Biblioteca de Santiago nº18. Boy oh boy. Bueno, resulta que Condenada tuvo una secuela titulada, como pueden ver, Maldita. Obviamente me las traje ambas. Terminemos con esto pronto. Si Condenada no me gustó mucho, si apenas la pude tolerar en base a su desenfadada y algo entretenida incoherencia, Maldita es, lisa y llanamente, una estupidez sin pies ni cabeza que se extiende hasta casi 350 páginas. El horror, el horror. Por qué me hago pasar por estas cosas, me pregunto, ¿de verdad me odio tanto? ¿Será eso?
Maldita exacerba los peores rasgos, defectos y errores de Condenada. Parece una novela escrita por un hiperactivo y delirante muchacho de quince años, sin revisar ni corregir ni editar de ninguna forma, un vómito de plástica y artificiosa "creatividad".
En esta ocasión, la protagonista de Condenada, la niña de trece años muerta enviada al infierno, queda atrapada en la Tierra, pero como es un espíritu, no puede interactuar con nadie vivo, como por ejemplo sus padres. Así que se dedica a recordar más truculentos y grotescos episodios de su vida pre-infierno, además de verse envuelta en una ridícula y absurda maquinación mundial para enviar a todo el mundo al infierno (literalmente, claro, de eso se trata: la ironía de esas expresiones hechas realidad), maquinación que Palahniuk se inventa de buenas a primeras de una manera tan pero tan grosera que no queda más que perdonárselo (más o menos). Es curioso porque ambas novelas, Condenada y Maldita (y una tercera que vendría a completar la trilogía y que hasta el día de hoy, casi tres lustros después, no ha salido a la luz), dan la impresión de haber sido minuciosamente dibujadas y planeadas con antelación pero a la vez toda la trama y todos los personajes parecen tan improvisados e inventados y reunidos sobre la marcha, entrando y saliendo sin ton ni son, sin orden ni concierto, como si se tratara de una serie escrita por el vende humo de Ryan Murphy, incapaz de mantener una historia coherente sin sacarse rebuscados giros argumentales y escenas de puro shock value a la menor provocación, como si temiera perder la atención y/o concentración de sus lectores si no les ofreciera algo más apetitoso de lo que puedan encontrar en Tick Tock.
Demás está decir que la supuesta sátira o crítica social con toques teológicos y religiosos y filosóficos brilla por su ausencia. A diferencia de Condenada, en Maldita Palahniuk ya ni siquiera hace el menor esfuerzo por disimular algún remoto indicio de discurso, simplemente está aquí para continuar unas andanzas insultantemente insulsas, repetitivas y carentes de real imaginación, que además se contradicen entre sí y que en total dan como resultado una ilegible e inenarrable maraña de argumentos idiotas hediondos a mierda. Por cierto, se inventa una nueva religión llamada "groserismo", que consiste en ser grosero porque de esa forma vas a llegar al Cielo, así que imaginen lo que sigue: un montón de insultos a negros, judíos, mujeres, minorías, todo aderezado con litros de semen, sangre, caca, saliva, entre otros ingeniosos trucos para impresionar a tus compañeros pre-púberes del colegio. Estoy seguro que algo así se ha escrito entre las paredes de algún aula escolar, ¿no? Yo recuerdo que una vez con un par de compañeros nos inventamos un cómic similar en donde cualquier rémora de "argumento" era la simple excusa para escribir y describir (dibujar) todas las groserías y cochinadas que no nos atrevíamos a decir en voz alta. Un profesor nos pilló y pueden imaginar el resto. Maldita es exactamente eso. Créanlo.
Sumado a ello, una prosa esquemática y robótica, como arrogante, como de un tipo que, teniendo escasas habilidades retóricas y oratorias, intenta disimular dicha falencia con un montón de palabras rebuscadas y términos apresados en un tecnicismo y cientifismo irritante y petulante, como de un tipo tonto que escribe a la defensiva para aparentar inteligencia y clase. No lo entiendo, no entiendo esta manera tan plana y tan muerta de escribir, tan carente de corazón, menos en un tipo que, a pesar de lo a gusto que me estoy despachando de él, no pienso que sea precisamente un escritor carente de, no lo sé, cierto arrojo, de intenciones, de motivaciones, porque aunque ya me voy convenciendo de que Palahniuk no es un tipo muy dotado literariamente, si me dice que le gusta escribir y que siente la necesidad de escribir sus ideas, yo le creo. Por eso, insisto, no comprendo esta escritura mecánica y automática, propia de alguien que simplemente redacta algo por lo que no siente la menor implicación. Lo cierto es que todo en Maldita grita y exclama equívoco, error, insalvable contradicción. Todo en esta novela denota y evidencia que no debió ser publicada: su nivel de imperfección va más allá de toda excusa. Eviten su lectura, es un horroroso suplicio.
Vaya racha la de esta semana, ¿no? Primero comenzamos (leyendo... publicar posts va en otro orden) con Pechos y huevos, que no está mal en lo absoluto aunque como escribí en su entrada me fue decepcionando a medida que avanzaba; luego El Pistolero. La Torre Oscura I, una verdadera e insoportable y pesada decepción con mayúsculas; y luego Condenada y luego Maldita. Me queda el día domingo para arreglar la semana lectora, ya les contaré cómo me fue.
Por ahora, vamos a descansar un poco de Palahniuk. Tenía planeado mandarme un ciclo a lo bestia de sus libros, pero después de este horrible díptico infernal, desistiré y volveremos a este autor más adelante, necesito refrescarme con (esperemos) mejor literatura.
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