"LAS GRANDES PASIONES SON ENFERMEDADES INCURABLES"
-Goethe

domingo, 23 de junio de 2024

BEHOLDER

Uno de los juegos con los que me topé navegando por el catálogo de Steam es Beholder, primera entrega de toda una saga que incluye una segunda y tercera continuación, además de un spin-off que prontamente será lanzado. Yo, que soy dado a los juegos sin muchas estridencias y que centran su jugabilidad en aspectos más allá de las formalidades o gráficas, me vi atraído por esta propuesta que parece descansar altamente en las elecciones/decisiones del jugador, que es algo tan fascinante y estimulante como estresante, pero en un modo agradable supongo. Como sea, allá vamos, porque obviamente aproveché una oferta que incluía todo a un ridículo precio de ganga.


Si jugaron Papers, please y This War of Mine entonces verán que Beholder, aún siendo un producto con personalidad propia, recoge inspiración en las jugabilidades y temáticas y mecánicas de ambos títulos. De Papers, please (al que brinda directa alusión y homenaje con una misión titulada de esa forma y un personaje que, básicamente, es el protagonista de aquel videojuego... bueno, uno entiende la referencia, claro) tenemos el escenario y la temática: vivimos en un país totalitario, de reminiscencias soviéticas, cuyo régimen se basa duramente en la vigilancia, la delación, la disminución de las libertades individuales y colectivas, etc., siendo nosotros, los protagonistas, un engranaje más de esa vil burocracia sin alma. Nuestro personaje es Carl Stein, administrador de un edificio cuya misión es sencilla: vigilar a los inquilinos e informar de cualquier irregularidad. Si hacemos mal nuestro trabajo, nos dan de baja. Pero, tal como en el juego de Lucas Pope, acá las cosas no serán sencillas y prontamente veremos que, entre las tareas comandadas por el Ministerio del Orden y los favores que nos piden los inquilinos y otros personajes, no hay mucha armonía que digamos, y seremos obligados a tomar decisiones de índole moral y ética que, dependiendo de lo uno o lo otro, cambiarán el curso de las vidas en juego e, incluso, de toda una nación. Será nuestro deber aprendernos las normas y directivas del régimen, estar atentos a posibles faltas, todo dependiendo de si queremos ser un ser humano o un robot al servicio de la maquinaria antidemocrática y propagandística. De This War of Mine, el cual no he jugado y por tanto ignoro si tiene homenajes o referencias (probablemente), puedo afirmar que recoge el escenario propiamente tal del juego: como ven en las capturas, el edificio con sus distintos pisos y apartamentos, el sótano, la calle, los interiores; y todas las herramientas que tenemos disponibles para nuestra labor: cámaras, principalmente, sin las cuales no podemos ver lo que sucede dentro de los apartamentos, y dinero y prestigio/influencia, como se sabe una moneda a veces más poderosa que el billete. También hay otros objetos que podemos revender en el mercado negro, y así. Le mecánica de juego de Beholder ofrece múltiples posibilidades tanto en lo narrativo/argumental como en la jugabilidad propiamente tal, pues podemos llegar a mismos resultados de modos distintos, o, créanlo o no, el mismo modo puede arrojar un resultado diferente dependiendo de otros factores: uno tiene bastante libertad para moverse de la manera que estime más conviene, a medio camino entre un mini sandbox y un scripted sequence game. Considero banal detallar todas las mecánicas y dinámicas de juego, la gracia es, mediante el ensayo y error (aunque sea doloroso en ocasiones constatar que nuestras decisiones o modus operandi conducen a desenlaces fatales), ir aprendiendo esto o aquello, sacarle ventaja a tal aspecto o mejor cuidarse del doble filo de otro. Por sobre todo, ¿qué está en juego? Nuestra familia: Carl Stein llega con su mujer, su hijo y su hija. Cualquier cosa podría pasarles y nosotros no queremos que sea nada malo, pero a qué costo.

Beholder, antes de lanzar su segunda parte, lanzó un DLC igual de bueno y desafiante que el juego principal. Este DLC se titula Blissful Sleep y, para usar referencias recientes, es lo que Furiosa es a Fury Road, es decir, narra precisa y justamente lo que sucedió antes y el final encaja inmediatamente con el inicio del otro. Porque en la introducción de Beholder vemos la llegada de Carl Stein con su familia a este edificio, justo en el momento en que la policía está desalojando violentamente a su predecesor: Hector Medina (curioso nombre, ¿no?), nuestro protagonista en este DLC. Con un arco temporal algo más acotado, veremos qué demonios sucedió para que acabara de esa forma... o puede que de otra. El contexto es el siguiente, en todo caso: el Líder de este gobierno autoritario saca una ley de eutanasia a todos los ciudadanos que cumplan 85 años. Hector, que en realidad tiene 65, recibe un plazo de dos semanas para arreglar sus asuntos e ir al centro de eutanasia, porque según los papeles del gobierno acaba de cumplir 85, y nadie va a admitir el error. Entonces, ¿no tenemos salida? En ese lapso dado tendremos que idear una forma de corregir la situación, mientras vamos cumpliendo nuestra ingrata labor y a la vez ayudando a los inquilinos, quienes en agradecimiento podrían echar una manito de vuelta, ¿no? Bueno, eso va dependiendo de cada jugador. Obediencia o rebelión, qué será, ¿ah? Este DLC añade dificultad en tanto encontramos niños, quienes, como saben, siempre andan dando vueltas y no te dejan mucho tiempo para inmiscuirte en los apartamentos a husmear y buscar cosas o instalar cámaras. Por lo demás, como si el peso de las elecciones morales y éticas no fuera suficiente, al ser una precuela arroja una nueva perspectiva a los personajes que vimos en el juego principal y cuyas acciones en ése adquieren nuevos significados; lo digo porque en Beholder hay un inquilino que fabrica y vende drogas, y de inmediato queda como villano para nosotros, alguien a quien es fácil acusar y mandar a la cárcel si queremos, pero en este DLC vemos que no siempre fue así, vemo las razones de su decadencia y la verdad es que me pareció bastante desolador el efecto. Notable y meritorio de parte de los desarrolladores, pero desolador al fin y al cabo. Y de eso se trata, a fin de cuentas.

Para ir cerrando, Beholder y su DLC son juegos de considerable duración (tomando en cuenta su escala); la jugabilidad es bastante sencilla y directa pero a la vez compleja y desafiante; hay una gran construcción de personajes y de mundo, es decir una gran inmersión narrativa que además se potencia con esta atmósfera como de urgencia y peligro (peligro por no poder cumplir, peligro de que te pillen husmeando, peligro de todo en general: el escenario de este juego es pesimista, sombrío, como sin esperanzas, triste incluso), como de un peso que se cierne sobre nosotros implacablemente; y la verdad es que el mecanismo de las decisiones y de ir conociendo personajes en profundidad lleva un mensaje que queda vibrando y resonando: el valor de la individualidad y de la humanidad como fuentes de luz y esperanza. Y si son medios maniáticos y perfeccionistas, Beholder será un juego completamente adictivo, como un reto personal y constante.

A mí me sorprendió gratamente. Pedía algo bueno y jugable, obviamente, pero no esperaba algo tan bien hecho y que me hiciera sentir tan implicado moral y emocionalmente. Agradecido, mano.

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