Bibliometro S06E07. Hemos llegado al final de otra temporada de préstamos bibliometruscos, y aunque no fue calculado, me gustó la tónica nipona de este ciclo, que comenzó con Kaiki 1, luego apareció La cigarra del octavo día, después El museo del silencio, finalmente el volumen que nos convoca, Kaiki 2. Nótese también que este ciclo estuvo dominado por escritoras mujeres: Arelis Uribe, Mitsuyo Kakuta, Yoko Ogawa, Irene Nemirovsky. Una temporada muy variopinta y colorida que llega a su fin. Oremos.
En esta ocasión tenemos menos autores, cinco, y menos cuentos, ocho en total, sin embargo Kaiki 2 es una compilación, por así decirlo, más coherente en el tono, la temática y la premisa de sus cuentos, lo que por lo demás hacen que esta continuación sea un conjunto mucho más redondo que el anterior, que también resultaba entretenido y ecléctico, pero con notorios y evitables baches. Si tienen buena memoria, podrán reconocer tres autores del volumen anterior. Dicho esto, adentrémonos en estos bosques profundamente oscuros, como diría Tal...
-Yukionna, la mujer de la nieve (Kido Okamoto). Uno de los aspectos que se repiten en varios de los cuentos es la presencia de la cultura y costumbres chinas, pero vistas desde una perspectiva japonesa. Este cuento, que toma forma de relato oral (el narrador remite la historia que le contó un amigo), trata sobre un japonés que debe trasladarse a una sucursal ubicada en China, acompañado de un chino que le sirve de intérprete, pero que, debido a las inclemencias del tiempo, de fuertes nevadas y aún más tormentosos vientos, se ve obligado a pedir refugio en la casa de un amable anciano. En la casa, sin embargo, tienen mucho miedo de una leyenda que indica que una mujer, toda noche de nevazón y viento, se mete en las casas para llevarse a las bellas hijas del hogar. El protagonista, un japonés racionalista y bastante rudo y maleducado (mira por encima del hombro las costumbres chinas, que relaciona esencialmente a lo supersticioso), pasará una noche muy interesante y tétrica.
El cuento, aparte de destacar por esas observaciones culturales, destaca por la construcción de una sugestiva atmósfera y por la aproximación mesurada a la vez que asombrada o abierta del componente sobrenatural/fantasmal, dejando vivo el delicioso manto de la ambigüedad.
-Kurokabe (Kyoka Izumi). Este breve cuento, más que de fantasmas propiamente tal, habla sobre miedos, sobre creencias, sobre locura. La historia la cuenta un hombre al que le gusta pasear por serenos senderos, por esos bosques milenarios y pacíficos en donde se puede ir a reflexionar en compañía de la naturaleza y sólo la naturaleza. En uno de sus paseos se hace muy de noche y se encuentra con un tronco que tiene todos los indicios de ser una suerte de altar maldito, un lugar al cual una mujer va todas las noches para echarle una maldición a algún pobre incauto. Atenazado por el miedo y la curiosidad, el hombre se queda para atestiguar el ritual.
También destaca este cuento por la construcción de atmósfera, reconcentrada al ser más breve, y por el retrato de la superstición en tanto rasgo humano, pero también ligada a la naturaleza y los elementos. Una lectura moderna a simple vista podría ofenderse (a mí me pareció algo hilarante, eso sí, por lo inocentón) por la manera en que el narrador habla de las mujeres, pero es una perspectiva interesante comprobar el miedo o pavor que en ese entonces podían causar las mujeres demasiado fuertes e impetuosas entre los hombres japoneses, que no tenían otra salida que endilgarles poderes sobrehumanos a estas perversas damas. El cuento anterior también tiene como elemento terrorífico la figura de una mujer, fantasmal en dicho caso.
-Los fantasmas de la mansión del señor Soong (Ashihei Hino). Este cuento es un relato de fantasmas en toda regla, la historia de una mansión embrujada, como perfectamente indica su título. Si bien es un cuento largo, no es necesario alargarse demasiado: amén de su sostenida y tensa atmósfera fantasmagórica, su descripción sobria pero firme (y por lo mismo, de bastante mal rollo) de las apariciones fantasmales, en esencia de lo que habla es de cómo los males y horrores de los vivos nos persiguen aún más allá de la muerte, en tanto la mansión del señor Soong, tal como irán averiguando los soldados japoneses que se alojan en sus tétricas paredes, era escenario de terribles vejaciones y malos tratos. Tiene su toque de humor, en tanto los humanos se acostumbran, casi como una rutina familiar, a las apariciones fantasmales, lo cual también puede suscitar una lectura interesante: los humanos nos acostumbramos a convivir con lo terrorífico, haciendo como que no es tan malo con tal de mantener cierto nivel de cordura...
También hay que destacar la visión nipona de lo chino (la mansión está en Cantón y varios personajes son chinos, vistos con cierta arrogancia por los japoneses) y un toque humorístico que surge cuando a los personajes no les queda otra más que aceptar que sus anfitriones pueden atravesar paredes e interrumpirles sus sueños.
-La misteriosa historia del pueblo junto al lago (Kotaro Tanaka). Un pusilánime profesor y poeta, casado y con un hijo pero agobiado por el recuerdo de una amante pasada, en uno de sus viajes para hacer conferencias, conoce a una decidida e impetuosa admiradora que lo invita a su casa con miras a un bello lago. Todo el asunto y la mujer misma tienen un seductor halo de misterio que hace que el hombre no deje de cuestionarse su sanidad, pero el amor o el deseo es más fuerte así que se lanza con todo a la piscina y, bueno, como es de esperar, las cosas no resultarán tan idílicas como pensaba.
Nuevamente el tema de la femme fatale nipona que, con sus artilugios, captura al hombre débil y temeroso. Me pregunto si estos cuentos son tradicionalistas en el sentido de escribir algo estrictamente enmarcado en las características de las leyendas sobre mujeres fatales, o si los autores ponían su toque de crítica y mala leche hacia, por ejemplo, la hipocresía de ciertos hombres japoneses atrapados y consumidos por sus propias debilidades, casualmente representadas con forma de mujer. Como sea, aunque el final es algo abrupto, sin duda que este relato es interesante y se encuentra muy bien narrado.
-Una noche en la plantación de cáñamo (Kido Okamoto). Se repite Okamoto, y tal como en el otro cuento suyo (Yukionna), la historia la cuenta un narrador que remite lo que le contó un amigo. El amigo es un comerciante japonés que andaba viajando por las islas filipinas y, buscando personas y lugares que pudieran servirle en sus negocios, llega a una isla asolada por una extraña maldición que tiene asustados a sus pobladores/empleados: de noche la gente comienza a desaparecer misteriosamente, sin que nadie encuentre mayor explicación. Nadie ve nada, nadie escucha nada. Así las cosas, el japonés junto al jefe de la isla y un par de leales empleados, intentan hallar una explicación/solución, pero, tal como en el otro cuento, la experiencia que vivirán estará siempre cubierta por el velo de la ambigüedad y la confusión.
-La sangre del sapo (Kotaro Tanaka). Nuevamente Tanaka. Este cuento me ha gustado un montón, lo he disfrutado de lo lindo. Es sobre un hombre joven que, bien de noche, al volver a la posada en la que se hospeda, donde lo espera una frágil pero hermosa mujer que conoció en una tranquila aldea, desde la casa de un amigo con el que preparaba oposiciones, como digo, en el camino se le cruza una desorientada mujer que le pide ayuda para llegar a la estación de tren, sin embargo, esto será el inicio de una pesadilla de la que difícilmente podrá escapar y que tiene unos toques kafkianos y de enfermizo thriller psicológico que lo convierten en un relato apabullante y fascinante.
Acá tenemos el tema de la femme fatale nipona, una casa llena de letales y peligrosas mujeres que utilizan el arma de la lujuria y la seducción para atrapar presas, además de magia negra y esas cosas. Es gracioso comprobar también cómo el personaje, que al inicio se las daba de galán, termina muerto de miedo ante, justamente, la posibilidad de tener todo lo que un hombre como él desea: mujeres sedientas de su masculino elixir dispuestas a compartirlo felizmente. Pero como no es él quien está en control de la situación sino la mujer, ergo, el sueño del pibe se convierte en infernal pesadilla. Muy divertido y sugerente.
-Una historia de Zushi (Soyo Tachibana). A pesar de lo mucho que disfruté del cuento anterior, éste otro es el que más me ha gustado y el mejor de los ocho del volumen. Simplemente está a otro nivel en todo sentido. Es una historia enfocada principalmente en lo espiritual. Es la historia de un hombre, enviudado recientemente, que se va a vivir a una tranquila y casi deshabitada aldea cerca de Tokio. Una de sus actividades favoritas es pasear por los alrededores: los bosques, los claros, los caminos, las montañas, observar el mar, las copas de los árboles, escuchar el piar de los pajarillos o el susurro de los arroyos, sentir el aroma a tierra, a hojarasca, a corteza de árbol. Encuentra un templo abandonado, que ni los lugareños visitan, por lo que se extraña bastante cuando, en uno de sus paseos, ve que en el cementerio del templo hay tres personas (un apuesto niño, su niñera y el anciano padre de la niñera) limpiando y llorando ante una fastuosa tumba. Preguntando entre los lugareños, el asunto adquiere tintes tétricos y, con magistral habilidad, una historia que comenzaba siendo un relato maravillosamente poético poco a poco se transforma en un angustiante y sofocante descenso a la locura y los misterios de la vida y la muerte. Sin embargo, este relato trata sobre el luto y la soledad, el deseo de compañía y afecto que sienten tanto los vivos como los muertos, y la tragedia de que ambos planos no puedan encontrarse plena y armónicamente, pues la transición entre un plano y otro siempre es la muerte, el miedo y la angustia: el quiebre, la separación, la distancia.
Como digo, bellísimo cuento que, si por alguna razón no quisiesen leer el volumen completo, les recomiendo encarecidamente que sí se lancen a la lectura de esta historia de Zushi. No se arrepentirán.
-Un ramo de crisantemos (Kyoka Izumi). Podría decirse que este es el cuento menos terrorífico de todos pero es interesante por lo mismo, ya que lo sobrenatural o misterioso se retrata de una manera más bien, mmm cómo decirlo, evocadora. Sin entrar en detalles: dos viejos y ancianos amigos charlan, primero de cosas terrenales y triviales, como lo es ir al mercado y comprar cangrejos o confundirse de tren, luego, cuando el amigo bonzo le da de regalo al otro un muñeco de crisantemos, el objeto en sí, los crisantemos, reaviva recuerdos en ambos hombres, que hablan de la infancia y de ciertos episodios misteriosos que fueron ocurriendo a lo largo de los años y que tienen a los crisantemos como elemento común. Puede que en este caso lo fantasmal sea como una metáfora o representación de las ansias y deseos ocultos que, en nuestra alma, duermen bajo pliegues de normalidad y cotidianidad, y que pueden avivarse e iluminarse con la chispa causada por un objeto aparentemente inanimado e inofensivo.
No será el cuento más memorable del conjunto, pero tiene su aquel, su rasgo distintivo.
En resumen, como vemos, tenemos una compilación redonda, sin fisuras, coherente en ocho cuentos que abordan el "terror y locura" dejando de lado el efectismo para centrarse en lo sensorial, lo atmosférico, lo ambiental, lo espiritual y reflexivo. Lo fantasmal como una especie de filtro para observar y vivir la realidad, un poco más allá de sus límites físicos y tangibles. Ha sido todo un placer. Palabra.
No está mal, cuatro pedidos en menos de un año, bastante ordenados los timbres además si no fuera por ese maldito 26 DIC 2023 estampado justo entre medio de dos espacios, como una de esas camionetas conducidas por imbéciles de mierda que no saben estacionar bien. La gente no aprende ni a palos, dicen.
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