"LAS GRANDES PASIONES SON ENFERMEDADES INCURABLES"
-Goethe

martes, 25 de junio de 2024

Todos los cuentos, de Clarice Lispector (III)

 

Ok, tercera entrega de los cuentos de Clarice Lispector. No les voy a mentir, el cansancio ya comienza a apoderarse de mí, y eso que hay cuentos bastante buenos, pero no lo sé, hay algo que no termina de engancharme con estas historias. Debe ser... bueno, ya hablaremos de eso.

Es curioso, sacando cuentas, me gustaron bastante de los cuentos que se ven indicados en la fotito. Pero es que Lispector parece que se halla en una dicotomía bien grande: escribir cuentos en un estilo más ameno (pero no por ello simple o simplón), legible en su contenido, o lanzarse en una escritura innecesariamente sinuosa, hermética (en  todo su amplio sentido), etérea, demasiado inconcreta y amorfa para su propio bien. Si no puedo imaginarme lo que acontece, si no puedo figurarme la reflexiones, ¿entonces qué demonios estoy haciendo leyendo esto? Esta dicotomía ya quedaba patente en Lazos de familia, pero en esta sección Legión extranjera + Fondo de cajón el asunto se intensifica, dando como resultado un estilo que devora, negativamente, lo que, supuestamente, pretende transmitir. Tomemos por ejemplo El huevo y las gallinas. La mayor parte de ese cuento no es más que un conjunto de frases y aforismos ilógicos que, ya por el final, luego de un extenuante mar de palabras sin ton ni son, parece llegar a algo sustancial: que la vida está predeterminada en su totalidad y que incluso las reflexiones y crisis existenciales son parte del gran diseño de la obediente vida, lo cual es bastante interesante, pero ¿para qué ese farragoso continuum de sinsentidos previos? Todo Fondo de cajón es lo mismo: La pecadora quemada y los ángeles armoniosos es una obra de teatro sobre una mujer infiel y el circo que hacen por juicio para castigarla, todo con esa imaginería religiosa de Lispector, que con un estilo nuevamente excesivo pareciera querer disfrazar lo simple del conjunto, argumental y sustancialmente, como si por usar palabras altisonantes y grandilocuentes el contenido fuera más inteligente e interesante. Según el libro, Mineirito es una obra periodística, pero está incluido porque el estilo lo acerca a sus cuentos, y yo pensaba, ¿cómo demonios se escribe así una obra periodística?, no sólo por ser tan subjetiva (defender a un criminal) sino que también porque nadie va a entender las razones, planteadas y escritas como si estuviera hablando de asunto esotéricos en lugar de las fechorías de un monstruito. Los otros dos cuentos de Fondo de cajón van por las mismas: como si en vez de escribir algo pulido y concreto la autora quisiera abrazar ese carácter de borrador, azaroso e ininteligible (como ya intuía en mis sospechas de Devaneos... en Lazos de familia), para más inri escrito como si se mordiera la cola, cansinamente recursivo... El mensaje, Los obedientes y Repartición de los panes caen en lo mismo: convertir algo peregrino (como una reunión de amigos en Repartición...) o algo especial (una amistad en El mensaje) en una experiencia cuasi religiosa, y para qué, si termina sepultando con el cómo el aparente valor de lo que cuenta, pues eran cuentos que comenzaban bastante bien la verdad.

Es una lástima porque los demás cuentos son un verdadero gusto de lectura. Están los más cortos, bien efectivos y entretenidos (Monos: sobre tener macacos de mascota; Tentación: sobre una niña pelirroja y un perro que están destinados a estar juntos; La solución: sobre dos amigas aparentemente distintas entre sí cuya amistad llega a un tenso punto cúlmine; La quinta historia: sobre cómo contar algo simple cinco veces, un delicioso juego de perspectivas e imaginación; Una amistad sincera: sobre dos amigos que son tan buenos amigos que no pueden estar juntos), que cuentan lo que quieren contar sin prescindir de inteligentes metáforas y ese estilo naturalmente elegante y sobrio de Lispector cuando no le da por enredarse en esa escritura fantasmagórica. Y están los más largos (Los desastres de Sofia: sobre una niña enamorada de su profesor; Viaje a Petrópolis: sobre una ancianita que es una molestia para un par de familias; Evolución de una miopía: sobre un muchacho que va a pasar un día al cuidado de su prima, y sus preparaciones para que todo vaya bien; La legión extranjera: sobre una mujer y su singular relación con la engreída hija de unos engreídos vecinos) que tienen lo mejor de la escritura de Lispector: una buena construcción de personajes, de construcciones interiores y cotidianas, retratando conflictos personales que van desde la ensoñación versus la cruel realidad, hasta los conflictos que surgen en el día a día por los más diversos motivos: la mezquindad de las personas, la dureza del medio en que vivimos, etc.

Es curioso porque los cuento que me gustaron exceden en número a los que no, pero la lectura de esos cuentos es tan agotadora y frustrante que, no lo sé, hacen de las buenas lecturas algo anecdótico y menor: es mayor el agotamiento que la fluidez de los buenos cuentos. Esta sección fue publicada a mediados de los '60, y como Lazos de familia fue publicado a fines de los cincuenta/principios de los sesenta, yo creo que por ahí va esa ambivalencia, esa dicotomía en la escritura de Lispector, como ella estuviera en conflicto con su literatura y no le bastara con algo más terrenal pero sofisticado. Eso comenzaría a cambiar, más o menos, con los cuentos por venir...

domingo, 23 de junio de 2024

BEHOLDER

Uno de los juegos con los que me topé navegando por el catálogo de Steam es Beholder, primera entrega de toda una saga que incluye una segunda y tercera continuación, además de un spin-off que prontamente será lanzado. Yo, que soy dado a los juegos sin muchas estridencias y que centran su jugabilidad en aspectos más allá de las formalidades o gráficas, me vi atraído por esta propuesta que parece descansar altamente en las elecciones/decisiones del jugador, que es algo tan fascinante y estimulante como estresante, pero en un modo agradable supongo. Como sea, allá vamos, porque obviamente aproveché una oferta que incluía todo a un ridículo precio de ganga.


Si jugaron Papers, please y This War of Mine entonces verán que Beholder, aún siendo un producto con personalidad propia, recoge inspiración en las jugabilidades y temáticas y mecánicas de ambos títulos. De Papers, please (al que brinda directa alusión y homenaje con una misión titulada de esa forma y un personaje que, básicamente, es el protagonista de aquel videojuego... bueno, uno entiende la referencia, claro) tenemos el escenario y la temática: vivimos en un país totalitario, de reminiscencias soviéticas, cuyo régimen se basa duramente en la vigilancia, la delación, la disminución de las libertades individuales y colectivas, etc., siendo nosotros, los protagonistas, un engranaje más de esa vil burocracia sin alma. Nuestro personaje es Carl Stein, administrador de un edificio cuya misión es sencilla: vigilar a los inquilinos e informar de cualquier irregularidad. Si hacemos mal nuestro trabajo, nos dan de baja. Pero, tal como en el juego de Lucas Pope, acá las cosas no serán sencillas y prontamente veremos que, entre las tareas comandadas por el Ministerio del Orden y los favores que nos piden los inquilinos y otros personajes, no hay mucha armonía que digamos, y seremos obligados a tomar decisiones de índole moral y ética que, dependiendo de lo uno o lo otro, cambiarán el curso de las vidas en juego e, incluso, de toda una nación. Será nuestro deber aprendernos las normas y directivas del régimen, estar atentos a posibles faltas, todo dependiendo de si queremos ser un ser humano o un robot al servicio de la maquinaria antidemocrática y propagandística. De This War of Mine, el cual no he jugado y por tanto ignoro si tiene homenajes o referencias (probablemente), puedo afirmar que recoge el escenario propiamente tal del juego: como ven en las capturas, el edificio con sus distintos pisos y apartamentos, el sótano, la calle, los interiores; y todas las herramientas que tenemos disponibles para nuestra labor: cámaras, principalmente, sin las cuales no podemos ver lo que sucede dentro de los apartamentos, y dinero y prestigio/influencia, como se sabe una moneda a veces más poderosa que el billete. También hay otros objetos que podemos revender en el mercado negro, y así. Le mecánica de juego de Beholder ofrece múltiples posibilidades tanto en lo narrativo/argumental como en la jugabilidad propiamente tal, pues podemos llegar a mismos resultados de modos distintos, o, créanlo o no, el mismo modo puede arrojar un resultado diferente dependiendo de otros factores: uno tiene bastante libertad para moverse de la manera que estime más conviene, a medio camino entre un mini sandbox y un scripted sequence game. Considero banal detallar todas las mecánicas y dinámicas de juego, la gracia es, mediante el ensayo y error (aunque sea doloroso en ocasiones constatar que nuestras decisiones o modus operandi conducen a desenlaces fatales), ir aprendiendo esto o aquello, sacarle ventaja a tal aspecto o mejor cuidarse del doble filo de otro. Por sobre todo, ¿qué está en juego? Nuestra familia: Carl Stein llega con su mujer, su hijo y su hija. Cualquier cosa podría pasarles y nosotros no queremos que sea nada malo, pero a qué costo.

Beholder, antes de lanzar su segunda parte, lanzó un DLC igual de bueno y desafiante que el juego principal. Este DLC se titula Blissful Sleep y, para usar referencias recientes, es lo que Furiosa es a Fury Road, es decir, narra precisa y justamente lo que sucedió antes y el final encaja inmediatamente con el inicio del otro. Porque en la introducción de Beholder vemos la llegada de Carl Stein con su familia a este edificio, justo en el momento en que la policía está desalojando violentamente a su predecesor: Hector Medina (curioso nombre, ¿no?), nuestro protagonista en este DLC. Con un arco temporal algo más acotado, veremos qué demonios sucedió para que acabara de esa forma... o puede que de otra. El contexto es el siguiente, en todo caso: el Líder de este gobierno autoritario saca una ley de eutanasia a todos los ciudadanos que cumplan 85 años. Hector, que en realidad tiene 65, recibe un plazo de dos semanas para arreglar sus asuntos e ir al centro de eutanasia, porque según los papeles del gobierno acaba de cumplir 85, y nadie va a admitir el error. Entonces, ¿no tenemos salida? En ese lapso dado tendremos que idear una forma de corregir la situación, mientras vamos cumpliendo nuestra ingrata labor y a la vez ayudando a los inquilinos, quienes en agradecimiento podrían echar una manito de vuelta, ¿no? Bueno, eso va dependiendo de cada jugador. Obediencia o rebelión, qué será, ¿ah? Este DLC añade dificultad en tanto encontramos niños, quienes, como saben, siempre andan dando vueltas y no te dejan mucho tiempo para inmiscuirte en los apartamentos a husmear y buscar cosas o instalar cámaras. Por lo demás, como si el peso de las elecciones morales y éticas no fuera suficiente, al ser una precuela arroja una nueva perspectiva a los personajes que vimos en el juego principal y cuyas acciones en ése adquieren nuevos significados; lo digo porque en Beholder hay un inquilino que fabrica y vende drogas, y de inmediato queda como villano para nosotros, alguien a quien es fácil acusar y mandar a la cárcel si queremos, pero en este DLC vemos que no siempre fue así, vemo las razones de su decadencia y la verdad es que me pareció bastante desolador el efecto. Notable y meritorio de parte de los desarrolladores, pero desolador al fin y al cabo. Y de eso se trata, a fin de cuentas.

Para ir cerrando, Beholder y su DLC son juegos de considerable duración (tomando en cuenta su escala); la jugabilidad es bastante sencilla y directa pero a la vez compleja y desafiante; hay una gran construcción de personajes y de mundo, es decir una gran inmersión narrativa que además se potencia con esta atmósfera como de urgencia y peligro (peligro por no poder cumplir, peligro de que te pillen husmeando, peligro de todo en general: el escenario de este juego es pesimista, sombrío, como sin esperanzas, triste incluso), como de un peso que se cierne sobre nosotros implacablemente; y la verdad es que el mecanismo de las decisiones y de ir conociendo personajes en profundidad lleva un mensaje que queda vibrando y resonando: el valor de la individualidad y de la humanidad como fuentes de luz y esperanza. Y si son medios maniáticos y perfeccionistas, Beholder será un juego completamente adictivo, como un reto personal y constante.

A mí me sorprendió gratamente. Pedía algo bueno y jugable, obviamente, pero no esperaba algo tan bien hecho y que me hiciera sentir tan implicado moral y emocionalmente. Agradecido, mano.

viernes, 21 de junio de 2024

Todos los cuentos, de Clarice Lispector (II)


Entonces, ya leídos y devueltos los tres ejemplares pedidos a Bibliometro (y pedidos prestados otros cuantos más, je, je), seguimos con la lectura de los libros pedidos a la Biblioteca Nacional, en concreto seguimos con los cuentos de Clarice Lispector. Esta vez hablaremos de otra sección más, seremos breves (creo).


Lo que en primer lugar salta a la vista es que Lispector tiene un poco más de experiencia en esto de escribir, en esto de la literatura, y eso significa que el vital y expansivo entusiasmo visto en sus primeros cuentos, en esa escritura como jovial y desprejuiciada (y por lo mismo muy honesta, o auténtica), está algo más depurado o contenido en los cuentos recopilados en Lazos de familia, que fue publicado casi a fines de los '50 (los primeros fueron escritos y publicados en los primeros años de los '40), si bien varios de ellos habían visto la luz en revistas literarias un lustro antes. Esa energía literaria juvenil ha trocado en un estilo más consciente y estudiado de sus mecanismos y/o recursos, si bien los temas y las preocupaciones siguen presentes.
Desde luego, el interés de Lispector por retratar, explorar y describir el mundo femenino, la perspectiva interna y la cotidianidad externa, sigue siendo un tema capital. Este a su vez se mezcla, porque no podía ser de otra manera (es imposible que vayan separados: son consustanciales), con el carácter y el impulso iconoclasta y anárquico de la autora, que no sólo es meramente social o económico, también lo es filosóficamente, existencialmente, hasta espiritualmente. Lispector, iremos viendo, se pone cada vez más esotérica, lo que no le viene muy bien creo, pero ya llegaremos a eso en próximas entradas. De momento, estos cuentos son bastante legibles y, por lo demás, bastante buenos.

Devaneos y embriaguez de una muchacha, Amor, Imitación de una rosa, Preciosidad y El búfalo son como variaciones de sus primeros cuentos ejecutados con una pretendida mayor sofisticación formal. Con esa prosa aún elegante, sobria pero evocadora, sugestiva y algo onírica (como si la realidad fuese un sueño), las protagonistas de estos cinco cuentos son mujeres en manifiesto conflicto interno y con la realidad, intentando buscar un equilibrio entre su bienestar emocional y psicológico y todo cuanto las rodea, todo eso que es tan caótico y asqueroso y brutal, tan poco amable, tan impuesto. Que si hay que cumplir con el rol que dice la sociedad como madre y mujer, que si hay que comportarse de tal manera, que la vida es algo sencillo y bonito y que no puede ser más voluptuosa y placentera, etc... Algunos parecen ser tornados hechos en vasos de agua, para qué voy a mentir, pero no dejan de ser cuentos interesantes, por la conflictiva cosmovisión interna que vierte la autora, como por los motivos argumentales, en donde cualquier cosa puede suceder y uno, con real interés, quiere saber cómo resultarán los hechos.
El primero de los listados, como indica su título, narra en primera persona todas las cosas, a veces incoherentes y sin continuidad aparente, de una mujer borracha, que se lamenta de muchas cosas y que habla de esto y aquello como si nada. Me recuerda a una amiga que tenía que caía en el mismo trance ilógico y ridículo cuando bebía de más. En este cuento me surgió una teoría que iría confirmando a medida que iba leyendo más cuentos: esa sospecha fundada de que algunos no son más que una tormenta de ideas sin mucha revisión, engarzados sin ton ni son, pero que quedan así justificados por la premisa del cuento. Total, estando borrachos... El segundo, Amor, es sobre una mujer que lleva una vida equilibrada y plena como ama de casa, de verdad, pero que al volver de comprar comida, al ver a un ciego masticando chicle, toda su vida se pone patas arriba: se debate entre ese equilibrio alcanzado, en esa agradecida mansedumbre vital como piadosa protectora de los débiles, o en disfrutar la vida por y para ella, lanzarse a ese infierno de placentera soledad. Imitación de una rosa es un cuento que me gustó, algo más directo al grano pero que versa sobre lo mismo: una mujer, ahora "sana", tachada de muy nerviosa y ansiosa por su marido y amigos, que para lucir orgullosa su recuperación debe prepararse para salir con su marido y amigos, aunque en el proceso, su mente irá cayendo de nuevo en ese "problema", que según yo no es otro que el problema de disfrutar la belleza de las cosas, del mundo, y cómo la contemplación de esa belleza es una actividad irreconciliable con la vida en sociedad. Preciosidad es sobre una niña que lleva una vida bien disciplinada y que no le gusta que la miren, porque al mirarla ella se verá reflejada en los ojos y verá su belleza/fealdad y esas cosas. Es otro caso de una protagonista con una lucha interna de proporciones siderales, aunque no deja de tener sentido y las reflexiones de la muchacha son bastante interesantes. Curiosa ambivalencia la de este cuento. El búfalo es sobre una despechada que va al zoológico a descargar su odio, va buscando odio para castigarse por ese amor no correspondido. No es la gran cosa pero tiene su aquel.

Los demás cuentos varían en temática y escritura, ya menos vanamente "místicos" en su estilo, incluso bien irónicos e imaginativos, algunos bastante económicos en medios y palabras, como si Lispector quisiera sacar a su Borges interior, para narrar lo importante, lo medular, y no regodearse en palabras vanas y vacuas. Aunque, en el fondo, tratan los mismos aspectos (preocupaciones sociales, personales, filosóficas), pero de una forma más amable y cotidiana, lo cual se agradece. Algunos son un verdadero placer de lectura. En orden (descontando los otros, y comentando los que valen la pena):

Una gallina es sobre una gallina que escapa a su destino de ser comida, aunque mucha cuenta no se da de esa nueva libertad. Para mí es como una parábola sobre las personas, sobre lo fatal y caprichoso del destino y lo elusivo e ingrato del concepto de libertad. Puede que a la autora también le gusten las gallinas, criaturas que aparecen en varios otros cuentos.
Feliz cumpleaños. La anciana matriarca de una amplia familia cumple años. Sólo diré que es como una sátira social, bien graciosa, sobre lo falso e impostado que pueden ser estas ceremonias, lo falso e impostado que pueden ser los lazos familiares, como un vil compromiso que pocos están preparados para cumplir. Ahora bien, conociendo a Lispector, ¿que es peor para ella?: ¿esa imposición social de la "familia", como una terrible condena del destino, o que haya personas que no puedan cumplir honesta y genuinamente con esa labor que nos da Dios?
La mujer más pequeña del mundo. Deliciosa miniatura sobre el hallazgo de una aborigen africana muy pequeña, y las distintas reacciones que genera este descubrimiento.
Los lazos de familia. También, otro delicioso cuento sobre un día en la vida de un joven matrimonio y su hijo. Lo que hay oculto, lo que se hace por encima. 
Misterio en Sao Cristovao. Seductor y sugerente cuento sobre lo que sucede una noche, algo muy real pero extrañamente mágico.
El crimen del profesor de matemáticas. Sobre un profesor que abandona a un perro y se lamenta mucho por eso. Es un buen cuento pero que igual tiene eso de hacer un tornado en un vaso de agua, de personajes que se lamentan hasta el hartazgo por cosas que sólo ellos ven mientras el mundo a su alrededor sigue girando sin problemas.

La cosa se irá complicando en cuentos posteriores, pero ya estamos metidos en esto, así que a darle...

Y bueno, ¿no que sería breve? Las pelotas...

martes, 18 de junio de 2024

HOTLINE MIAMI & HOTLINE MIAMI: WRONG NUMBER

El otro día hablando de The Hong Kong Massacre sacamos a colación la clara influencia de Hotline Miami, y pues bien, siempre ha sido un juego sensacional, lo tenía pirateado, pero ahora con Steam lo obtuve por una módica suma (los descuentos que a veces dan son para chuparse los dedos), y por ahora me refiero a un par de meses. Mi pequeño hartazgo de PUBG me ha hecho, finalmente, ir probando todos los otros videojuegos que he ido comprando (y si uno los pilla con sorprendentes descuentos, pagando con cierta tarjeta digital se obtiene un cashback que hace de la adquisición algo aún más conveniente). Y le llegó el turno a Hotline Miami, un divertimento de tomo y lomo que, sin embargo, tiene múltiples características que elevan su calidad por sobre el resto, y que por lo mismo le merecieron grandes elogios y clamor popular allá por el 2012, cuando fue publicado sin grandes expectativas y acabó sorprendiendo a propios y extraños. Lo que se dice, un juego de culto.

De Hotline Miami tenemos un planteamiento muy sencillo, cruda y orgullosamente arcade: desde una cámara cenital, ir acabando con la vida de todos los enemigos que encuentres a disposición, por lo general de las maneras más brutales: con armas blancas y armas de fuego, y bueno, tus puños desnudos y sedientos de sangre también sirven. ¿Cómo se le insufla calidad sobresaliente a dicho planteamiento? Bueno, primero que todo, gracias a un argumento que, sin caer en enredos ni pretensiones vagas, poco a poco va descubriendo capas de complejidad dramática, en tanto lo que comienza siendo una suerte de ciego cumplimiento del "deber" (el protagonista, Jacket, recibe llamadas telefónicas que le indican dónde debe ir y qué hacer: matarlos a todos) se revela como una amplia telaraña de oscuros intereses en la cual nuestro protagonista no es más que uno de los bichos atrapados. De esta forma, podemos decir que la trama avanza por dos caminos: por un lado, el revenge-thriller-psicológico del protagonista, cuya percepción de la realidad cada vez se vuelve más incierta y lucha por mantener su sanidad mental a flote (visiones lynchianas incluidas) mientras decide llevar hasta las últimas sus matanzas a fin de vengar los vejámenes que sufre su rescatada novia; por el otro, a través de otro personaje jugable que aparece luego de que terminamos la trama principal del protagonista (el verdadero cánon), nos enteramos del porqué de las llamadas y quién está detrás, ya que este otro personaje no quiere seguir instrucciones y prefiere llegar al fondo del asunto. De esta forma, entre matanza y matanza, vamos conociendo llamativos personajes e historias (atención al amigo del protagonista), todo aderezado con una atmósfera muy malsana y, como dije, lynchiana, simbólica, surreal, hasta fatalista y nihilista, que no hace sino acrecentarse: a fin de cuentas la violencia es un sinsentido animal y los humanos, animales disfrazados de entes civilizados.

Lo demás es pura dulce jugabilidad y aspectos técnicos: una machacona y adictiva banda sonora que en sí misma es un prodigio de recolección; un diseño de niveles dinámico e imaginativo que no se repite y que ofrece sus buenos 20 niveles jugables; elementos escondidos y desbloqueables más allá de lo que obviamente tenemos que hacer, que ofrecen una re-jugabilidad siempre agradecida (yo quiero completar cada nivel con cada máscara; deséenme buena suerte)(además de los logros que el mismo Steam propone); muchas maneras de jugar y matar, ya sea sin balas, con balas, con tus manos, a lo bestia, con sigilo, con ésta máscara o aquélla, en resumidas cuentas un buen abánico de posibilidades para afrontar el reto de matar a mucha gente; y claro, esa altamente estilizada estética ochentera y narrativa inspirada en Drive, de NWR. Un passion project que merecidamente obtuvo grandes elogios y que año tras año sigue demostrando su valía e inventiva.

Tres años después llegaba la esperada secuela, Hotline Miami: Wrong Number, que inicialmente iba a ser un DLC pero finalmente, dadas las dimensiones que estaba tomando, el creador decidió que era mejor elaborar una secuela propiamente tal. Wrong Number obedece a la sencilla máxima de la secuela que es bigger, nastier y louder. Un ejercicio de pura ambición, como tiene que ser. Esta secuela se desarrolla antes, durante y después de lo visto en la primera entrega, ofreciendo respuestas y nuevas perspectivas a todo este asunto de las misteriosas llamadas que te obligan a convertirte en un asesino despiadado y brutal. Así las cosas, tenemos el punto de vista de otros dos sujetos que cumplían con misiones al mismo tiempo que Jacket; de antes, misiones militares suicidas en Hawai protagonizadas por el amigo barbudo de Jacket, ahora silente compañero de pelotón; y la mayoría de las misiones que vienen después de lo visto en Hotline Miami: un policía corrupto que utiliza su posición para matar criminales; un periodista que quiere escribir un libro sobre las llamadas (y que ofrece la posibilidad de jugar no violentamente); cinco amigos conocidos como Los Fanáticos, quienes, inspirados en las hazañas de Jacket llevan a cabo sus propias barridas; el actor de una película basada en los crímenes de Jacket que confunde la realidad con los hechos de la película en que actúa; y algunos personajes de la mafia rusa, que luego de ver diezmadas sus fuerzas a manos de los solitarios asesinos quieren recuperar su sitio en el submundo mafioso. Todo presentado de una manera no lineal (en el wikipedia en español dice "narrado de manera anacrónica"... no creo que sepan qué significa eso) que le da su toque interesante, porque, tal como en Pulp Fiction, bien entrado el relato jugamos con personajes que vimos morir antes, o después, o... ya saben lo que quiero decir, je, je.

Wrong Number es una digna y sólida secuela, que no queda bajo la alta vara que dejó Hotline Miami. Potencia su jugabilidad con este entramado argumental más ambicioso y complejo (mayor atención a los personajes además, sus backstories y personalidades humanas, dando como resultado un progresivo e intenso in crescendo emocional: las misiones finales de cada personaje son verdaderos all in's), además de mejoras gráficas, jugabilidad más brutal y sangrienta, distintos personajes con distintas habilidades, un diseño de niveles aún mayor y más difícil, e innovaciones que es mejor que descubran por cuenta propia, aunque ya mencioné que uno de los personajes puede jugar sin matar a nadie, y ya por el final, un nivel literalmente lisérgico que corona a la perfección la experiencia de jugar Hotline Miami. Oh, bueno, y para qué hablar de la banda sonora, de incontestable calidad (de nuevo). Hace que jugar sea aún más placentero. Una selección que te hace babear...

En definitiva, dos juegos magníficos que vale la pena jugar y adquirir. Totalmente recomendado. Háganle. Yo sigo dándole a los niveles, a ver si logro desbloquear todos los logros, ja, ja...

domingo, 16 de junio de 2024

It, de Stephen King


Como decía, en mi préstamo inaugural de Bibliometro pedí tres libros: Ruido, de Bisama, y Los intramarchas, de Josefa Barraza, ambos ya comentados. El tercer libro que pedí en ese lote es, ni más ni menos, It (o Eso), de Stephen King. Un libro de 1500 páginas, que ha dado paso a dos adaptaciones: una miniserie de los noventa, de la cual yo oía muchas cosas de mis compañeros de colegio (a mí no me dejaban ver tele hasta tarde, mucho menos algo tan violento), como que era lo más terrorífico que se podría ver; y las dos películas a cargo del argentino Andrés Muschietti. La verdad es que me dieron ganas de leer It mientras leía Nuestra parte de noche, de Mariana Enríquez; algo me decía que ciertos elementos importantes de la novela argentina tenían inspiración directa en este libro en particular que les comento ahora (por no decir de la literatura de King en general), por ejemplo el segmento protagonizado por niños y sus sombrías aventuras en los violentos mundos de los adultos de carne y hueso y de los espíritus y otras criaturas sobrenaturales. La cosa mala de las casas solas, una genialidad en sí misma. Adentrarse en casas malignas, uf. Pero bueno, el anzuelo estaba clavado en mí, por lo que me puse a buscar y, shazam!, It estaba en Bibliometro. Démosle.


Cómo comentar un libro de 1500 páginas. Complejo. Personalmente, no quiero alargarme en esta entrada. Bueno, no más de la cuenta, no más de lo habitual, ya me conocen: suelo largar la lengua sus buenos kilómetros. Pero vamos.
It es la historia de un grupo de niños convertidos en un grupo de adultos. It es la historia de una entidad malévola. It es la historia de una ciudad, Derry, y la maldad que alberga en sus entrañas. Alternando y entrelazando pasado y presente (de una manera muy deliciosa, como ríos que naturalmente confluyen), es decir la infancia de los Perdedores (en 1958, cuando tenían unos diez años) en su ciudad natal, y la mediana adultez, a mitad de los ochenta, ya establecidas sus vidas en diferentes puntos de Estados Unidos, con el velo del olvido cubriendo aquel ingrato pasado. Una mirada superficial e ignorante puede pensar que estamos ante una novela de terror al uso, con ese payaso asesino atormentando sádicamente a estos niños (y a otros) en truculentas escenas de sobresaltos y sustos escritos. Hay de eso; bastante terrorífico en las primeras ocasiones (amén de la pluma, sobria y cruenta, elegante para ir al hueso, de King), algo rutinario cuando avanza el relato y nos acostumbramos a las triquiñuelas de Eso. Y claro, la novela va, en cierta forma, sobre intentar vencer a esta entidad malévola. Pero... ¿1500 páginas para matar a un payaso? Tiene que haber algo más. Y lo hay. Cómo vencer al payaso, es la pregunta, es lo esencial y el núcleo de esta obra, donde reside su calidad. No vamos a revelar nada importante diciendo que Eso es una suerte de representación de los miedos humanos, o que se vale de las representaciones materiales de esos miedos. ¿Qué es el miedo? ¿Su representación material? ¿Un payaso da miedo de por sí, o el miedo es un parásito que cambia de huésped variablemente? He ahí una de las más importantes reflexiones de esta novela, la naturaleza del miedo... y de la magia y de la fe, el miedo puede ser la otra cara de la moneda de la esperanza: el miedo es tan irreal e imaginado como un deseo, como un sueño, como una placentera fantasía.
También está presenta la maldad y la violencia. Eso es muy malo, pero por qué lo es, esa es la cuestión. Si Eso es una representación de los miedos, podría decirse que también es una representación de la maldad y de la violencia humanas (léase como interrogante, léase como afirmación). Todos los actos crueles y atroces que leemos, ¿fueron influencia de Eso sobre las personas? ¿Es cosa de decir que "se me metió el diablo al cuerpo" y listo, eximido de culpas y responsabilidades? Pienso que King hace lo contrario, que Eso y el miedo/la maldad se invocan y necesitan y alimentan mutuamente: el miedo que hace crecer el miedo, la violencia que hace crecer la violencia. Entonces cómo romper el poder, el encantamiento; cómo desencajar esa simbiosis entre lo humano y lo maligno.

Todo lo anterior reflejado en una trama que no sólo abarca los veinticinco años que separan ambas líneas temporales, también toda la historia de Derry, desde su fundación e incluso antes. Francamente, a mí lo que más me interesaba mientras leía era el aspecto más humano de este lío: los problemas con los matones cuando eran niños (me dio más miedo y terror el enfrentamiento apocalíptico a pedradas que la expedición a la casa del "leproso", por ejemplo), los problemas familiares (violencia, apatía, posesión, manipulación emocional), esa cotidianidad maravillosa manchada de miedo y maldad por culpa de... tus semejantes. De los adultos, la reflexión sobre los traumas, sobre el peso del pasado trazando dolorosos surcos en los corazones viejos, como una maldición que va afectando inconscientemente cada decisión mientras vamos creciendo y, luego de crecer, envejecer. El miedo de enfrentarse a los miedos de infancia; peor, el miedo de enfrentarse a los traumas de infancia y adolescencia. Y todas las historias que marcan con fuego y sangre, y muerte y dolor, la historia de Derry: el racismo, la corrupción, la depravación sexual, los asesinatos, los abusos, todo lo que una ciudad alberga subyacentemente a sus calles limpias y magníficos edificios. Pero claro, todo esto tiene su símil sobrenatural, Eso, a lo que hay que enfrentarse literal y metafóricamente, porque Eso es una entidad independiente pero a la vez la representación de lo peor del ser humano. Y no se puede vencer a la maldad absoluta sin antes vencerse a uno mismo, y quizás de eso va el libro, quizás ese sea su motor narrativo y dramático y la razón de que se estructure y articule de la manera en que lo hace: enfrentando el trauma primero como un fantasma borroso, luego como algo concreto y de contornos definidos. ¿Qué quiero decir? Que la historia de los niños perdedores se va revelando a medida que los adultos perdedores, bajo el influjo del olvido (de verdad no recuerdan nada), se van acercando al núcleo mismo de sus miedos y traumas, en Derry, enfrentando presente y pasado a la vez, recordando el horror. No se puede enfrentar lo que no se ve, lo que no se sabe: el conocimiento puede ser tortuoso.

Y a pesar de lo rutinario que se vuelve el Payaso con sus trucos, y que cada vez se pone más, por decirlo de alguna manera, ido de olla (el enfrentamiento final no me pareció tan impresionante la verdad, a pesar de ser tan... gigantesco, abismal), la construcción de personajes, lugares y mitologías internas de parte de King es tan detallada y compleja que uno se encariña y quiere saber cómo termina, quiere llegar al final de la parte figurativa de este enfrentamiento, esencialmente, abstracto y simbólico. O introspectivo. Pero se entiende la intención: el miedo no se supera matando solamente lo que "provoca" miedo; y el miedo de por sí no desaparece por sí solo; hay que, de alguna manera, astros alineados incluso, matar ambos elementos a la vez. Lo mismo con la violencia y todas sus ramificaciones, pero eso ya es más complejo aún, tristemente...

Dicho esto, It me parece una excelente novela, escrita con la prosa maestra de Stephen King, que se maneja con solvencia y calidad en todos los recursos literarios que puedan pensar. Son 1500 páginas, pero si, como yo, no tienen mucho que hacer, se pueden leer bastante rápido gracias a esa escritura tan crudamente elegante. Atrévanse, y luego me cuentan cómo demonios se habla de una novela de 1500 páginas, ja, ja, porque yo todavía no lo sé...

Parar finalizar, la tradición republicana de todo préstamo: revisar la tarjeta de devoluciones. Si bien este ejemplar me pareció que no estaba nuevo (puede que los lectores previos no fueran del todo cuidadosos), aunque tampoco es que estuviera a mal traer, lo cierto es que yo solamente soy el cuarto hijo de puta que ha pedido este libro, que comenzó a prestarse nada más este año. Casi un préstamo por mes, lo cual no es de extrañar, dada su colosal extensión. ¿Se atreverán nuevos usuarios de Bibliometro? ¿O estarán mirando a huevo la literatura del maestro del terror?

miércoles, 12 de junio de 2024

THE HONG KONG MASSACRE

Bueno, en mi tiempo libre también me dedico a jugar videojuegos, pasión que tengo desde que era niño, y como en mi tiempo de bartender aproveché de comprarme un decente PC gamer, luego me hice una cuenta de STEAM (danchoelterrible, si es que en realidad sirve de algo saber mi nombre de usuario) para posteriormente comenzar a comprar videojuegos, siempre en oferta (y vaya que hay ofertazas, 90% incluso). Y, finalmente, jugarlos, que para eso son: para dejarse atrapar, divertirse y pasar el rato.

Mayoritariamente he estado jugando PUBG, ese adictivo battle royale que conociera hace casi diez años gracias a los videos de Pewdiepie, ahora convertido en feliz hombre de familia (¿han visto sus últimos videos? No les mentiré me da alegría ver en lo que se ha convertido). Pero no todo puede ser PUBG así que, entre otros videojuegos que ya iremos comentando, me puse a jugar The Hong Kong Massacre, un título que se había anunciado hace unos ocho años más o menos, puede que más; fue poco después del merecido y justificado alboroto que causó Hotline Miami.

Entonces sí, tenemos un juego inspirado directamente en la jugabilidad de Hotline Miami, es decir con una vista cenital en donde controlamos a un silencioso, violento y habilidoso protagonista que en cada nivel debe, básicamente, asesinar a todos los enemigos habidos y por haber. Esta jugabilidad, sin embargo, se construye en base a una estética completamente diferente: si aquel título evocaba una estilización retro mezclada con la ultraviolencia de Drive (la película dirigida por Nicolas Winding Refn), THKM es una película de John Woo, o, mejor dicho, lo que una mirada algo superficial entiende por una película de John Woo: disparos y tiroteos a mansalva, slow motion incluido, dentro de las congestionadas y neonizadas calles y edificios de Hong Kong. El argumento, la verdad, no importa mucho, es una mera anécdota y el guión es mínimo, por no decir nulo: el protagonista es un ex-policía que busca vengarse de las triadas por el asesinato de su compañero policía. Entre medio de los niveles hay escenas con un bartender que da información, otros azarosos personajes dando información, y un interrogatorio en donde un policía le pregunta al protagonista qué demonios fue pasando en los días anteriores a su captura, sin que esto tenga importancia porque el protagonista es mudo y ya sabemos que sólo quiere venganza, una venganza despiadada y descerebrada.

THKM no destaca por su narrativa, antes al contrario, mejor ni haber intentado inventar una trama; su carácter meramente arcade es más que suficiente (quiero decir que las escenas intermedias son una innecesaria distracción o molestia): 35 niveles en total (7 por cada día, 7 niveles con jefes más poderosos que derrotar que los simples monigotes que masacramos a balas); 4 tipos de armas con sus respectivas mejoras que iremos acumulando si en cada nivel cumplimos ciertos requisitos: terminar en menos de X cantidad de tiempo; no usar el slow-motion y; el más difícil, tener puntería perfecta, sin desperdiciar ni una sola bala, es decir intentar cumplir esa célebre fórmula de 1 bala=1 muerte. Incluso la dificultad media es bastante desafiante, y si a eso sumamos un imaginativo y dinámico diseño de niveles, constantemente se verán inmersos no sólo en un montón de balas rozando tu hombro o nariz, también en punzantes dolores de cabeza: cómo demonios salgo de esta. En otras palabras, sin ser nada del otro mundo, THKM es un satisfactorio juego de disparos que no aburrirá, a pesar de la aparente reiteración de su planteamiento; no teman, pues cada nivel es un desafío y uno siempre queda con la espinita de querer hacerlo mejor, de cumplir los desafíos para tener mejores armas.

Finalmente, aspectos meramente técnicos que no se deben olvidar: excelente diseño de sonido; notables gráficas para lo que es el juego (está lleno de detalles, de luces, de colores, de movimiento, de escenarios completamente destructibles, sin que en ningún momento tropiece el conjunto) y, por supuesto, una gran banda sonora a cargo de Professor Kliq, que imagino se habrá inspirado mucho en Hotline Miami al igual que el desarrollador.

Así que eso: si tienen STEAM o PS4 y consideran adquirir The Hong Kong Massacre, es una compra que vale la pena, aunque si pueden aprovechen las ofertas que regularmente llegan (yo compré este juego con un 80%, genial ¿no?), y de la que no se arrepentirán.

BANG!

domingo, 9 de junio de 2024

Todos los cuentos, de Clarice Lispector (I)

 
Bueno, mientras voy leyendo el monstruoso y grueso tercer libro pedido a Bibliometro, he ido leyendo también, de a poco y con calma, los cuentos del presente volumen, que como bien pueden apreciar, reúne todos los cuentos de la brasileña Clarice Lispector, en un trabajo recopilativo por parte de la editorial Fondo de Cultura Económica (que tiene varias sucursales u oficinas en distintos países, lo cual no sabía: pensaba que era una editorial chilena), el cual también publicó, en tres volúmenes, todas sus novelas; y en otro, todas sus crónicas. En la Biblioteca Nacional, en su sección de préstamo a domicilio, sólo vimos estos cuentos. Si pillamos las novelas, las pedimos, obviamente. Y, por supuesto, para que comentar los 85 cuentos de este libro no sea una tarea muy superficial ni cansina, decidí dividir Todos los cuentos en la cantidad de posts que salgan, así entramos en un poco más de detalles, ¿qué les parece?


Bien, bien, lo primero que comentaremos de este libro es, como pueden notar, sus Primeras Historias, cuentos escritos mientras Clarice Lispector aún estaba en la universidad, cuentos escritos antes de que fuera publicada su primera novela, cuya recepción la puso de inmediato en el mapa literario. Recuerdo que cuando escribía regularmente en Cine en tu cara, tenía un cuadernito en donde anotaba apuntes de las películas que veía, las ideas que me surgían sobre qué iba a decir o no, lo que me llamó la atención, y luego escribía los posts en base a  esos apuntes. Debería retomar esa costumbre, siento que me vendría bien ahora, porque estas primeras historias, aunque escritas en su juventud, no dejan de presentar interesantes y prometedores hallazgos, características, cualidades. Identifico varias (espero que no se me olvide ninguna):

Primero que todo, a excepción de El delirio y Dos borrachos más, es natural que los cuentos ahonden en las personalidades, naturalezas, psicologías y sentimientos femeninos. Los sueños, las frustraciones, las aspiraciones y las decepciones sobre todo orden de cosas: el amor, los hombres, el trabajo, la sociedad, la existencia de la mujer en la esfera pública y privada. Con una mezcla de ternura y fiera ironía, de entusiasmo y de pesimismo, Lispector construye personajes y espacios, historias a fin de cuentas, en donde está latente y patente ese perpetuo conflicto entre lo que una mujer "debe ser" y lo que realmente quiere ser: más que sólo una amante, o una madre, o una ama de casa confinada a los límites de su hogar, entendido como algo físico o moral. Gracias a su aguda observación, y a su mejor manera de trasladar dichas observaciones en su escritura, Lispector, de manera orgánica y perfectamente coherente, elabora elegantes y sutiles gritos generacionales y feministas, desde la belleza y la inteligencia más que desde la guerra, por así decirlo. No hay ánimo beligerante; esa ironía apunta a un orden de cosas que es como un manto maldito que cubre a hombres y mujeres, aunque las segundas sean las más afectadas. No deja de ser revelador que Lispector muestre a personajes masculinos tan asfixiados y atrapados por ese "orden de cosas" como a sus protagonistas mujeres.
Lo que nos lleva a lo segundo, pues en estos cuentos vemos el profundo carácter iconoclasta y, hasta cierto punto, anárquico de Lispector: sus cuentos son un canto a la libertad, al sueño de la libertad individual en una sociedad tan anquilosante y predeterminada. Una sociedad rígida, que aprisiona y aprieta hasta hacernos explotar. No siempre se puede, a veces el flujo de la corrección es demasiado fuerte, pero los personajes de Lispector luchan, a su manera, contra el maldito orden establecido, sea el que sea: mujeres buscando liberarse del dominio masculino; personajes que quieren sacudirse las amarras de la cárcel sentimental o amorosa, o de la cárcel social o familiar, o de la cárcel profesional o existencial. Lo que buscan sus personajes es independencia, y Lispector describe perfectamente las distintas cárceles en que caemos, describe perfectamente la lucha, infructuosa o no, que emprenden para poder respirar y sentir el mundo con un poco más de esa ansiada libertad.
Tercero, y siempre relacionado a lo anterior, Lispector tiene una forma sugerente y evocadora de construir mundos internos, existenciales y psicológicos, que corren paralelos al mundo exterior, con sus propios conflictos. La lucha interna es diferente de la lucha externa, aunque se entremezclen regularmente. A través de un lenguaje no frío, pero sí distanciado, de aguda y elegante observadora, Lispector puede escribir tan naturalmente sobre una cena familiar o una escena en algún restaurante, como hablarte de sueños, escenas oníricas y surreales, adentrarte en los recovecos del alma de sus personajes. Lispector, sabiamente, y quién sabe hasta qué punto esta forma de escribir era algo calculado y pensado o meramente intuitivo (dada la juventud con que fueron escritas), tiene una prosa que escribe de la misma manera tanto las escenas realistas como las oníricas o psicológicas, gran acierto en mi opinión eso de no romantizar o intelectualizar un mundo por sobre otro, habida cuenta de que ambos planos son igualmente importantes para la vida de un individuo. Las flores que ven y huelen en sus sueños tienen tanto peso como las flores de verdad: una flor es una flor. Lo simbólico es lo figurativo. Lo complejo es sencillo y lo sencillo es complejo. Hay capas y capas de realidad, y Lispector nos da acceso a cada una de ellas.
Cuarto y final, Lispector nos dice que hay que disfrutar la vida. O mejor dicho: saber disfrutar la vida. ¿Cómo? Sus personajes intentarán iluminarnos. No siempre es sencillo y quizás de ahí, de ese problema, surjan todos los demás líos.

Entonces, brevemente:
El triunfo trata sobre el proceso de una mujer que sufre luego de una ruptura amorosa con un hombre al que idealiza e idolatra. Sin embargo, su nuevo estatus la obligará a replantearse como persona, lo que es la soledad, a cómo enfrentar la vida, y quizás termine por apreciar las cosas como están...
Obsesión, el más largo de esta primera parte, es la historia del despertar intelectual y espiritual de una mujer felizmente casada, cuya sencilla vida íntima y familiar burguesa, sin sobresaltos ni cuestionamientos existenciales, se ve alterada cuando se enamora de un solitario sujeto que lo cuestiona todo, que todo lo somete a una rabiosa y singular mirada crítico-filosófica. La protagonista, más inteligente de lo que ella misma sabe, se adentra en un oscuro camino en el que finalmente encontrará su propio sendero individual, ya que ni lo uno ni lo otro le hace sentido y a veces, simplemente, hay que emanciparse de cualquier cosa que tenga el rancio tufo a autoridad.
El delirio, con un hombre de protagonista, nos cuenta, básicamente, eso: el tipo está resfriado, con gripe quizás, y el mundo que lo rodea se mezcla con el mundo imaginativo de su mente, que puede que adquiera dimensiones más tangibles de las esperadas.
Jimmy y yo. El más divertido de todos. Con ingenua, tierna y furiosa ironía, Lispector nos cuenta el primer noviazgo de una muchacha universitaria, una experiencia tan confusa y contradictoria porque, claramente, el mundo de los hombres sigue reglas que nadie puede entender o seguir: lo que afirma el tal Jimmy solo vale si lo hace él, pero si lo hace ella, entonces la teoría está mal... No sé, mejor léanlo, es una verdadera e inteligentísima miniatura humorística.
Historia interrumpida nuevamente nos pone en la piel de una muchacha que busca la mejor manera de formalizar su relación con su novio, melancólico sujeto que también parece tener una cosmovisión pesimista que choca frontalmente con el entusiasmo juvenil de su protagonista. ¿Cómo terminará todo esto una vez la protagonista encuentre la manera de enfrentarse a su novio?
La fuga. Una mujer se arma de valor y huye de todo aquello que la sofoca. No es un camino fácil, pero es un camino inspirador. ¿Llegará al final, podrá consumar su fuga?
Rato. Una mujer debe reunirse con su marido en un restaurante. El hombre se demora, y toda clase de escenarios pasan por su mente. Tanto La fuga como Rato tienen, aparte de la encantadora construcción psicológica, un tenso in crescendo que culmina en sorpresivas escenas.
Cartas a Hermengardo. La protagonista le escribe cartas a un hombre del que está enamorada. En dichas cartas vierte su mundo interior, además de su particular visión filosófica en torno al goce de las pasiones y esas cosas. Curioso y entretenido compendio de historias y teorías, no tiene desperdicio.
Gertrudes pide un consejo. Se repiten ciertos motivos vistos en cuentos anteriores. La protagonista es una niña con profundas cuitas existenciales que acude a una de esas consejeras de revista para pedir ayuda y soluciones. Acá vemos el valor de la individualidad, cierta crítica social e ideas sobre lo que es disfrutar la vida como tal. Tiene un carácter como incompleto...
Dos borrachos más. Otra pieza francamente humorística sobre dos borrachos, diametralmente opuestos entre sí (uno parco en palabras e inteligencia, de baja estofa social, y el otro un burgués aquejado de problemas menos prácticos que imaginativos o teóricos), que tienen una hilarante conversación acodados a la barra de un restaurante.

Finalmente, la tradición de siempre: ver la tarjeta final con todos los préstamos del ejemplar pedido. Todos los cuentos debió llegar este año y soy la tercera persona que lo pide prestado. Primero alguien lo pidió en febrero, luego alguien en marzo, y ahora yo, en junio. Ojalá mas personas sigan leyendo a Clarice Lispector, gran escritora, gran cuentista. Esperemos llegar a sus novelas alguna vez.

martes, 4 de junio de 2024

Ruido, de Álvaro Bisama


Bien, el segundo libro leído de los prestados a Bibliometro es Ruido, cuarta novela de Álvaro Bisama, autor chileno que también ha incursionado en los cuentos y en los ensayos, en la crítica, en las crónicas, habiendo publicado libros de reseñas y otros más elaborados sobre importantes figuras de la literatura chilena (el poeta Pablo de Rokha y Carlos Droguett, el rabioso e insobornable Carlos Droguett). Bisama siempre me ha generado sensaciones encontradas, y eso que no lo había leído hasta ahora; el asunto es que, si bien su obra luce bastante interesante, también siento que hay cierto postureo (surgido de lo auténtico y todo lo que quieran, pero postureo al fin y al cabo, como un improbable esnobismo) en su figura, la de alguien que utiliza el frikismo por el frikismo, como si el solo hecho de escribir sobre cosas raras (ufología, cultura underground, satanismo, cruces invertidas, cine de terror serie Z...) fuera suficiente razón de calidad, o peor; escribir con indisimulado o exagerado entusiasmo al respecto con motivos menos nobles, por ejemplo valerse de lo raro para destacar. Desconfío de gente así, siempre he pensado que hay que ser ecléctico en lo que consumimos; al fin y al cabo, más que motivos críticos, para esas personas lo freak es un simple refugio y, como alguien que valora el arte por encima de todo y no la parte sentimental, tal cosa me parece patético. Uno no ve películas o lee libros para pasar penas de amor, para cerrarse en uno mismo, antes al contrario, lo hace para abrirse al mundo, lo hace para descubrir nuevas formas de arte y narración y luego compartirlo hasta con las personas más insospechadas... ¿o no?
No dejaban de ser prejuicios, dado que no había leído nada aún de su obra narrativa, pero ya hemos dado el primer paso con Ruido, y algo de eso hay, indicios no faltan...


Podría decirse que Ruido es una novela fundamentalmente conceptual, una novela que gira, valga la redundancia, en torno al ruido, a los ruidos, y que en cierta forma acaba siendo puro ruido, mucho ruido y pocas nueces. Una novela que se vale de un artificioso y plástico manto de impostado misterio (en su escritura, en su desarrollo argumental) para parecer más interesante de lo que realmente es, es decir prácticamente nada, solo chispazos aquí y allá. Ahora bien, ¿es esto un ejercicio consciente de "ruido" por parte del autor, como un meta-gesto hacia lo que quiere contar o lograr o provocar en/con estas páginas? Es que quizás no quería contar nada, quizás quería hacer como que contaba algo, quizás quería probar que podía no contar nada concreto y aún así mantener cierta atención del lector gracias a su efectista modo de escribir, como un burdo y pueril experimento. En cualquier caso, a mí me pareció una lectura insulsa, repetitiva y bastante irritante, porque ese artificioso manto lo veo como un escape cobarde de la realidad: apuntar con el dedo y luego esconderse.
Pero ya, ¿de qué trata Ruido? A fin de cuentas, trata sobre la anodina, aburrida y soporífera vida de unos cuarentones que, ya sea por una crisis de la mediana edad disfrazada de hartazgo existencial o confusión vocacional, simplemente recuerdan tiempos no mejores, pero por lo menos más interesantes y divertidos, o en el peor de los casos, no dados al aburrimiento mortal. Sin hablar claramente al respecto (es decir, sin mencionar nombres propios o ubicaciones, siempre hablando de manera indeterminada: eso, la cosa, lo otro, el tal o el cual...), apelando al conocimiento del lector, la cosa gira en torno a la aparición del vidente de Peñablanca, en Villa Alemana, aquel drogadicto que decía comunicarse con la Vírgen María en lo alto de un cerro en los años ochenta, es decir en plena dictadura militar de Pinochet. O más bien este curioso hecho sirve como telón de fondo para que el narrador hable sobre la vida en Villa Alemana (el pueblo sin nombre en el que ocurre esto, en donde viven los muchachos sin futuro ni prospectos porque la vida en ciertos pueblos es un permanente estado de nada y repetición), sobre que nada pasaba hasta que apareció el vidente, sobre la cotidianidad de un pueblo de provincia, sobre el ir creciendo en un país en dictadura-transición-democracia.
Es decir, sobre esta aparición, Bisama nos relata el auge y caída del vidente, con todas sus ramificaciones sociales y políticas en el Chile de la dictadura; nos habla un poco de la historia de ese pueblo; de paso habla sobre escritores, poetas y otros famosillos que posaron bajo las fulgurantes y efímeras luces de la notoriedad chilensis (aunque sin mencionar nombres, pero uno cacha po); y, en resumidas cuentas, habla sobre el paso del tiempo (o el no-tiempo) sobre todas esas cosas, sobre los cambios (o no-cambios) que sobrevienen en uno, en los demás, en todo. Y acá hay espacio para la nostalgia, el humor, la crítica, las reseñas sobre las cosas frikis y underground que gustaban al narrador en su juventud y mediana adultez, sazonar las cosas con teorías conspirativas y predicciones catastróficas del fin del mundo por si fuera poco... Una mezcla gratuita y arbitraria (y de nula profundidad psicológica, individual o colectiva) que, sin embargo, en lo aparente luce bien cohesionado porque se vale del misterio amplio e indomable de la memoria. La memoria, eso se me escapaba.
Acaso la memoria sea lo más importante de Ruido, la memoria en un país desmemoriado, la memoria quebrada y manipulable de un país que a veces parece un cruel espectáculo circense o de un ilusionista de pacotilla, la memoria poco confiable de los individuos, la memoria como escenario de la realidad que fue, porque la realidad no puede volver a ser y sólo tiene a la memoria y sus diferentes expresiones (Historia, artes, oralidad) para generar la ilusión de volver a ser (aunque toda representación nunca pueda ser del todo transparente, pues siempre habrá ruido en su materialidad representada, en su soporte físico). Y claro, como concepto narrativo y argumental este asunto de la memoria parece interesante y hasta prometedor, pero es que en Ruido queda como una simple y poco lograda excusa para hacerse el interesante, como un truco de magia que todos ya nos sabemos, amén de este narrador que de repente se pone a hablar incoherencias o a jugar con la veracidad y apariencia de lo rememorado, y que oooohhh, que la ficción y lo real, que oohhh, las brumas de los recuerdos y el polvo seco de la realidad, que oohhh, que el pasado es una película de mala calidad y el presente es un cine en ruinas, ooohhh...
Al final, termina siendo un ejercicio superficial que no ahonda nada en nada, ni en el horror de la cotidianidad en dictadura (qué lejos está de Mariana Enríquez en general, y de Nuestra parte de noche en particular, que construía una rotunda y palpable simbiosis de horror real-humano y horror de género: un relato de terror propiamente tal -con sus referentes incluidos- y un relato coming-of-age en los años de la dictadura argentina), ni en el horror de los relatos que se construyen oficialmente para justificar la realidad (esas cortinas de humo, ese ruido), ni en el horror de querer escapar de la realidad a través de los recuerdos o nuestras adicciones, es decir en nada socio-político ni psicológico o humano: son sólo elementos epatantes para lectores susceptibles e impresionables. 
No sé, me da que Bisama quería reírse de esos creyentes, de las personas que intentaron sacar provecho de la situación, de las personas que cayeron en ese embrujo; que quería reírse de nosotros, de los chilenos, y de nosotros, los lectores. Lo que es yo, no le vi la gracia. Y por eso digo que ese ridículo manto de misterio es un acto de cobardía, porque con eso siempre puede negar que se está burlando y riendo de todo eso.
Menos mal son como 170 páginas o algo así, me lo leí en dos noches. De puro imbécil que soy lo leería de nuevo, por si me perdí algo... Pero lo dudo, dudo de ambas suposiciones.

Por último, la tradición republicana de todo préstamo a domicilio. En esta ocasión se da para un análisis bien entretenido.
Primero que todo, se nota que los bibliotecarios han ido cambiando y sobre todo variando en sus estilos: están los que timbran en el espacio correspondiente (18/29 FEB... 08/31 AGO), están los que lo intentan al menos (01 FEB... 14 MAR), y bueno, están los que ponen el timbre en cualquier lugar, como ese que está al revés. Para una persona como yo es... mmmm, y si estuviera a cargo de alguna forma, dejaría ver mi descontento y ansiedad ante tanto desorden, pero no deja de ser un chiste, así que para qué ir tan en serio, ¿eh?
Segundo, este libro lleva más de ocho años siendo prestado, con saludable actividad entre el 2016 y el 2019, hasta que luego del retorno del 25 de marzo de 2019... ¿me quieren decir que nadie más lo ha pedido prestado hasta que llegué yo, con devolución para el inminente 10 de junio? ¿En serio este libro ha estado en la oscuridad por más de cinco años? Mmmmmmm... Sospechoso...
Por último-último, antes que yo, 24 personas han pedido prestado y (presumiblemente) leído Ruido. Yo soy el nº25. ¿Seguirá siendo leído o fui la excepción en medio de la oscuridad? Nunca lo sabremos...