"LAS GRANDES PASIONES SON ENFERMEDADES INCURABLES"
-Goethe

domingo, 9 de junio de 2024

Todos los cuentos, de Clarice Lispector (I)

 
Bueno, mientras voy leyendo el monstruoso y grueso tercer libro pedido a Bibliometro, he ido leyendo también, de a poco y con calma, los cuentos del presente volumen, que como bien pueden apreciar, reúne todos los cuentos de la brasileña Clarice Lispector, en un trabajo recopilativo por parte de la editorial Fondo de Cultura Económica (que tiene varias sucursales u oficinas en distintos países, lo cual no sabía: pensaba que era una editorial chilena), el cual también publicó, en tres volúmenes, todas sus novelas; y en otro, todas sus crónicas. En la Biblioteca Nacional, en su sección de préstamo a domicilio, sólo vimos estos cuentos. Si pillamos las novelas, las pedimos, obviamente. Y, por supuesto, para que comentar los 85 cuentos de este libro no sea una tarea muy superficial ni cansina, decidí dividir Todos los cuentos en la cantidad de posts que salgan, así entramos en un poco más de detalles, ¿qué les parece?


Bien, bien, lo primero que comentaremos de este libro es, como pueden notar, sus Primeras Historias, cuentos escritos mientras Clarice Lispector aún estaba en la universidad, cuentos escritos antes de que fuera publicada su primera novela, cuya recepción la puso de inmediato en el mapa literario. Recuerdo que cuando escribía regularmente en Cine en tu cara, tenía un cuadernito en donde anotaba apuntes de las películas que veía, las ideas que me surgían sobre qué iba a decir o no, lo que me llamó la atención, y luego escribía los posts en base a  esos apuntes. Debería retomar esa costumbre, siento que me vendría bien ahora, porque estas primeras historias, aunque escritas en su juventud, no dejan de presentar interesantes y prometedores hallazgos, características, cualidades. Identifico varias (espero que no se me olvide ninguna):

Primero que todo, a excepción de El delirio y Dos borrachos más, es natural que los cuentos ahonden en las personalidades, naturalezas, psicologías y sentimientos femeninos. Los sueños, las frustraciones, las aspiraciones y las decepciones sobre todo orden de cosas: el amor, los hombres, el trabajo, la sociedad, la existencia de la mujer en la esfera pública y privada. Con una mezcla de ternura y fiera ironía, de entusiasmo y de pesimismo, Lispector construye personajes y espacios, historias a fin de cuentas, en donde está latente y patente ese perpetuo conflicto entre lo que una mujer "debe ser" y lo que realmente quiere ser: más que sólo una amante, o una madre, o una ama de casa confinada a los límites de su hogar, entendido como algo físico o moral. Gracias a su aguda observación, y a su mejor manera de trasladar dichas observaciones en su escritura, Lispector, de manera orgánica y perfectamente coherente, elabora elegantes y sutiles gritos generacionales y feministas, desde la belleza y la inteligencia más que desde la guerra, por así decirlo. No hay ánimo beligerante; esa ironía apunta a un orden de cosas que es como un manto maldito que cubre a hombres y mujeres, aunque las segundas sean las más afectadas. No deja de ser revelador que Lispector muestre a personajes masculinos tan asfixiados y atrapados por ese "orden de cosas" como a sus protagonistas mujeres.
Lo que nos lleva a lo segundo, pues en estos cuentos vemos el profundo carácter iconoclasta y, hasta cierto punto, anárquico de Lispector: sus cuentos son un canto a la libertad, al sueño de la libertad individual en una sociedad tan anquilosante y predeterminada. Una sociedad rígida, que aprisiona y aprieta hasta hacernos explotar. No siempre se puede, a veces el flujo de la corrección es demasiado fuerte, pero los personajes de Lispector luchan, a su manera, contra el maldito orden establecido, sea el que sea: mujeres buscando liberarse del dominio masculino; personajes que quieren sacudirse las amarras de la cárcel sentimental o amorosa, o de la cárcel social o familiar, o de la cárcel profesional o existencial. Lo que buscan sus personajes es independencia, y Lispector describe perfectamente las distintas cárceles en que caemos, describe perfectamente la lucha, infructuosa o no, que emprenden para poder respirar y sentir el mundo con un poco más de esa ansiada libertad.
Tercero, y siempre relacionado a lo anterior, Lispector tiene una forma sugerente y evocadora de construir mundos internos, existenciales y psicológicos, que corren paralelos al mundo exterior, con sus propios conflictos. La lucha interna es diferente de la lucha externa, aunque se entremezclen regularmente. A través de un lenguaje no frío, pero sí distanciado, de aguda y elegante observadora, Lispector puede escribir tan naturalmente sobre una cena familiar o una escena en algún restaurante, como hablarte de sueños, escenas oníricas y surreales, adentrarte en los recovecos del alma de sus personajes. Lispector, sabiamente, y quién sabe hasta qué punto esta forma de escribir era algo calculado y pensado o meramente intuitivo (dada la juventud con que fueron escritas), tiene una prosa que escribe de la misma manera tanto las escenas realistas como las oníricas o psicológicas, gran acierto en mi opinión eso de no romantizar o intelectualizar un mundo por sobre otro, habida cuenta de que ambos planos son igualmente importantes para la vida de un individuo. Las flores que ven y huelen en sus sueños tienen tanto peso como las flores de verdad: una flor es una flor. Lo simbólico es lo figurativo. Lo complejo es sencillo y lo sencillo es complejo. Hay capas y capas de realidad, y Lispector nos da acceso a cada una de ellas.
Cuarto y final, Lispector nos dice que hay que disfrutar la vida. O mejor dicho: saber disfrutar la vida. ¿Cómo? Sus personajes intentarán iluminarnos. No siempre es sencillo y quizás de ahí, de ese problema, surjan todos los demás líos.

Entonces, brevemente:
El triunfo trata sobre el proceso de una mujer que sufre luego de una ruptura amorosa con un hombre al que idealiza e idolatra. Sin embargo, su nuevo estatus la obligará a replantearse como persona, lo que es la soledad, a cómo enfrentar la vida, y quizás termine por apreciar las cosas como están...
Obsesión, el más largo de esta primera parte, es la historia del despertar intelectual y espiritual de una mujer felizmente casada, cuya sencilla vida íntima y familiar burguesa, sin sobresaltos ni cuestionamientos existenciales, se ve alterada cuando se enamora de un solitario sujeto que lo cuestiona todo, que todo lo somete a una rabiosa y singular mirada crítico-filosófica. La protagonista, más inteligente de lo que ella misma sabe, se adentra en un oscuro camino en el que finalmente encontrará su propio sendero individual, ya que ni lo uno ni lo otro le hace sentido y a veces, simplemente, hay que emanciparse de cualquier cosa que tenga el rancio tufo a autoridad.
El delirio, con un hombre de protagonista, nos cuenta, básicamente, eso: el tipo está resfriado, con gripe quizás, y el mundo que lo rodea se mezcla con el mundo imaginativo de su mente, que puede que adquiera dimensiones más tangibles de las esperadas.
Jimmy y yo. El más divertido de todos. Con ingenua, tierna y furiosa ironía, Lispector nos cuenta el primer noviazgo de una muchacha universitaria, una experiencia tan confusa y contradictoria porque, claramente, el mundo de los hombres sigue reglas que nadie puede entender o seguir: lo que afirma el tal Jimmy solo vale si lo hace él, pero si lo hace ella, entonces la teoría está mal... No sé, mejor léanlo, es una verdadera e inteligentísima miniatura humorística.
Historia interrumpida nuevamente nos pone en la piel de una muchacha que busca la mejor manera de formalizar su relación con su novio, melancólico sujeto que también parece tener una cosmovisión pesimista que choca frontalmente con el entusiasmo juvenil de su protagonista. ¿Cómo terminará todo esto una vez la protagonista encuentre la manera de enfrentarse a su novio?
La fuga. Una mujer se arma de valor y huye de todo aquello que la sofoca. No es un camino fácil, pero es un camino inspirador. ¿Llegará al final, podrá consumar su fuga?
Rato. Una mujer debe reunirse con su marido en un restaurante. El hombre se demora, y toda clase de escenarios pasan por su mente. Tanto La fuga como Rato tienen, aparte de la encantadora construcción psicológica, un tenso in crescendo que culmina en sorpresivas escenas.
Cartas a Hermengardo. La protagonista le escribe cartas a un hombre del que está enamorada. En dichas cartas vierte su mundo interior, además de su particular visión filosófica en torno al goce de las pasiones y esas cosas. Curioso y entretenido compendio de historias y teorías, no tiene desperdicio.
Gertrudes pide un consejo. Se repiten ciertos motivos vistos en cuentos anteriores. La protagonista es una niña con profundas cuitas existenciales que acude a una de esas consejeras de revista para pedir ayuda y soluciones. Acá vemos el valor de la individualidad, cierta crítica social e ideas sobre lo que es disfrutar la vida como tal. Tiene un carácter como incompleto...
Dos borrachos más. Otra pieza francamente humorística sobre dos borrachos, diametralmente opuestos entre sí (uno parco en palabras e inteligencia, de baja estofa social, y el otro un burgués aquejado de problemas menos prácticos que imaginativos o teóricos), que tienen una hilarante conversación acodados a la barra de un restaurante.

Finalmente, la tradición de siempre: ver la tarjeta final con todos los préstamos del ejemplar pedido. Todos los cuentos debió llegar este año y soy la tercera persona que lo pide prestado. Primero alguien lo pidió en febrero, luego alguien en marzo, y ahora yo, en junio. Ojalá mas personas sigan leyendo a Clarice Lispector, gran escritora, gran cuentista. Esperemos llegar a sus novelas alguna vez.

No hay comentarios. :