran de la "utilidad" que puedan sacarle a dicho tétrico don: ya saben, todo depende de en qué manos se encuentre. Y he ahí otro acierto: que el argumento corra paralelamente en los rieles de lo sobrenatural y de lo humano, lo mundano, lo realista, tal como dije, como si las personas de carne y hueso fueran peor lío que los entes espirituales.
Así las cosas, poco más hay que decir: Después es una entretenida y solvente novela adolescente sobre los misterios (ejem: las mentiras) de la vida terrenal. Si no la leen no se pierden nada, pero, tal como El instituto, puede ser el regalo ideal para jóvenes que quieran iniciarse en la imaginería y la literatura de Stephen King partiendo por estas novelas más ligeritas que, no obstante, sí tienen y destilan las inquietudes y preocupaciones conocidas de su autor, para luego ir poniéndose más heavy metal.


Después llegó a la Biblioteca Nacional en septiembre del 2021. Poco más de tres años después, ha sido prestada en seis ocasiones, el primero recién el año 2023. No tiene una cantidad de lecturas tan alargada como otros libros de King, pero denle tiempo, denle una oportunidad. Definitivamente no es lo mejor del maestro del terror, fácilmente la ubicamos dentro de sus novelas menores, pero oigan, un libro entretenido es un libro entretenido, peor es nada. Vayan por él.

martes, 12 de noviembre de 2024

Joyland, de Stephen King

 


Biblioteca Nacional S08E01. Bueno bueno, con la B.N.P.D. vamos a seguir usando el modelo de las temporadas, total, ella no nos falla, no nos miente, no nos ilusiona en vano. Además siempre nos da más tiempo, no nos presiona, hasta nos otorga una inmediata segunda oportunidad en el caso que no alcanzáramos a leer los libros pedidos en el plazo y extensión estipulados. Y tiene un buen surtido de libros de Stephen King, desde luego, y yo estaba un poco loco por leer Joyland, algo en este libro llamaba poderosamente mi atención.


Primero que todo hay que informar que, si bien Stephen King publica la gran mayoría de sus libros en una editorial llamada Scribner (en sus inicios lo hacía con otras pero desde los 2000 en adelante esta es su casa editorial principal), también publica esporádicamente en otras varias, dependiendo de la obra (como la saga de La Torre Oscura). Una de esas otras editoriales es Hard Case Crime, que, a la vieja usanza, edita y reedita novelas de corte criminal hard-boiled y todo ese rollo replicando la textura de aquellas queridas publicaciones pulp. King ha publicado tres novelas con HCC, la primera es The Colorado Kid. Joyland es la segunda, y quizás ahí radica mi principal interés: en ver con qué salía King en una propuesta noir. Y aunque no es precisamente una historia de detectives o algo similar, la verdad es que Joyland está bien, es una novela correcta y solvente, aunque hay un par de cosas que me gustaría reprochar, lo que, por cierto, supone un alivio para mí porque a veces uno se cansa un poco de alabar con tanto ímpetu todo lo que alguien hace, que es lo que nosotros hemos venido haciendo últimamente, pero es que, por otra parte, qué se puede hacer, uno comenta lo que le sale de las tripas, sea bueno o sea malo y con todas los últimos posts dedicados a King no podía inventarme cosas negativas que decir. Hasta ahora, afortunadamente.
En todo caso Joyland es un libro sumamente entretenido, bien escrito, desarrollado y todo lo que quieran, haciendo gala de los grandes elementos que caracterizan la literatura-narrativa de King. Esta es la historia de un muchacho algo bobalicón que está pasando por turbulentos tiempos personales, con decepciones y penas anegando su tierno corazón, por lo que no le viene mal, en uno de esos inolvidables y cruciales veranos, irse a trabajar más o menos lejos del hogar (y de todo cuanto conoce) a un parque de diversiones, para renovar energías, ganarse un dinerillo y aprovechar la experiencia para hacer un viaje introspectivo, un examen a conciencia sobre quién es y hacia dónde se dirige. Gran parte del relato es eso: la enriquecedora experiencia que este muchacho tiene en su empleo de verano a pesar de todas las dificultades inherentes a tan sacrificado trabajo (ser el chico-para-todo de un parque de diversiones a principios de los setenta), las cuales, sin embargo, le sirven para ir olvidando sus cuitas e ir vislumbrando sus capacidades y potencialidades como hombre intentando domar las riendas de su destino. Y King nos sumerge de lleno en este coming-of-age de cálida atmósfera de altos y bajos, de trabajo duro y satisfacción personal, de nuevas amistades, de inolvidables anécdotas, todo aderezado con dos particulares ingredientes: el caso de una chica asesinada en la casa embrujada, una de las atracciones del parque, de la que se dice que su fantasma aún se aparece de vez en cuando a los trabajadores (si no crees en fantasmas, al menos creerás en la crónica roja de los periódicos) y cuyo asesino jamás fue descubierto ni capturado; y la presencia de un niño en silla de ruedas, con el que entabla amistad, que tiene ciertos poderes psíquicos. Así las cosas, esta historia, esencial y eminentemente un coming-of-age también adquiere tintes de misterio, por lo sobrenatural y por lo policial. Ahora bien... ¿son buenas y justificadas adiciones narrativas?
¿Qué es lo que no termina de cuajar? El desenlace. Joyland es un libro de 300 páginas, yo diría que las últimas 50-60 no logran estar a la altura de toda la sólida construcción y anticipación previa porque sus elementos confluyen de una manera demasiado forzada y previsible, con un par de deus ex machina bastante impropios para un autor de tanta experiencia e imaginación, y oficio claramente. Además de cierta sensación de que esos elementos están porque sí, sobre todo el sobrenatural: el niño lisiado es más importante para el protagonista por su calidad humana que por su habilidad psíquica o extrasensorial, aunque a King le sirve esa habilidad para inventarse una salida fácil para salvar las cosas cuando se pongan color de hormiga, porque les digo, de no ser por esa capacidad para "ver/presentir que algo va mal" otro gallo cantaría. Lo del caso del asesinato de la muchacha y el asesino no capturado tiene más sentido y coherencia, nada que decir sobre eso, si bien su resolución es de ese tipo que no me gusta: cuando los misterios se resuelven solos, cuando el asesino se presenta a sí mismo ya que para el autor quedaron agotadas las maneras de que el protagonista descubriera el entuerto por su cuenta, así que ring ring, ¿aló?, hola soy el asesino ya tardabas en descubrirme... ¿Comprenden a lo que voy? Que Joyland es casi una buena novela, en donde King nuevamente brilla por encantarnos con su retrato, sencillo pero suficientemente profundo, de personajes y por su creación de atmósferas, de vívidos lugares y el paso del tiempo (yo estaba teniendo una lectura deliciosa), pero que no sabe realmente como terminar (todo verano debe llegar a su fin) y, llegado el plazo, se saca soluciones forzadas provenientes de elementos narrativos puestos ahí solamente como eventuales salvavidas y no porque en verdad significaran algo. Insisto, el niño está bien, pero ¿su habilidad? Mmmmm... Y el asesino, que se delata solo, maldita sea...
En cualquier caso, con todas las cosas, Joyland sigue siendo una lectura lo suficientemente recomendable (aunque, sin duda, uno de los trabajos "menores" de King); hasta puede que a ustedes no les inquiete o moleste tanto los deux ex machina o los desenlaces forzados, pero es lo que suele pasar con los finales: es el último trago, la última sensación, y si te deja un regusto amargo o insatisfactorio, te hace olvidar que todos los tragos previos estaban bien preparados. Como sea, les guste o no el final, este libro no tiene desperdicio, tiene el mínimo de calidad garantizada de King. Pero no se ilusionen tampoco; servirá para tener una solvente lectura un fin de semana tranquilo...


La tradición republicana de todo préstamo. Es natural que en la B.N.P.D. sean más ordenados, lo digo así porque sí. El caso es que Joyland arribó a sus estanterías en marzo del 2015 (hace casi diez años) y unos cuantos meses después fue pedido por primera vez y, de hecho, ha sido pedido tantas veces que, por primera vez en la historia de los préstamos de la B.N.P.D., a la usanza de Bibliometro, hay una ficha pegada sobre otra. En total, 38 ocasiones ha sido prestado Joyland. 35 de esas veces hasta el 2019, luego, para variar, hubo una larga siesta de casi cinco años, para que recién este 2024 haya salido de su letargo. Insisto, algo pasa con las lecturas en esta década, pero aún no soy capaz de descubrirlo. Es toda una conspiración, ya se los conté ¿cierto?

domingo, 10 de noviembre de 2024

El almanaque de mi padre, de Jiro Taniguchi

 

Bibliometro #51. Sorpresa me causó encontrar un manga del maestro Jiro Taniguchi en Bibliometro, pero no puedo decir que me haya apresurado a asegurarme con un préstamo inmediato. Hace meses que estoy al tanto de la existencia de El almanaque de mi padre, pero recién ahora me decidí a pedirlo, principalmente por puro impulso, improvisación, para aprovechar el viaje a su respectiva sucursal, si bien, en el fondo, siempre he estado deseoso de por fin tener este ejemplar en mis manos. Durante mi tiempo de bartender, o lo que es lo mismo, de hombre asalariado, compré varios mangas de Taniguchi, pero nunca pude encontrar disponible El almanaque de mi padre, así que alegría, alegría, arriba los corazones. Estamos empezando a cumplir objetivos de vida. Qué lindo que se cumplan tus sueños...


La obra de Taniguchi es extensa, prolífica y ecléctica. A su haber pueden encontrar historias de misterios/detectives, incursiones en la ciencia ficción e incluso en el western, pero, sin tener ánimo de encasillarlo, no es incorrecto afirmar que a Taniguchi se le conoce principalmente por sus historias slice-of-life, relatos de hondo calado emocional y espiritual, retratos humanos sobre personas comunes y corrientes de atmósferas vitalistas y nostálgicas o melancólicas, que ponen especial atención a las relaciones interpersonales y al paso del tiempo, sobre todo el paso del tiempo. No estoy al tanto de cuántas de sus obras han sido traducidas al español, pero son bastantes, y bastantes han quedado inéditas en nuestra lengua. También se puede afirmar que Taniguchi, maestro como es, puede aplicar su mirada humanista y compasiva (pero crítica, aguda, punzante) a cualquier género, seña inequívoca de que, en efecto, estamos ante un maestro (como Junji Ito siendo capaz de abordar otros géneros y narrativas apartes del terror, pero algún día hablaremos de él; o Stephen King, de quién sí hemos venido hablando harto últimamente y comprobando esta teoría de primera mano).
En El almanaque de mi padre también podemos observar otro tema bastante importante en la obra de Taniguchi: la relación del hombre con la naturaleza y las diferencias entre la vida en un entorno rural, más cercano a los elementos, y en una gran metrópoli, como lo es Tokio por ejemplo. El caso es que esta historia está protagonizada por un hombre ya adulto, que vive en la gran ciudad junto a su esposa, que recibe la noticia de que su padre, peluquero/barbero de toda la vida, ha fallecido en su tierra natal. Aunque el trabajo es mucho y las ganas de viajar son pocas, el hombre no puede ausentarse de la última despedida a su padre, por lo que viaja tan pronto puede. De hecho, no había visitado a la familia en su tierra natal desde hace años de años, un tipo totalmente distanciado de su sangre. Ya de vuelta, el reencuentro con la tierra que lo vio crecer y formarse, además de antiguas amistades/conocidos y la familia, le servirá al protagonista para enfrentar el pasado del pueblo, de su familia y el suyo propio; para confrontar sus conflictivos sentimientos a su padre, a quien no le guarda mucha estima, aunque puede que dicha impresión, a la luz de todo el afecto y aprecio que los dolientes demuestran en su despedida, le hará cambiar de opinión y poder encontrar algún tipo de cierre y aceptación con su propia historia.
Del resto es mejor no hablar mucho porque es preferible que lleguen lo más frescos y limpios a este conmovedor sendero familiar en donde hay invierno y primavera, dolor, alegría, rabia, incomprensión... Es también la forma en que Taniguchi reflexiona sobre los valores modernos, el inclemente paso del progreso, la alienación, la soledad, el aislamiento como pilares de una nueva forma de vida que, para bien o para mal, hay que aceptar. O: la clave para una vida feliz está en mantener los equilibrios entre el yo y los otros, entre pasado y futuro (mientras más equilibrado, más plácido el presente, dicen), entre la naturaleza y las nuevas tecnologías. Pero oigan, eso es lo bonito de leer y compartir y recomendar: es el turno de ustedes.
Lo cierto es que El almanaque de mi padre es otra magnífica muestra más de la maestría de un narrador único e inigualable. Estarán leyendo sus páginas con un nudo en la garganta.
Por cierto, no me centré mucho en el aspecto gráfico, pero en pocas palabras: qué hermosura de dibujos, de trazos: la manera de captar las expresiones y gestos humanos, además del detalle en los interiores/exteriores... Esas imágenes de contemplativo poder, que parecen emanar la paz (o el caótico trasiego) de sus paisajes. Una obra redonda y magistral, en resumen. Una recomendación a ciegas, no se lo piensen dos veces.

La ficha bibliográfica de El almanaque de mi padre no es muy movida, pero es que tampoco es que el manga sea un formato muy leído, y estoy seguro de que las personas que gustan de los cómics japoneses tienen otras formas de acceder a sus historias favoritas. O dicho de otro modo, puede que sea difícil pensar que en Bibliometro van a encontrar mangas; ciertamente, yo me sorprendí. De todas formas, como digo, ocho préstamos en dos años no está mal. Me pregunto si serán lectores casuales o conocedores de la obra de Taniguchi, o quizás no conocedores necesariamente, pero sí personas al tanto de la importancia de su nombre. Porque es un nombre importante, sin duda alguna, Taniguchi es un grande. Si pueden, léanlo.

viernes, 8 de noviembre de 2024

Revival, de Stephen King

 

Bibliometro #50. Medio siglo de lecturas bibliometrinas, faltaría más. A veces no sé si tengo la impresión de que debería ser más, o incluso menos, ¿cuánto hemos estado leyendo durante todo este tiempo? Como sea, pueden comprobar que seguimos de la mano de Stephen King, en este caso con Revival, una novela relativamente reciente, de la década pasada. Vamos en racha, ja, ja.


Revival es sorprendente y demuestra nuevamente la habilidad de Stephen King para engarzar lo corriente, lo cotidiano, lo humano en toda su extensión (desde lo más ruin hasta lo más sublime, pasando por toda una amplia gama de penas y alegrías, de emociones y pesares) con lo terrorífico o sobrenatural o extraordinario de una manera tan natural y orgánica que, aún luego de más de treinta o cuarenta años de carrera literaria, no deja de maravillar y pasmar. Puede que en estos días suela repetir tal o cual cosa hablando de los libros de King que vayamos comentando, será inevitable, pero eso no es óbice para señalar, con absoluta rotundidad, que cada lectura es única y auténtica no obstante algún que otro elemento común.
Revival nos cuenta, en primera persona, la historia de un hombre y de un pastor al que conoce cuando tiene seis tiernos años. El quinto en discordia, que le llama. El protagonista nos cuenta la historia de su vida, desde que vivía en un pueblito rural de Maine en una numerosa y devota familia cristiana hasta que es ya un viejo que necesita quitarse del pecho todo el horror que ha contemplado a lo largo de los años y que tiene que ver con ese pastor que un buen y lejano día llegó a hacerse cago de la iglesia metodista del pueblito. Como es de imaginar, la historia de su vida es un repaso por temas recurrentes en la obra de King: los amores y las decepciones, la búsqueda y la lucha por la individualidad, la formación vital de personajes nacidos en lugares no muy favorecidos, la rudeza y dureza de la vida rural y lejana de los grandes asentamientos urbanos, esa forma de vida (de mirar y vivir la vida) más conectada con los elementos que se ha ido perdiendo con los tiempos cada vez más locos y fugaces..., es decir toda una profunda observación existencial y social que además adereza con su visión, tan encantada como algo amarga, de los íconos estadounidenses y algunos de sus rasgos más reconocibles de ese american way of life, por ejemplo todo el asunto de las ferias o parques de diversiones, verdaderas maravillas del entretenimiento que también pueden ser refugio de esa raza de charlatanes tan propia de ese país. Es todo un tortuoso y sinuoso recorrido el que vive el protagonista, y les reservo los detalles a ustedes porque tiene emociones puras y bellas así como viles y abyectos agujeros negros, nada que King no sepa capturar con absoluta precisión y sugestión, o mejor dicho magia, porque ese es el efecto: el halo mágico que te rodea con sus palabras, que te hace caminar con los personajes, sufrir y gozar con ellos. Y claro, ahí está el pastor, cuya presencia es una sombra constante, y crucial y definitiva, en la vida del protagonista; un pastor cuya mayor cualidad es una malsana y enfermiza obsesión con el poder de la electricidad, la cual, sumado a otro hecho que también les reservo, lo impele a cometer todas las atrocidades que comete y que, por cierto, nos conducen a nosotros, los lectores, hacia uno de los finales más alocados y asombrosos y apoteósicos y retorcidos e infernales que he experimentado últimamente, un horror de proporciones cósmicas que te deja turulato, aunque eso es decir poco.
Aunque pueda darse por hecho o sea de perogrullo, he de señalar que la construcción psicológica tanto del protagonista como del pastor, este improbable pero rotundo y tremebundo antagonista, es de una complejidad y profundidad y oscuridad (la tristeza, la desidia, la abulia, la desesperación) que necesito destacar porque es otro de los grandes rasgos del poder literario de King, el cual no siempre se aprecia o aparece en algunas de sus obras; además de su potente retrato de la oscuridad, que a veces le sale muy por encima, si bien por suerte no es el caso en Revival, en donde esa oscuridad no se traduce en maldad arquetípica, sino en algo mucho más devastador y nihilista. No estamos ante uno de los libros "amables" y buena onda de King, eso es seguro. Y me encanta por eso, ja, ja.
En resumidas cuentas, tenemos una coherente y potente y firme, y ambiciosa, mezcla de coming-of-age, novela de formación, relato de misterio/suspenso además de historia de terror/horror, todo construido con la mano maestra de su autor, que siempre será capaz de capturar tu atención y transportarte a las entrañas mismas de lo que está narrando. Genial y fenomenal. Revival ha sido una de mis lecturas preferidas suyas.


No es la perfección vista en la ficha bibliográfica de Fóllame, de Virginie Despentes, pero lo que tenemos acá me gusta como se ve, cinco timbres, la inmensa mayoría (el 80%) de este 2024, claritos y ordenaditos, como debe ser, oh sí. No hay que hacerse muchas ilusiones, este tipo de fichas bibliográficas son la excepción que confirma la regla.

miércoles, 6 de noviembre de 2024

Dolores Claiborne, de Stephen King

Bibliometro #49. Verdad que ahora tenemos nuevo formato para los préstamos bibliometrinos. Ya estaba preguntándome qué temporada era esta, y no señor, ahora nos guiamos por una estricta secuencialidad hasta el infinito. ¡El infinito y más allá! Hablando de cosas infinitas... ¿Cuántos libros de Stephen King creen ustedes que hay en Bibliometro? ¿Cuántos llevamos? ¿Leeremos algo distinto? ¿Fue aposta, en el mes del terror, el maestro del terror? Bueno, no todo es terror/horror en la obra de King, eso ya lo hemos aprendido hace rato, lo aprendimos con su primer libro leído. Dolores Claiborne viene a ser el octavo o noveno, si no me equivoco.

Primero que todo debo señalar que, tal como se dice en el prólogo, Dolores Claiborne es, podría decirse, una novela hermana de El juego de Gerald, unidas ambas historias por un eclipse de sol y por el hecho de situarse cada una en un extremo de Maine (tal como se muestra en el mapa). ¿Qué tan crucial es esa unión, ese breve chispazo en donde una aparece en la vida/historia de la otra? Tendremos que leer El juego de Gerald para saberlo, aunque dicha novela no está ni en Bibliometro ni en la B.N.P.D., eso lo adelanto de inmediato. Pero he quedado con la curiosidad picada...

Dolores Claiborne es una novela, más corta de lo usual para Stephen King (unas 270 páginas, más menos), que destaca no necesariamente por estar narrada en primera persona sino que por replicar el habla de su protagonista (lo que también significa que viviremos todo lo que sigue desde su perspectiva, con los pies en sus zapatos, adentrándonos en su moral, su alma, su psiquis con una transparencia total), en tanto Dolores va a la estación de policía local (una pequeña isla frente al Océano Atlántico) a contar su historia, su verdad, y así acallar esos malditos y malintencionados rumores que circulan en torno a ella a raíz de la muerte de su jefa, de la que es sospechosa. De manera no lineal, alternando pasado y presente, Dolores no se limita a responder un par de preguntas de qué y cómo pasó tal o cual cosa, sino que hace un pormenorizado recuento de acontecimientos que contextualiza no sólo los hechos de interés, sino que también el espíritu del tiempo y el lugar en el que le tocó vivir. Años sesenta, lo más al norte de Estados Unidos, una comunidad rural, aislada, devotamente cristiana. Racismo, conservadurismo, violencia intrafamiliar, sexismo. Pobreza, falta de oportunidades. Dolores, una muchacha que se casó, apurada por haberse preñado, con un bruto alcohólico. Que trabaja y trabajó toda su vida con sus manos, su espalda, astillándolas hasta la extenuación. El amor por sus hijos, el instinto maternal. La belleza del mar, del cielo despejado, de los árboles y los caminos. Y la tragedia de ser humano, el círculo de la violencia, los tormentos de la muerte y de la culpa, el horror de la conciencia que se muerde la cola, las buenas intenciones que pavimentan el camino al infierno. Dolores nos pone en lugar, en contexto, y nos hace recorrer junto a ella el infierno que ha debido enfrentar casi toda su vida, un recorrido emprendido con entereza y fortaleza, nada de autocompasión y lamentaciones: King, se sabe, es un gran creador de personajes, dotándolos de dignidad y humanidad como pocos logran hacerlo en el ámbito del terror, si bien, como ha quedado claro, Dolores Claiborne no es una novela de terror, de género; acaso el horror se encuentra en los pequeños monstruos que nos rodean (el infierno son los otros), el monstruo de la envidia, de los celos, de la ira, de la lujuria, de la soledad, de la locura... Monstruos que, en mayor o menor medida, consumen e incineran por dentro a las personas. Qué más terrorífico que te atormenten fantasmas dentro de tu alma. Porque no todas son como Dolores, no todas pueden enfrentarse a los demonios propios y ajenos y vivir para contarla.

Así las cosas, tenemos una historia sumamente entretenida, terrible también por los pesares que viven sus personajes, escrita con el oficio maestro de King, con su innegable agilidad narrativo-dramática que aúna a la perfección el "estilo" literario-oral de su protagonista con el propio estilo del autor. Terror más, terror menos, Stephen King es el gran narrador de Maine: un gran observador, investigador y escritor que ha tallado en la literatura la historia de la zona. Como lo que Hernán Rivera Letelier ha hecho con la pampa y los pampinos: darles visibilidad a través de las letras. Dolores Claiborne no será la mejor o más ambiciosa novela de King (quizás sea una gran novela, pero por ser parte de semejante corpus bibliográfico sufre de menor consideración, "una obra menor"), pero sí es una novela 100% King que tiene todo lo que hace grande a su narrativa: interés y retrato humano/comunidad, misterio-suspenso, construcción de tiempos y lugares, y claro, lo terrorífico y sus múltiples formas. Totalmente recomendada. Además, Dolores es pura actitud, estoy seguro que nadie podría aburrirse de escuchar a una mujer con semejante personalidad y manera de ver/contar las cosas.


No está nada mal ordenada la ficha bibliográfica de Dolores Claiborne, aunque la primera fecha esté escrita a mano (de una manera casi ilegible) y la segunda esté al revés, pero luego de eso, detalles más detalles menos, la cosa se ve relativamente ordenada y prolija. Desde mediados de noviembre del 2022 hasta hoy, es decir casi dos años después, este ejemplar, que es el único que hay en el sistema de Bibliometro, ha sido prestado en trece ocasiones, de las cuales seis veces fueron el 2023 y seis este 2024, que aún puede ser su año de gloria. Bastante sorprendente la actividad de este libro, que no es precisamente el más conocido de King.

lunes, 4 de noviembre de 2024

22/11/63, de Stephen King

 

Bibliometro #48. Terminada la pasada temporada de Bibliometro, ahora vamos a cambiar un poco el formato de los posts de libros pedidos ahí. Esto de las temporadas ya no funciona realmente, en parte porque en cualquier momento podría comenzar a disponer de menos tiempo (he estado mandando mi currículum de bartender pero no ha habido suerte, vaya uno a saber, ¿tres años de experiencia y aún así me dejan el visto?, que se jodan), en parte porque me estoy desencantando con la incompetencia de Bibiliometro (libros que no están, que desaparecen, reservas que no se reservan...) y estoy pidiendo menos libros por cada hornada, sin mencionar que así tampoco me pongo tan contra la pared debido a los plazos. Así que ya no hay temporadas en Bibliometro, tenemos nueva nomenclatura (intuyo que esta palabra está mal usada): tan sólo el número que le corresponde a cada libro, algo estricta y puramente secuencial. Hasta ahora habían sido siete temporadas, y sumando y sumando, dieron 47 libros comentados en total. A partir de este momento, desde luego, seguimos desde donde quedó. Y con otra novela de Stephen King, oh sí.

22/11/63 es una absoluta maravilla, una grandiosa obra maestra. No hay otra manera de comenzar este post que no sea constatando tal hecho. Un libro de casi 900 páginas que se lee, como es usual en King, de un tirón, con un atado de nervios y la atención captiva de inicio a fin. Supongo que cualquiera sabe más o menos la premisa de esta novela: sobre viajes en el tiempo con el fin de evitar que Lee Harvey Oswald le vuele la cabeza a John F. Kennedy, pero tras y/o bajo dicha premisa hay mucho, tanto más que de seguro no se imaginan, incluso aunque ya hayan leído a King con anterioridad y sepan que sus relatos no son solamente meras historias de género.

Para empezar, hay varias sorpresas bajo la manga y guiños que no son sólo guiños a la obra pasada y más célebre de King, sino que referencias del todo coherentes y hasta diría que necesarias para meternos en atmósfera, en el ambiente de lo que significa intentar viajar al pasado y alterar un acontecimiento tan crucial como lo es el magnicidio de uno de los países más poderosos del mundo. Claramente, no será un paseo por el parque y fuerzas poderosas intentarán poner freno a semejante locura. Ese terror mudo e inasible, esa tensión paralizante que acecha tras los rutilantes focos del pasado. Y este viaje al pasado no es sólo un trepidante thriller que tiene tanta acción como suspenso, misterio y hasta conspiranoia (de la buena, eso sí), porque de que lo es, lo es; es sobre todo el retrato de una época, con sus altos y bajos particulares, y más aún de algo intemporal y lamentablemente imperecedero: la locura y los extremismos, el odio, la violencia, los populismos, el ciclo fatal de la historia humana, el sino fatal del Tiempo y su correspondiente lección filosófica, incluso metafísica, pero más que nada íntima como una semilla, tan pesada como el plomo, alojada en tu corazón: hay que saber aceptar las cosas tal cual han ocurrido, tan sólo existe el ahora, sea ahora o ayer o mañana, el ahora es uno solo. Y eso no lo cambiará ni toda la bondad del mundo ni todo el odio de la raza humana. De hecho, la mayor parte del relato 22/11/63 es sobre relaciones humanas y formas de vida, de vivir: aprender que, en el pasado o en el futuro, las personas sufren y aman y odian y trabajan igual, porque los preceptos vitales son los mismos. Y eso es lo maravilloso, la manera con que King nos empuja a vivir con los personajes, porque esta novela es toda una odisea, una epopeya humanista temporal que se construye férreamente a través de sus numerosas tramas y sub-tramas (porque no todo tiene que ver únicamente con salvar a Kennedy) llenas de mitologías propias y personajes atribulados por sus propios problemas. Y por sobre todo, el Pasado, acaso el gran antagonista de esta novela.

Debo destacar que 22/11/63 es una de las últimas grandes novelas de King (si es que no es la última, así tal cual, pero habría que revisar lo que ha publicado posteriormente) porque, como he dicho, tiene esa grandeza humanista en su interior expresada en un romanticismo arrebatado y rabioso, en reflexiones morales constantemente punzantes y ambiguas, en un sentido del humor tan fino como corrosivo pero jamás aparcado, en un retrato histórico centrado en el alma de la época y no (necesariamente) en la reconstrucción calcada y documental, tiene todo eso, ok, pero tiene un montón de oscuridad, brutalidad, y violencia y mala leche y pesimismo, fatalismo, nihilismo, que son también marcas de la casa de King, y que son elementos que en algunos libros más recientes han ido desapareciendo, dando paso a tramas ágiles, sí, entretenidas y asfixiantes y todo, porque su imaginación y su habilidad/agilidad narrativa no cesarán nunca, pero, en comparación, se sienten ligeras, impropiamente ingenuas. En 22/11/63 lo que engrandece la dignidad del retrato humano es, aunque suene contradictorio o paradójico, el devastador y eterno poder de la maldad, de la muerte. Si hay porciones que los conmoverán hasta las lágrimas, tengan por seguro que se encontrarán ante numerosas escenas cuya lectura será dura y áspera, desoladora y desalentadora, algo que no he sentido con sus novelas siguientes (las que he leído hasta el momento y estén pendientes de comentarios). Digamos que en 22/11/63 hay un justo equilibrio entre las fuerzas y que, con el tiempo, King se ha ido inclinando al espectro optimista y luminoso de la vida, del mundo. Y por ahí no va su magisterio como narrador, en mi opinión. En este libro casi pueden sentir el desgarrador dolor del protagonista por cumplir no sólo su misión sino por hacer todo lo posible por mejorar las cosas, algo que cualquier persona de buen corazón intentaría hacer de tener la oportunidad, aunque la realidad sea un rival implacable e infranqueable, y de eso se trata: la dolorosa aceptación de nuestra limitada capacidad humana. Nuestra capacidad de desear es infinita, claro, pero nuestro campo de acción e influencia y potencial resultado, no tanto... En fin, ya me estoy alargando...

Sumen a ello que King escribe con esa prosa maestra suya que es tan minuciosa y rigurosa como singularmente veloz. Si ya lo han leído, sobre todo sus novelas más largas y ambiciosas (como esta), sabrán de lo que hablo: King no apura la acción, no escribe como lo haría alguien que ya quiere dar vuelta la página, antes al contrario, se da el tiempo para crear atmósferas y permitir que las acciones y descripciones fluyan a su propio ritmo, pero a la vez es capaz de contarte años y años de historia como si nada. Tal es la magia del cine... o sea, perdón, de la literatura. La magia de un gran narrador que sabe como maravillarte, hipnotizarte, emocionarte y destriparte o desangrarte, todo a la vez. Imperdible y de lectura obligatoria. Cada página es pura y dura genialidad.

No es sorpresa que en la ficha bibliográfica del final veamos, en realidad, dos fichas. Esta novela me costó encontrarla disponible (además de los problemas de catalogación producto de que contraten a cualquier lego en la materia, es muy popular), lo cual se comprueba observando que este 2024 ha sido pedida en ocho ocasiones, incluyéndome. En total, desde el primer timbre a principios de enero del 2019, es decir en casi cinco años, 22/11/63 ha sido prestado en 36 ocasiones, y siendo el único manoseado ejemplar de que dispone Bibliometro (a pesar de que, según su web, haya un par más dando vuelta por ahí; créanme, no los hay), no sorprende semejante actividad. Salud.

domingo, 3 de noviembre de 2024

Que explote todo, de Arelis Uribe

 

Bibliometro S07E08. ¿Bonus track? Quizás sea una estrategia que deba comenzar a utilizar: descubrí la manera de alargar el plazo de los préstamos, aunque no entraré en detalles, sólo diré que se puede lograr devolviendo un par de libros (es decir, no todos de una vez) y pidiendo prestado otro. Con respecto al libro de hoy, qué tenemos: Que explote todo, tramposo y engañoso título que... bueno, hablemos de ello en el párrafo siguiente. Lo leímos, eso sí, porque es de Arelis Uribe, autora del recientemente comentado conjunto de cuentos Quiltras. Por un tema de continuidad, se entiende, no de admiración.


Que explote todo es un pequeño conjunto de columnas de opinión. Columnas inofensivas, inanes, intrascendentes, simplonas, ensimismadas en su propia bisoñez, políticamente correctas y calculadas, bastante decepcionantes si es que uno se entusiasmaba algo con el título, una pueril boutade que demuestra cuán en serio se toman estos escritos a sí mismos cuando no pasan de ser irritantes picazones o cosquillas. La autora señala que espera que estas columnas sean como una granada que sirvan para destruir un poco la realidad o el constructo en el que nos encontramos, pero como ya dije, más que granada lo que arroja es un pequeño guijarro de perogrulladas y obviedades, nada ni remotamente incendiario, subversivo o transgresor, tan sólo una retahíla de altisonantes afirmaciones hechas para conformar a la galería y a la burbuja en la que se mueve (la burbuja academicista, universitaria y los círculos de las redes sociales). Señala que espera que sirvan para instalar reflexiones y provocar debates, pero cómo, pregunto, si el tono con el que escribe cada columna es tan pedagógico, aleccionador, pontificador, arrogante y altanero, rígido, tan encorsetado, tan "mi opinión es la única correcta", tan "si no piensas como yo lo lamento por ti", tan "la realidad es una sola y hay una sola forma de mirarla y es como yo lo digo", tan anti-debate y tan cerrada a cualquier opinión divergente, tan así y tan disfrazada de una vil condescendencia, casi mesiánica, de un aire conciliador tan falso y poco creíble, similar a como una persona "educada" le hablaría a una persona apenas alfabetizada o como un conquistador "enseñaría" a un indígena.
Y para qué ser tan serios, me dirán, si no son más que columnas de opinión escritas, como la misma autora señala, en varios medios gracias a sus contactos y favores, columnas que no destacan ni por su rigurosidad ni por su profundidad o coherencia argumental, pero es que Uribe además equipara escribir una opinión con el periodismo de investigación, compara escribir pensamientos que se le ocurrieron en una fiesta o leyendo el twitter o facebook de alguna amistad igual de iluminada que ella con la acuciosa labor de periodistas adentrándose en las entrañas y cloacas del poder para exponer artimañas políticas, escaramuzas económicas, secretos policiales, chanchullos empresariales..., así que, pienso yo, ya que tanto se precia de sí misma, por qué no tomarme un poco más en serio la labor de leer y comentar atentamente sus "explosivos" escritos. Tampoco es que le vaya a dedicar mucho tiempo, y bueno, yo tampoco soy el más inteligente o autorizado para hacerlo, pero me tomaré más que un par de párrafos para hablar de este sonrojante librito.

Vale la pena señalar que la autora afirma que el paso del tiempo puede hacerla cambiar o variar de opinión, algo que comparto porque, por ejemplo, me suele pasar con los posts de Cine en tu cara que escribí al inicio de aquella aventura bloguera, así que puede que Uribe en este 2024 sea diferente a la que era cuando se escribieron estas columnas y publicó este libro (2017, columnas de unos tres años antes las más "jóvenes"), por lo que toda opinión debe adscribirse solamente a ese tiempo. Con todo, tenía casi treinta años cuando escribió estas cosas, lo digo porque no era precisamente una adolescente que apenas conociera mundo, a quien se le pudiera perdonar tanta simpleza.

Para empezar, Arelis Uribe demuestra bastante lucidez e ingenio, no carece de una buena capacidad de análisis de la realidad, al menos en lo que respecta a una realidad o análisis más "relajado". Por lo que cual no dejaba de sorprenderme que gran cantidad de sus columnas sean tan obvias y estén tan repleta de perogrulladas de una magnitud prácticamente infantil, y ya ni hablar de un buenismo, voluntarismo y simplismo que casi da vergüenza ajena, además de una forma de tomarse las cosas, las ideas, tan al pie de la letra que da la impresión que quien escribe no es un ser humano sino un androide haciendo cortocircuitos por todos lados debido a sus inherentes contradicciones. Y esa culpabilidad, dios mío... En una columna habla de un muchacho del sur que, entre otras cosas, aprendió a nadar en un río, solo, y la autora comienza a lacerarse porque ella aprendió en una piscina temperada, con flotadores e instructores acompañándola en el proceso. ¿Qué sigue? ¿Martirizarse porque aprendió a comer utilizando cuchillo y tenedor mientras en algún sitio eriazo periférico niños pobres deben comer usando sus manos sucias de alguna olla común? Por favor... O se martiriza porque vive en un sector bien de la ciudad (y eso que vive ahí porque trabaja, fruto de su esfuerzo) casi como si fuera una traición a su crianza y crecimiento de clase media. Es casi como si fuera reprochable tener un mínimo y decente estándar de vida sólo porque otros no han tenido el mismo acceso a las cosas. Imaginen si viaja por el mundo, cómo se sentirá sabiendo que hay personas que jamás han salido de la ciudad en la que nacieron y se criaron, ¡o el privilegio de tener dos putas semanas de vacaciones mientras hay personas que nunca han descansado! Y miren, puedo entenderlo a un nivel emocional; a mí también me da rabia e indignación, y tristeza, cuando veo tal o cual cosa en el metro, la micro o mientras manejo (o con ciertas noticias, como por ejemplo el trabajador que MURIÓ DENTRO DEL PALACIO DE GOBIERNO de un infarto producido por explotación laboral, ¿pueden creerlo?), y también siento algo quemante en el pecho que me hace cuestionar qué demonios estoy haciendo, si estoy haciendo algo en realidad o no para mejorar las injusticias estructurales y sistemáticas, lo comprendo, pero de ahí a autoflagelarse por superfluidades, por vivir la vida, es pasarse demasiado: más parece un ejercicio para atraer simpatías.
Otra cosa: no poder disfrutar de sus películas favoritas, por ejemplo, porque sus dos protagonistas son hombres... ESA es su capacidad de análisis. Es la clase de persona que cuenta la cantidad de diálogos que tienen hombres y mujeres en las películas, como si ESE fuera el problema. Como si ESO fuera el cine (el CINE ES ARTE, primero y ante todo). Es la clase de persona que piensa que el maldito test de Bechdel es una herramienta metodológica y cualitativamente válida para analizar e investigar piezas audiovisuales (y, lo lamento, pero ese maldito test no es más que una divertida historieta de una simple historietista, no el arduo y riguroso trabajo de una antropóloga, socióloga o incluso filósofa). Es la clase de personas cuyo mayor argumento es, básicamente, "porque me sale de los ovarios". No dudo de su bagaje teórico, pero es que sus referentes los toma de una manera tan pero tan rígida que es imposible seguirle la corriente a su mirada esencialista y reduccionista. Es la clase de persona que aplica la misma máxima para miles de contextos diferentes. La clase de persona que se fija en cuotas y no puede rasgar más allá de esa superficie (celebrando a Marvel porque en "Black Panther" hay representación afro, aunque en el fondo siga siendo la misma maquinaria gringa haciendo fan service para la fanaticada más neurótica). La clase de persona que generaliza a partir de su propia visión sesgada e ignorante (como en el caso de las películas: amiga, si sólo ves blockbusters hollywoodenses, qué esperas... Si supieras realmente de cine, te sorprenderías el amplio mundo que existe), que dice que hay pocas escritoras mujeres sólo porque ella no conoce o ha leído escritoras mujeres. Falacias, razonamientos falaces.

Lo curioso es que hay muchas cosas que comparto (y no vale la pena entrar en ello), pero más allá de la premisa Uribe se pierde y ahoga en esa visión hermética y ensimismada. Ok, leyó a Foucault. ¿Todo es político?, ¿hasta el más inocuo e irreflexivo acto rutinario? Todo es humano. Los humanos son imperfectos, se equivocan. La vida y las problemáticas que en estos tiempos afortunadamente tienen más visibilidad son interdisciplinares. Hay un constructo social y cultural, sí. También está el componente bioquímico, la biología pura en el comportamiento humano. El mundo es diverso y no se puede aplicar un mismo axioma a cada rincón del planeta, menos aún desde una perspectiva occidental. Qué hay de esas comunidades donde las mujeres mandan, qué hay de esas comunidades donde las mujeres mutilan los genitales de sus hijas y nietas. Qué pasa con esas tribus donde hay comportamientos machistas aunque no tengan capitalismo o diferencias de clase, ¿de dónde nace entonces? El instinto materno-paterno es tan real como el instinto de supervivencia: así lo confirman los estudios, ya saben, las hormonas que generan los cuerpos para preservar la especie ya sea salvándose a uno mismo o cuidando con sumo cuidado a tu cría (y, claro, a veces la producción de hormonas falla y por eso tenemos animales o humanos con bajo instinto paterno-materno o nulo impulso de supervivencia). Que sectores conservadores quieran apropiarse de un fenómeno natural para propagar su visión retrógrada sobre el aborto o el matrimonio igualitario es OTRO asunto. Todos los tipos de feminismo seguirán teniendo rencillas internas por la misma razón por la que se producen todas las discordias entre grupos humanos o no humanos. El arte, perdonen la obviedad, es artístico y su creación es eminentemente artística, no política (ninguna pieza artística envejece bien sí sólo se hace siguiendo criterios buenrollistas o propagandísticos). No me extraña que la autora se mortifique por disfrutar de una película, ninguna va a cumplir los requisitos. No me extraña que Quiltras sea como sea: un conjunto bien hecho pero demasiado simple, demasiado calculado, y lo peor, demasiado típico; la autora jura que estaba reinventando la rueda, pero no es ni la primera ni la única escritora chilena que escribe desde una perspectiva femenina y feminista sobre el Chile actual. Lo vienen haciendo desde hace cien años. Tampoco es la primera escritora que escribe sobre la clase media. Pero ahí tienen una columna celebrándose por su osadía, o revelando otro hecho importante: que escribe como piensa y como habla. Que utilizar recursos literarios son "trucos" para creerse buen escritor. Qué sorpresa, que no vea el arte del arte, que "todo sea político". En una dice que estudiar arte en Chile es de cuicos... ¡¿PERDÓN?! Tuve que releer la columna varias veces para comprobar si no estaba descontextualizando algo, pero eso dice. Estudiar arte en Chile, desde luego, es para ociosos que no tenemos nada que hacer, que tenemos todo regalado. Yo terminé la carrera con todo en bandeja, mis compañeros y compañeras igual (bueno, hay un par de compañeras que sí, mujeres rubias y blancas, precisamente por ser de clase alta). En mis años posteriores en trabajos de baja cualificación he conocido personas dedicándose al servicio con títulos de arte, endeudados, viviendo con sus padres en sus barrios de clase media, con mucho talento, con mucha pasión, pero con poco campo laboral. Ellos, como yo, no aceptan sucedáneos como empleo. Que hay cuicos y privilegiados en esas carreras no deja de ser cierto, que sean los que tienen más y mejores medios para vivir de ese título, también, pero viejo, el tonito descalificador y arrogante de esa sentencia, no les mentiré, me ofendió de verdad, más que la supina ignorancia y pueril esencialismo de todo lo demás. Eso de reducir todo a cuotas, llega a ser paradójico: Yo, hombre héterosexual y cisgénero de clase media y piel morena, estoy en contra de las etiquetas. Esa onda. ESA capacidad de análisis.
O las contradicciones. La autora dice que para apoyar una causa no vale menospreciar otra. Adivinen qué hace, continuamente. Es la clase de persona que evalúa un acto reprochable en función de quién lo comete. Para ella hay acosos menos graves que otros. Hay corrupciones menos graves que otras. Hay discriminaciones menos graves que otras. Una variación "positiva" de aquel conocido aforismo de Orwell: somos todos iguales, pero hay algunos más iguales que otros. ¿Cómo así? Precisamente por esas etiquetas, esas cuotas. Algunas tienen permiso, parece. Para ella, el Poder no es maleable ni mutable, siempre lo detentan los mismos, siempre sigue la misma lógica, es fijo, está anclado en divisiones absolutas, el Poder es inherente e intrínseco a ciertos rasgos y no un mecanismo o dispositivo que varía según su contexto. ¿De verdad leyó a Foucault?, porque vaya que se llena la boca diciendo eso...

Habiendo leído la otra vez Teoría King Kong de Virginie Despentes me hace ver lo infantil que es Que explote todo, un compendio de impresiones más que de reflexiones bien pensadas y argumentadas. También debe significar algo el lugar de procedencia: con todas sus fallas, me es claro que Francia es un lugar mucho menos conservador y pacato que Chile, por lo que es natural que acá los detractores de sus más sangrantes defectos tengan una lógica igual de rígida, cerrada y simplista. Despentes se sale de su zona de comfort, asume las complejidades y contradicciones de la sociedad, identifica los males pero es capaz de diferenciar lo estructural de lo individual, familiar o colectivo (o humano, en simple). Es capaz de disfrutar películas y obras artísticas "incómodas", es capaz de dialogar con los tiempos, es capaz de abordar interdisciplinarmente las problemáticas más urgentes. Su humildad y modestia es verdadera, no cómo la máscara condescendiente y falsa y separatista de Uribe, que cree que vivimos en una sociedad de robots. Lo peor es que el subtexto de todo lo que dice es el siguiente: educar es castigar. No el castigo en su acepción más primaria, pero castigo al fin y al cabo.
Es increíble lo que un librito de apenas 80 páginas puede estresarte. Y es una forma de decir, ja, ja: cerrado el libro, sobre todo uno tan malo, a otra cosa mariposa.


Este ejemplar ni siquiera tenía ficha bibliográfica, la tipa que atendía la sucursal en donde lo pedí se lo colocó en ese momento y ¡zas!, le puso la estampa. No hay mucho más que agregar, es más, no hay nada más que agregar: qué quieren que diga, si es tan sólo un préstamo en...