"LAS GRANDES PASIONES SON ENFERMEDADES INCURABLES"
-Goethe

martes, 1 de abril de 2025

El gran arte, de Rubem Fonseca

 

Biblioteca de Santiago nº15. Quizás lo recuerden, quizás no, pero hace tiempo, gracias a Bibliometro, nos leímos seis libros de Rubem Fonseca, escritor brasileño, de un tirón aquella vez. Cuatro novelas, dos libros de cuentos. La primera novela, El caso Morel, un interesante aunque descompensado y deslavazado ejercicio noir, también la última, El seminarista, una novela para nada descompensada o deslavazada pero demasiado simple para su propio bien, un Fonseca light, y dos novelas intermedias, las fascinantes y geniales Bufo y Spallanzani y Vastas emociones y pensamientos imperfectos, en las que podemos decir que Fonseca depuró, enriqueció y sublimó la novela negra a la categoría de arte: novelas de misterio y asesinatos, pero también sociales a su manera, policiales en lo procedimental así como en lo callejero, sucio-realista. En aquel entonces no se nos pasó por alto que entre la primera novela y aquellas intermedias (entre las cuales apenas hubo dos años de diferencia entre sus respectivas publicaciones) pasaron quince años, como si, en efecto, Fonseca se hubiera pasado el tiempo perfeccionando su estilo narrativo y literario. El gran arte forma parte de esas novelas intermedias, esas novelas magníficamente depuradas: publicada diez años después de El caso Morel, tres antes de Bufo..., les adelanto que tenemos otra gran novela negra que, al igual que las otras dos, bien podría ser dirigida por el Orson Welles de "Touch of Evil". Suena bien, ¿no? Tienen que leer El gran arte en dicho caso.


La verdad es que en cuanto a características El gran arte es bastante similar a Bufo & Spallanzani y Vastas emociones y pensamientos imperfectos, pero sigue siendo un trabajo exquisitamente original, modestamente ambicioso (perdonen la aparente contradicción, je, je), desbordado por un incontenible entusiasmo fabulador que parece ramificarse incansablemente sin perder por ello su centro, su núcleo, su principal pilar narrativo, que es además un saludable mantra en lo referido a esto de contar historias: toda realidad es interesante y, más aún, la realidad toda es una maraña de historias tan independientes como entrelazadas, que no termina nunca porque la realidad es eterna así como sus historias: es oficio del narrador saber comenzar, desarrollar y terminar. Y Fonseca vaya que es un gran narrador, al menos en este y en los otros dos libros mencionados.
El gran arte, digamos, nos cuenta la historia de un abogado criminalista mujeriego que de repente se ve relacionado con el caso de un doble asesinato de masajistas estranguladas, cuyos rostros fueron marcados con una P escrita a filo de cuchillo, a partir de lo cual el asunto se complica y oscurece peligrosamente abarcando todopoderosas corporaciones, desalmadas organizaciones criminales, redes de corrupción económico-política y tráfico de influencias, el jet set carioca y paulista, narcotráfico, sicarios y militares retirados, decadentes familias antaño influyentes, depravadas sagas familiares, venganzas y rencores despiadados, en fin, toda una serie de enredos, enigmas, confabulaciones, secretos y pactos de silencio que pueden remontarse a más de un siglo atrás, y que nuestro protagonista irá descubriendo con tal de comprender semejante caos de desgracias, a fin de poder interpretar satisfactoriamente cómo un simple y rutinario caso de masajistas asesinadas puede en realidad diabólicamente albergar tantas capas de historia secreta. Y por ahí va la cosa, supongo: el abismo, el salto al vacío narrativo. El caso de las masajistas es un macguffin a partir de lo cual el autor y nosotros, los lectores, nos asomamos pasmados ante un embravecido océano de muerte, miseria, bajas pasiones humanas, como si la narración misma fuese una especie de boomerang lanzado con fuerza sobre ese paisaje inhóspito, ese cementerio de manuscritos olvidados, para luego volver a su origen, porque eso es lo genial de este libro: por más que se ramifique hasta un infinito inexplorado, eventualmente, so riesgo de verse consumido en ese agujero negro narrativo, el relato retorna a su punto de partida, con algunas respuestas a cuestas, pero más importante, con todo un amplio y fantasmagórico bagaje de hechos, conocimientos y acontecimientos que, en efecto, ayuda a interpretar de una manera más compleja una sucesión de interrogante que pudieron haberse resuelto de la manera más peregrina. Es más o menos como lo haría Lynch, también: puede que la respuesta a un ¿quién mató a X y por qué? sea algo simple y directo, sin embargo esta especie de mise en abyme nos ofrece una experiencia mucho más avasalladora, vertiginosa y apabullante, asomándose a unos rincones oscuros tan deliciosos como perturbadores, que te hacen comprender y aprehender de manera más profunda y penetrante su desconcertante caudal de acontecimientos, el elusivo "sentido" de las cosas. 
Narrado, por lo demás, con esa prosa que mantiene algo del ritmo agresivo y seco de sus inicios pero depurado hacia un fraseo más elegante, El gran arte es una novela que es la viva demostración del gusto, del placer de narrar: una narración erudita y pletórica, inteligente, pero también escurridiza, que sabe moverse a nivel de calle, cual sombra navegando callejones y umbrales sin tropezarse y sin desentonar de la flora y fauna local, más o menos como lo que hace Malet en Ratas de Montsouris sólo que con un poco más de, podríamos decir, elegancia, al ser el protagonista y narrador un curtido abogado criminalista sibarita y amante de las bellas artes.
En cualquier caso, El gran arte es una novela excelentemente narrada o contada, además de escrita de manera deliciosa y exquisitamente estilizada. No hay por dónde perderse la verdad, la presente junto con Bufo... y Vastas emociones... conforman un tríptico noir genial y magistral. Un auténtico placer de lectura.

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