
Biblioteca de Santiago nº28. Así es, La Cúpula. Lo sabrán por el título del post porque en la portada del libro no sale nada, y eso es porque, imagino, tenía sobrecubierta y como se ve tan manoseado, adiós sobrecubierta, alguien la perdió o se la quedó, o la rompió o la botó, lo mismo le dio, mal ahí quien-quiera-que-seas. Tenía muchas ganas de por fin lanzarme con esta novela, este libro monumental en dimensiones, 1.130 páginas de narración, más otras dos páginas de Notas del autor. Y es cierto que otras novelas largas y gordas de King, como El cazador de sueños o Christine o La historia de Lisey, no me han gustado mucho (o nada), pero debe ser distinto cuando sobrepasas las mil páginas, ¿no? It y sus 1500 páginas. Está Apocalipsis pero todavía no llega. Bah, qué importa, lo cierto es que le tenía ganas y fe a La Cúpula, algo me indicaba que me devolvería al mejor King. La Cúpula ha respondido.
Ufff, entonces...
Bueno, como suele suceder con algunos libros con los que no sé por dónde empezar, empecemos por lo más fácil: La Cúpula me ha encantado, me ha parecido un librazo, una excelentísima novela, todo un ambicioso reto personal que King supera magistralmente, magníficamente. No hay por dónde perderse, no hay riesgos: son 1.130 páginas de calidad pura, no se van a arrepentir, la lectura los atrapará y no los soltará, se sentirán magnéticamente atraídos a sus páginas y pensarán "¡maldita sea!" cuando llegue el momento de ponerle pausa y dejarlo para el día siguiente. Genial, sencillamente genial. Una novela redonda y férrea como pocas veces King lo logra.
Ahora bien, en el pueblo de Chester's Mill, de la nada, se posa una cúpula invisible y resistente, irrompible, pero de sus cualidades materiales no se enterarán sus habitantes y los de afuera de la Cúpula mucho más tarde, cuando intenten solucionar, romper, este ilógico encierro; mientras tanto, la sorpresa inicial viene con desconcierto, horror y terribles accidentes. Es tan sólo la introducción al horror más intenso que sobrevendrá, porque la Cúpula no pudo haber caído en un peor lugar, en peor pueblo, cumpliendo así el viejo y manido, pero no por ello menos sabio y versátil, refrán que dice "pueblo chico infierno grande". Una catástrofe, supervivencia pura, la Cúpula trae consigo problemas ecológicos o medioambientales que son como una promesa, o mejor dicho una amenaza, sin embargo ese es el menor, o el último, de los problemas (a fin de cuentas, lo más grave es lo de ahora, ¿no?, ¡no hay como el presente para disfrutar o para sufrir, para padecer!): dentro del pueblo suceden cosas muy jodidas que, con el encierro, irán creciendo como una bola de nieve hasta extremos devastadores y descorazonadores. O como una olla a presión, un hervidero de nervios, de egos y de tensiones, de resentimientos, de asuntos pendientes y ajustes de cuentas. ¿Quién te va a proteger?, ¿los de afuera de la Cúpula?
El protagonista es Dale Barbara, un veterano de Irak que trabajaba como cocinero en uno de los restaurantes del pueblo, en pasado porque se está yendo, unos líos por ahí lo empujaron a abandonar, sin embargo cayó la barrera invisible primero y le cortó el paso, le impidió la salida, como una condena: acá te quedarás, amigo, y buena suerte. Lo que King propone y elabora con esta novela es algo tan sencillo como intenso, potente y complejo, profundo, si sabe jugar bien sus cartas. Y lo hace. En La Cúpula, King saca a relucir sus mejores dotes como narrador, como contador de historias, como creador y retratista de personajes, como observador de realidades y dinámicas sociales y relaciones interpersonales, como grabador del horror subyacente a toda realidad apacible en apariencia. Debajo de la belleza del paisaje o de la cordialidad de manual, tenemos la corrupción, la mentira, la violencia, el abuso, la maldad, todo un estrato de podredumbre, una casta de ratas disfrazadas de mariposas. Un pueblo atrapado en las garras del magnate local, Big Jim Rennie, que hace y deshace a placer, dueño de la justicia, del orden, de la ley, el tirano en las sombras, el bufón ignorante y amoral pero carismático, peligroso por el ejército de necios que le celebran sus eructos y peroratas vacías pero enaltecedoras. Una novela política, sin duda alguna: los peligros del populismo, un retrato rabioso de los peores rasgos de Estados Unidos exacerbados por una situación límite. De esta forma, una de las vertientes de esta novela, vertiente robusta y avasalladora, apabullante, desoladora, desalentadora, es el infierno desatado en el pueblo por el líder pero ejecutado por sus mismos habitantes, unos intentando buscar la calma, el orden, la fraternidad, mientras otros azuzan la discordia, la desconfianza, el pánico, como una mano cruel picoteando el trasero de un animal asustado y desesperado, arrinconado. Una lucha de voluntades que les resultará bastante desasosegante y desesperante pues la balanza está desequilibrada y de todas formas es un retrato tan preciso y mordaz de la inequidad y la injusticia, de la estupidez y la estolidez, del miedo y el conformismo (mejor diablo conocido que diablo por conocer), que sólo queda sentir impotencia, porque todo lo que sucede es de manual, pero así es el pánico, así es la irracionalidad, la mentalidad de rebaño: en tiempos de crisis, cualquier "liderazgo" carismático puede adueñarse de la situación y provocar catástrofes peores, abrir la herida más y más, desangrar por completo a sus víctimas, dóciles y entregadas. En ese sentido, King nos cuenta una historia desmitificadora de esa "libertad 'americana'", una anti-gesta, el reverso desencantado de esa mística grotesca del heroísmo "americano": no hay gloria en esa bandera de rayas y estrellas, ni tan siquiera esperanza: los valores estadounidenses son una charada, una canción de cuna, que se desintegran tan pronto como alguien más grande y más poderoso se erige por sobre el resto: la famosa libertad estadounidense es tan pequeña como las ambiciones desmedidas de cualquier chalado empoderado. Basta ver al payaso asqueroso que hoy mismo tienen por presidente por allá para darse cuenta de ello.
La otra vertiente de La Cúpula es, digamos, la sobrenatural, porque esa barrera que apareció de repente, ¿qué demonios es?, ¿de dónde proviene?, ¿por qué nada creado por el hombre puede ni tan siquiera provocarle un arañazo? Está la tesis de la explicación y... bueno, ya saben, sumado a ello algunas visiones proféticas que los niños del pueblo comienzan a tener, y entonces tienen otra dimensión en un relato de por sí denso y pletórico de tramas, interpretaciones y significados. ¿Y saben qué? Tomando en cuenta que acá mismo hemos visto que a veces King, que es un escritor muy creativo y con muy buenas ideas, ideas sobrenaturales que actúan perfectamente como símbolos o metáforas de horrores y dolores y demonios o fantasmas de asuntos muy reales y muy humanos y cercanos, terrestres, como decimos a veces King no es capaz de cerrar de manera satisfactoria, o coherente o convincente, a veces ni siquiera decente, esas premisas sobrenaturales cuyos orígenes o explicaciones se reducen a imágenes burdas o soluciones apresuradas y forzadas, ese mismo escritor, como decimos, en La Cúpula no adolece de nada de eso. No sucede como en Los Langoliers, en donde el símbolo o el significado, además de sus conflictos prácticos, son geniales, pero que pierden algo de peso o verosimilitud (lo que ya es decir tomando en cuenta la premisa fantástica, en donde uno acepta la incierta naturaleza de la realidad propuesta en aras de la aventura, del misterio, de la entretención o intensidad dramática) al momento de "explicar" o "explicitar" a los Langoliers. Por el contrario, la barrera, la Cúpula, cumple su función de mostrar el abanico de horrores (y de bondades, desde luego) del que es capaz el ser humano sometido y empujado a extremos extraordinarios más allá de los límites de lo normal (como si la humanidad en sí no fuera nada: sin una normalidad concreta y tangible, respirable, sin la sombra del castigo, el hombre se transforma en ese monstruo hambriento y voraz), pero esa misma Cúpula tiene un origen, tiene una explicación, y sin entrar a revelarles nada, es una explicación genial, pero también muy pesimista y desoladora, abismante incluso, de una negrura cósmica, porque sigue, se alinea en perfecta coherencia con, la senda de la otra vertiente: tampoco hay gloria, tampoco hay esperanza: no somos nada, somos hormigas nada más bajo la lupa de un niño ocioso. Dejen la salvación épica para los perros grandes, los humanos somos gusanos y la Cúpula, la carpa de un circo.
En ese sentido, si la tensión y los nervios, si la rabia y la impotencia a la que te ves sometido por la tropelía de atrocidades y tejemanejes que ocurren dentro del pueblo abandonado a su suerte de por sí es terriblemente agotadora (en el buen sentido, en el sentido en que un libro tiene que remecerte, llegarte, afectarte), su tramo final es el vivo infierno y peor: es la carencia absoluta de poder, de fuerza, inermes como somos, frágiles y vulnerables como un bichito. Es que no hay solución, ni los de dentro ni los de afuera, ni siquiera el glorioso ejército del "mejor y más poderoso país con el pene más grande del mundo", pueden hacer nada, y King te transmite esa sensación de una manera tan pero tan... intensa, con unas palabras, una prosa tan afilada como melancólica, con una creciente gelidez que sin embargo no pierde esa calidez humana, por lo que el efecto es más devastador: la esperanza es lo último que se pierde, pero cuando todo está perdido, tampoco es que sirva de mucho ¿no? Entonces, ¿se soluciona lo de la Cúpula?, ¿cómo demonios se logra en ese caso? Solamente les diré que tiene sentido (narrativamente hablando, moralmente hablando, incluso espiritual y poéticamente hablando tiene sentido: una solución redonda y sin fisuras), que no es un ridículo ex machina tan propio del King más reciente ni tampoco una metáfora tan cuestionable como los Langoliers. En La Cúpula, esa explicación, ese origen, esa solución, mantiene el tono desesperanzado y nihilista, y no se desmadra hacia el exceso de imaginación. Honestamente, yo temía si una explicación final chapucera podía arruinarme todas las mil páginas anteriores, pero confíen en mí, tal cosa no sucede: de inicio a fin, esta novela mantiene la misma calidad sobresaliente. Y su tramo final es un mazazo.
Supongo que como observación debo señalar que no estamos ante una novela, porque no lo pretende en todo caso no es su objetivo primordial, que se adentre demasiado en la psicología de sus personajes, como por ejemplo en It, en donde justamente de eso se trataba dicha novela: cómo tus miedos más profundos se hacen realidad para perseguirte, atormentarte, cómo el miedo alimenta al miedo. Obviamente todos los personajes de La Cúpula están bien escritos y bien perfilados, con sus personalidades y sus características propias y todo eso, sin embargo, descontando unos cuantos capítulos en donde el autor le permite a tal o cual personaje sumirse en sí mismo, explorando su mente y espíritu, el eje central de esta novela sería el pánico más que el miedo, el pánico de masas y de rebaños, el pánico como arma en manos de individuos inescrupulosos, la observación conductual, el caos contra el orden. Una novela de acciones y conflictos, en otras palabras, en donde las porciones psicológicas no son el ingrediente principal sino que un certero aliciente dramático. Esto es, como dije, una observación de algo que de por sí no es ni bueno ni malo, pero que en el presente caso funciona a las mil maravillas: el suspenso y la habilidad con que King maneja todas las tramas es encomiable, y el remate de ese suspenso cae con el peso de una guillotina. Ya lo dije: tensión y nervios, de eso se trata, de justicia versus maldad y caos en una lucha despareja (y peor: despareja no por números, sino por medios: es terrible cómo una sola persona con dinero puede ser más fuerte que cientos o miles de individuos comunes y silvestres). La prosa de King, sin alcanzar necesariamente cotas de calidad de otros relatos en donde el autor saca a relucir su lado más lírico y salvaje, bestial, de todas formas es una prosa intensa, con personalidad, con tripas, rabiosa y elegante, precisa y certera, minuciosa y desaforada, en donde el autor no sólo se limita a describir las cosas y adiós, sino que le pone sentimiento y busca, por decirlo de algún modo, el mejor ángulo de las palabras para que te golpeen con dureza desde afuera, para que penetren en la mente, en el pecho del lector. Es un trabajo escritural tremendo, titánico, sobre todo porque lo mantiene de inicio a fin a lo largo, ya se dijo, de más de mil cien páginas. No hay tramos flojos, débiles, cojos. Aunque, eso sí, insisto en que todo el tramo final, en efecto, sobresale aún más y, en efecto, es como si estuviésemos leyendo al mejor King: el que se te mete bajo la piel, el que se introduce en tu mente para clavarte estocadas de malestar, de tristeza, etc., sin piedad ni consideración: el que de verdad quiere que tengas pesadillas por las noches, como debe ser.
El único reproche es un incomprensible romance metido con calzador que no tiene razón de ser, incluso cursi, del cual responsabilizo a algún editor o editora, porque surge tan de repente que se nota que no es esencial en lo absoluto para el desarrollo y la aprehensión del relato, sino que debió de ser algún tipo de imposición: "Stevie, ¿dónde está el amor, hombre?, como para equilibrar tanto odio y violencia, ¿no te parece?". Como sea, La Cúpula sigue siendo un pedazo de novela, una novela maciza, memorable, que se eleva dentro de lo mejor que Stephen King ha escrito y publicado. No salgo de mi asombro todavía, pero por lo mismo me siento más que contento. Y ojo, que luego de ésta no tardaría en aparecer 22/11/63, que es otra magnífica novela suya y que nos dice que, al parecer, en esos años andaba en racha. Luego, ya lo hemos visto, sus 2010's en adelante, salvo contadas excepciones, se caracteriza por una baja de calidad de lo sobresaliente a lo meramente solvente, novelas que se pueden leer y que entretienen, pero que no se te incrustan en el cerebro. Quizás soy yo el que le pido mucho al arte, al cine, a la literatura, pero es que no es para nada fácil escribir un libro, menos hacer una película, por lo que si te lanzas a hacer algo, ¿cómo es que no le pones el 110% de ti? Bueno bueno, no me hagan caso, salvo en esto: lean La Cúpula, no se arrepentirán. Es de lo mejor de King. Adieu.
