"LAS GRANDES PASIONES SON ENFERMEDADES INCURABLES"
-Goethe

domingo, 30 de junio de 2024

Where the Body Was, de Brubaker & Phillips


Ok, ahora sí que vamos a empezar a subir el ritmo de publicaciones, así que atentos, amigas y amigos. Ayer comentábamos Night Fever, del tándem Brubaker/Phillips, no muy favorablemente la verdad, pero eso ya lo intuía. Luego publicaron el presente cómic, Where the Body Was, y en el año de Longlegs, el original de Brubaker lanzará, pronto, Houses of the Unholy, un thriller al estilo setentero que aproveche el tirón del miedo a las sectas satánicas que hubo en ese entonces, en esa década poblada de películas sobre el tema. Y yo digo, para qué mierda me pongo a leer cosas de Brubaker, dios mío, qué fuerzas oscuras me obligan a hacerlo...


Where the Body Was es un cómic más disfrutable y mejor logrado que Night Fever, pero hasta por ahí. Lo que salva en este caso es su múltiple gama de personajes (en contraposición a Night... protagonizada por un pelmazo simplón y su mejor amigo el sosainas por excelencia), la mayoría bastante esquemáticos pero con cierto y suficiente grado de personalidad, y la estructura no lineal que al menos se presenta como una suerte de puzle, aunque dicho puzle se resuelva por su cuenta y con piezas faltantes que aparecen por arte de magia.
Como pueden imaginar por el título, en este tranquilo vecindario ochentero (esa maldita y "nostálgica" década otra vez) aparece un cadáver, así de la nada, misterio que sirve para adentrarse en los secretos que esconde un lugar menos apacible de lo que aparenta. Barrio chico infierno grande, ya saben. Usando un recurso bien cuestionable y arbitrario, tal es hacer como si fuera un "documental" de esos true crime, los personajes en el presente van explicando, desde sus respectivas perspectivas, qué demonios ocurrió ese verano en donde apareció un cadáver en la acera. Tenemos al veterano de guerra convertido en vagabundo; el matrimonio sin pasión; el vecino solitario y misterioso (el único interesante la verdad, con los mejores momentos de una obra bastante plana e inane); la niña aventurera (que menos mal no andaba acompañada del enésimo club de perdedores de mierda); y los rebeldes delincuentes juveniles y sus someras penas de amor. Todo perfectamente calculado para ser el perfecto producto tipo. Engaños, affaires, voyeurismo, amores imposibles, drogas y rock&roll, paranoia y confabulaciones mortales, ya conocen el mix. Todo en un entorno que ni de lejos revive el "amor" por los ochenta que Brubaker intenta profesar. No hay construcción de época, apenas hay construcción de personajes y, como he dicho, la construcción dramática es una seguidilla de clichés que, en el fondo, te hace el trabajo de escribir una historia sin el menor esfuerzo porque sigue cada etapa del manual. Y siempre es el puto 1984, ¿es que acaso no pasaba nada el año 1981, o 1988, o 1983 o 1985? ¿Qué diferencia hace si pudo haber sido en los setenta o sesenta y era la misma mierda de historia y personajes? Y como decía, la estructura narrativa le sirve a Brubaker para disimular los agujeros de guión, que hace y deshace a voluntad y sin mayor coherencia que el "porque se me ocurrió", inventando cosas a conveniencia y a la fuerza para que todo encaje a su parecer. No es un narrador de esos que dejan a sus personajes, a sus historias, respirar y desarrollarse libremente. Debe ser una mierda ser un personaje creado por Brubaker.
O sea, como ven, Where the Body Was es una lectura que puede pasar bien si es que la leen y nada más, pero si nos ponemos a analizarla, no hay por dónde salvarla. Otro ejercicio pomposo de un Brubaker carente de ideas, aunque hace años ya que le conocemos los trucos. El trabajo de los Phillips (padre en los dibujos, hijo en los colores) muy bueno eso sí. Si trabajaran con un mejor escritor...


Night Fever, de Brubaker & Phillips


Pues bien, estaba pensando qué sería del bueno de Ed Brubaker, aquel escritor de cómics que no me gusta nada (a pesar de sus honrosas excepciones), principalmente por ser un tipo carente de originalidad, ingenio, inventiva narrativa y dramática, complejidad y profundidad, además de sobrarle labia inútil y pomposidad, pretenciosidad, incluso pedantería. El rey de los lugares comunes e ideas fijas. Y como decía, estaba pensando en qué andaría, con qué cosas estaría vendiendo humo; y vaya que ha estado activo últimamente, al menos en lo que respecta a trabajos no pertenecientes a grandes factorías. Prolífico, poco prolijo. Cantidad no es calidad.

Como es usual, hay que destacar de entrada el trabajo de Sean Phillips en los dibujos, realmente bueno y que además logra generar cierta atmósfera, ese toque como onírico y singular que la premisa argumental sugiere. Eso es lo genial de Phillips: su calidad a prueba de balas; un artista capaz de adaptarse a las características del relato logradamente sin perder su toque personal. Sin poder entrar en detalles técnicos que no me competen (estaría yo vendiendo humos si me pongo a analizar el dibujo como tal, los trazos y esas cosas), Night Fever destaca por el detalle de sus paneles y, como decía, por esa atmósfera nocturna y como de ensueño, muy elegante pero preciso. Sumen a ello la intensidad de los colores del hijo de Phillips, perfecto complemento al trabajo de su padre.

Night Fever, en cuanto a historia, relato, argumento, parte de la trillada premisa del hombre común y corriente al que, por razones fortuitas, le cae en bandeja la posibilidad de escapar un poco de su realidad, de su forma de ser tan simple y aburrida, tan frustrada y superflua. El protagonista trabaja en una editorial revisando textos y haciendo tratos, por lo que viaja a París a una feria del libro, haciendo lo mismo de siempre. Como lo afecta el insomnio (y fuma mucho, y reflexiona con frases para el bronce sobre el impulso de vivir y las decisiones vitales, el pasado y presente), decide dar un paseo bajo los techos de París, y un impulso lo lleva a un submundo al que normalmente no tendría acceso un simple padre de familia como él. Lo que comienza siendo un sueño y una forma de conectar con lo que él considera su verdadero yo (el muchacho soñador e impetuoso que alguna vez fue antes de acomodarse), poco a poco cae por su propio peso en los graves contornos de la simple y decepcionante realidad, claro que no será un asunto del cual escapar fácilmente. Todo muy previsible, siguiendo una estela bien calculada y adivinada. La magia de lo prohibido, la seducción de lo clandestino. Al final Brubaker cae en sus típicos conservadurismos y su cobardía habitual, con personajes planos que hacen lo que se espera de ellos, manteniendo el status quo pero más convencido que nunca. Vaya tipo más domesticado es este Brubaker, con sus golpes de efecto y trucos psicológicos de manual.

Night Fever es otro trabajo absolutamente olvidable, intrascendente y banal, que aunque sea de lo más cliché, en manos más rabiosas y arriesgadas podría haber arrojado algo, cuanto menos, decente y disfrutable. Secretamente Brubaker debe estar feliz en este mundo tan loco y podrido en el que vivimos, encerrado en su burbuja de conformismo. Vaya cómic más inane, y me detengo acá porque si no seguiré gritándole a las nubes...

jueves, 27 de junio de 2024

Todos los cuentos, de Clarice Lispector (y IV)


Vamos a ir apurando un poco esto porque, en primer lugar, no puedo estar semanas hablando de un sólo libro (aunque sea la recopilación de toda una obra cuentística), y en segundo lugar y más importante, se nos van a ir acumulando los materiales de los posts, y no quiero que eso suceda, claro que no. Así que hoy vamos a darle fin a Todos los cuentos de Clarice Lispector de una vez por todas, estos cuentos tan conflictivos para mí.


Todos los cuentos que quedan fueron publicados (y presumiblemente escritos, si bien Lispector tiende a reciclar o remodelar ideas, conceptos, historias o personajes) ya en la década de los setenta, a la postre la última década en la que la escritora viviría hasta que un cáncer de ovario se la llevara tempranamente el año 1977. Y las fechas son importantes, porque se aprecian muchas cosas en la escritura de Felicidad clandestina y Dónde estuviste de noche. Yo no soy experto en la vida de Lispector y muchas cosas de su biografía se me escapan, pero ciertas notas y comentarios críticos y de los editores de esta recopilación indican que, por diversos problemas de la vida (de salud, por ejemplo, entre otros), la escritora había decaído en una visión de vida más pesimista o huraña, casi nihilista, lo cual, partiendo de esa personalidad anárquica, iconoclasta, contenidamente rabiosa y profundamente dicotómica (la individualidad versus el rol social como persona, como mujer) que intuíamos en sus primeros cuentos escritos en los cuarenta, claramente encontraría un potente acento en sus obras, que además de ser más breves, veremos que tienden a ser más tempestuosas, violentas, directas, tórridas y completamente desprejuiciadas. Que Lispector se dé a sí misma voz a través de sus personajes no es de extrañar, y varios personajes claman que la literatura no importa para nada, que los escritos son meras anécdotas y que su interés radica en escribir sobre lo que acontece en la realidad más cruda, para desagrado de sus críticos más intransigentes y lacerantes.

Dicho esto, y como ya no recuerdo con exactitud lo que sucede en todos los títulos, sí puedo afirmar que los cuentos de Felicidad clandestina aún no se inclinan hacia la vertiente más feroz y nihilista de sus últimos escritos; aún hay un tono ingenuo en estas historias, como si Lispector se resistiera a lanzarse por completo al desencanto y la rabia incendiaria; un tono ingenuo y juguetón que se combina la mar de bien con las atmósferas propias de cada cuento, algunas más sugestivas y oníricas, otras más costumbristas y "realistas", otras más descriptivas y otras más evocativas o introspectivas. El primero, que da nombre al conjunto es sobre una niña, amante de la lectura, que sufre las burlas de una niña rica que tiene todos los libros que la protagonista desea, pero que no se los presta y la hace sufrir de imaginativas formas. Cuando por fin puede acceder a sus lecturas, la invade una felicidad que considera prudente esconder, nuevamente el conflicto entre el goce desprendido o el pudor del "comportamiento en sociedad decente". Similar cosa ocurre en Restos del carnaval, sobre una niña que ansía con todas sus fuerzas asistir al carnaval de su ciudad, si bien hay un abismo de diferencia entre las expectativas que nos formamos y las circunstancias que rodean los hechos una vez ocurren: la magia existe pero no es fácil de invocar o, para tales efectos, sostener en la palma de la mano. Los tres cuentos que siguen son entretenidos e ingeniosos juegos sobre niños filosofando inocentemente, una mujer enojada con Dios y las pruebas que pone en su camino, y robos y ladrones que se exculpan de todas las maneras. La criada, desde una perspectiva externa, analiza el misterio que supone la personalidad de una criada, de buenas a primeras una persona simple pero que, interiormente, puede ser más compleja de lo que aparenta. Los demás, como ven de dos o tres páginas de extensión, van en la misma dirección y dejan con buen sabor de boca, sin impresiones muy sombrías o ambiguas.

Algo similar con la mayoría de los cuentos de Dónde estuviste de noche, que desde Manifiesto de la ciudad hasta Vida al natural también va sobre personajes interesantes o singulares, momentos incandescentes, momentos únicos, pensamientos, descripciones, reflexiones... Oscilando entre un estilo relativamente coloquial, cuasi hablado al natural, y esas construcciones algo más elegantes y complejas en su composición, sin caer en el exceso de hermetismo y trucos recursivos que hacían un suplicio la lectura de cuentos anteriores. Debo comentar un par que me gustaron o llamaron la atención de alguna forma: Tanta mansedumbre es sobre una mujer que se sorprende de sentir tanta calma; y en Tempestad de almas Lispector básicamente admite que le gusta escribir lo primero que se le venga a la mente y dejarlo así, un poco en sintonía con su carácter desafiante y de buscar la belleza en lo extraño, en el caos (claro que para el lector la cosa se hace menos amable, menos legible). Los cinco primeros son más largos pero, en general, sumamente interesantes y logrados. En busca de una dignidad es como un relato kafkiano, como de pesadilla, en una ciudad laberíntica e ilógica a través de cuyas brumas arquitectónicas la protagonista se mueve no muy convencida, no muy segura, preguntándose por el sentido de sus actos, de sí misma, cuando lo cierto es que al parecer le complica el hecho de que aún pueda calentarse... La partida del tren es un entrañable cuento sobre dos pasajeras de un viaje en tren que reflexionan sobre los motivos de sus respectivos viajes mientras entablan conversación. Seco estudio de caballos es uno de esos típicos devaneos de Lispector que comienza casi como un informe común y corriente y termina casi como si de una leyenda o algo sobrenatural se tratara, entre medio multitud de frases y aforismos apreciando a los caballos, la belleza, lo místico, en fin... Dónde estuviste de noche, curiosamente, es un cuento bien místico, misterioso, surreal, onírico, pero está escrito como relato, la cosa se entiende y de hecho es la mar de interesante: un grupo de personas están de noche en lo que parece ser un rito de alguna religión tribal, con sus deidades crueles y sangrientas (estoy seguro que Mariana Enriquez ha leído este cuentazo), cada cual dejando sus impresiones y todo eso, mientras éste se desarrolla en el misterio de la noche, hasta que se hace de día y la gente vuelve a sus realidades mundanas, como si hubiera sido un sueño... ¿Lo fue? Informe de la cosa es un ejercicio de anti-literatura... dejémoslo ahí.


Muy bien, ya para ir terminando. En El Viacrucis del cuerpo es donde encontramos a la Clarice Lispector más desencantada, desafiante, rabiosa a la vez que resignada, nihilista, cuentos que son como puñetazos al estómago, escupos al rostro de los solemnes, patadas en las bolas, cuentos que por lo demás, según la misma autora, fueron escritos en máximo una semana, amén de esta energía más bien visceral, incendiaria, contestataria... Como mezclando el ímpetu e idealismo juvenil con la amarga y descascarante experiencia de los años. En estos cuentos se habla de sexo sin tapujos, de personas que reniegan de Dios, de la religión, que abrazan la soledad, el individualismo, Lispector despotricando contra el valor de su arte y de su literatura, completamente desinteresada en la recepción que pueda tener, simplemente volcando en el papel esa masa palpitante que hierve por dentro. Como si estuviera cuestionando todo lo que antes significaba algo para ella, como una tardía pero nunca innecesaria rebeldía. Es mejor no reseñar nada y dejar que ustedes se sorprendan por sí mismos.

Por último: Brasilia, escrito en dos tiempos, primero en los sesenta y luego en los setenta. Es como una crónica, la crónica que Clarice Lispector hizo de cada visita a esta ciudad de diseño, una ciudad hecha a medida. No es una crónica normal, es otro torrente de idas de olla (o ideas... ideas de olla) que te habla de los habitantes, la arquitectura, a la vez que ininteligibles tramas subyacentes que, en fin, parecen querer rizar el rizo porque sí. La mirada mordaz y aguda de Lispector encontraría perfecta expresión en una crónica normal.
La bella y la bestia es un entretenido y bastante consciente cuento sobre la esposa de un acaudalado banquero cuya vida se complica al tener que darle limosna a un vagabundo mutilado. Aunque no está presente de manera muy directa o explícita en su obra, este cuento parece girar sobre las diferencias de clase y cómo dichas circunstancias afectan la mirada sobre la realidad. Eso, y que es un estudio de personajes bien irónico e inteligente. Muy recomendable.
Un día menos. Una treintañera solterona se queda sin su criada por unos días y veremos cómo se las apaña para vivir por su cuenta. También, muy interesante, entretenido y escrito con claridad y bastante mala leche, pero también compasión.

Y eso, hemos llegado al final de esta recopilación. Una tarea ardua, no les voy a mentir. Quise desistir en algunos cuentos, me molesta cuando no puedo imaginar lo que se narra, y pasaba continuamente, tantos cuentos que son como el aire hablándole al aire. Con todo, una lectura valiosa en tanto Lispector es una autora muy singular y dueña de una mirada propia, conflictiva como su escritura, pero de múltiples recursos y hallazgos, elegante pero con sentido del humor, observadora e imaginativa. Puede que sus cuentos no me hayan dejado mucha huella, quizás me lancé a lo bestia, no sé, con otros cuentos completos no me pasa, primera vez ahora. Dudo que le dé otra oportunidad a este volumen, no suelo repetirme las cosas (las pelis, los libros: siempre hay nuevas historias por descubrir y degustar), pero en algún punto creo que merecerá el intento, quizás la vida me dé lo que ahora (quizás) me haya faltado.
Anímense.

martes, 25 de junio de 2024

Todos los cuentos, de Clarice Lispector (III)

 

Ok, tercera entrega de los cuentos de Clarice Lispector. No les voy a mentir, el cansancio ya comienza a apoderarse de mí, y eso que hay cuentos bastante buenos, pero no lo sé, hay algo que no termina de engancharme con estas historias. Debe ser... bueno, ya hablaremos de eso.

Es curioso, sacando cuentas, me gustaron bastante de los cuentos que se ven indicados en la fotito. Pero es que Lispector parece que se halla en una dicotomía bien grande: escribir cuentos en un estilo más ameno (pero no por ello simple o simplón), legible en su contenido, o lanzarse en una escritura innecesariamente sinuosa, hermética (en  todo su amplio sentido), etérea, demasiado inconcreta y amorfa para su propio bien. Si no puedo imaginarme lo que acontece, si no puedo figurarme la reflexiones, ¿entonces qué demonios estoy haciendo leyendo esto? Esta dicotomía ya quedaba patente en Lazos de familia, pero en esta sección Legión extranjera + Fondo de cajón el asunto se intensifica, dando como resultado un estilo que devora, negativamente, lo que, supuestamente, pretende transmitir. Tomemos por ejemplo El huevo y las gallinas. La mayor parte de ese cuento no es más que un conjunto de frases y aforismos ilógicos que, ya por el final, luego de un extenuante mar de palabras sin ton ni son, parece llegar a algo sustancial: que la vida está predeterminada en su totalidad y que incluso las reflexiones y crisis existenciales son parte del gran diseño de la obediente vida, lo cual es bastante interesante, pero ¿para qué ese farragoso continuum de sinsentidos previos? Todo Fondo de cajón es lo mismo: La pecadora quemada y los ángeles armoniosos es una obra de teatro sobre una mujer infiel y el circo que hacen por juicio para castigarla, todo con esa imaginería religiosa de Lispector, que con un estilo nuevamente excesivo pareciera querer disfrazar lo simple del conjunto, argumental y sustancialmente, como si por usar palabras altisonantes y grandilocuentes el contenido fuera más inteligente e interesante. Según el libro, Mineirito es una obra periodística, pero está incluido porque el estilo lo acerca a sus cuentos, y yo pensaba, ¿cómo demonios se escribe así una obra periodística?, no sólo por ser tan subjetiva (defender a un criminal) sino que también porque nadie va a entender las razones, planteadas y escritas como si estuviera hablando de asunto esotéricos en lugar de las fechorías de un monstruito. Los otros dos cuentos de Fondo de cajón van por las mismas: como si en vez de escribir algo pulido y concreto la autora quisiera abrazar ese carácter de borrador, azaroso e ininteligible (como ya intuía en mis sospechas de Devaneos... en Lazos de familia), para más inri escrito como si se mordiera la cola, cansinamente recursivo... El mensaje, Los obedientes y Repartición de los panes caen en lo mismo: convertir algo peregrino (como una reunión de amigos en Repartición...) o algo especial (una amistad en El mensaje) en una experiencia cuasi religiosa, y para qué, si termina sepultando con el cómo el aparente valor de lo que cuenta, pues eran cuentos que comenzaban bastante bien la verdad.

Es una lástima porque los demás cuentos son un verdadero gusto de lectura. Están los más cortos, bien efectivos y entretenidos (Monos: sobre tener macacos de mascota; Tentación: sobre una niña pelirroja y un perro que están destinados a estar juntos; La solución: sobre dos amigas aparentemente distintas entre sí cuya amistad llega a un tenso punto cúlmine; La quinta historia: sobre cómo contar algo simple cinco veces, un delicioso juego de perspectivas e imaginación; Una amistad sincera: sobre dos amigos que son tan buenos amigos que no pueden estar juntos), que cuentan lo que quieren contar sin prescindir de inteligentes metáforas y ese estilo naturalmente elegante y sobrio de Lispector cuando no le da por enredarse en esa escritura fantasmagórica. Y están los más largos (Los desastres de Sofia: sobre una niña enamorada de su profesor; Viaje a Petrópolis: sobre una ancianita que es una molestia para un par de familias; Evolución de una miopía: sobre un muchacho que va a pasar un día al cuidado de su prima, y sus preparaciones para que todo vaya bien; La legión extranjera: sobre una mujer y su singular relación con la engreída hija de unos engreídos vecinos) que tienen lo mejor de la escritura de Lispector: una buena construcción de personajes, de construcciones interiores y cotidianas, retratando conflictos personales que van desde la ensoñación versus la cruel realidad, hasta los conflictos que surgen en el día a día por los más diversos motivos: la mezquindad de las personas, la dureza del medio en que vivimos, etc.

Es curioso porque los cuento que me gustaron exceden en número a los que no, pero la lectura de esos cuentos es tan agotadora y frustrante que, no lo sé, hacen de las buenas lecturas algo anecdótico y menor: es mayor el agotamiento que la fluidez de los buenos cuentos. Esta sección fue publicada a mediados de los '60, y como Lazos de familia fue publicado a fines de los cincuenta/principios de los sesenta, yo creo que por ahí va esa ambivalencia, esa dicotomía en la escritura de Lispector, como ella estuviera en conflicto con su literatura y no le bastara con algo más terrenal pero sofisticado. Eso comenzaría a cambiar, más o menos, con los cuentos por venir...

domingo, 23 de junio de 2024

BEHOLDER

Uno de los juegos con los que me topé navegando por el catálogo de Steam es Beholder, primera entrega de toda una saga que incluye una segunda y tercera continuación, además de un spin-off que prontamente será lanzado. Yo, que soy dado a los juegos sin muchas estridencias y que centran su jugabilidad en aspectos más allá de las formalidades o gráficas, me vi atraído por esta propuesta que parece descansar altamente en las elecciones/decisiones del jugador, que es algo tan fascinante y estimulante como estresante, pero en un modo agradable supongo. Como sea, allá vamos, porque obviamente aproveché una oferta que incluía todo a un ridículo precio de ganga.


Si jugaron Papers, please y This War of Mine entonces verán que Beholder, aún siendo un producto con personalidad propia, recoge inspiración en las jugabilidades y temáticas y mecánicas de ambos títulos. De Papers, please (al que brinda directa alusión y homenaje con una misión titulada de esa forma y un personaje que, básicamente, es el protagonista de aquel videojuego... bueno, uno entiende la referencia, claro) tenemos el escenario y la temática: vivimos en un país totalitario, de reminiscencias soviéticas, cuyo régimen se basa duramente en la vigilancia, la delación, la disminución de las libertades individuales y colectivas, etc., siendo nosotros, los protagonistas, un engranaje más de esa vil burocracia sin alma. Nuestro personaje es Carl Stein, administrador de un edificio cuya misión es sencilla: vigilar a los inquilinos e informar de cualquier irregularidad. Si hacemos mal nuestro trabajo, nos dan de baja. Pero, tal como en el juego de Lucas Pope, acá las cosas no serán sencillas y prontamente veremos que, entre las tareas comandadas por el Ministerio del Orden y los favores que nos piden los inquilinos y otros personajes, no hay mucha armonía que digamos, y seremos obligados a tomar decisiones de índole moral y ética que, dependiendo de lo uno o lo otro, cambiarán el curso de las vidas en juego e, incluso, de toda una nación. Será nuestro deber aprendernos las normas y directivas del régimen, estar atentos a posibles faltas, todo dependiendo de si queremos ser un ser humano o un robot al servicio de la maquinaria antidemocrática y propagandística. De This War of Mine, el cual no he jugado y por tanto ignoro si tiene homenajes o referencias (probablemente), puedo afirmar que recoge el escenario propiamente tal del juego: como ven en las capturas, el edificio con sus distintos pisos y apartamentos, el sótano, la calle, los interiores; y todas las herramientas que tenemos disponibles para nuestra labor: cámaras, principalmente, sin las cuales no podemos ver lo que sucede dentro de los apartamentos, y dinero y prestigio/influencia, como se sabe una moneda a veces más poderosa que el billete. También hay otros objetos que podemos revender en el mercado negro, y así. Le mecánica de juego de Beholder ofrece múltiples posibilidades tanto en lo narrativo/argumental como en la jugabilidad propiamente tal, pues podemos llegar a mismos resultados de modos distintos, o, créanlo o no, el mismo modo puede arrojar un resultado diferente dependiendo de otros factores: uno tiene bastante libertad para moverse de la manera que estime más conviene, a medio camino entre un mini sandbox y un scripted sequence game. Considero banal detallar todas las mecánicas y dinámicas de juego, la gracia es, mediante el ensayo y error (aunque sea doloroso en ocasiones constatar que nuestras decisiones o modus operandi conducen a desenlaces fatales), ir aprendiendo esto o aquello, sacarle ventaja a tal aspecto o mejor cuidarse del doble filo de otro. Por sobre todo, ¿qué está en juego? Nuestra familia: Carl Stein llega con su mujer, su hijo y su hija. Cualquier cosa podría pasarles y nosotros no queremos que sea nada malo, pero a qué costo.

Beholder, antes de lanzar su segunda parte, lanzó un DLC igual de bueno y desafiante que el juego principal. Este DLC se titula Blissful Sleep y, para usar referencias recientes, es lo que Furiosa es a Fury Road, es decir, narra precisa y justamente lo que sucedió antes y el final encaja inmediatamente con el inicio del otro. Porque en la introducción de Beholder vemos la llegada de Carl Stein con su familia a este edificio, justo en el momento en que la policía está desalojando violentamente a su predecesor: Hector Medina (curioso nombre, ¿no?), nuestro protagonista en este DLC. Con un arco temporal algo más acotado, veremos qué demonios sucedió para que acabara de esa forma... o puede que de otra. El contexto es el siguiente, en todo caso: el Líder de este gobierno autoritario saca una ley de eutanasia a todos los ciudadanos que cumplan 85 años. Hector, que en realidad tiene 65, recibe un plazo de dos semanas para arreglar sus asuntos e ir al centro de eutanasia, porque según los papeles del gobierno acaba de cumplir 85, y nadie va a admitir el error. Entonces, ¿no tenemos salida? En ese lapso dado tendremos que idear una forma de corregir la situación, mientras vamos cumpliendo nuestra ingrata labor y a la vez ayudando a los inquilinos, quienes en agradecimiento podrían echar una manito de vuelta, ¿no? Bueno, eso va dependiendo de cada jugador. Obediencia o rebelión, qué será, ¿ah? Este DLC añade dificultad en tanto encontramos niños, quienes, como saben, siempre andan dando vueltas y no te dejan mucho tiempo para inmiscuirte en los apartamentos a husmear y buscar cosas o instalar cámaras. Por lo demás, como si el peso de las elecciones morales y éticas no fuera suficiente, al ser una precuela arroja una nueva perspectiva a los personajes que vimos en el juego principal y cuyas acciones en ése adquieren nuevos significados; lo digo porque en Beholder hay un inquilino que fabrica y vende drogas, y de inmediato queda como villano para nosotros, alguien a quien es fácil acusar y mandar a la cárcel si queremos, pero en este DLC vemos que no siempre fue así, vemo las razones de su decadencia y la verdad es que me pareció bastante desolador el efecto. Notable y meritorio de parte de los desarrolladores, pero desolador al fin y al cabo. Y de eso se trata, a fin de cuentas.

Para ir cerrando, Beholder y su DLC son juegos de considerable duración (tomando en cuenta su escala); la jugabilidad es bastante sencilla y directa pero a la vez compleja y desafiante; hay una gran construcción de personajes y de mundo, es decir una gran inmersión narrativa que además se potencia con esta atmósfera como de urgencia y peligro (peligro por no poder cumplir, peligro de que te pillen husmeando, peligro de todo en general: el escenario de este juego es pesimista, sombrío, como sin esperanzas, triste incluso), como de un peso que se cierne sobre nosotros implacablemente; y la verdad es que el mecanismo de las decisiones y de ir conociendo personajes en profundidad lleva un mensaje que queda vibrando y resonando: el valor de la individualidad y de la humanidad como fuentes de luz y esperanza. Y si son medios maniáticos y perfeccionistas, Beholder será un juego completamente adictivo, como un reto personal y constante.

A mí me sorprendió gratamente. Pedía algo bueno y jugable, obviamente, pero no esperaba algo tan bien hecho y que me hiciera sentir tan implicado moral y emocionalmente. Agradecido, mano.

viernes, 21 de junio de 2024

Todos los cuentos, de Clarice Lispector (II)


Entonces, ya leídos y devueltos los tres ejemplares pedidos a Bibliometro (y pedidos prestados otros cuantos más, je, je), seguimos con la lectura de los libros pedidos a la Biblioteca Nacional, en concreto seguimos con los cuentos de Clarice Lispector. Esta vez hablaremos de otra sección más, seremos breves (creo).


Lo que en primer lugar salta a la vista es que Lispector tiene un poco más de experiencia en esto de escribir, en esto de la literatura, y eso significa que el vital y expansivo entusiasmo visto en sus primeros cuentos, en esa escritura como jovial y desprejuiciada (y por lo mismo muy honesta, o auténtica), está algo más depurado o contenido en los cuentos recopilados en Lazos de familia, que fue publicado casi a fines de los '50 (los primeros fueron escritos y publicados en los primeros años de los '40), si bien varios de ellos habían visto la luz en revistas literarias un lustro antes. Esa energía literaria juvenil ha trocado en un estilo más consciente y estudiado de sus mecanismos y/o recursos, si bien los temas y las preocupaciones siguen presentes.
Desde luego, el interés de Lispector por retratar, explorar y describir el mundo femenino, la perspectiva interna y la cotidianidad externa, sigue siendo un tema capital. Este a su vez se mezcla, porque no podía ser de otra manera (es imposible que vayan separados: son consustanciales), con el carácter y el impulso iconoclasta y anárquico de la autora, que no sólo es meramente social o económico, también lo es filosóficamente, existencialmente, hasta espiritualmente. Lispector, iremos viendo, se pone cada vez más esotérica, lo que no le viene muy bien creo, pero ya llegaremos a eso en próximas entradas. De momento, estos cuentos son bastante legibles y, por lo demás, bastante buenos.

Devaneos y embriaguez de una muchacha, Amor, Imitación de una rosa, Preciosidad y El búfalo son como variaciones de sus primeros cuentos ejecutados con una pretendida mayor sofisticación formal. Con esa prosa aún elegante, sobria pero evocadora, sugestiva y algo onírica (como si la realidad fuese un sueño), las protagonistas de estos cinco cuentos son mujeres en manifiesto conflicto interno y con la realidad, intentando buscar un equilibrio entre su bienestar emocional y psicológico y todo cuanto las rodea, todo eso que es tan caótico y asqueroso y brutal, tan poco amable, tan impuesto. Que si hay que cumplir con el rol que dice la sociedad como madre y mujer, que si hay que comportarse de tal manera, que la vida es algo sencillo y bonito y que no puede ser más voluptuosa y placentera, etc... Algunos parecen ser tornados hechos en vasos de agua, para qué voy a mentir, pero no dejan de ser cuentos interesantes, por la conflictiva cosmovisión interna que vierte la autora, como por los motivos argumentales, en donde cualquier cosa puede suceder y uno, con real interés, quiere saber cómo resultarán los hechos.
El primero de los listados, como indica su título, narra en primera persona todas las cosas, a veces incoherentes y sin continuidad aparente, de una mujer borracha, que se lamenta de muchas cosas y que habla de esto y aquello como si nada. Me recuerda a una amiga que tenía que caía en el mismo trance ilógico y ridículo cuando bebía de más. En este cuento me surgió una teoría que iría confirmando a medida que iba leyendo más cuentos: esa sospecha fundada de que algunos no son más que una tormenta de ideas sin mucha revisión, engarzados sin ton ni son, pero que quedan así justificados por la premisa del cuento. Total, estando borrachos... El segundo, Amor, es sobre una mujer que lleva una vida equilibrada y plena como ama de casa, de verdad, pero que al volver de comprar comida, al ver a un ciego masticando chicle, toda su vida se pone patas arriba: se debate entre ese equilibrio alcanzado, en esa agradecida mansedumbre vital como piadosa protectora de los débiles, o en disfrutar la vida por y para ella, lanzarse a ese infierno de placentera soledad. Imitación de una rosa es un cuento que me gustó, algo más directo al grano pero que versa sobre lo mismo: una mujer, ahora "sana", tachada de muy nerviosa y ansiosa por su marido y amigos, que para lucir orgullosa su recuperación debe prepararse para salir con su marido y amigos, aunque en el proceso, su mente irá cayendo de nuevo en ese "problema", que según yo no es otro que el problema de disfrutar la belleza de las cosas, del mundo, y cómo la contemplación de esa belleza es una actividad irreconciliable con la vida en sociedad. Preciosidad es sobre una niña que lleva una vida bien disciplinada y que no le gusta que la miren, porque al mirarla ella se verá reflejada en los ojos y verá su belleza/fealdad y esas cosas. Es otro caso de una protagonista con una lucha interna de proporciones siderales, aunque no deja de tener sentido y las reflexiones de la muchacha son bastante interesantes. Curiosa ambivalencia la de este cuento. El búfalo es sobre una despechada que va al zoológico a descargar su odio, va buscando odio para castigarse por ese amor no correspondido. No es la gran cosa pero tiene su aquel.

Los demás cuentos varían en temática y escritura, ya menos vanamente "místicos" en su estilo, incluso bien irónicos e imaginativos, algunos bastante económicos en medios y palabras, como si Lispector quisiera sacar a su Borges interior, para narrar lo importante, lo medular, y no regodearse en palabras vanas y vacuas. Aunque, en el fondo, tratan los mismos aspectos (preocupaciones sociales, personales, filosóficas), pero de una forma más amable y cotidiana, lo cual se agradece. Algunos son un verdadero placer de lectura. En orden (descontando los otros, y comentando los que valen la pena):

Una gallina es sobre una gallina que escapa a su destino de ser comida, aunque mucha cuenta no se da de esa nueva libertad. Para mí es como una parábola sobre las personas, sobre lo fatal y caprichoso del destino y lo elusivo e ingrato del concepto de libertad. Puede que a la autora también le gusten las gallinas, criaturas que aparecen en varios otros cuentos.
Feliz cumpleaños. La anciana matriarca de una amplia familia cumple años. Sólo diré que es como una sátira social, bien graciosa, sobre lo falso e impostado que pueden ser estas ceremonias, lo falso e impostado que pueden ser los lazos familiares, como un vil compromiso que pocos están preparados para cumplir. Ahora bien, conociendo a Lispector, ¿que es peor para ella?: ¿esa imposición social de la "familia", como una terrible condena del destino, o que haya personas que no puedan cumplir honesta y genuinamente con esa labor que nos da Dios?
La mujer más pequeña del mundo. Deliciosa miniatura sobre el hallazgo de una aborigen africana muy pequeña, y las distintas reacciones que genera este descubrimiento.
Los lazos de familia. También, otro delicioso cuento sobre un día en la vida de un joven matrimonio y su hijo. Lo que hay oculto, lo que se hace por encima. 
Misterio en Sao Cristovao. Seductor y sugerente cuento sobre lo que sucede una noche, algo muy real pero extrañamente mágico.
El crimen del profesor de matemáticas. Sobre un profesor que abandona a un perro y se lamenta mucho por eso. Es un buen cuento pero que igual tiene eso de hacer un tornado en un vaso de agua, de personajes que se lamentan hasta el hartazgo por cosas que sólo ellos ven mientras el mundo a su alrededor sigue girando sin problemas.

La cosa se irá complicando en cuentos posteriores, pero ya estamos metidos en esto, así que a darle...

Y bueno, ¿no que sería breve? Las pelotas...

martes, 18 de junio de 2024

HOTLINE MIAMI & HOTLINE MIAMI: WRONG NUMBER

El otro día hablando de The Hong Kong Massacre sacamos a colación la clara influencia de Hotline Miami, y pues bien, siempre ha sido un juego sensacional, lo tenía pirateado, pero ahora con Steam lo obtuve por una módica suma (los descuentos que a veces dan son para chuparse los dedos), y por ahora me refiero a un par de meses. Mi pequeño hartazgo de PUBG me ha hecho, finalmente, ir probando todos los otros videojuegos que he ido comprando (y si uno los pilla con sorprendentes descuentos, pagando con cierta tarjeta digital se obtiene un cashback que hace de la adquisición algo aún más conveniente). Y le llegó el turno a Hotline Miami, un divertimento de tomo y lomo que, sin embargo, tiene múltiples características que elevan su calidad por sobre el resto, y que por lo mismo le merecieron grandes elogios y clamor popular allá por el 2012, cuando fue publicado sin grandes expectativas y acabó sorprendiendo a propios y extraños. Lo que se dice, un juego de culto.

De Hotline Miami tenemos un planteamiento muy sencillo, cruda y orgullosamente arcade: desde una cámara cenital, ir acabando con la vida de todos los enemigos que encuentres a disposición, por lo general de las maneras más brutales: con armas blancas y armas de fuego, y bueno, tus puños desnudos y sedientos de sangre también sirven. ¿Cómo se le insufla calidad sobresaliente a dicho planteamiento? Bueno, primero que todo, gracias a un argumento que, sin caer en enredos ni pretensiones vagas, poco a poco va descubriendo capas de complejidad dramática, en tanto lo que comienza siendo una suerte de ciego cumplimiento del "deber" (el protagonista, Jacket, recibe llamadas telefónicas que le indican dónde debe ir y qué hacer: matarlos a todos) se revela como una amplia telaraña de oscuros intereses en la cual nuestro protagonista no es más que uno de los bichos atrapados. De esta forma, podemos decir que la trama avanza por dos caminos: por un lado, el revenge-thriller-psicológico del protagonista, cuya percepción de la realidad cada vez se vuelve más incierta y lucha por mantener su sanidad mental a flote (visiones lynchianas incluidas) mientras decide llevar hasta las últimas sus matanzas a fin de vengar los vejámenes que sufre su rescatada novia; por el otro, a través de otro personaje jugable que aparece luego de que terminamos la trama principal del protagonista (el verdadero cánon), nos enteramos del porqué de las llamadas y quién está detrás, ya que este otro personaje no quiere seguir instrucciones y prefiere llegar al fondo del asunto. De esta forma, entre matanza y matanza, vamos conociendo llamativos personajes e historias (atención al amigo del protagonista), todo aderezado con una atmósfera muy malsana y, como dije, lynchiana, simbólica, surreal, hasta fatalista y nihilista, que no hace sino acrecentarse: a fin de cuentas la violencia es un sinsentido animal y los humanos, animales disfrazados de entes civilizados.

Lo demás es pura dulce jugabilidad y aspectos técnicos: una machacona y adictiva banda sonora que en sí misma es un prodigio de recolección; un diseño de niveles dinámico e imaginativo que no se repite y que ofrece sus buenos 20 niveles jugables; elementos escondidos y desbloqueables más allá de lo que obviamente tenemos que hacer, que ofrecen una re-jugabilidad siempre agradecida (yo quiero completar cada nivel con cada máscara; deséenme buena suerte)(además de los logros que el mismo Steam propone); muchas maneras de jugar y matar, ya sea sin balas, con balas, con tus manos, a lo bestia, con sigilo, con ésta máscara o aquélla, en resumidas cuentas un buen abánico de posibilidades para afrontar el reto de matar a mucha gente; y claro, esa altamente estilizada estética ochentera y narrativa inspirada en Drive, de NWR. Un passion project que merecidamente obtuvo grandes elogios y que año tras año sigue demostrando su valía e inventiva.

Tres años después llegaba la esperada secuela, Hotline Miami: Wrong Number, que inicialmente iba a ser un DLC pero finalmente, dadas las dimensiones que estaba tomando, el creador decidió que era mejor elaborar una secuela propiamente tal. Wrong Number obedece a la sencilla máxima de la secuela que es bigger, nastier y louder. Un ejercicio de pura ambición, como tiene que ser. Esta secuela se desarrolla antes, durante y después de lo visto en la primera entrega, ofreciendo respuestas y nuevas perspectivas a todo este asunto de las misteriosas llamadas que te obligan a convertirte en un asesino despiadado y brutal. Así las cosas, tenemos el punto de vista de otros dos sujetos que cumplían con misiones al mismo tiempo que Jacket; de antes, misiones militares suicidas en Hawai protagonizadas por el amigo barbudo de Jacket, ahora silente compañero de pelotón; y la mayoría de las misiones que vienen después de lo visto en Hotline Miami: un policía corrupto que utiliza su posición para matar criminales; un periodista que quiere escribir un libro sobre las llamadas (y que ofrece la posibilidad de jugar no violentamente); cinco amigos conocidos como Los Fanáticos, quienes, inspirados en las hazañas de Jacket llevan a cabo sus propias barridas; el actor de una película basada en los crímenes de Jacket que confunde la realidad con los hechos de la película en que actúa; y algunos personajes de la mafia rusa, que luego de ver diezmadas sus fuerzas a manos de los solitarios asesinos quieren recuperar su sitio en el submundo mafioso. Todo presentado de una manera no lineal (en el wikipedia en español dice "narrado de manera anacrónica"... no creo que sepan qué significa eso) que le da su toque interesante, porque, tal como en Pulp Fiction, bien entrado el relato jugamos con personajes que vimos morir antes, o después, o... ya saben lo que quiero decir, je, je.

Wrong Number es una digna y sólida secuela, que no queda bajo la alta vara que dejó Hotline Miami. Potencia su jugabilidad con este entramado argumental más ambicioso y complejo (mayor atención a los personajes además, sus backstories y personalidades humanas, dando como resultado un progresivo e intenso in crescendo emocional: las misiones finales de cada personaje son verdaderos all in's), además de mejoras gráficas, jugabilidad más brutal y sangrienta, distintos personajes con distintas habilidades, un diseño de niveles aún mayor y más difícil, e innovaciones que es mejor que descubran por cuenta propia, aunque ya mencioné que uno de los personajes puede jugar sin matar a nadie, y ya por el final, un nivel literalmente lisérgico que corona a la perfección la experiencia de jugar Hotline Miami. Oh, bueno, y para qué hablar de la banda sonora, de incontestable calidad (de nuevo). Hace que jugar sea aún más placentero. Una selección que te hace babear...

En definitiva, dos juegos magníficos que vale la pena jugar y adquirir. Totalmente recomendado. Háganle. Yo sigo dándole a los niveles, a ver si logro desbloquear todos los logros, ja, ja...

domingo, 16 de junio de 2024

It, de Stephen King


Como decía, en mi préstamo inaugural de Bibliometro pedí tres libros: Ruido, de Bisama, y Los intramarchas, de Josefa Barraza, ambos ya comentados. El tercer libro que pedí en ese lote es, ni más ni menos, It (o Eso), de Stephen King. Un libro de 1500 páginas, que ha dado paso a dos adaptaciones: una miniserie de los noventa, de la cual yo oía muchas cosas de mis compañeros de colegio (a mí no me dejaban ver tele hasta tarde, mucho menos algo tan violento), como que era lo más terrorífico que se podría ver; y las dos películas a cargo del argentino Andrés Muschietti. La verdad es que me dieron ganas de leer It mientras leía Nuestra parte de noche, de Mariana Enríquez; algo me decía que ciertos elementos importantes de la novela argentina tenían inspiración directa en este libro en particular que les comento ahora (por no decir de la literatura de King en general), por ejemplo el segmento protagonizado por niños y sus sombrías aventuras en los violentos mundos de los adultos de carne y hueso y de los espíritus y otras criaturas sobrenaturales. La cosa mala de las casas solas, una genialidad en sí misma. Adentrarse en casas malignas, uf. Pero bueno, el anzuelo estaba clavado en mí, por lo que me puse a buscar y, shazam!, It estaba en Bibliometro. Démosle.


Cómo comentar un libro de 1500 páginas. Complejo. Personalmente, no quiero alargarme en esta entrada. Bueno, no más de la cuenta, no más de lo habitual, ya me conocen: suelo largar la lengua sus buenos kilómetros. Pero vamos.
It es la historia de un grupo de niños convertidos en un grupo de adultos. It es la historia de una entidad malévola. It es la historia de una ciudad, Derry, y la maldad que alberga en sus entrañas. Alternando y entrelazando pasado y presente (de una manera muy deliciosa, como ríos que naturalmente confluyen), es decir la infancia de los Perdedores (en 1958, cuando tenían unos diez años) en su ciudad natal, y la mediana adultez, a mitad de los ochenta, ya establecidas sus vidas en diferentes puntos de Estados Unidos, con el velo del olvido cubriendo aquel ingrato pasado. Una mirada superficial e ignorante puede pensar que estamos ante una novela de terror al uso, con ese payaso asesino atormentando sádicamente a estos niños (y a otros) en truculentas escenas de sobresaltos y sustos escritos. Hay de eso; bastante terrorífico en las primeras ocasiones (amén de la pluma, sobria y cruenta, elegante para ir al hueso, de King), algo rutinario cuando avanza el relato y nos acostumbramos a las triquiñuelas de Eso. Y claro, la novela va, en cierta forma, sobre intentar vencer a esta entidad malévola. Pero... ¿1500 páginas para matar a un payaso? Tiene que haber algo más. Y lo hay. Cómo vencer al payaso, es la pregunta, es lo esencial y el núcleo de esta obra, donde reside su calidad. No vamos a revelar nada importante diciendo que Eso es una suerte de representación de los miedos humanos, o que se vale de las representaciones materiales de esos miedos. ¿Qué es el miedo? ¿Su representación material? ¿Un payaso da miedo de por sí, o el miedo es un parásito que cambia de huésped variablemente? He ahí una de las más importantes reflexiones de esta novela, la naturaleza del miedo... y de la magia y de la fe, el miedo puede ser la otra cara de la moneda de la esperanza: el miedo es tan irreal e imaginado como un deseo, como un sueño, como una placentera fantasía.
También está presenta la maldad y la violencia. Eso es muy malo, pero por qué lo es, esa es la cuestión. Si Eso es una representación de los miedos, podría decirse que también es una representación de la maldad y de la violencia humanas (léase como interrogante, léase como afirmación). Todos los actos crueles y atroces que leemos, ¿fueron influencia de Eso sobre las personas? ¿Es cosa de decir que "se me metió el diablo al cuerpo" y listo, eximido de culpas y responsabilidades? Pienso que King hace lo contrario, que Eso y el miedo/la maldad se invocan y necesitan y alimentan mutuamente: el miedo que hace crecer el miedo, la violencia que hace crecer la violencia. Entonces cómo romper el poder, el encantamiento; cómo desencajar esa simbiosis entre lo humano y lo maligno.

Todo lo anterior reflejado en una trama que no sólo abarca los veinticinco años que separan ambas líneas temporales, también toda la historia de Derry, desde su fundación e incluso antes. Francamente, a mí lo que más me interesaba mientras leía era el aspecto más humano de este lío: los problemas con los matones cuando eran niños (me dio más miedo y terror el enfrentamiento apocalíptico a pedradas que la expedición a la casa del "leproso", por ejemplo), los problemas familiares (violencia, apatía, posesión, manipulación emocional), esa cotidianidad maravillosa manchada de miedo y maldad por culpa de... tus semejantes. De los adultos, la reflexión sobre los traumas, sobre el peso del pasado trazando dolorosos surcos en los corazones viejos, como una maldición que va afectando inconscientemente cada decisión mientras vamos creciendo y, luego de crecer, envejecer. El miedo de enfrentarse a los miedos de infancia; peor, el miedo de enfrentarse a los traumas de infancia y adolescencia. Y todas las historias que marcan con fuego y sangre, y muerte y dolor, la historia de Derry: el racismo, la corrupción, la depravación sexual, los asesinatos, los abusos, todo lo que una ciudad alberga subyacentemente a sus calles limpias y magníficos edificios. Pero claro, todo esto tiene su símil sobrenatural, Eso, a lo que hay que enfrentarse literal y metafóricamente, porque Eso es una entidad independiente pero a la vez la representación de lo peor del ser humano. Y no se puede vencer a la maldad absoluta sin antes vencerse a uno mismo, y quizás de eso va el libro, quizás ese sea su motor narrativo y dramático y la razón de que se estructure y articule de la manera en que lo hace: enfrentando el trauma primero como un fantasma borroso, luego como algo concreto y de contornos definidos. ¿Qué quiero decir? Que la historia de los niños perdedores se va revelando a medida que los adultos perdedores, bajo el influjo del olvido (de verdad no recuerdan nada), se van acercando al núcleo mismo de sus miedos y traumas, en Derry, enfrentando presente y pasado a la vez, recordando el horror. No se puede enfrentar lo que no se ve, lo que no se sabe: el conocimiento puede ser tortuoso.

Y a pesar de lo rutinario que se vuelve el Payaso con sus trucos, y que cada vez se pone más, por decirlo de alguna manera, ido de olla (el enfrentamiento final no me pareció tan impresionante la verdad, a pesar de ser tan... gigantesco, abismal), la construcción de personajes, lugares y mitologías internas de parte de King es tan detallada y compleja que uno se encariña y quiere saber cómo termina, quiere llegar al final de la parte figurativa de este enfrentamiento, esencialmente, abstracto y simbólico. O introspectivo. Pero se entiende la intención: el miedo no se supera matando solamente lo que "provoca" miedo; y el miedo de por sí no desaparece por sí solo; hay que, de alguna manera, astros alineados incluso, matar ambos elementos a la vez. Lo mismo con la violencia y todas sus ramificaciones, pero eso ya es más complejo aún, tristemente...

Dicho esto, It me parece una excelente novela, escrita con la prosa maestra de Stephen King, que se maneja con solvencia y calidad en todos los recursos literarios que puedan pensar. Son 1500 páginas, pero si, como yo, no tienen mucho que hacer, se pueden leer bastante rápido gracias a esa escritura tan crudamente elegante. Atrévanse, y luego me cuentan cómo demonios se habla de una novela de 1500 páginas, ja, ja, porque yo todavía no lo sé...

Parar finalizar, la tradición republicana de todo préstamo: revisar la tarjeta de devoluciones. Si bien este ejemplar me pareció que no estaba nuevo (puede que los lectores previos no fueran del todo cuidadosos), aunque tampoco es que estuviera a mal traer, lo cierto es que yo solamente soy el cuarto hijo de puta que ha pedido este libro, que comenzó a prestarse nada más este año. Casi un préstamo por mes, lo cual no es de extrañar, dada su colosal extensión. ¿Se atreverán nuevos usuarios de Bibliometro? ¿O estarán mirando a huevo la literatura del maestro del terror?

miércoles, 12 de junio de 2024

THE HONG KONG MASSACRE

Bueno, en mi tiempo libre también me dedico a jugar videojuegos, pasión que tengo desde que era niño, y como en mi tiempo de bartender aproveché de comprarme un decente PC gamer, luego me hice una cuenta de STEAM (danchoelterrible, si es que en realidad sirve de algo saber mi nombre de usuario) para posteriormente comenzar a comprar videojuegos, siempre en oferta (y vaya que hay ofertazas, 90% incluso). Y, finalmente, jugarlos, que para eso son: para dejarse atrapar, divertirse y pasar el rato.

Mayoritariamente he estado jugando PUBG, ese adictivo battle royale que conociera hace casi diez años gracias a los videos de Pewdiepie, ahora convertido en feliz hombre de familia (¿han visto sus últimos videos? No les mentiré me da alegría ver en lo que se ha convertido). Pero no todo puede ser PUBG así que, entre otros videojuegos que ya iremos comentando, me puse a jugar The Hong Kong Massacre, un título que se había anunciado hace unos ocho años más o menos, puede que más; fue poco después del merecido y justificado alboroto que causó Hotline Miami.

Entonces sí, tenemos un juego inspirado directamente en la jugabilidad de Hotline Miami, es decir con una vista cenital en donde controlamos a un silencioso, violento y habilidoso protagonista que en cada nivel debe, básicamente, asesinar a todos los enemigos habidos y por haber. Esta jugabilidad, sin embargo, se construye en base a una estética completamente diferente: si aquel título evocaba una estilización retro mezclada con la ultraviolencia de Drive (la película dirigida por Nicolas Winding Refn), THKM es una película de John Woo, o, mejor dicho, lo que una mirada algo superficial entiende por una película de John Woo: disparos y tiroteos a mansalva, slow motion incluido, dentro de las congestionadas y neonizadas calles y edificios de Hong Kong. El argumento, la verdad, no importa mucho, es una mera anécdota y el guión es mínimo, por no decir nulo: el protagonista es un ex-policía que busca vengarse de las triadas por el asesinato de su compañero policía. Entre medio de los niveles hay escenas con un bartender que da información, otros azarosos personajes dando información, y un interrogatorio en donde un policía le pregunta al protagonista qué demonios fue pasando en los días anteriores a su captura, sin que esto tenga importancia porque el protagonista es mudo y ya sabemos que sólo quiere venganza, una venganza despiadada y descerebrada.

THKM no destaca por su narrativa, antes al contrario, mejor ni haber intentado inventar una trama; su carácter meramente arcade es más que suficiente (quiero decir que las escenas intermedias son una innecesaria distracción o molestia): 35 niveles en total (7 por cada día, 7 niveles con jefes más poderosos que derrotar que los simples monigotes que masacramos a balas); 4 tipos de armas con sus respectivas mejoras que iremos acumulando si en cada nivel cumplimos ciertos requisitos: terminar en menos de X cantidad de tiempo; no usar el slow-motion y; el más difícil, tener puntería perfecta, sin desperdiciar ni una sola bala, es decir intentar cumplir esa célebre fórmula de 1 bala=1 muerte. Incluso la dificultad media es bastante desafiante, y si a eso sumamos un imaginativo y dinámico diseño de niveles, constantemente se verán inmersos no sólo en un montón de balas rozando tu hombro o nariz, también en punzantes dolores de cabeza: cómo demonios salgo de esta. En otras palabras, sin ser nada del otro mundo, THKM es un satisfactorio juego de disparos que no aburrirá, a pesar de la aparente reiteración de su planteamiento; no teman, pues cada nivel es un desafío y uno siempre queda con la espinita de querer hacerlo mejor, de cumplir los desafíos para tener mejores armas.

Finalmente, aspectos meramente técnicos que no se deben olvidar: excelente diseño de sonido; notables gráficas para lo que es el juego (está lleno de detalles, de luces, de colores, de movimiento, de escenarios completamente destructibles, sin que en ningún momento tropiece el conjunto) y, por supuesto, una gran banda sonora a cargo de Professor Kliq, que imagino se habrá inspirado mucho en Hotline Miami al igual que el desarrollador.

Así que eso: si tienen STEAM o PS4 y consideran adquirir The Hong Kong Massacre, es una compra que vale la pena, aunque si pueden aprovechen las ofertas que regularmente llegan (yo compré este juego con un 80%, genial ¿no?), y de la que no se arrepentirán.

BANG!

domingo, 9 de junio de 2024

Todos los cuentos, de Clarice Lispector (I)

 
Bueno, mientras voy leyendo el monstruoso y grueso tercer libro pedido a Bibliometro, he ido leyendo también, de a poco y con calma, los cuentos del presente volumen, que como bien pueden apreciar, reúne todos los cuentos de la brasileña Clarice Lispector, en un trabajo recopilativo por parte de la editorial Fondo de Cultura Económica (que tiene varias sucursales u oficinas en distintos países, lo cual no sabía: pensaba que era una editorial chilena), el cual también publicó, en tres volúmenes, todas sus novelas; y en otro, todas sus crónicas. En la Biblioteca Nacional, en su sección de préstamo a domicilio, sólo vimos estos cuentos. Si pillamos las novelas, las pedimos, obviamente. Y, por supuesto, para que comentar los 85 cuentos de este libro no sea una tarea muy superficial ni cansina, decidí dividir Todos los cuentos en la cantidad de posts que salgan, así entramos en un poco más de detalles, ¿qué les parece?


Bien, bien, lo primero que comentaremos de este libro es, como pueden notar, sus Primeras Historias, cuentos escritos mientras Clarice Lispector aún estaba en la universidad, cuentos escritos antes de que fuera publicada su primera novela, cuya recepción la puso de inmediato en el mapa literario. Recuerdo que cuando escribía regularmente en Cine en tu cara, tenía un cuadernito en donde anotaba apuntes de las películas que veía, las ideas que me surgían sobre qué iba a decir o no, lo que me llamó la atención, y luego escribía los posts en base a  esos apuntes. Debería retomar esa costumbre, siento que me vendría bien ahora, porque estas primeras historias, aunque escritas en su juventud, no dejan de presentar interesantes y prometedores hallazgos, características, cualidades. Identifico varias (espero que no se me olvide ninguna):

Primero que todo, a excepción de El delirio y Dos borrachos más, es natural que los cuentos ahonden en las personalidades, naturalezas, psicologías y sentimientos femeninos. Los sueños, las frustraciones, las aspiraciones y las decepciones sobre todo orden de cosas: el amor, los hombres, el trabajo, la sociedad, la existencia de la mujer en la esfera pública y privada. Con una mezcla de ternura y fiera ironía, de entusiasmo y de pesimismo, Lispector construye personajes y espacios, historias a fin de cuentas, en donde está latente y patente ese perpetuo conflicto entre lo que una mujer "debe ser" y lo que realmente quiere ser: más que sólo una amante, o una madre, o una ama de casa confinada a los límites de su hogar, entendido como algo físico o moral. Gracias a su aguda observación, y a su mejor manera de trasladar dichas observaciones en su escritura, Lispector, de manera orgánica y perfectamente coherente, elabora elegantes y sutiles gritos generacionales y feministas, desde la belleza y la inteligencia más que desde la guerra, por así decirlo. No hay ánimo beligerante; esa ironía apunta a un orden de cosas que es como un manto maldito que cubre a hombres y mujeres, aunque las segundas sean las más afectadas. No deja de ser revelador que Lispector muestre a personajes masculinos tan asfixiados y atrapados por ese "orden de cosas" como a sus protagonistas mujeres.
Lo que nos lleva a lo segundo, pues en estos cuentos vemos el profundo carácter iconoclasta y, hasta cierto punto, anárquico de Lispector: sus cuentos son un canto a la libertad, al sueño de la libertad individual en una sociedad tan anquilosante y predeterminada. Una sociedad rígida, que aprisiona y aprieta hasta hacernos explotar. No siempre se puede, a veces el flujo de la corrección es demasiado fuerte, pero los personajes de Lispector luchan, a su manera, contra el maldito orden establecido, sea el que sea: mujeres buscando liberarse del dominio masculino; personajes que quieren sacudirse las amarras de la cárcel sentimental o amorosa, o de la cárcel social o familiar, o de la cárcel profesional o existencial. Lo que buscan sus personajes es independencia, y Lispector describe perfectamente las distintas cárceles en que caemos, describe perfectamente la lucha, infructuosa o no, que emprenden para poder respirar y sentir el mundo con un poco más de esa ansiada libertad.
Tercero, y siempre relacionado a lo anterior, Lispector tiene una forma sugerente y evocadora de construir mundos internos, existenciales y psicológicos, que corren paralelos al mundo exterior, con sus propios conflictos. La lucha interna es diferente de la lucha externa, aunque se entremezclen regularmente. A través de un lenguaje no frío, pero sí distanciado, de aguda y elegante observadora, Lispector puede escribir tan naturalmente sobre una cena familiar o una escena en algún restaurante, como hablarte de sueños, escenas oníricas y surreales, adentrarte en los recovecos del alma de sus personajes. Lispector, sabiamente, y quién sabe hasta qué punto esta forma de escribir era algo calculado y pensado o meramente intuitivo (dada la juventud con que fueron escritas), tiene una prosa que escribe de la misma manera tanto las escenas realistas como las oníricas o psicológicas, gran acierto en mi opinión eso de no romantizar o intelectualizar un mundo por sobre otro, habida cuenta de que ambos planos son igualmente importantes para la vida de un individuo. Las flores que ven y huelen en sus sueños tienen tanto peso como las flores de verdad: una flor es una flor. Lo simbólico es lo figurativo. Lo complejo es sencillo y lo sencillo es complejo. Hay capas y capas de realidad, y Lispector nos da acceso a cada una de ellas.
Cuarto y final, Lispector nos dice que hay que disfrutar la vida. O mejor dicho: saber disfrutar la vida. ¿Cómo? Sus personajes intentarán iluminarnos. No siempre es sencillo y quizás de ahí, de ese problema, surjan todos los demás líos.

Entonces, brevemente:
El triunfo trata sobre el proceso de una mujer que sufre luego de una ruptura amorosa con un hombre al que idealiza e idolatra. Sin embargo, su nuevo estatus la obligará a replantearse como persona, lo que es la soledad, a cómo enfrentar la vida, y quizás termine por apreciar las cosas como están...
Obsesión, el más largo de esta primera parte, es la historia del despertar intelectual y espiritual de una mujer felizmente casada, cuya sencilla vida íntima y familiar burguesa, sin sobresaltos ni cuestionamientos existenciales, se ve alterada cuando se enamora de un solitario sujeto que lo cuestiona todo, que todo lo somete a una rabiosa y singular mirada crítico-filosófica. La protagonista, más inteligente de lo que ella misma sabe, se adentra en un oscuro camino en el que finalmente encontrará su propio sendero individual, ya que ni lo uno ni lo otro le hace sentido y a veces, simplemente, hay que emanciparse de cualquier cosa que tenga el rancio tufo a autoridad.
El delirio, con un hombre de protagonista, nos cuenta, básicamente, eso: el tipo está resfriado, con gripe quizás, y el mundo que lo rodea se mezcla con el mundo imaginativo de su mente, que puede que adquiera dimensiones más tangibles de las esperadas.
Jimmy y yo. El más divertido de todos. Con ingenua, tierna y furiosa ironía, Lispector nos cuenta el primer noviazgo de una muchacha universitaria, una experiencia tan confusa y contradictoria porque, claramente, el mundo de los hombres sigue reglas que nadie puede entender o seguir: lo que afirma el tal Jimmy solo vale si lo hace él, pero si lo hace ella, entonces la teoría está mal... No sé, mejor léanlo, es una verdadera e inteligentísima miniatura humorística.
Historia interrumpida nuevamente nos pone en la piel de una muchacha que busca la mejor manera de formalizar su relación con su novio, melancólico sujeto que también parece tener una cosmovisión pesimista que choca frontalmente con el entusiasmo juvenil de su protagonista. ¿Cómo terminará todo esto una vez la protagonista encuentre la manera de enfrentarse a su novio?
La fuga. Una mujer se arma de valor y huye de todo aquello que la sofoca. No es un camino fácil, pero es un camino inspirador. ¿Llegará al final, podrá consumar su fuga?
Rato. Una mujer debe reunirse con su marido en un restaurante. El hombre se demora, y toda clase de escenarios pasan por su mente. Tanto La fuga como Rato tienen, aparte de la encantadora construcción psicológica, un tenso in crescendo que culmina en sorpresivas escenas.
Cartas a Hermengardo. La protagonista le escribe cartas a un hombre del que está enamorada. En dichas cartas vierte su mundo interior, además de su particular visión filosófica en torno al goce de las pasiones y esas cosas. Curioso y entretenido compendio de historias y teorías, no tiene desperdicio.
Gertrudes pide un consejo. Se repiten ciertos motivos vistos en cuentos anteriores. La protagonista es una niña con profundas cuitas existenciales que acude a una de esas consejeras de revista para pedir ayuda y soluciones. Acá vemos el valor de la individualidad, cierta crítica social e ideas sobre lo que es disfrutar la vida como tal. Tiene un carácter como incompleto...
Dos borrachos más. Otra pieza francamente humorística sobre dos borrachos, diametralmente opuestos entre sí (uno parco en palabras e inteligencia, de baja estofa social, y el otro un burgués aquejado de problemas menos prácticos que imaginativos o teóricos), que tienen una hilarante conversación acodados a la barra de un restaurante.

Finalmente, la tradición de siempre: ver la tarjeta final con todos los préstamos del ejemplar pedido. Todos los cuentos debió llegar este año y soy la tercera persona que lo pide prestado. Primero alguien lo pidió en febrero, luego alguien en marzo, y ahora yo, en junio. Ojalá mas personas sigan leyendo a Clarice Lispector, gran escritora, gran cuentista. Esperemos llegar a sus novelas alguna vez.