"LAS GRANDES PASIONES SON ENFERMEDADES INCURABLES"
-Goethe

martes, 14 de mayo de 2024

Crimen, de Irvine Welsh

Desde el 2017 no escribíamos nada en este blog. 7 años. ¿Se puede creer?

Pues bien, como decíamos en Cine en tu cara, vamos a empezar a comentar libros, cómics, videojuegos, lo-que-sea, incluso música, por acá. Lo que caiga en nuestras manos.

A Irvine Welsh ya lo conocen. Es el autor de Trainspotting. Conocido por escribir historias sobre la clase media y más abajo, las clases obreras y trabajadoras, las clases olvidadas y desfavorecidas, historias delirantes pero a la vez profundamente realistas, historias oscuras y escondidas bajo la alfombra. Irvine Welsh exorciza esa mugre, esa suciedad. No tiene miedo, por qué, lo que existe no se puede ignorar por mucho tiempo porque siempre nos explota en la cara en el momento menos pensado, menos esperado, menos deseado. La locura y el caos no se caracterizan por ser oportunos.


Crimen es un tipo de secuela de Filth. En aquélla el protagonista de ésta, Ray Lennox, es un secundario. Acá, valga la redundancia, es el personaje principal y comenzamos imaginándolo en un avión a Miami junto a su prometida. Ray Lennox es policía, de la sección de delitos graves, especialista en crímenes sexuales. El relato transcurre en dos líneas mayoritariamente: el presente, con sus vacaciones en Miami yéndose al diablo debido a sus problemas personales y psicológicos (drogas, traumas) mezclado, cuál cóctel diabólico, con la sordidez y la oscuridad escondida bajo el glamoroso brillo de Miami, que parecen perseguirlo allá donde vaya y sobre lo cual no puede simplemente hacer la vista gorda; y el pasado, no tan lejano, de hecho de hace un par de meses, en su Edimburgo natal, cuando le toca resolver el secuestro, violación y asesinato de una pequeña niña, caso tan terrible y atroz que lo dejará sumido en un estado tan lamentable (por sonoros ecos de un pasado aún más remoto pero dolorosamente arraigado en su ser) que, precisamente por eso, una vez resuelto le dan licencia por salud y lo mandan a refrescarse un poco a los Estados Unidos.

Lo primero que podría decirse de Crimen es que es una novela negra, enmarcada en dos tipos de relato: el policial (en su Edimburgo natal) en su vertiente procedural, y el thriller criminal en Miami. El autor sale airoso de esta empresa, no tan sencilla como parece, la de crear relatos cuyos entresijos argumentales sean lo suficiente atractivos de seguir y enganchar mientras respeta las bases de la novela negra, todo bien sazonado con su particular estilo literario y capacidad de crear y dar profundidad humana y psicológica a personajes y escenarios que en su mayoría no son más que efectivos y solventes arquetipos (el policía atormentado, los malos perversos, los compañeros y jefes entre la hipocresía y la hermandad, las víctimas y su grácil vulnerabilidad). El mayor logro de Welsh en esta novela es la de crear un clima de miedo, de violencia soterrada, de terrible incomodidad, como una perpetua nube negra que amenaza con dejar caer  todo el mal que puede contener en sus entrañas. No estamos ante una novela particularmente violenta (si bien hay escenas grotescas y repugnantes, perturbadoras, que te dejan con mal cuerpo y hasta tiritón), más bien ante un ejemplar que se atreve a mirar al mal a la cara, a las múltiples caras del mal y del asco, porque no todos los héroes ni las víctimas son iguales de la misma forma en que no todos los malos, los hijos de puta, son iguales (motivaciones, orígenes, etc.). Welsh logra retratar y describir la complejidad del tema que trata, que, por si no se había notado, tiene que ver con los crímenes sexuales y cómo estos hechos afectan tanto a las víctimas como a los perpetradores a lo largo de sus vidas. El trauma no es algo que se deba mirar a huevo, ningún tipo de trauma se debe tomar a la ligera. En última instancia, Crimen destaca porque su armazón de rotunda novela negra es, como decíamos en un inicio, una forma del autor para exorcizar ese mal tan bien disfrazado en la normalidad: tan bien disfrazado en sus victimarios, que en la mayoría de los casos parecen personas comunes y corrientes, como en las víctimas, que viven escondiendo, por miedo y vergüenza, una verdad que los carcome y destruye por dentro; una forma de arrojar luz en esa oscuridad y como esa luz puede traer de vuelta la inocencia, la tranquilidad, algún tipo de justicia, algún atisbo de felicidad en un historial de abuso y (auto)desprecio. Welsh logra crear una resolución conmovedora, para nada fácil y complaciente, pues nadie ha dicho que los asuntos complejos tengan salidas sencillas, nadie ha dicho que enfrentarse a la verdad (la propia, la de los otros, la de este mundo tan loco y de esta sociedad tan enferma) sea un paseo por el parque. En lo personal, no pude evitar emocionarme y dejar caer un par de lágrimas. Crimen es una novela estremecedora en sus múltiples capas y niveles.

Lo único que le achacaría es que a veces la prosa de Welsh, de común bastante singular y propia, se pone muy normal, a falta de una palabra mejor. Como cuando de una película decimos que su puesta en escena es muy televisiva e impersonal, pero aplicado en este caso literario. La forma de describir las cosas, a veces innecesariamente (para mí) amanerada y trillada, no lo sé. Y ahora que lo pienso, si es que había una intención extra de levantar una especie de crítica social al modus vivendis estadounidense, ese país que parece vivir en una realidad alterna de autoindulgencia y autogenuflexión, la verdad es que tampoco es que se haya logrado por completo; si bien Irvine Welsh tiene un negro sentido del humor y una mirada/pluma aguda y mordaz, lo considero más un humanista (perdón si exagero) que busca retratar, sin medias tintas, la dureza del medio en que vive el ser humano, los buenos y los malos, y para el cual no es chiste la superficialidad de la sociedad occidental, sino un tumor maligno que se extiende dolorosamente...

Por lo demás, qué se puede agregar, Crimen es una novela que debe ser leída, ya sea por formar parte de la obra de Irvine Welsh, uno de esos autores que uno debe visitar si le interesa esto de la literatura, como por sus propios méritos narrativos y artísticos.

Para terminar, y como curiosidad, el ejemplar que tiene la Biblioteca Nacional está más o menos a mal traer. Me fui a la parte de atrás del libro y me fijé que lleva más de diez años siendo prestado: la primera vez que alguien lo pidió fue para devolverlo el 11 de septiembre (¡!) del 2013; desde entonces, 14 personas lo han pedido, y ahora yo, dando un total de 16 personas que, gracias a la sección de préstamo a domicilio de la Biblioteca Nacional, han podido leer Crimen, de Irvine Welsh. Gracias.

Por volver 

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