Bibliometro #126. Tenía que aparecer, por supuesto, ya era hora de que comenzásemos a leer a Yukio Mishima, otro de esos escritores japoneses indispensables, al menos, para saber de qué se habla cuando se habla de literatura japonesa. Comenzamos, entonces, con un libro cuyo título no me sonaba, pero que estaba a mano, y qué importa, no siempre se avanza por orden, qué demonios, mientras vayamos conociendo y descubriendo, qué mejor.
Como se puede ver en la fotito de arriba, Música funciona a modo de "borrador encontrado" (aunque no es exactamente eso, claro), escrito por un psicoanalista de Tokio que refiere el caso de una paciente que llega a su consulta motivada por una penetrante frigidez. Este recurso, que le permite a Mishima, en cierto modo, "escribir como otro", funciona a la perfección porque aúna, con sorprendente agilidad y habilidad, una exposición clínica y precisa, concisa, de los pormenores del caso de esta mujer con su respectivo tratamiento, y una maestría narrativo-dramática al momento de dosificar la información y establecer una cronología argumental. En otras palabras, Música es de una compleja claridad, capaz de expresar y retratar con sutileza y exactitud los sinuosos y enrevesados abismos psicológicos y personales no sólo de la paciente de marras sino que también del mismo psicoanalista y otros personajes que revolotean alrededor de este dúo, sin perder en ningún momento el sentido del ritmo, del suspenso, del pulso dramático. El informe del psicoanalista, que por supuesto se presenta bajo la ilusión de ser un escrito veraz, nunca pierde su capacidad para fascinar con los bien planteados, convincentes y verosímiles giros argumentales de su trama, en tanto la frigidez de la paciente se origina y se esconde en una enmarañada red de recuerdos y memorias consciente e inconscientemente reprimidas. Es increíble y sensacional, de verdad Música es como una especie de ensayo o paper académico pero enriquecido con los recursos retóricos y narrativos de la literatura; imagino que la información que Mishima utiliza para sustentar o reforzar el flujo de acontecimientos son reales, todas las teorías y textos que saca a colación, pero el libro nunca se hace pesado, ni denso ni pedante, ni por el contrario, tampoco parece simplón, pedagógico, aleccionador o condescendientemente ilustrativo. Y la trama, con personajes y secretos y giros, tampoco se vuelve exageradamente melodramática, siempre se mantiene como la profunda exploración de la psiquis humana que, ya al inicio, deja en claro que pretende ser: una historia de almas, una historia de mentes. Así, con sentido del humor, con sensibilidad poética, con sutileza teórica, con claridad estética o estilística, todo resulta interesante, entretenido, magnético, en esta novela, que no rehúye tampoco la sordidez y lo perturbador, pero que no cae en sensiblerías baratas o en artificiosas truculencias, amén de la mirada entre cínica pero también compasiva del psicoanalista, quien, por supuesto, tiene ese distanciamiento crítico y clínico/médico aunque no olvida que, en el fondo, sus objetos de estudio son seres de carne y hueso. Música, entonces, aprovecha ambas vertientes que se potencian mutuamente, no sólo en lo reflexivo sino que en lo narrativo, lo que queda clarísimo en el inteligente contraste de su inicio y su final: se comienza con esa precisión quirúrgica, pero el final es dulcemente poético y humanista (por cierto, el título alude a algo bien concreto y su metáfora no deja de ser sumamente arrulladora).
En dos años y mínima fracción Música es un libro que ha sido prestado en seis ocasiones, dos por año si sacamos un promedio. No es malo, digo yo.
No hay comentarios. :
Publicar un comentario