"LAS GRANDES PASIONES SON ENFERMEDADES INCURABLES"
-Goethe

martes, 29 de abril de 2025

Doctor Sueño, de Stephen King

 

Bibliometro #98. Acá un libro que se nos resistió demasiado tiempo, siempre cambiando de sucursal, desapareciendo, apareciendo demasiado lejos, incluso estaba en la BDS pero luego ya no, por suerte en esta ocasión se alinearon los astros y shazam!, tenemos entre manos Doctor Sueño, esperadísima secuela de El resplandor. Estaba ardiendo en deseos de ver qué tal le iba a Danny Torrance (que en un doblaje latino podría llamarse Daniel Torres, ¿o no?), porque claramente de él se trata el libro, ¿cierto?


¡Cierto!, de quién más si no. Comencemos con una declaración sencilla: me ha gustado mucho Doctor Sueño y pienso que es uno de los mejores libros que Stephen King ha escrito en su etapa más reciente, además pienso que, con todo lo que me gustó El resplandor (a pesar de sus fallas, que las tiene), esta secuela corrige dichas irregularidades y desniveles, potencia la visceral fuerza de su predecesora y ofrece, en conjunto, una novela mucho más redonda y satisfactoria, una perfecta armonía de oficio y firmeza, pero también de esa intensa y rabiosa humanidad que King es capaz de verter cuando escribe con las tripas y el corazón abiertos en canal. Es decir, Doctor Sueño me ha sorprendido sobremanera, pero muy gratamente, a pesar de tener una introducción algo, no sé cómo decirlo, un poco fría, un poco mecánica, de prosa poco inspirada, meramente descriptiva pero de la manera más simple y fría, aséptica... Por fortuna, luego de dicha introducción (Asuntos preliminares) King recupera su aliento, se pone en forma y toma ritmo, y la novela agarra tranco avasallador, notándose el afecto y cariño que Steve tiene por estos personajes, notándose qué tan a flor de piel siente el poderío simbólico y emocional que cargan, que significan.
Porque, más allá del argumento en sí, que es de lo más interesante gracias al conflicto y a los personajes involucrados, lo que tenemos es a su autor profundizando en las hondas heridas y el sobrecogedor dolor de, bueno, podríamos decir del alcoholismo o de la adicción en sí independiente de a qué sustancia o conducta se esté enganchado, pero podemos expandirlo a la lucha interna y externa que toda persona tiene consigo misma y con su entorno, una lucha que, dependiendo de esto o de lo otro, puede afectarnos tanto a nosotros mismos como a las personas a nuestro alrededor, las conozcamos y amemos o no. Doctor Sueño parece ser una novela proveniente, en su energía e intensidad, en ese poderoso fulgor y sentir, en ese arrojo cuasi suicida sin miedo a nada, de su primera época, de esa época como atormentada, pero depurada gracias a la mano del Steve intermedio o revisionista. Una novela sobre la muerte también, es decir sobre la vida, porque tal como vimos en el cuento Riding the bullet (en Todo es eventual), saber o no saber enfrentarse a la muerte es saber o no saber enfrentarse a la vida. Dicho esto, Doctor Sueño es, en esencia, una novela sobre Danny Torrance, ya de adulto, enfrentándose, quizás por vez definitiva, a sus demonios y fantasmas personales y del pasado, pero también a los que lo rodean allá por donde vaya, porque su resplandor es una puerta, un vehículo de comunicación que tiene con el mundo espiritual, el mundo de los muertos: un mundo que existe, un mundo que puede ser terrible, pero que, si lo logra, puede ser un mundo del que puede no sólo aprender sino que usar como ayuda para otras personas que, como él, no tengan los métodos para relacionarse con lo que está más allá de ellos, de su entendimiento. Lo malo es que Danny Torrance no ha podido ni ha sabido encontrar paz con su resplandor, con sus demonios ni con su pasado, y ya casi en la treintena, ha caído en la misma espiral autodestructiva que su padre: Danny es un alcohólico que malvive de ciudad en ciudad, de botella en botella, despreciándose y odiándose con todo su corazón, con cada fibra de su cuerpo, en parte porque el alcohol mitiga su resplandor en parte porque ya ha caído en el círculo vicioso de la adicción y no puede salir: quizás algún día no despierte, quizás algún día la oscuridad final lo salve de tener que mirarse al espejo, quizás algún día llegue a abrir los ojos en otro lugar en donde ya no sienta que su corazón lo lastime con sus latidos ni su cerebro lo atormente con esas imágenes infernales del Overlook y de sus pesadillas beodas... y qué alivio sería eso, ¿no? ¿No es eso lo que todos pedimos, que pare el sufrimiento, el padecimiento?
Pero por ahí aparece una niña con un resplandor aún más fuerte, aún más luminoso que el suyo, y por allá, un poco más lejos, aparece un grupete llamado el Nudo Verdadero, liderados por una carismática y seductora hembra, que son como una secta de "vampiros" que se alimentan del resplandor de otros para extender sus vidas, a veces alimentándose de migajas (hasta con migajas se calma el hambre), a veces atiborrándose con banquetes más suculentos... Entre la niña y el grupete estará Danny Torrance, el atormentado Danny Torrance, el niño especial que en su tierna infancia debió enfrentarse a los demonios caníbales de un hotel poseído por la maldad más absoluta, el niño que era maltratado por su padre alcohólico, el niño que vio a su padre convertido en una bestia asesina que maza en mano lo persiguió por largos pasillos para reducirlo a papilla, el niño que ha sido perseguido toda su vida por visiones de muerte y está cansado de eso ¿no existe un dios acaso que nos protege de todo lo malo?, el niño que ahora es un adulto que tendrá que levantarse por fin, que deberá perderle el miedo a su propia luz y convertirse en su propio salvador y, quizás, el de una niña que no tiene a nadie que pueda ayudarla contra ese grupo de asesinos...
Como ven, en esta novela King logra equilibrar ambas importantes vertientes: por un lado, una trama interesante, entretenida y dinámica que te mantiene enganchado (casi, no olvidemos que esa introducción es bien plomiza) de inicio a fin, desarrollada y concluida de manera satisfactoria, sin trucos baratos ni soluciones inverosímiles como el bueno de Steve suele hacerlo en esta última etapa suya; por el otro, tenemos todo ese componente humano, psicológico y simbólico que resplandece, que esplende, que brilla con una potencia que me habla, maldita sea, de un autor que, en efecto, está escribiendo con el corazón, con su sangre, que lo está dejando todo en el papel, sin temores ni remilgos, porque a los demonios y fantasmas no se les puede purgar con eufemismos ni medias tintas. Hay páginas que son dolorosas de leer por la cruda honestidad de lo narrado, que son gritos de rabia y de pena escapando de las páginas abalanzándose dentro de ti, hay otras tantas absolutamente bellas y conmovedoras, King saca toda su literatura y toda su poesía para hablarnos, por ejemplo, de la muerte y de las despedidas, de las almas y de los espíritus, de la dolorosa e inspiradora lucha cotidiana que es existir, de la inherente fuerza humana, de la confianza y de la fe en otros, de los lazos entre colegas y hermanos, y de la bondad, que existe y es real aunque duela empuñarla porque hacerle frente a la maldad nunca te va a dejar indemne y sin cicatrices. De eso iba también El resplandor, más allá de sucesos y objetos y criaturas sobrenaturales (que fue lo que tan bien captó Kubrick en su momento para retorcerlo y sintetizarlo hacia negros abismos pesimistas: lo desgarrador y desesperanzador de la locura), por eso me sigue gustando tanto esa novela, jodida novela, sobre un padre que a pesar de todo el amor que siente por su familia sigue siendo un monstruo violento y maltratador, incluso antes de ser poseído por el Overlook, y que luego ya no puede hacer nada salvo contemplar su propia aniquilación...
Un libro sobre terrores fantásticos y horrores muy reales. Monstruos de género y los monstruos internos (el de la culpa, el del cansancio, el de la tristeza, el de la rabia...). Una verdadera y placentera sorpresa. Gran novela, se las recomiendo encarecidamente. Me confirma que, a pesar de que últimamente King anda apaciguado, sigue teniendo un escritor brillante dentro de sí que sigue palpitando con fuerza en su interior y que puede hacer uso de la palabra como el mago oscuro que es. La mala hierba nunca muere, dicen, je, je...


Otro libro que hemos hecho debutar, parece que en la sucursal de Bibliometro a la que fuimos ese día sólo había ejemplares nuevecitos de paquete. No tardarán en ir ganando experiencia y lecturas.