Biblioteca Nacional S16E01. Bien, otro ciclo ha comenzado en la B.N.P.D. y lo hacemos de la mano de un libro que me tenía tentado hace tiempo pero que había pospuesto básicamente para satisfacer las necesidades temáticas de determinadas temporadas, en especial las dos más recientes; por ahora volvemos al caprichoso azar al momento de ir sacando libros de los estantes de esta querida y generosa sección, ese instinto, ese impulso en el estómago que te hace decir o pensar "ése es el libro que quiero leer". Dicho libro es Yo, robot, de Isaac Asimov, por supuesto, como pueden ver desde luego, faltaba más.
Yo, robot es un conjunto de varios relatos que, de todas formas, se leen como una novela. No estoy al tanto de los pormenores, no he investigado exhaustivamente en Wikipedia, pero supongo que Asimov fue publicando algunos de estos relatos de manera individual y que luego, al reunirlos en este libro, limó un par de cosas e incluyó la introducción y pequeños "intermezzos" para unificar de manera más coherente los relatos, o mejor dicho para otorgarles una linealidad más visible. Dicho marco unificador es la entrevista que un periodista le hace a Susan Calvin, una científica especializada en robopsicología (o psicología de robots) que es testigo privilegiada de todos los grandes avances de la robótica y la cibernética como ciencia aplicada o campo de estudio, además de los avances aún más grandes que la robótica ha significado para la humanidad en términos de exploración y colonización espacial. Así las cosas, Susan Calvin procede a relatarle al periodista historias que no sólo abarcan cronológicamente la era dorada de la robótica (desde que los robots eran meros armatostes que ni siquiera podían hablar hasta... bueno, ya lo verán), con sus avances y logros técnicos, sino que también profundizan en el aspecto ético-moral y, justamente, psicológico de la robótica: los dilemas y los misterios (suscitados de las tres esenciales leyes de la robótica, cuyo cumplimiento mandatorio puede ser, también, un obstáculo para la consecución de según qué objetivos) que los robots, observados y analizados por los humanos, enfrentan en el terreno práctico y cómo la resolución de estos intrigantes y fascinantes casos suponen una nueva victoria de la ciencia y la humanidad.
La primera historia, Robbie, aborda, supongo, el tema de la robótica versus la humanidad y el cómo (y hasta cuánto, cuán a fondo) la robótica puede penetrar la vida cotidiana, la vida íntima de las personas de carne y hueso. Robbie es el nombre con que una niña bautizó a su robot niñera, uno de los primeros robots o androides en salir al mercado, un armatoste gris sin habla que sin embargo posee gran entendimiento de su entorno y que, por supuesto, es capaz de cumplir su función a rajatabla: ser niñero de la niña, protegerla a toda costa. El conflicto proviene de la madre, una estirada mujer que no ve con buenos ojos la estrecha relación de amistad entre su hija y el robot, señalando que es una aberración, que cómo es posible que prefiera la compañía de una cosa metálica por sobre amistades de su edad, en fin, poniéndose en campaña para sacar a Robbie de la familia aunque eso ponga triste a la niña. ¿Acaso Robbie siente una genuina emoción de amistad y afecto por la niña? ¿Ser una criatura inteligente y a su modo autónoma son acaso meras fruslerías? ¿Entraña un peligro para la esencia humana la presencia preponderante de las máquinas y los robots en la vida cotidiana?, ¿iremos perdiendo nuestro carácter, no lo sé, gregario, autónomo, individual, si nos acomodamos demasiado a las bondades de estos avances tecnológicos? Podrá leerse como un cuento algo familiar, pero como ven, las cuestiones que plantea son complejas y, acaso por ser también bastante "rudimentarias" debido a sus elementos (una niña, con toda la honesta y honrada simplicidad -en el sentido de carente, libre de los turbios enredos y nudos típicos de los adultos- infantil de su mirada, es decir "Robbie es mi amigo y lo quiero, sea robot o no", y uno de los robots más primitivos cuya única función pueda ser considerada por él mismo como su esencia vital), resulta más potente y frontal, más directa y con más profundidad de campo y de llegada. Es como suele decirse: algunas cosas escapan a nuestro discernimiento porque son tan obvias, se presentan tan a simple vista, que los intrincados análisis adultos y especializados lo pasan por alto...
Las tres siguientes historias están protagonizadas por los mismos dos protagonistas, un par de ingenieros-astronautas-algo-similar, algo así como unos Holmes y Watson del futuro, de la robótica y de la colonización espacial, que se ven envueltos en urgentes y complicados problemas prácticos cuyos núcleos u orígenes son, a su vez, recursivos dilemas robóticos. Vale la pena señalar que este dúo dinámico es enviado a distintos puntos del espacio exterior para analizar y evaluar el comportamiento/rendimiento de los robots enviados a cumplir labores de campo a modo de experimentación de modelos robóticos (y para relevar a los humanos de labores tan peligrosas): ¿son capaces estas máquinas de cumplir con sus trabajos, con sus misiones? De ocurrir problemas, ¿a qué se deben?, ¿tienen solución?, ¿son un peligro para la humanidad? Así las cosas, estamos ante tres fascinantes "casos Asimov" en donde el eje fundamental de los misterios o incógnitas es ¿funcionan del todo bien las tres leyes básicas? En el primer caso veremos a un robot que puede haberse visto atrapado en las paradojas producidas al confrontar las tres leyes consigo mismas y con el letal (para los humanos) entorno de los planetas del espacio exterior... El segundo caso, ya con un robot más sofisticado e inteligente, de esos que pueden hablar y todo eso, ser verdaderamente conscientes de sí mismos más allá de las funciones con que fueron programados, trata sobre ese androide que se pone, digamos, religioso para sus cosas, si bien, ¿entorpece ello su cumplimiento de la misión encomendada? El tercer caso también tiene que ver con robots, más complejos y sofisticados aún en tanto ya no se trata de una máquina individual sino de una máquina "líder", a cargo de una pequeña tropa cuya comunicación interna está vedada a los humanos, enfrentándose a las infinitas ramificaciones que las sutiles paradojas de las leyes básicas provocan en sus circuitos. En los tres casos, si nuestro dúo dinámico no resuelve los problemas oportunamente, hay peligro de muerte, por lo que no sólo tenemos tres historias que son, en esencia, entretenidísimas y cautivantes relatos de misterios y deducción/pensamiento lógico, sino que también intensos y frenéticos dramas contra el tiempo.
Los dos siguientes tienen como protagonista a Susan Calvin, la mentada robopsicóloga que trabaja para la U.S. Robotics, la compañía ficticia, la líder indiscutida que va a la vanguardia de la investigación robótica y cibernética en todo el mundo, en toda la galaxia incluso, amén de sus patentes positrónicas. Estos casos, a diferencia de los anteriores, que son de naturaleza más práctica, de robots comportándose de manera excéntrica debido a las paradojas de las tres leyes básicas con que fueron programados, tienen una cuota mayor de complejidad, al centrarse, digamos, en la mente y el pensamiento de estas máquinas, que son como un reflejo de la psicología humana salvo que dominada y enmarcada en las dichosas leyes. ¡Embustero! es sobre un robot que puede leer la mente humana, como un telépata, y el peligro de su inesperada habilidad, que puede ser aprovechada con fines benéficos como maliciosos... supongo que eso depende de las intenciones del robot, y esas intenciones intentará descubrir nuestra brillante científica, llegando a descubrir nuevas dimensiones, incluso metafísicas, en el ámbito robótico. Pequeño robot perdido es otro exquisito caso de misterio en el cual Susan Calvin deberá encontrar, prácticamente, una aguja en un pajar: en una estación espacial, un robot con la primera ley modificada se ha escondido entre otros 62 robots sin ninguna ley modificada. ¿Por qué quiere esconderse ese robot?, ¿qué tan grave y peligrosa puede ser esa "pequeña" y "leve" modificación a una ley tan crucial, ¡la primera de todas!, la que dice que ningún robot puede dañar a humano alguno? ¿Qué clase de argucias y astucias deberá emplear la doctora Calvin para atrapar a un robot perfectamente consciente de su "falla", de que se está escondiendo y que debe seguir escondido a toda costa? Un juego mental y psicológico, eso es lo que es.
Los tres últimos cuentos proponen y siguen sus propios derroteros, introduciendo nuevos temas, personajes y conflictos. Evasión, que trae de vuelta al dúo dinámico, es una combinación de las características de los relatos de dichos personajes con el estudio mental/psicológico/racional efectuado por la doctora Calvin, rodeado de un incitante clima de desafío corporativo: resulta que una compañía competidora se contacta con la U.S. Robotics para proponerle un reto: intentando resolver lo de los viajes intergalácticos, estos rivales, en palabras simples, fundieron su cerebro central (por las leyes, recuerden, y sus paradojas que arrojan error 404), por lo que le pasan la pelota a nuestra compañía amiga a ver si ellos son capaces de resolver el entuerto (con la secreta esperanza de que a la U.S.R. también se le fundan sus cerebros y pierdan años de avances, logros e inversión multimillonaria). Así las cosas, mientras la doctora Calvin inventa estrategias para encontrar una respuesta sin enloquecer a la máquina, el dúo dinámico deberá investigar in situ si todo marcha bien o no y por qué, por lo que aparte de todo el asunto de la robótica tenemos una historia que acaso sea la más "puramente" de ciencia ficción si entendemos ciencia ficción como viajes o travesías por el espacio exterior a través de sistemas planetarios y galaxias y dimensiones en pulcras naves futuristas, todo impulsado por la más sana y vivaz imaginación. Eso, y un sorprendente e inesperado segmento, ejem, lisérgico, alucinante, místico, que es toda una maldita gozada y que no deja de tener, por supuesto, su toque auténticamente aterrador, oscuro, abismante. Toda una sorpresa.
La evidencia, en palabras simples y acotadas, es sobre un hombre que acusa a otro de ser un androide que finge ser un ser humano, y no cualquier humano, sino que un humano que postula a un cargo de elección popular (vale la pena mencionar que, en el universo creado por Asimov, los robots están prohibidos en la tierra: se pueden fabricar y mandar a otros planetas y colonias, pero en la Tierra nones, no pueden caminar ni convivir entre nosotros); como el acusador amenaza a la U.S. Robotics con culparlos de haber construido un robot humanoide en secreto para soltarlo dentro de la población, nuevamente nuestra querida Susan Calvin debe asumir el reto y probar si ese hombre, ese candidato, es un robot o un humano de carne y hueso. Como ven, ahora los dilemas son otros: ya no se trata de estudiar robots; tal es la tecnología y sus avances que ahora hay que estudiar a los humanos para determinar la naturaleza o esencia de un individuo, que nos hace volver un poco a lo planteado por el caso de la niña y su Robbie: ¿es la esencia de un ser humano tan diferente de un robot avanzado?, ¿es realmente plausible que lleguemos a confundir unos con otros si se plantea la duda, independiente de si sea falsa o veraz?
Por último, Un conflicto evitable, el cuento que lo cierra todo, el único relato al que le pongo ciertos reparos básicamente porque, si bien mantiene la esencia de ser una historia que plantea retos y enigmas lógico-narrativos, es esencialmente un caso dialéctico, pura información cayendo a raudales, lo que puede ser algo pesado considerando el notable equilibrio entre reflexión/deducción y acción/movimiento de todas las historias anteriores. Como sea, dos cosas importantes sobre este relato final: primero, la exposición de tanta información nos permite, eso sí, vislumbrar en todo su esplendor la detallada e interesante construcción de mundo lograda por Asimov, ofreciendo un nuevo y curioso orden mundial; segundo, la pregunta fundamental en este caso sería si acaso un cerebro artificial perfecto se puede equivocar y si es posible determinarlo, si en verdad es posible que seres humanos seamos capaces de señalar un supuesto error de una máquina pensante perfecta, o si somos tan pequeños que lo que para nosotros es un error para una máquina no es más que un pequeño paso en una planificación virtualmente infinita, lo que nos conduce a otro interesante problema: si el supuesto error nos afecta ahora en el presente a nosotros, ¿es ético interferir para corregir las implicancias negativas inmediatas de ese "error"?, ¿o lo dejamos así porque no hay que ser egoísta y un sacrificio hoy será abundancia mañana para nuestro hijos venideros? ¿Quién puede ser más ecuánime y compasivo y justo y equitativo: seres humanos que se enfrascan en guerras fratricidas y destruyen el planeta y aniquilan animales sólo para llenar sus asquerosos bolsillos y malcriados estómagos, o una máquina capaz de ver más allá de lo que podría ver el más visionario de los hombres? ¿Quién es más grande y avanzado a fin de cuentas?, ¿nosotros los salvajes, o nuestra creación, esas máquinas frías sin sentimientos? Vaya que me dejé llevar, pero esa es la idea, ¿no?, que la literatura resuene en nosotros y que esas resonancias hagan eco más allá del lector en ondas magnéticas de recomendaciones. Pero en fin, en resumen: planteamientos/debates fascinantes y complejos desarrollados en un cuento algo iterativo en su fórmula y ejecución, pero que de todas formas no pierde la fluidez y legibilidad propias de la prosa de Asimov, a todas luces un escritor capaz de hacerse entender perfectamente.
Como ven, tenemos varios cuentos que destacan maravillosamente por sus respectivos estilos y conflictos, algunos asumiendo un aire más familiar y didáctico, mientras que otros apuestan por el misterio y tramas más adultas y complejas, pero que en conjunto también nos revelan otro aspecto importante y capital: la construcción de mundo que lleva a cabo Asimov, ¡qué construcción de mundo!, toda una maldita línea temporal rica y pletórica de detalles, de su propia simbología e historiografía interna que resulta fascinante, absolutamente subyugadora. Los relatos abarcan unos sesenta años, más o menos desde el 2000 hasta la década de los nuevos sesenta, pero ojo, que se hace referencia a hechos históricos acaecidos en los 1980's y 90's, por ejemplo, y tengamos en cuenta, por favor, que estos relatos fueron escritos en los años 40 y 50 de nuestra línea temporal, es decir, no sólo estamos hablando de un trabajo magnífico en su capacidad innovadora y adelantada a su tiempo, un verdadero pilar de la ciencia ficción, sino que tenemos un "futuro" compleja y cuidadosamente escenificado y desarrollado que no sólo se manifiesta en las meras predicciones robóticas y cibernéticas que contiene: también es toda una anticipación geopolítica y económica nueva la que propone, una construcción que, no obstante las diferencias con que marcha el nuestro loco mundo en la actualidad, no va tan descabellada si se sabe leer entre líneas... Es realmente magistral porque, no obstante lo desafiante e inteligente de sus relatos, es cierto que la prosa eminentemente diáfana, sofisticada y sobria de Asimov puede confundir a algunos e inducirlos a pensar que están ante una invención sencilla y meramente entretenida, de consumo rápido e ingenua predicción, cuando lo que tenemos es, ya lo hemos dicho, una perfecta amalgama entre libertad fabuladora/creadora y una sesuda y punzante capacidad de observación y estudio de la realidad y su ¿impredecible? porvenir. Como sea, un libro imperdible, y no creo haber estado a la altura comentando sus contenidos. O sea, ahora les toca el turno a ustedes.
¡Por fin tenemos una ficha bibliográfica más nutrida en esta tradición republicana de todo préstamo a domicilio! Extrañaba ver fechas escritas o estampadas amontonadas una encima de otra, evidenciando lecturas y actividad para el ejemplar en cuestión. En este caso tenemos trece préstamos en siete años y contando, y ojo, que resulta bastante interesante la dinámica observada: el 2018 fue, sin duda, el año de gloria de este pilar de la ciencia ficción, con siete préstamos, es decir la mitad y fracción de toda su actividad lectora, y si miramos mejor, vemos que de esos siete préstamos los seis se dieron en sus primeros seis meses de disponibilidad, luego en noviembre de dicho año vuelve a ser prestado y luego en agosto del 2019 lo piden otra vez, y luego ¡tate!, la siesta lectora que hemos acusado tantas veces ya: un silencio de casi cinco años que se rompe el 2024, el año pasado, con cuatro préstamos, y el mío ahora, al borde del primer trimestre del 2025. ¿Qué le deparará a este libro de ahora en adelante? Menos mal no me creo como uno de esos chistosos bookfluencers (y ojo con los filmfluencers, por dios, vaya laya de batracios egotistas), de lo contrario me ahogaría en el delirio de pensar que alguien va a ir a pedir o comprar en otro lado este libro gracias a mi recomendación, ja, ja. Se extrañaban estos análisis, ¿ah?