"LAS GRANDES PASIONES SON ENFERMEDADES INCURABLES"
-Goethe

miércoles, 30 de octubre de 2024

Máquinas como yo, de Ian McEwan

 

Bibliometro S07E06. Tenía este libro del británico Ian McEwan entre mi listado de interés pero por puro descarte lo pedí prestado en esta ocasión, un poco por frustración también, el cuento de nunca acabar: que no estén los libros que en la web dice que están, y yo de repente me veo en la necesidad de improvisar, recordar qué libro hay en esa sucursal en particular, ajustar la vista, ojear los lomos, encontrar algún título o algún nombre que me saque del apuro... Y en esta ocasión fue Máquinas como yo, y por qué no, hace poco leíamos Klara y el sol, de Kazuo Ishiguro, que también contaba una historia sobre androides, humanos e inteligencia artificial. Así que démosle.


Me ha gustado Máquinas como yo, me ha sorprendido gratamente. Por supuesto que no desconfiaba de la reputación de McEwan, simplemente desconfiaba de la recepción que yo le daría a algún libro suyo. ¿Por qué? No lo sé, si lo supiera no hubiera desconfiado en primer lugar, pero oigan, siempre es agradable cuando las cosas te sorprenden.
Lo primero que puede decirse de Máquinas como yo, y quizás de Ian McEwan como escritor, es su excelente habilidad para hacer legible y sencillo lo que en otras manos podría resultar difícil, denso, estomagante. Sabemos que escribir complicadamente es un tentador arte para mucha gente, sobre todo cuando se trata de escribir sobre temas técnicos o teóricos, pero en este caso McEwan logra que todo el asunto de las ciencias y la electrónica (entre otras áreas) se entiendan como si nos estuviera hablando de recetas de cocina, simplificando el contenido sin que este pierda por eso sus matices y complejidades, y sin que el estilo, por cierto, tampoco carezca de lustre, porque esta novela está muy bien escrita, demonios, es todo un placer sumergirse en sus letras. Es un estilo erudito que no teme adentrarse en las sinuosidades del comportamiento humano o de las distintas áreas del conocimiento, que no teme en expresar ideas que requieren reflexión activa e invitan a prestar más atención aún a sus múltiples capas. Tampoco es que estemos ante un tratado filosófico ni nada por el estilo, pero si leen este libro podrán fijarse que McEwan no sólo describe acciones o transmite los sentimientos y pensamientos de los personajes, o diserta sobre la robótica o la ética o las intermitencias políticas, sino que también escribe estimulantes cavilaciones y reflexiones en torno a temas candentes y vigentes, no sólo exponiendo detalles técnicos sino que explorando en las numerosas implicaciones que tales asuntos y discusiones puedan tener en la psiquis de sociedades e individuos, a niveles morales, psicológicos, incluso espirituales. Esta es la historia del protagonista, claro, pero no es sólo él quien se ve afectado por las nuevas tecnologías: McEwan, de manera paralela y casi invisible, cuenta la historia de una nación igual al borde del caos, o del planeta entero perdido en una maraña de significados y potencialidades.
Ahora bien, ¿más o menos de qué trata Máquinas como yo? Primero que todo, estamos en una ucronía: la Inglaterra (y el mundo, por extensión) de los años ochenta, pero con todos los Beatles vivos, por ejemplo, Turing todavía trabajando en sus avances, las Malvinas ganadas por una Argentina bajo una dictadura que debido a esa victoria se va a perpetuar en el poder, y, básicamente, todos los avances que vemos hoy (y varios más) ya presentes en esa aciaga década: internet, teléfonos móviles, etc. Y varios más, como dije. Lo más importante: la salida al mercado de androides casi perfectamente humanos. El protagonista es un solitario hombre que conoce y sabe bastante sobre el tema que decide comprar un Adán; que va a iniciar algo con una vecina diez años más joven; y todo lo que sigue después, el androide ya insertado en sus rutinas.
Y no es necesario entrar en tantos detalles porque creo que ya se imaginarán por dónde irán los tiros: reflexiones en torno a la humanidad y a la inteligencia artificial, qué es lo que nos hace humanos, si somos únicos en nuestra especie o somos perfectamente replicables de alguna manera artificial, ¿los sentimientos son exclusivos de nuestra especie?, cuál es el sentido de la existencia, en fin... Y de fondo el caos político-social de esta Inglaterra alternativa, y en primer plano las humanas vidas del protagonista y la vecina intentando mantener el control de sus existencias, pero cómo dada la inherente inestabilidad de nosotros los humanos. Y el androide observando todo, aprendiendo, sacando lecciones... Un tema tratado de manera elegante y profunda, iluminando hasta sus rincones más oscuros, enfrentando las dudas más temibles; una trama sencilla pero potente, narrada con agilidad, que deriva en un tramo final bastante devastador y desolador, algo deprimente (lo cual es bueno, claro, cuando los autores se atreven a contarnos cosas duras); unos personajes bien construidos y dibujados y desarrollados. Supongo que a fin de cuentas el asunto va sobre encontrar respuestas y significados a las grandes dudas existenciales que nos acechan, aunque nunca encontremos algo lo suficientemente satisfactorio y nunca se solucione nada.
Excelente libro, en resumidas cuentas, una de esas novelas que te cuentan algo y que además te hacen pensar un montón, que se quedan contigo bastante tiempo. Una recomendación a ciegas, sin duda alguna.


Imperfectísimos humanos poniendo los timbres en la ficha bibliográfica de este ejemplar. Si fueran androides apuesto a que la ficha sería perfecta. Miren semejante desprolijidad, por dios, y timbres duplicados y uno invertido... Ocho préstamos en casi dos años, hay más ejemplares de Máquinas como yo en Bibliometro, debe ser un libro bastante leído, me consta que siempre lo dejan en la parte más visible de los mostradores en sus respectivas sucursales.

lunes, 28 de octubre de 2024

Babysitter, de Joyce Carol Oates

 

Bibliometro S07E05. Ya no quedan libros de Stephen King en esta temporada, quizás en la próxima sí, quién sabe. Les aviso por si estaban quedando un poco agotados (no es mi caso). De Joyce Carol Oates comentamos Una hermosa doncella y quedamos sumamente interesados en su obra, de apariencia recia, áspera e incómoda. Babysitter es una novela de reciente publicación que apareció hace poco en el sistema de Bibliometro y que me costó atrapar, lo mismo de siempre, pero por fin ha caído a nuestras manos, así que hablemos al respecto.


Babysitter es un libro interesante pero sumamente irregular. Tiene 500 páginas en las que la autora abre demasiados flancos para desarrollarlos apropiadamente, cayendo con frecuencia en la inconcreción, en la repetición, en abruptos cambios de tono y de trama, en una sensación generalizada de ingravidez narrativa.
Partamos del hecho que todo el asunto de Babysitter (el mote que le pusieron a un asesino, torturador y violador de niños en Detroit, que limpia y asea los cadáveres de sus infantes víctimas con una pulcritud angelical para abandonarlos desnudos en sitios eriazos, junto a sus ropas perfectamente planchadas y dobladas, como si fueran un regalo que regresara a sus progenitores, y que de hecho se inspira en un caso real), que tan vital y crucial rol aparenta ser en sus primeras páginas (o por ser el título de la novela), no es más que un hecho aislado, ruido de fondo, un mal colateral, una suerte de campana de Pavlov dramática, un instrumento para artificialmente generar incertidumbre y provocar una atmósfera de inquietud y peligro de vez en cuando. Lo principal corre a cargo de la protagonista, una mujer de extracción relativamente humilde que sin embargo ahora es la mujer en un adinerado e importante matrimonio, su esposo miembro de una rica familia de Michigan, la perfecta ama de casa con una hija un hijo y una nana filipina que la ayuda a sobrellevar la maternidad. Una mujer que lleva una vida algo aburrida, algo gris, algo cansina, que tiene un amante y ahí la tenemos en el primer capítulo, subiendo por el ascensor a la habitación de hotel en donde se llevará a cabo el primero (y quizás no único) de sus encuentros.
Sí he de decir que la prosa de Joyce Carol Oates es poderosa y punzante, su escritura te transmite la angustia, la rabia, la impotencia, el alivio, la ridiculez o el patetismo que sienten sus personajes como si las palabras se introdujeran bajo tu piel, recorriéndote la carne por dentro. La suya es una prosa sugestiva, que tiene tanto de tétrico onirismo como de un realismo sucio, rabioso, agresivo. Una prosa tan intimista y hermética y críptica como capaz de capturar y exponer cruda/diáfamente en un par de frases la oscura complejidad de los fenómenos humanos. Pero Babysitter es una novela a la que le sobra mucho y que, pienso, no logra hallar su centro, su enfoque, su pilar fundamental o su razón de ser. Es como un monstruo de Frankenstein ensamblado a base de disímiles miembros que camina a trompicones y tropiezos. Porque...

...porque Babysitter es novela policial, novela de misterio y suspenso criminal, en donde agarra un ritmo feroz y trepidante a base de contundentes ráfagas de acción;
asume también el deber de erigirse como el retrato de una época y de una sociedad que en realidad es intemporal porque acá vemos desigualdad e injusticia social, la vida de los ricos, la vida de los pobres, el clasismo y el racismo y el machismo de las esferas poderosas que manejan los hilos de todo, la corrupción de una ciudad, una visión mordaz y satírica que se expresa como una farsa familiar pero también como este relato procedural y hasta como una alegoría feminista (con observaciones certeras que meten el dedo en la llaga, sin duda);
es también el retrato de las relaciones interpersonales y familiares, la vida sexual y sus múltiples rostros y manifestaciones, la apatía y la distancia emocional de gente demasiado ocupada para querer a sus hijos, el abandono de niños de clase alta y de pobres huérfanos, marginados y empujados a los límites de la muerte en orfanatos que son la puerta trasera por donde los depredadores buscan sus presas;
es casi un laberinto kafkiano que se retuerce y retuerce en su absurdo dolor burocrático y engranado;
es un thriller psicológico, la autora diseccionando quirúrgicamente la mente, la psiquis de su protagonista, una mujer deseando el peligro a la vez que temerosa por el bien de su familia, de ese "bien" que tanto le costó construir: la naturaleza del deseo sexual, del amor, de la autoestima, del castigo, los orígenes de tales sentimientos o impresiones... Y hay mucho más pero es mejor no adentrarme tanto, total, para qué contarles todo. Supongo que podría intentar resumirse como una exploración del lado oscuro del american way of life, pero aún así tal sentencia queda corta y no le hace justicia a la desmedida y fallida ambición de esta propuesta.
Babysitter tiene tres novelas en su interior, cada cual con sus respectivas y singulares características, y sin embargo están todas apretujadas y revueltas; la autora va del tono irónico y satírico a una profundidad psicológica apesadumbrada y reiterativa sin solución de continuidad, así como la forma en que salta desde tramas que deja aparcadas y a veces olvidadas casi por capricho hasta el cuerpo central. Es todo un desorden que sin embargo se sostiene, apenas, por el carácter inherentemente interesante de sus discordantes elementos y la empeñosa fuerza de su prosa, que sostiene este maremágnum que amenaza constantemente con salirse de control y disparar en todas direcciones sin mayor lógica. Y todo pudo haber sido un contenido y concentrado relato sobre una mujer que tiene un amante y cómo este hecho la sume en un conflicto interno que la tiene siempre al borde de un ataque de nervios, funcionando a la vez como examen sobre las relaciones de poder entre hombres y mujeres (más o menos como Una hermosa doncella)... De hecho la novela comienza de manera excelente, misterio puro, agobiante atmósfera eminentemente sensorial, narrando sensaciones e impresiones, como en fuera de campo, instalando un personaje femenino atrapada entre dos deseos contrapuestos, que intercala con las voces espectrales de las víctimas del asesino, sin pensar uno qué conexión hay... Hasta que vemos que no la hay y que este inicio reconcentrado y adusto se expande en oleadas de información y estilos casi irreconciliables y completamente circunstanciales que se alargan innecesariamente...
Si leen este libro, seguramente van a sentir lo mismo que yo: ¿a qué viene el asunto del Babysitter? Algo sí tenemos claro: leer a Joyce Carol Oates nunca será un paseo por el parque. Es de agradecer el riesgo que toma para abordar temáticas e historias oscuras e incómodas. En este caso, por desgracia, le ha salido un armatoste irregular, pero por lo menos legible. Vayan a su riesgo.


De este ejemplar soy el segundo lector pero estoy seguro que todos los ejemplares de Babysitter deben acumular varias lecturas porque, como dije más arriba, me costó encontrarlo disponible: aparte de la desorganización propia de Bibliometro, varias veces me dijeron que ya estaba prestado. Intuyo que Babysitter acumulará hartos préstamos, al menos en su primer año. Y miren, ¡qué pulcritud!

sábado, 26 de octubre de 2024

La mala hora, de Gabriel García Márquez

 

Biblioteca Nacional S07E03. Bueno, por si no quedaba duda, una temporada completa de la B.N.P.D. dedicada a Gabriel García Márquez, en concreto a sus tres primeras novelas, justo las tres que precedieron a Cien años de soledad, de la que pronto se va a estrenar una versión en Netflix y que, por lo demás, está causando sensación en Japón, por alguna razón que se escapa a mi razonamiento (y, la verdad, no he querido informarme al respecto). La mala hora es la tercera novela, justo ubicada entre El coronel no tiene quien le escriba y Cien años de soledad, como Mongolia atrapada entre China y Rusia, dos superpotencias, o mi %#@! atrapado entre las tetas de una tetona mujer con la que estuve saliendo unos cuantos meses en mi primera época de bartender, técnica que justamente le llaman "rusa". Es decir, una pieza muy corriente ahogada entre dos colosos. Gracioso y curioso, ¿no?

La mala hora es una novela un poco más ambiciosa que La hojarasca y El coronel no tiene quien le escriba, al menos en lo que respecta a magnitud y dimensión en el entramado de personajes, en su trasfondo temporal e histórico, en la profundidad del crudo (aunque simpático) retrato de este pueblo que, por cierto, no es Macondo, pero sí el mismo de El coronel..., o al menos eso me pareció a mí (se repiten varios personajes: el comerciante medio estafador, el médico gentil pero de fondo revolucionario o rebelde). Todo parte de una premisa simple pero venenosa: la publicación de pasquines, pegados en las paredes del pueblo de madrugada mientras todos duermen, en donde se revelan sucios secretos relacionados a sus habitantes, como una especie de proto-farándula, chismes, el cotilleo de pueblo chico infierno grande. Y este es sólo el inicio de los problemas porque, como ya hemos de saber, este pueblo es un ciego, sordo y mudo hervidero de resentimientos histórico-políticos y heridas humanas aun no cicatrizadas producto de la guerra civil en donde los vencedores detentan los cargos de poder y los vencidos quedan rumiando las penas, las injusticias y la impotencia. Entonces es una interesante mutación: lo que comienza siendo un problema de orden relativamente costumbrista, una humorada de mal gusto, de manera progresiva se transforma en un amargo y cruel atado de rencillas internas y fracasos: fracasos de comunidad, de orden, de autoridad, de entendimiento humano y político. No deja de ser llamativa la oscuridad con que se va tiñendo este, por lo demás, simpático y colorido cuadro de costumbres protagonizado por una amplia red de personajes, desde los más pobres y desposeídos del pueblo hasta los más poderosos e influyentes, a lo largo de este aciago mes en donde todo se va al carajo, alterando sus rutinas para siempre. Las campanadas de la iglesia (para dar la hora, para censurar o no la película del teatro local), las juntas de las damas cristianas, la llegada del correo en lancha, los recorridos del médico, las arbitrariedades del alcalde/teniente a cargo del pueblo, los amores clandestinos y los amores oficiales, clandestinos periódicos y oficiales publicaciones... El tono ligero y festivo con que García Márquez nos cuenta lo que sucede dentro y fuera de estos personajes, de estas familias, de estos tiempos locos, que no por esa bien empleada levedad carece de peso y gravedad (perdonen la aparente contradicción); más bien tendría que decir que el autor decide narrar estas cosas importantes de una manera para nada solemne o impostada, como una especie de jocosa (aunque compasiva a la vez que corrosiva) distancia o frialdad para referir tanto lo escabroso como lo corriente, dejando que cada escena, que cada aspecto del relato se valga de su propio peso, de su propia característica.

Con todo, no estamos ante una novela de argumento propiamente tal. La premisa de los pasquines y el trasfondo de resentimientos políticos es el mcguffin, el mecanismo con el que García Márquez, como quien le da un remezón a una colmena, pone en marcha este anticlimático estudio de personajes, que si bien como novela se estructura de manera sólida, sí puede pecar de excesiva o gratuita en, por ejemplo, ciertos personajes que no tienen mucho que pintar pero que de repente reciben su par de páginas describiendo sus excentricidades porque sí, porque por ahí andaban; o cierto desorden al olvidar o conscientemente pasar de largo de personajes y situaciones que aparentaban cierta importancia, o súbitamente otorgar protagonismo a desconocidos que adquieren dicho protagonismo más por necesidades de la novela que por coherencia interna, como ocurre más o menos por el final con cierto desconocido muchacho transformado en mártir local de la nada. La hojarasca lograba contenerse como relato gracias al recurso del funeral que debe llevarse a cabo (y a la perspectiva, acotada por la sombría ocasión, de sus tres personajes principales), lo mismo ocurría con El coronel no tiene quien le escriba, que se enmarcaba en los vanos intentos del protagonista por lograr que le paguen su pensión de veterano. La mala hora parece no tener claro sus propios límites en cuanto a ciertas tramas y personajes, pero como digo, de todas formas es una buena y entretenida novela que goza de la reconocible escritura de García Márquez y de una narración, en su mayoría, cautivante, precisa y aguda en su manera de captar la naturaleza de un pueblo y algunos de sus habitantes. Se le escapa un poco de las manos, pero esos son detalles...

Diecisiete préstamos en casi diez años, una larga vida y una saludable actividad ha tenido La mala hora, quizás no de las novelas más conocidas de García Márquez. Este ejemplar debió llegar junto a La hojarasca, a finales de julio del 2014, y curiosamente, al igual que el ejemplar de aquella primera novela, ha sido pedido dos veces este 2024 luego de una larga siesta de cinco años. Déjenme comprobar algo... ... un segundo por favor... ... Mmmm... ... ... El pedido que no es mío del 2024 en La hojarasca era para finales de febrero, mientras que el de este ejemplar era para mediados de marzo, me pregunto si fue la misma persona que pidió dichos libros por separado. Los misterios de la vida...

jueves, 24 de octubre de 2024

El Instituto, de Stephen King

 

Bibliometro S07E04. El Instituto no estaba precisamente en los libros prioritarios pero de todas formas, al verlo disponible en la lejana sucursal a la que fui a buscar otros títulos que no estaban disponibles a pesar de que en la web se decía que sí (cuéntate una nueva), para aprovechar el viaje dije "ya bueno, llevémoslo", total, es de Stephen King y desde luego que merece la pena.


No es ninguna sorpresa decir que El Instituto es más bien literatura juvenil; un Stephen King más ligero, más amable (para nada pueril, por cierto, ni vacuo), pero Stephen King al fin y al cabo: narración ágil, prosa precisa, personajes atractivos e interesantes y más sustancia de la que aparenta bajo su apariencia de aventurilla de muchachos en un mundo adulto pero no tan adulto, no tan violento ni agresivo ni mordaz ni lúgubre ni sombrío ni fatalista, aunque sí hay muchas muertes, mucha sangre y su buen puñado de palabrotas.
El libro comienza con la austera, polvorienta, como crepuscular, introducción de un expolicía que llega a un pueblo luego de que su vida diera un vuelco al verse envuelto en un escándalo policial, y de hecho por momentos no tiene pinta de ser una novela destinada a un público más jovencito. Con todo, luego de ese primer capítulo introductorio, nos metemos de lleno en lo que la contraportada te diría en términos argumentales: la vida de un niño genio y la existencia de un Instituto que secuestra jóvenes para hacer experimentos con la telepatía y la telequinesis. Terribles experimentos, muchos secretos y, ciertamente, los deseos de escapar de tan terrible situación. Pero tan sólo son niños, así que cómo, cómo escapar de un montón de adultos malos.
El Instituto es un libro de poco más de 600 páginas que sin embargo se lee en un suspiro, amén del pulso firme con que King narra los hechos, y sobre todo gracias a la inteligencia, al oficio digamos, con que el autor divide el relato en capítulos precisos que en sí mismos contienen tramas u objetivos que se resuelven dentro de sus márgenes, pero aportando al panorama general. Ya saben: el muchacho, la llegada al Instituto, conocer el Instituto, y así hasta que vamos avanzando por su amplio entramado de personajes, algunos más presentes que otros pero todos perfectamente reconocibles y suficientemente dibujados y perfilados dramáticamente, y el amplio campo de acciones, planes y contrainteligencias (algunas tan precisas y tan exactas que llegan a ser algo forzadas, sólo a L de "Death Note" se le permite tener tal nivel de exactitud en sus deducciones). Sí debo decir que hay una sección endiabladamente entretenida que además se pone bien vibrante y palpitante gracias a esos puntos de vista que van acercándose hasta una alocada explosión de balazos y muertes, muchas muertes, como en "Jackie Brown" de Tarantino, eso de ver a los personajes como protagonistas de la imagen para luego verlos como secundarios en protagonismos ajenos. En lo personal la cosa se me vuelve algo menos entusiasta cuando el enfrentamiento se pone más sobrenatural, pero es un lío bien pensado y tejido por parte de King, no hay que dejar de admirar su capacidad para dotar de (suficiente) credibilidad e incluso verosimilitud a las premisas más delirantes. Además, Estados Unidos es la tierra de los secretos y las mentiras, de las fachadas y apariencias fantasmas, los maestros que dan cátedra sobre confabulación y vacíos legales. Estoy seguro que todos los abogados, de todo tipo, que acaban jugando con el sistema, aprovechando tal o cual zona gris, han tenido alguna vez estudios de post-grado en Estados Unidos: qué mejor lugar que hacer tu práctica "profesional" en términos de estafas disfrazadas. Pero me desvío... ¿en qué iba?
Lo cierto es que El Instituto es una novela correcta y entretenida, cumple lo que promete, es decir una aventura adolescente que, eso sí, en su capítulo final, su epílogo, revela algo importante y que al menos la eleva un poco sobre el producto medio: una atmósfera particularmente desencantada y nihilista, bastante sorprendente luego de tanto rollo sobre la amistad que todo lo puede y que todo lo puede la bondad, pero es que bajo esta delirante y alocada historia de poderes psíquicos palpita un retrato bien descarnado de los tiempos actuales: más acá de la maldad, la profunda y abismante desesperación de la raza humana, arrastrados y zamarreados por un abismo de miedo irracional que les desorienta y confunde de tal manera que acaban cometiendo toda clase de atrocidades, "por el bien de la humanidad". Es un enfoque que se explica (o interpreta, queda en el terreno de la ambigüedad cómo te lo tomes) al final, y aunque dicho enfoque te hace reconsiderar todo lo leído (personajes, acciones), hubiera sido de agradecer tener algo de esa información antes para que los villanos no hubieran sido tan esquemáticos en tanto villanos (en tanto seres humanos e individuos, como he dicho, King no tiene dificultad en crear personalidades), tan "el típico malo que hace cosas malas por razones que no puede explicar pero que lo justifican todo" o tan "la maldad human es sólo eso: maldad". Aún así, se agradece ese epílogo de tono algo más... ¿lírico? Espero encontrar la palabra adecuada antes de que toque subir el post... Pero de que es un buen final, vaya que lo es. ¡Elegíaco! Un final de tono elegíaco que queda la mar de bien, un cierre perfecto.
Pero eso, no hay por dónde perderse, aunque parezca una ligereza, es una ligereza de calidad, obra y gracia de Stephen King.


No hay ficha bibliográfica. Un memo, nada más que un memo. ¿Qué significa eso? Difícil saberlo. Los datos duros: nueve préstamos en casi tres años, tres por año. Estuvo casi un año dormido, este 2024 ha tenido un resurgir prometedor.

martes, 22 de octubre de 2024

El coronel no tiene quien le escriba, de Gabriel García Márquez

 

Biblioteca Nacional S07E02. Y ya que habíamos pedido La hojarasca, la primera novela de García Márquez, por qué no traer también El coronel no tiene quien le escriba, su segunda novela, aunque no tiene ni cien páginas por lo que se dice que es una novela corta o relato largo, en todo caso, tales cuestiones poco nos importan por acá. Acá lo que nos importa es leer. A lo bestia, como enfermos de la cabeza, la vida es corta y la literatura es inmensa (el cine también), acá tenemos claras nuestras prioridades. Por algo estamos donde estamos jajaja.


El coronel no tiene quien le escriba es una historia profundamente sencilla y, por lo mismo, tremendamente humana, cálida, bonachona, vitalista, un canto a la silenciosa dignidad de hombres y mujeres, elogio de la individualidad y del sueño de una comunidad fuerte. Historia de un cierto aire nostálgico refrescado con brisas de ingenuidad casi infantil, pero por lo mismo ingenuidad pura en su acepción más bella: la de creer, o tener fe incluso, en la bondad y las buenas intenciones de mis congéneres, en la alegría de un promisorio porvenir. El contraste entre ese tono dulce y entrañable que emana el retrato del Coronel, hombre terco, crédulo y algo bobalicón pero empeñado en respetar su propia visión de las cosas, en no dejarse doblegar por presiones ajenas, y el regusto amargo que provoca comprobar que a su alrededor las cosas funcionan no por las buenas y que se hace cada vez más difícil encontrar alguien en quien confiar, abrigados casi todos en un obstinado egoismo. El Coronel no tiene un peso; vive con su mujer en la pobreza, apenas tienen para comer y lo que tienen deben darlo de comer a un gallo de pelea, herencia de su fallecido hijo, al que espera poder sacarle sus buenas monedas cuando llegue la temporada de peleas. Mientras tanto, el Coronel espera una pensión que no ha llegado en quince años, espera y espera, mientras intenta hacer frente a sus problemas más urgentes (además de ver cómo resolver el enredo burocrático de su pensión) que lo arroja de frente a la codicia de hombres de doble cara y un tiempo que parece haberse olvidado de él, como si fuera un espectro de carne y hueso al que los demás intentan no prestar más atención de la estrictamente necesaria. Y supongo que podrían hacerse lecturas, porque están ahí, palpitan en estas breves páginas, sobre el retrato político que elabora García Márquez en este microcosmos con forma de aislado y polvoriento pueblo (no es Macondo, por cierto), que bajo su superficie de aletargada paz o convivencia siguen activas, como placas tectónicas a punto de terremotear, las heridas y tensiones de disputas políticas pasadas, guerra civil incluida, partidarios y opositores, los vencedores y los derrotados, los vivos y el recuerdo de los asesinados, los que metieron mano en el reparto del botín victorioso y los que, como el Coronel, se quedaron sin pan ni pedazo. Una historia que es una denuncia en forma de cuadro costumbrista; es increíble la manera en que con un par de retazos García Márquez transmite tanto, ese menos es más que acá encuentra un ejemplo prodigioso, una sutileza magistral.
Y, con todo, volvemos a lo del inicio: a pesar de su profunda complejidad, El coronel no tiene quien le escriba es una pequeña gran historia sobre un hombre enfrentado a sus propias circunstancias, como un barquito de papel que intenta mantenerse a flote en la espiral fatal de un remolino en altamar. Un hombre que parece incluso luchar contra la fuerza del autor, un personaje cuyo tierno optimismo choca irremediablemente con esa pátina de amargo fatalismo que el autor le tira por delante, como diciéndole "Coronel por favor dese cuenta, debe usted recapacitar", y el Coronel ahí aún, firme y férreo en su quimérica esperanza, en su rabioso idealismo, en su desesperada fe.
Uno queda deseando más páginas, uno desearía seguir acompañando al Coronel en su precaria y luminosa rutina. Pero el final es perfecto en ese sentido, porque, llegado a ese punto,  todo queda claro y poco más se podría agregar. Hay que apreciar cuando un escritor sabe cuándo y dónde poner el punto final.


Este ejemplar llegó antes que La hojarasca a la Biblioteca Nacional y tomó más de un año para que alguien lo pidiera prestado por primera vez, y desde entonces hasta ahora mismo, en este preciso instante, en todo este tiempo que cuantificado en palabras se traduce como "casi nueve malditos años", este ejemplar de El coronel no tiene quien le escriba ha sido pedido en doce ocasiones. Insisto: parece que en esta década, los nuevos locos años veinte, los libros se leen poco y nada; si no fuera por ese otro préstamo del 2023, este libro entre mis manos también habría estado durmiendo una larga siesta de cinco años. He ahí una buena premisa de relato, cuyo título sería Los Excepcionales: la historia de personas solitarias, solteras y sin nadie que les escriba o cartas o por redes sociales, que buscan la manera de encontrar a esos otros lectores que son la excepción, los que piden prestados libros en esta década. ¿Con qué fin? Para crear una sociedad secreta que cuente con una súper biblioteca que irán llenando gracias a la manipulación de analfabetos e iletrados. Cómo suena, denme un par de años y les doy novedades. Palabra.

domingo, 20 de octubre de 2024

El bazar de los malos sueños, de Stephen King

 

Bibliometro S07E03. Más Stephen King, sí señor, que no les quepa duda, damas y caballeros, somos unos locos, unos obsesivos, unos enfermos y desesperados y compulsivos, se nos mete una idea y ¡bam!, ¡kaboom!, a tirar la casa por la ventana, aunque en nuestro caso sería algo como meter de vuelta la casa por la ventana, no estamos despilfarrando, todo lo contrario, estamos bombeando casi sexualmente toda la literatura que podamos en nuestros cerebros, ¡todos los días, maldita sea, todos los días!

Este grueso volumen comienza con un prólogo en el que King nuevamente reflexiona sobre el arte del cuento y el porqué escribe cuentos cuando se le da tan bien la novela (y por qué demonios la gente le pregunta eso, si la respuesta es clara: uno escribe lo que se le da la puta gana). Menciona otra vez la metáfora del furtivo beso en la oscuridad, aunque en esta ocasión agrega otra, que me gusta más, que señala que un cuento puede ser como un inesperado vals bailado en una fiesta con un desconocido al que no volverás a ver nunca más: un breve momento de belleza que sin embargo no olvidarás jamás. Aprovecha de hablar sobre el oficio de escritor, que siempre está aprendiendo y sorprendiéndose, y antes de cada cuento también aprovecha de compartir la génesis de la historia en cuestión, algo siempre estimulante en tanto nos permite, por un momento, adentrarnos en los mecanismos dentro de esa cabeza tan incansablemente creadora. Sin más dilación...

-Área 81. No tiene nada que ver con extraterrestres o secretas instalaciones gubernamentales que te dan cinco estrellas de búsqueda apenas traspones sus perímetros; se refiere a una zona de la carretera en donde hay un área de servicio abandonada y que, en este relato, es escenario de un macabro acontecimiento: la llegada de un auto monstruoso que devora humanos. Es un cuento, bastante largo, que me ha encantado y que he disfrutado a tope; un cuento con grandes y muy bien definidos personajes, pero además un perfecto relato de género terrorífico. Y con guiños a la propia obra de King, en tanto hay un personaje que piensa "dejé de creer en coches monstruosos luego de ver la película 'Christine' cuando era niño". Es un cuento que también resulta estremecedor, porque en realidad es brutal, es sumamente brutal y son unos niños quienes deben hacer frente a este auto del infierno, porque los adultos... bueno, ya se imaginan. Un relato 100% King, que nos habla de la magia, de creer en lo extraordinario, de los niños y su inocencia infantil como elemento crucial para sobrevivir, y, desde luego, de lo linda y a la vez dura que puede ser esta condenada vida que tenemos.

-Premium Harmony. Un cuento de base realista, King inspirado en la narrativa de Raymond Carver (a quien recién por entonces anduvo leyendo por primera vez), condimentado y salteado con un macabro humor negro. Es sobre una pareja, en horas oscuras, peleando por todo, cada palabra destilando altos grados de resentimiento, que anda haciendo compras de rutina, lo cual, desde luego, resulta en un paseo terriblemente estresante. Es sólo que ocurre algo que lo cambia todo. No es el mejor cuento del conjunto y, si bien por sí mismo es bastante interesante, con un King jugando a ser Carver, manteniendo su calidad base (buen perfil de personajes, innegable capacidad para transportarte al lugar de los hechos y captar/expresar esa atmósfera de pueblo chico aletargado y oxidado), no deja de parecer más un buen experimento que una obra del todo coherente o lograda. Y aunque es más inofensiva o menos cáustica de lo que pretende, no tiene desperdicio en lo absoluto.

-Batman y Robin tienen un altercado. Este conjunto de cuentos es, sobre todo, sobre historias comunes y corrientes, con personajes comunes y corrientes (nada de agentes secretos, súper entrenados militares o villanos universalmente malvados) cuyas vidas se ven trastocadas o untadas por lo extraordinario, que puede ser de corte fantástico, mágico, terrorífico, o, como en este caso, humano y cotidiano y azarosamente aterrador: la violencia del ser humano, absurda e inexplicable. Tenemos a un próspero hombre de negocios en una de las salidas de rutina que tiene con su padre, bien adentrado en la demencia senil, a quien recoge del hogar en el que pasa sus últimos años. Es un relato conmovedor por lo sencillo: el retrato entre padre e hijo, uno de ellos agobiado por problemas de memoria, de congnición, etc. King demostrando por enésima vez su capacidad para crear personajes de carne y hueso, para retratar ese modo de vida que tanto conoce y ama y a la vez compadece. Y luego, claro, el inesperado y terrible hecho extraordinario, escrito con dureza y austeridad, y con un desenlace además inesperado, otra constante en este libro: la habilidad para nunca dejar de sorprender. Excelente cuento.

-La duna. King dice que el final de este cuento es uno de sus preferidos y debo decir que es un gran final, en tan sólo un par de líneas te deja boquiabierto y te da vuelta todo lo que esperabas que ocurriera. Es un cuento al estilo típico de King: el racconto de un nonagenario juez retirado a su abogado, en el que le cuenta la historia de una pequeña isla en donde hay una duna en cuya arena se escriben nombres... nombres de personas que van a morir. Es también la historia de vida de un hombre, cargando con ese secreto descubierto de niño. Y ahora que rompe el secreto, ¿por qué lo hace, adónde quiere llegar? Ja, ja, se sorprenderán.

-Niño malo. Otro racconto. Un hombre en una celda, de hecho en el corredor de la muerte, le cuenta a su abogado una historia, una historia que quizás explique por qué hizo lo que hizo, eso que lo tiene ahí más cerca que nunca de recibir la inyección letal. Es la historia de un hombre común cuya vida se ha cruzado tangencial pero crucialmente con la presencia de un niño malo, un niño gordo y grosero, malvado, perverso, que nunca envejece, cuyas malintencionadas palabras y apariciones tienen mortales consecuencias a su alrededor, acaso como si fuera el tormento de la muerte materializado en la forma de un Daniel el travieso demoniaco. Y claro, es la atenta historia de un puñado de vidas que se van al garete por culpa de este hecho extraordinario, aunque nadie lo crea...

-Una muerte. Un cuento bastante breve, bien conciso, con un estilo mucho más parco, seco y agresivo de lo usual, claramente en órbita con el escenario, con la premisa y el tiempo en que se ubica, como un western de William A. Wellman. Es la historia de la muerte de una niña, cuyo cadáver apareció en un callejón, sin el dólar que la madre le había regalado por su cumpleaños, pero junto al sombrero de un hombre que afirma no haber matado a la niña. El sheriff, hombre curtido y poco impresionable, intentará encontrar la verdad en un pueblo alterado que sólo quiere ver al presunto culpable colgando en la horca.

-La iglesia de los huesos. En forma de prosa lírica, con versos y estrofas, un hombre en un bar le cuenta a otro más la oscura y épica expedición que emprendió junto a decenas de hombres, expedición de la que sólo él retornó con vida, medio loco, medio perdido. Una expedición ocurrida como en otra dimensión, hechos tenebrosos, visiones de muerte, escenarios oníricos y surreales... Es una historia decididamente agresiva en todo sentido, para generar malestar y hacerte sentir que estás atrapado en uno de esos lóbregos cuadros donde todo es muerte y sufrimiento.

-La moral. Este cuento da mal rollo pero es estrictamente realista. Es sobre una pareja que, a pesar de las dificultades y aprietos económicos (ella es enfermera; él, profesor sustituto que intenta escribir una novela), se las apañan para llevar una buena vida afectiva. Las cosas se tuercen y retuercen cuando el jefe de la mujer le hace una proposición, la cual si cumple tendrá una gran recompensa en dinero. Luego de la proposición veremos cómo la vida en común se deteriora poco a poco pero inevitablemente. Un crudo y bastante oscuro y pesimista retrato de personajes, pero aguda y potente, amén de la escritura de King, que va presentando los hechos (y sus implicaciones personales, internas, introspectivas) con una empatía paradójicamente fría y distanciada. Una historia triste, sin duda.

-Más allá. Este cuento me gustó mucho y combina a la perfección toques mágicos y fantásticos con un humanismo complejo y directo, a veces incluso nihilista pero a la vez esperanzado, más o menos como lo haría un Will Eisner en una de sus maravillosas novelas gráficas o Rod Serling en los mejores episodios de La dimensión desconocida. El caso es que un hombre muere, pero no del todo: camina por un pasillo y llega a una oficina, en donde el empleado a cargo de él le explica qué es lo que puede pasar. Están en el purgatorio, en una transición entre la vida y la muerte. Un mero trámite. Pero es un trámite en el que pesarán las decisiones tomadas en su vida, la noción del libre albedrío, la posibilidad de redención, el deseo de bondad, en fin... Un cuento muy amargamente bello, o bellamente amargo. Pero así es como resultan las cosas entre la vida y la muerte.

-Ur. Fascinante cuento, uno de los más largos además. Es puro delicioso suspenso, fabulación, fantasía, situado en una corriente y mediocre universidad. El protagonista es un profesor de literatura, amante de los libros y la lectura, pero con uno que otro lío personal/sentimental/vocacional/existencial. Como sea, le llega un extraño Kindle rosado que tiene una sección llamado Ur, y sólo diré que esa sección te abre la puerta a otras realidades en donde, por ejemplo, Hemingway no se suicidó y escribió varias grandes novelas más. Soñado, ¿no? La cosa recién comienza. Y disfruten, es toda una gozada.

-Herman Wouk todavía vive. Vidas afortunadas y vidas desafortunadas. Debe ser uno de los cuentos más ásperos y tristes del conjunto, contrastando una inocencia o candidez casi infantil con una profunda y lacerante amargura adulta de adultos que viven bajo el peso del fracaso y la desilusión, emponzoñados, muy a su pesar, por esos sueños rotos que a la vista de su presente son como burlas que retornan para hacerles la vida más imposible todavía. Por qué, o para qué, vivir. Dos madres solteras viajan con sus hijas e hijos (siete en total) aprovechando que una se ganó un buen premio de lotería. Una pareja de poetas, él y ella, viajan también a una lectura de poesía, a presentar un libro o algo así. Situaciones distintas, vidas diferentes, mismas preguntas esenciales y un escenario fatal donde confluyen las cosas. Y Herman Wouk, claro, que ya va a tener 100 años y sigue escribiendo, sigue viviendo, sigue ahí en lo suyo porque las ganas de vivir aún palpitan en su interior. Pero no todos tienen esa fortuna, lamentablemente.

-No anda fina. Ingenioso y bien logrado cuento que, no obstante, es el único que no ha terminado de conquistarme ni convencerme del todo. El autor dijo que este cuento se le ocurrió por el final, que escribió todo en pos de ese final (cuando él trabaja usualmente del modo contrario: sin saber qué demonios ocurrirá, descubriendo los hechos a medida que se desarrollan y escriben), pero que le gusta que a veces los lectores vayan un paso adelante de la historia, del relato. Y como digo, está bien, el cuento, en estricto rigor, funciona, pero... Pero es que en este caso los lectores vamos demasiado adelante del relato, y aunque el descubrimiento te estremece y sorprende de manera innegable, lo cierto es que, ya sabiendo, lo que sigue, el desenlace se siente poco interesante, porque ya no hay sorpresas ni giros, y la moral del cuento (lo terrible de aceptar la realidad, el dolor) no se siente tan potente como debería, hasta queda muy recalcada.. De todas formas pienso que disfrutarían leyendo No anda fina.

-Billy Bloqueo. ¿Se maginan una historia de béisbol escrita en conjunto entre Paul Auster y Stephen King? Especulación pura, y a estas alturas imposible. Billy Bloqueo es la historia, improbable y magnífica, de un equipito de alguna división o liga menor que, como caído del cielo, le llega a sus filas un muchachito que no aparenta tener muchas luces pero que, en cuanto a béisbol se refiere, es puro talento. Y cómo ese talento impacta en el equipo y en la vida de sus deportistas y funcionarios, impacto que puede ser tan positivo como negativo, pero, con toda seguridad, memorable e inolvidable. Una historia escrita con pasión y amor, y añoranza de una época en que este deporte era menos, no lo sé, vigilado o "correcto". Un poco más callejero, amateur, incluso a niveles profesionales. Si, como yo, no entienden ni mierda de béisbol no importa, la historia en sí lo compensa suficientemente.

-Pimpollo. Una historia de interés humano y que acaso refleje con mayor precisión y transparencia el alma de este conjunto de cuentos: vidas corrientes siendo tocadas por lo extraordinario. Nuestros personajes son unos ancianos que viven plácidamente sus últimos años en un lujoso hogar para gente de la tercera edad. Desde luego, la intuición de la cercanía de un final, de la despedida definitiva, tiñe de melancolía las miradas, y los ancianos amigos rememoran días pasados hasta que, quizás, ya sea el momento, ahora sí, para descansar en paz no sin antes cerrar unos cuantos asuntos. ¿Y cómo intuyen la cercanía de la muerte? He ahí lo bello de este cuento.

-Tommy. Otro cuento en formato lírico. Es breve, una bonita dedicación a un amigo de los sesenta. Evocador y sencillo, pero efectivo en sus intenciones.

-El diosecillo verde del sufrimiento. Entretenida historia sobre un ricachón que tuvo un accidente, que está roto por casi todos lados, que debe hacer terapia pero que no puede, el dolor es mucho, el dolor es tan grande que debe ser algo malo, algo raro, un pequeño demonio que se le metió en el cuerpo y se alimenta de su sufrimiento físico. La enfermera es pragmática, piensa que su jefe no es más que un niño mimado que lo quiere todo de inmediato y sin esfuerzos, sin trabajo duro, que mucha queja y poca terapia, que si usara la misma energía para sus ejercicios como lo hace para mover la sin hueso sobre que está maldito con algo, ya estaría caminando. Y el enésimo curandero que llega prometiendo terminar con el calvario del ricachón accidentado. Una simple anécdota que King enriquece con mucha mala baba y, desde luego, espacio para las sorpresas y un puñado de personajes más complejos de lo que aparentan.

-Ese autobús es otro mundo. Este cuento es una interesante anécdota que contiene una potencialmente compleja y vigente reflexión. Se trata de un hombre que debe viajar a New York para una reunión de negocios con una empresa minera en la que debe presentar una propuesta de control de daños mediático, propuesta que lleva ventaja a otros competidores. Sin embargo, y aunque el hombre toma todas las precauciones para llegar a tiempo, todas las cosas ocurren mal, demoras, atrasos, los nervios, los malditos nervios, si llega tarde puede perder su ventaja, puede perder la oportunidad de una vida. Y en eso, desde su taxi ve algo que ocurre en un bus que viene en sentido contrario y que, producto del tráfico, queda al lado suyo, a su altura. Algo terrible, algo urgente, algo que requeriría una reacción inmediata, humana. Pero está atrasado, la reunión es inminente, qué debe hacer. Así que tenemos un cuento con un fuerte componente moral, uno de esos dilemas rompecorazones (como diría Frabetti), y los otros ingredientes marca de la casa: la visión crítica de la sociedad, de las grandes empresas, de cómo se hacen las cosas en Estados Unidos, la tierra del capitalismo salvaje en donde todo puede ser escondido bajo la alfombra con un buen eslogan, y, por supuesto, la imaginación de King: nuestro mundo es un universo repleto de pequeños planetas cerrados en sí mismos.

-Necros. King se inspiró en una película de los años cincuenta, "I Bury the Living", sobre un hombre que trabaja en un cementerio capaz de matar personas cuando cambia el status de los lotes de vacíos a ocupados. Si uno escribiera este cuento dentro de veinte años podría decirse que la inspiración proviene de "Death Note". La cosa es que el protagonista de este cuento encuentra trabajo en uno de esos pasquines amarillistas y sensacionalistas, al estilo TMZ, encargado de escribir las necrologías de famosos recientemente muertos, con mucho mal gusto y mala leche. Un día, enojado y a modo de broma o de desahogo, escribe la necrología de una determinada persona que está viva, pero que no tarda en morir, llegando a la obvia conclusión: puede matar a quien quiera escribiendo su necrología. Y este es el inicio de una entretenida y retorcida historia en donde, luego de eso, todo sale mal y se va al demonio, porque un gran poder conlleva una gran responsabilidad, tal como dijo la tía May.

-Fuegos artificiales en estado de ebriedad. Otra historia sumamente divertida sobre la guerra armamentista entre los dos vecinos en extremos opuestos de un lago (una madre y su hijo, personas modestas y sin muchas luces, que viven en una cabañita maltrecha; una poderosa familia italiana dedicada a la construcción que sólo pasan unos cuantos meses de vacaciones en su fastuosa mansión de verano), quienes comenzaron a rivalizar un buen 4 de Julio para ver quién demonios tiene los mejores fuegos artificiales, quien la tiene más grande y ruidosa. Y claro, cuando se inicia una guerra tan absurda y estúpida, sólo tendrás resultados estúpidos. Como dicen los gringos: You play stupid games, you win stupid prizes. Desde luego, ser pobre o ser millonario no hace la diferencia.

-Trueno en verano. Perfecto cierre para este excelente volumen de cuentos, todos disfrutables, buenos, sin fisuras. Es un relato post-apocalíptico. Si cabe, un relato post-apocalíptico crepuscular. La vida muere, así de simple, gracias a una invisible nube nuclear. Los animales y los humanos, que ven cómo, poco a poco, inexorablemente, todo lo que han conocido se apaga. Un hombre, su perro y un vecino que vive a unos cuantos kilómetros, disfrutando de su tranquila y serena cotidianidad en una bella comarca estadounidense, llena de árboles, cielos intensos y transparentes, atardeceres intensos, y el arroyo que se va secando, hasta que sólo queda un recuerdo de esas aguas briosas y fuertes.

A modo de conclusión: qué más se puede decir. Si bien tengo en alta estima a King, la verdad no esperaba que este conjunto de cuentos fuera tan pero tan bueno, tan coherente en todo sentido, de una calidad tan rotunda e avasalladora. Claramente hay cuentos mucho mejores que otros, sin embargo la vara del menos bueno es aún muy alta. Si El bazar de los malos sueños fuera un edificio, ningún terremoto podría derrumbarlo ni provocarle siquiera alguna fisura. En el peor de los casos tiene por ahí un piso eclipsado por otros, pero hasta por ahí. Por lo demás, King demuestra toda su versatilidad y talento como escritor, pues como siempre he dicho, un maestro del terror también es maestro fuera del terror, como Junji Ito, por ejemplo, que también tiene incursiones en relatos más ligeros y cómicos (pero igual de retorcidos). En cualquier caso, siempre es estimulante y agradable ver un escritor que no se acomoda ni encasilla a sí mismo, y que si quiere, puede salir de su zona de confort a gusto.
Por lo demás, también me agrada que King sea capaz de convertir anécdotas reales en relatos propiamente tales. Quiero decir, qué fácil sería escribir un cuento contando esa anécdota, ¿no?, en modo pluscuamperfecto como lo haría cualquier escritor chilensis en sus volúmenes de ochenta páginas. King demuestra que se puede hacer más, que si alguien se hace llamar escritor, tiene que demostrarlo y trabajar, esforzarse, para transformar una historia corriente en literatura, porque no es simplemente cosa de "escribir como pienso, yo escribo como hablo".
Este libro es lectura segura, vayan sin dudarlo.

Provoca cierto placer ver cómo contrasta la tinta de los timbres con el pálido blanco de la hoja de la ficha bibliográfica, a pesar de no estar puestos los timbres de manera muy ordenada, de todas formas de la impresión de orden y prolijidad, ¿no? En casi cinco años exactos, El bazar de los malos sueños ha sido prestado en trece ocasiones, siendo este 2024 su año más movido, y vaya que lo sé yo, que tuve que aguantarme varias veces la frustración por no estar disponible. Pero ya lo hemos leído, y vaya que hemos quedado satisfechos.

viernes, 18 de octubre de 2024

La hojarasca, de Gabriel García Márquez

 

Biblioteca Nacional S07E01. Ustedes me conocen, soy un hombre de muchas deudas y estoy empeñado en saldarlas en lo que me queda de vida. Una de esas deudas es la obra del colombiano Gabriel García Márquez: nada de él había yo leído. Así que por qué no comenzar este nuevo ciclo en la B.N.P.D. con la primera novela suya, La hojarasca, que estaba ahí en uno de los estantes, invitándome, incitándome: ¡tómame, léeme!


La hojarasca es una novela de poco más de cien páginas en la que García Márquez nos presenta Macondo (ignoro si por primera vez: antes había publicado numerosos cuentos y quizás en ellos apareciera el célebre y mítico pueblo), tres de sus habitantes y una peculiar situación: la muerte de un médico a quien nadie en el pueblo quiere dar cristiana sepultura, solamente un anciano coronel empeñado en cumplir una vieja promesa para con el finado, la hija del coronel que se ve arrastrada por su padre y el nieto del coronel (hijo de la hija del coronel), arrastrado a su vez por su madre en tan testaruda empresa que los lleva a la casa esquinera en donde el fallecido doctor vivió encerrado y arrastrado los últimos diez años de su vida.
A partir de esta situación concreta y a través de los tres personajes, García Márquez nos va contando la historia del pueblo, con sus extravagancias y excentricidades, así como las entrañables y llamativas biografías de sus personajes principales, además de elaborar un mapa de los demás personajes involucrados en dichas historias. Historias de rencores, engaños, amores, frustraciones, promesas, recelos, desconfianzas, todo escrito con la prosa festiva, elástica, a la vez contenida y expansiva, del Nobel colombiano, que también deja entrever una mirada doliente, amarga y algo triste al retratar este pueblo y su gente, el pueblo y la gente sufriendo los embates del tiempo, de la naturaleza y las propias fuerzas del hombre, aún todos lamiendo las heridas de una cruenta guerra civil que late soterrada bajo el polvoriento y apaciguado trajín de sus abochornadas rutinas. Y tenemos al coronel, terco pero un ejemplo de rectitud y de humanidad en un pueblo emponzoñado por la ira y el resentimiento (todos deseando que el cadáver del doctor se pudra a base de bien), rememorando la historia desconocida de este doctor mientras hace gestiones para llevar a cabo el entierro; tenemos a la hija, recordando sus propias penurias personales y dando su visión del asunto, que más menos se alinea con la visión del pueblo; y al nieto, con su visión ingenua y perpleja ante lo que es la muerte, ya sea la de un hombre desconocido o la muerte en general, intentando comprender lo incomprensible, intentando escapar mentalmente hacia terrenos más luminosos y placenteros (no deja de ser curioso el pequeño pero rotundo guiño que el autor establece sobre la orientación sexual del muchacho, en una edad libre de ataduras o prejuicios, libre para disfrutar puramente de sus emociones más puras), entre los tres y los demás componiendo un colorido cuadro costumbrista, sutil, que sugiere más de lo que enseña y provoca, en un ejercicio de retrato colectivo y también psicológico e individual. O indicios de realismo mágico...
En cualquier caso, es una novela muy entretenida, de apariencia sencilla pero más complejo de lo que aparenta, y que te atrapa por completo con su potente premisa argumental (la muerte de un hombre no es poca cosa) y su abierto entramado de personajes, hechos pasados y misterios que revolotean en torno a la muerte del odiado doctor y a la existencia misma de este pueblo llamado Macondo.
Sin duda La hojarasca es una gran carta de presentación, una excelente primera novela que, sin ser la octava maravilla, sí trasluce concisión y un diáfano estilo o fuerza literaria, como si de un recóndito y recién descubierto río se tratase.


La tradición republicana de todo préstamo a domicilio, ¡señor! Primera vez en todas estas temporadas que me percato de lo siguiente: la Biblioteca Nacional estampa la fecha en que el ejemplar en cuestión llega a sus estantes. Este ejemplar de La hojarasca llegó finalizando julio del año 2014, cuando yo estaba... ¿dónde y en qué demonios estaba? Ya ni recuerdo; con mi pasado, sobre todo el que no me gusta (como esos años desperdiciados en esa basura de carrera), suelo tener una relación distante e indiferente, intercambiable. El caso es que medio año después La hojarasca fue pedido por primera vez en la sección de Préstamo a domicilio, 2015 su año de gloria, y hasta ahora ha sido prestado diecinueve veces, este 2024 en dos ocasiones luego de casi cinco años de siesta. Parece que mientras más pasa el tiempo más se hace difícil anotar las fechas en su espacio correspondiente: es que el tiempo es inabarcable.

miércoles, 16 de octubre de 2024

La niebla, de Stephen King

 

Bibliometro S07E02. Seguimos con Stephen King, qué demonios, ha resultado ser un autor fascinante para mí, de hecho he estado viendo hartas entrevistas suyas y me gusta su proceso creador, además de demostrar ser un gran lector, un gran amante de la literatura, del cine igual, de las historias a fin de cuentas, de ser un devorador de todo cuanto pueda enriquecer el mundo interior propio, un eterno aprendedor (me gusta más que aprendiz), que es como se debe ser, maldita sea. Así que por eso seguimos con él, en esta ocasión con La niebla, un conjunto de relatos, tres en total, sacados del volumen Skeleton Crew, el cual reúne más de veinte cuentos, pero bueno, no se puede tenerlo todo y los tres cuentos que leímos y de los que hablaremos abajo han sido todo un maldito placer. Let's go!

El libro comienza con un prólogo en el cual Stephen King habla un poco sobre el arte de escribir cuentos (usa una metáfora sobre que los cuentos son como besos en la oscuridad, que me gustó pero que saco a colación por una razón que develaremos en otra ocasión), sobre la pasión de escribir y, desde luego, sobre el origen de sus historias, lo cual siempre resulta inspirador, sobre todo en un escritor tan prolífico, creativo e imaginativo como él. De paso, lo cual también es inspirador, nos cuenta un poco sobre su vida antes de que fuera un escritor pecuniariamente exitoso. Sobre eso, pienso también en Irvine Welsh, que publicó Trainspotting con alrededor de 35 años. Y así varios más... Luego, vienen las tres historias que componen este libro: una novela, una nouvelle y una novelette (creo).

-La niebla. El relato más largo, 200 páginas, una novela, vamos. Esta historia tiene toda la pinta de que puede ser el típico relato apocalíptico transitando sus lugares comunes más notorios, sin embargo King demuestra su notable oficio e inventiva como escritor sorteando cada paso o peldaño peligrosamente previsible para darle una pequeña vuelta de tuerca, para darle un toque y un sabor propio, para imprimirle entidad y autonomía. Luego de una tormenta sin precedentes, una amenazante niebla, una niebla perfecta, comienza a recorrer cada palmo de suelo y espacio estadounidense, cubriendo el paisaje con el manto del horror y lo inimaginable. Las personas no tardan en quedarse aisladas y darse cuetnta de que es mejor alejarse de la niebla, porque en su interior te puedes encontrar con monstruos salidos como de novelas de Lovecraft. La familia protagonista bien puede dar cuenta de ello al quedarse atrapada en un supermercado en donde imperan la incertidumbre, los nervios y el miedo, los cuales se apoderan y devoran implacablemente la paz que la gente intenta sostener. Como digo, si tal premisa puede parecer algo manida, King es capaz de inyectarle dinamismo y misterio a una historia que constantemente va revelando nuevas capas y posibilidades de tensión dramática. Es una historia de supervivencia extrema, en las más duras y desoladas y pesimistas condiciones posibles, un particular apocalipsis del cual no se ofrecen sino especulaciones, lo cual es un gran acierto que potencia esta atmósfera densa y reconcentrada, y que, como digo, sorteando una valla peligrosa, King remata con un final perfecto que sigue siendo igual de pesimista y desolado que todo su devastador conjunto de acontecimientos, pero que es una posibilidad, incluso una esperanza, narrativamente hablando un punto de fuga interno que le da profundidad y tridimensionalidad a la prosa y al relato. Ese era el término que quería usar, punto de fuga interno: si bien la historia de un grupo de personas desconocidas obligadas a aislarse en un pequeño espacio apurados por circunstancias extremas puede parecer caldo de clichés y soluciones predecibles, historias bidimensionales y estáticas que se estancan en su premisa, King logra que cada palabra y cada página tengan una actividad interna que atrapan tu mirada, tu atención, algo hacia lo que avanzar... y vaya que avanzan, aunque el relato transcurra en su mayoría dentro del mismo lugar. Quizás no sea La niebla la historia más memorable o magistral de Stephen King, pero es un relato sumamente entretenido, inquietante, desolador y que confirma, nuevamente, su gran oficio como escritor de historias de terror y de interés humano, porque obvio (casi olvido decirlo, qué más es nuevo), King es un gran creador de atmósferas humanas y humanos creíbles, de carne y hueso, razón por la cual su terror siempre resulta más portentoso y tremebundo: el terror nace del insondable miedo humano, no necesariamente (aunque igual, obvio) de las características de ese peligro externo.

-El mono. Me sorprendió encontrarme con esta historia, principalmente porque Osgood Perkins va a estrenar dentro de poco una adaptación cinematográfica, la distribución a cargo de Neon. ¿Qué tiene que ver una cosa con otra? En mi mente... mucho. Pero en fin, hablemos del relato. El mono es sumamente entretenido, una loca historia sobre un hombre adulto, casado y padre de dos hijos, que se ve terriblemente atormentado por uno de esos feos monos de juguete que, armados de sendos platillos en cada mano, si giras la llave se ponen a chocarlos como si les fuera la vida en ello. Es sólo que este mono en particular tiene algo tenebroso, tétrico, sobrenatural... Alternando entre pasado (la llegada del mono a la vida del protagonista, cuando era niño, y el pausado y ominoso descubrimiento de su verdadera naturaleza malvada y asesina) y presente (el protagonista intentando solucionar de una buena vez todo este rollo, en tanto ni loco va a perder a su familia), King entreteje una historia que, bajo sus motivos terroríficos muy bien narrados y descritos, en esencia nos habla sobre el amor y aquel impulso a enfrentarse a la más absoluta oscuridad con tal de proteger aquello que se ama. Su secuencia final, ese apoteósico clímax, es un improbable pero efectivo devorador de nervios. Porque, por cierto, King logra extraer el miedo atávico e instintivo de una situación que, en malas manos, podría haber resultado ridícula. ¿Un mono de juguete asesino? Pero he aquí que el genio del terror lo hace con una sólida base de verosimilitud. Dudo que Perkins sea capaz de sortear semejante escollo en la pantalla grande. Por cierto salió un trailer, vayan a verlo, en honor a la verdad, tiene buena pinta.

-El atajo de la señora Todd. Esta historia me parece una maravilla, un relato realmente bello y precioso. Tiene magia, tiene sentimiento, tiene personajes profundamente humanos y auténticos. Es Stephen King en estado puro. Es una rutilante historia de modestas existencias tocadas sutilmente por lo fantástico. Es mejor no revelar mucho, pero la premisa es la siguiente: dos hombres viejos charlan en el porche de una tienda en su pueblito de Maine. El más viejo, veterano guarda y hombre de múltiples talentos técnicos, le cuenta al otro la historia de la desaparecida primera esposa de su jefe, una mujer amable y humilde que, sin embargo, despedía un imponente e indómito aura de grandeza, y cuya mayor cualidad, lo más llamativo y representativo de ella era su temeridad para conducir su endemoniado Mercedes, obsesionada como estaba en recorrer las comarcas estadounidenses en el menor tiempo posible, descubriendo caminos desconocido e impensados, atravesando parajes que jamás habían visto a un ser humano. El viejo guarda es testigo privilegiado de esa obsesión hasta su punto culmen. Y la vida nunca se acaba, la vida puede disfrutarse sin importar qué, la vida puede ser maravillosa si rompes el mapa y te labras tu sendero propio hacia tu destino. Como dije, maravillosa historia, preciosa y magistral. Y debo decir que me sentí identificado con la mujer buena para pisar a fondo el pedal, porque yo también intento encontrar las rutas más rápidas entre, por ejemplo, la piscina y mi casa, trayecto que primeramente me demandaba 45 minutos, pero que hoy por hoy completo en 21 minutos, a veces en 18, así que, bella señora Todd, comparto su placer y su ímpetu de querer luchar contra el Tiempo.


Oh la la, sacre bleu, mamma mía! Al ir a la parte trasera del libro y encontrarnos con la ficha bibliográfica, veremos que, de manera bastante ordenada y prolija (al menos considerando el estándar de las fichas bibliográficas bibliometruscas), este libro ha sido pedido, desde enero del 2019, en siete ocasiones, tres de ellas este 2024. But if you keep rolling, bajo esta ficha hay otra más, doblada sobre sí misma, espacio en blanco no habilitado originalmente para timbres, que dan cuenta de una actividad mayor y anterior: once préstamos entre octubre del 2017 y noviembre del 2018, casi un pedido por mes, dando un total de 18 préstamos en siete años. But if you keep rolling, es fácil notar que al reverso de ese espacio en blanco (que sería el reverso verdadero), tenemos una ficha bibliográfica propiamente tal, que evidencia una actividad lectora aún mayor y anterior a lo visto, y que arroja interesantes observaciones: diecinueve préstamos entre el 2010 y octubre del 2017; una serie de timbres bastante prolijos, aunque haya una fecha duplicada; gran cantidad de préstamos el año 2010, uno el 2011 y luego una larga siesta hasta el 2017, que no alcanza a ser el año de gloria de este libro (2010 jamás será superado). En total tenemos 37 préstamos en catorce años, casi quince. Por último, un alegato: a veces cuando voy a pedir libros que resultan que no están aunque en la web sí aparezcan, los que atienden dicen a veces "pero es que ese libro es muy viejo y que algunos libros se descartan, sobre todo si son de antes del 2015"... ¡Y una mierda! Acá tenemos un ejemplar que lleva circulando del 2010, puras mentiras. Lo que pasa es que no están capacitados, son desordenados, no saben catalogar, esa es la única razón. A mí me van a venir a mentir, a hacerme el tonto, malditos incompetentes...