Bibliometro #69. Yo no sé qué pensarán ustedes de Chuck Palahniuk ni tampoco sé qué piensa la oficialidad, la crítica especializada y esas entidades. Lo qué sé es que Palahniuk es el autor del libro homónimo en el que se basó la película de Fincher, "Fight Club", El club de la pelea, una película que me gusta tanto como me disgusta, o quizás no disgusto pero es que hay escenas tan ridículas y vergonzantes (lo cual debe ser intencionado, ese carácter autoparódico propio del autor del material original), si bien se compensa con su buen toque de mala leche y entretención, eso es lo que sé y con eso me basta para hincarle el diente a cualquier cosa suya, para ver qué tal es su literatura. Tampoco vamos a generalizar a partir de una sola novela, ni tampoco vamos a caer en el baboseo que, también sé, provoca Palahniuk, al parecer conocido por abordar de manera satírica y esperpéntica, algunos dicen que transgresoramente también, temas candentes e incómodos. Pero, debo decirlo, Rant me ha sorprendido muuuuuuy gratamente.
Si les digo que Rant. La vida de un asesino es una locura probablemente me crean pero probablemente también piensen que no estoy diciendo nada sorprendente, habida cuenta del autor que tenemos entre manos. Vayamos por partes, partamos por lo formal: como se puede ver en la nota del autor, Rant es un relato coral y oral en cierta forma, la narración conformada por los testimonios de una gran variedad de personajes, testimonios que giran en torno a Buster Casey, más conocido como Rant Casey, en torno a su vida y a varios otros temas relacionados con él. Desde su infancia hasta su muerte, con algunas reflexiones y especulaciones post-mortem. Rant Casey, por cierto, es, en el universo de este libro esquizoide y delirante, el mayor superpropagador pandémico de la historia de Estados Unidos, el paciente cero o como-se-diga que incubó en su cuerpo una agresiva variante de la rabia y luego la propagó a medida que iba creciendo y mudándose de ciudades, razón por la que es tan famoso e incluso legendario: el nuevo María Tifoidea.
Su familia, sus vecinos de la infancia, la gente del destartalado pueblito rural en el que creció, luego sus amigos de la ciudad, sus jefes, algunas personas con las que trató, estudiosos de la medicina, de la antropología, investigadores privados y policías, políticos y autoridades municipales, en fin, las historias que cada personaje tiene que contar van construyendo un universo, una mitología propia de manera tan fascinante como inusitada, inesperada (tanto que podría ameritar una segunda lectura, en caso de haber tiempo disponible de sobra), a la par que nos dan pistas de quién era este tan misterioso y peculiar sujeto, Rant, excéntrico desde que nació prácticamente. No seré yo quien les agüe la fiesta, pero lo que comienza siendo una reconstrucción biográfica en uno de esos pueblos rurales al estilo redneck o hillbillies dejados de la mano de dios, da paso, con toda coherencia debo decir, con una sólida e improbable verosimilitud, a la ciencia ficción, a lo esotérico o místico, lo fantástico incluso, lo distópico, si bien este explosivo y desaforado cóctel de estilos nunca pierde esa base de realismo sucio, de feísmo, de realismo grotesco y sórdido, mugroso y grasoso, para mí un perfecto ejemplo de Nueva Objetividad Alemana (o Neue Sachlichkeit, búsquenla, es una corriente artística que me encanta) hecha literatura, lo que nos da paso a otro aspecto importante de esta novela: el retrato socio-político que Palahniuk elabora, no sólo de la sociedad estadounidense (aunque primordialmente lo es) sino que también de occidente y sus vicios, un retrato ácido y satírico, sumamente efectivo e hiriente, como un gancho al mentón, porque no pierde de vista el factor humano: si el constructo social es, en esencia, una vil trampa, un burdo chantaje de castas, quienes están atrapado en esa trampa son seres humanos de carne y hueso, imperfectos y a veces ciegos, ciegos por negarse a ver lo obvio y ciegos por dejarse encandilar demasiado por tantas retorcidas conspiraciones para explicar sus pesares materiales. La sociedad, en efecto, del espectáculo, del pan y circo, pero también del desapego, de la amoralidad, del escapismo escatológico: un retrato perfecto de las dinámicas sociales, culturales, interpersonales, y sobre todo políticas y económicas de nuestros benditos tiempos dominados por este capitalismo salvaje que circula libremente por nuestras venas, o peor, por nuestras tripas. Podría entrar más en detalle pero como dije, no quiero revelarles todos los detalles que tiene esta novela, apocalíptica sin apocalipsis, apocalíptica espiritualmente, he ahí la clave: pareciera que todo lo externo, todo lo aparente, está muerto y deforme, repulsivo y grotesco, y que el único reducto en que los personajes se sienten a salvo del asco de vivir en una sociedad tan inhumana es en sus refugios introspectivos, salvados por sus abstracciones... o eso creen, pero quiénes somos nosotros para juzgar. Esta deliciosa relatividad viene del hecho de que, al ser un relato coral, está lleno de potenciales narradores no confiables, o unreliable narrators, lo que nos hace elegir entre si estamos leyendo un sesudo y meticuloso documento histórico o una indulgente performance posmoderna de lisérgica creación colectiva, que es también, quizás, la razón por la que la novela de repente toma giros sombríamente fantásticos. Depende de ustedes abordar esta biografía desde un punto de vista racional y sociológico, incluso filosófico, o abierto a los misterios místicos de la existencia.
Rant me ha parecido un libro sobresaliente, no sólo por la historia en sí, por la habilidad fabuladora de Palahniuk de inventar personajes e historias (y de enhebrarlas con datos y episodios verídicos, dándole un piso de cierta verosimilitud científico-histórica, que potencia el efecto), también por amalgamar su visión de los géneros literarios con la feroz e inteligente crítica social desplegada, de manera más sutil de lo que aparenta, en cada una de las poco más de 300 páginas. Cada aventura del tal Rant Casey (algunas de su infancia son verdaderas delicias argumentales y narrativas) es también una manera de Palahniuk de evidenciar la atribulada y contradictoria (e incluso hipócrita) alma de la época, ese zeitgeist convulso e involuntariamente paródico. Porque he ahí el pilar fundamental, la verdad dolorosa y tenebrosa que Palahniuk identifica y nos arroja al rostro: no estamos libres de la parodia involuntaria; en estos tiempos locos, aunque intentemos engañarnos, todos acabamos turnándonos por ser el payaso del pueblo. Es el gran y cruel chiste contemporáneo, da risa y no la da, es algo serio que no hay que tomarse en serio, no seas tan grave pero tampoco seas tan superficial, es todo y nada a la vez, capisci?
Supongo que por ahí va verdaderamente el sentido de la cita inicial: el escapismo definitivo.
La ficha bibliográfica principal nos muestra que, desde mediados de mayo del 2022, que por lo demás ha sido el año de gloria de Rant, este ejemplar (el único de la red bibliometrana) ha sido pedido en ocho ocasiones. Pero si echamos una mirada bajo esta ficha veremos que hay un miserable post-in pegado, con fechas estampadas (lo que sugiere que, quizás, antes hubo otra ficha que al llenarse quitaron, o quizás nunca hubo una ficha previa), ocho en total, dando un súper total de dieciséis préstamos desde mediados del 2017, unos siete años y medio hasta nuestros días. Desde el 2019 hasta el 2022 Rant tuvo una mini-siesta lectora, pero se ha mantenido sorprendentemente activo.