Bibliometro S04E01. Comenzamos otro ciclo de préstamos bibliometrensis. Este libro en particular, La Policía de la Memoria, no lo conocía en lo absoluto; navegando en la web de Bibliometro me percaté de que estaba en la sección de recomendados o algo así, y de inmediato llamó mi atención tanto el título de la novela como su portada, algo en ese rostro fragmentado y desdibujado, en la expresión afligida, entristecida, como desesperada de ese rostro, me atrajo irremediablemente. Apenas pude me lo pedí, y acá estamos. Por cierto, este libro fue publicado originalmente en Japón el año 1994, sin embargo recién el 2019 fue traducido al inglés y, por consiguiente, al español. Si bien no es su primera obra traducida del japonés, la autora, Yoko Ogawa, reconocida y condecorada en su país, aún espera que su obra sea mayormente conocida. Nosotros, ya conquistados por esta novela, estaremos al acecho (en la medida de lo posible).
Este libro tiene casi 400 páginas y se lee en un suspiro, a ello contribuye el lenguaje poético y calmo, cual diáfano arroyo de sereno cauce, con que la protagonista narra los hechos, que, brillantemente, deja en fuera de campo elementos o atmósferas distópicas (la premisa tiene cierto aire a ciencia ficción pero también a fantasía, sin embargo poco importa: está presente, pero no es lo primordial) para centrarse en su aspecto más alegórico y metafórico. Resulta que la protagonista vive en una isla en la que siempre, desde que se tiene memoria, las cosas han ido desapareciendo, así como así, sin mayor explicación (de parte de quién, además), sólo aceptación y resignación de parte de la población, que deben adaptarse al espacio en blanco dejado por esa cosa que ya no está, que ya no existe y que, para efectos prácticos, nunca existió, pintándolo con los colores de la nueva rutina generalizada. Desaparecen animales, desaparecen objetos, desaparecen conceptos. Desaparecen personas: la Policía de la Memoria se lleva a aquellos que aún pueden recordar lo desaparecido, lo esfumado de la memoria individual y colectiva, so peligro de romper el frágil equilibrio alcanzado con el nuevo vacío. Porque desaparecen de la realidad, y a los pocos días, de la memoria, de los recuerdos.
Y la verdad no quiero venir a hablar ni a contar mucho, esta es una novela que es mejor ir descubriendo desde la total oscuridad, permitiendo que, más allá de la premisa dada, sea la autora la que los introduzca en el mundo que ha creado para ustedes. Imagino que el enfoque de estilo y relato, digamos que su visión de una historia con tintes distópicos, tiene que ver con su nacionalidad o cultura oriental y su relación, íntima y espiritual, que tiene con la naturaleza, con los elementos, en cómo la manera en que nos comportamos para con nuestros pares y todo cuanto nos rodea es un reflejo de nosotros como entes vivos. Acá los personajes humanos son tan importantes como la isla misma, con su geografía, sus ríos, sus montañas, sus costas, sus árboles y flores, sus animales, sus calles y edificios: caminar, pasear, contemplar el cielo y las nubes, escuchar el sonido de la lluvia, inhalar el perfume de la vegetación, sentir el suave tacto de la nieve. Y las desapariciones y la memoria como recurso literario (estético y dramático) para hablar, para expresar, algo muy real, algo que nos pasa a todos: las dudas y los miedos ante la pérdida, ante el sombrío manto de lo desconocido; el dolor del luto y el vacío que nos deja en el alma una muerte, un quiebre, un brusco giro en nuestro rumbo; la desesperación ante el implacable paso del tiempo y su efecto sobre nuestros cuerpos y mentes, nuestra relación con la realidad de acuerdo a nuestro estado de salud; qué tanto existimos si nadie nos recuerda o ni siquiera nosotros mismos podemos recordarnos, qué tan real somos más allá de nuestras presencias físicas. Una sociedad de fantasmas vivientes y sólidos. Puede que la prisión de la nostalgia y la melancolía de todo tiempo distinto del presente sea una cárcel aún más terrible que cualquier cuarto cerrado con siete llaves: la vida, el mundo, la realidad, fluyen y quizás no sacamos nada con resistirnos tan rígidamente al discurrir del tiempo. Si te quedas rígido sirves tanto como un árbol seco y muerto que, eventualmente, será derribado por el viento.
Y vaya que podría seguir hablando y reflexionando sobre esta novela, ja, ja, pero será mejor que la lean ustedes y ya me contarán, o mejor a alguien más porque para qué conmigo, qué les parece. No sólo es de una belleza formal y simbólica tremenda, no sólo cuenta con una cautivante y evocadora atmósfera eminentemente sensorial, sensual, sutilmente seductora, también es de lo más entretenida en su argumento y relato, es imposible no engancharse desde las primeras palabras hasta las sorprendentes frases postreras (en donde descansa todo), todo está tan bien hecho: los personajes y sus relaciones, el conflicto y sus derivas, la descripción y las evocaciones... Una novela verdaderamente magistral y memorable. No se olviden, ¿ah?
Cinco pedidos desde marzo de este año, lo cual no es malo tomando en cuenta lo poco conocida que es la autora. Lo que más destaca, sin embargo, en la infaltable tradición republicana de todo préstamo, en el exhaustivo análisis de las fichas bibliográficas, es que el timbre del 29 de abril está chueco y que dejaron un hueco entre la misma fecha y la que sigue, 12 de julio. Y miren ese 5 de agosto, por dios. Nunca quedaremos felices con estas fichas :(
No hay comentarios. :
Publicar un comentario