"LAS GRANDES PASIONES SON ENFERMEDADES INCURABLES"
-Goethe

miércoles, 22 de enero de 2025

El visitante, de Stephen King

 

Bibliometro #75. Obviamente no nos vamos a detener con las lecturas de Stephen King y ahora cae El visitante, que me llamó la atención por su portada, muy sugerente si me permiten la opinión, y porque aparece nuestra querida Holly Gibney, la mano derecha de nuestro también querido ins. ret. Bill Hodges. Se nota que King se ha encariñado con tal peculiar investigadora, y no lo culpo, yo también la quiero mucho.


Me ha gustado este libro. Me ha gustado de verdad.
Quiero decir, con la trilogía de Bill Hodges o El instituto, por mencionar títulos recientes suyos, me dejé llevar y disfruté con sus historias, indudablemente, como de seguro ya vieron en sus respectivos posts. Pero El visitante me ha parecido una novela de otro nivel, superior al solvente promedio que nos ha acostumbrado en su última década de producción, recordando al King de sus mejores años, lo digo sin dudas.
Primero porque nos sumerge de lleno en una compleja, oscura y ambigua atmósfera de, digamos, desolación, confusión y sobre todo desesperación. De una oscura incertidumbre moral que se deja caer pesadamente sobre los personajes y el lector. King acierta de lleno al plantearnos un conflicto aparentemente sin villanos; con personajes imperfectos y moralmente cuestionables (o quizás no tanto pero, desde luego, sus acciones sí que traspasan ciertos límites provocando consecuencias que agravan aún más el descrito clima de desasosiego e indefensión, impotencia), pero que ninguno califica dentro de lo que podríamos considerar como "villano". ¿Cómo es posible? Pues porque un niño aparece en un parque asesinado y violado, aún con una rama atascada en el recto. Un crimen horrendo, nunca antes visto, sobre todo en una ciudad como Flint City, pequeña urbanización del medio oeste estadounidense. Todas las pruebas apuntan contra el entrenador de los equipos infantiles de béisbol, un hombre respetado y admirado en la comunidad y que ha vivido toda su vida en la ciudad, un monstruo que ha sabido disfrazarse entre la gente de bien pero al que le llegaron sus días, habida cuenta de las evidencias recabadas. El problema es que el acusado también tiene pruebas, y sólidas deberemos agregar, de que es inocente. Pero la gente quiere justicia, la gente quiere sangre. Un niño ha muerto, ha sido asesinado brutalmente, y el asesino no puede quedar impune por más trucos que se saque bajo la manga. Así las cosas, con personajes al borde de la perplejidad y dominados por un rabioso y cuestionable sentido del deber, esta novela comienza con mucha chicha, mala leche, no sólo por su intriga realmente atractiva y cautivante, potenciada con esa atmósfera de perpetua y pesimista desorientación (como destinados a callejones sin salida), sino porque King parece hacer un crítico y feroz, y desencantado y desolado, retrato de los locos tiempos actuales, tiempos polarizados en donde el linchamiento es pan de cada día, acaso también retratando al desquiciado y caldeado Estados Unidos de Trump, en donde ideales tan nobles como Justicia y bien común son pisoteados y humillados por las mismas personas que tanto claman en su defensa, espoleados y utilizados por fuerzas más poderosas que se aprovechan de la debilidad humana y sus oportunistas, maleables convicciones. En ese sentido, veo al verdadero villano, una criatura sobrenatural, como una certera y coherente metáfora no tanto de la monstruosa maldad humana (como se veía en It o El resplandor, por ejemplo) como de la locura, de la violencia, del pánico, materializado/engendrado en una cosa que camina entre nosotros, plantando y germinando las semillas de la discordia y el conflicto en un eterno círculo vicioso de retroalimentación: no poseyendo a los humanos, sino avivando esa incendiaria pulsión destructiva y dejando que solitos se hagan añicos, sólo se necesita un empujoncito para que, dueños de sí mismos, derrumben todo cuanto pretenden representar o defender. Por una vez, para variar, King no se inventa un villano/monstruo que posee a los seres humanos, en cierta forma eximiéndolos de culpa o responsabilidad por sus actos, en esta ocasión la amenaza a la natural bondad y hermandad entre individuos es una negrura que crece dentro de todos, una negrura tan grande que escapa del interior y se une a otras negruras para fortalecerse y recorrer las estepas y los asentamientos.
No es tampoco una gran sorpresa el giro sobrenatural, a fin de cuentas qué esperaban, el entrenador acusado no podía estar en dos lugares a la vez, y sin embargo así era, entonces la explicación naturalmente que iba a ir por ese lado, momento en el que hace acto de presencia nuestra querida Holly Gibney, ya curada de espanto en cuanto a luchas contra lo sobrenatural y por lo mismo pieza clave para encauzar el caso (convertido en una intensa y avasalladora cacería, otro juego de voluntades entre el gato y el ratón; es cierto que acá el motor narrativo se aleja algo de esa densa atmósfera inicial para adoptar el ritmo frenético del que hacían gala las aventuras de Bill Hodges, sin embargo nubes de pesimismo e incertidumbre no dejan de ensombrecer los planes de la investigadora) y llegar a una más que satisfactoria resolución, en donde, a pesar de todo, el miedo y la desconfianza siempre permanecerán, porque son consustanciales al ser humano y sus sociedades, como si estuvieran condenados a caer en espirales de horror sin sentido, y que cierra a la perfección las ideas y sensaciones instaladas en su primera porción. ¿Importa si el monstruo está muerto? Quizás importa más el fantasma del monstruo, o en otras palabras, la semilla de la discordia y la desconfianza. Eso nunca será vencido, y es una putada, ¿no les parece?
Por lo demás, otro de los aspectos que hay que destacar de El visitante es la prosa de King, mucho más trabajada y pulida que los otros títulos mencionados, amén no sólo de descripciones más minuciosas que te meten de lleno en esos lugares y paisajes, dándoles vida como sólo King sabe hacerlo (transportarte a una carretera de noche o a un cementerio), además de la construcción psicológica, escarbando en las atribuladas psiquis de sus personajes, atrapados en una pesadilla sin precedentes y que los obliga a enfrentarse no sólo al monstruo sino que a sí mismos, o la persona que creían ser antes de que todo se retorciera de manera tan demente. Ya les digo, El visitante es una novela en donde importa tanto la trama, eso de resolver el caso de quién demonios mató a ese pobre niño, como la honda y punzante, furiosa y decepcionada y dolida, reflexión en torno a los rincones oscuros más descarnados del individuo... y, por extensión, de la sociedad gringa.
En fin, El visitante es una novela que definitivamente recuerda y trae de regreso al mejor King. Recomendadísima.


Desde que se prestó más o menos en las postrimerías del año 2023 hasta nuestros días, poco más de 365 días después, El visitante ha sido prestado en diez ocasiones, habiendo tenido un 2024 muy movidito y quizás su gran año de gloria por toda la eternidad.

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