"Hard Boiled" es la primera aproximación que tengo a una obra de Frank Miller, sin contar las películas de "Sin City", claro. En cuanto a sus cómics, nada... hasta ahora mismo. El título me sugería una historia de detectives a la vieja usanza, al estilo Hammett o Chandler, pero principalmente Hammett. De todas formas el hard boiled está plena e indiscutiblemente en cada viñeta de "Hard Boiled": la violencia es extrema y excesiva, detallista hasta decir basta, tanto que incluso la maraña de sesos, sangre, miembros mutilados, balas, explosiones, suciedad, excrementos, muertes por montones, etc., provocan cualquier cosa menos precisión espacial y/o argumental (entender la imagen es complicado, distinguir qué es qué), y además es un collage de depravación y sátira social. Los dibujos me han gustado a la vez que no, pero sin duda son una propuesta que en general genera gozo visual y mucha, mucha provocación, incluso gratuita, pero el mensaje es claro: la sociedad es una basura, es una viciosa y alevosa fachada cuyo fin es mantener el funcionamiento de los poderosos sin alteraciones ni nada por el estilo. A la mierda todo, ésa es la consigna. Da lo mismo si hay cien personas en un supermercado, de repente todas mueren y los poderosos siguen con lo suyo. Es tan gracioso que es triste, o al revés, tan penoso que la cosa sea así de descerebrada que llega a dar risa, pues no deja de ser una caricatura desvergonzada de la realidad; de todas formas ese desenfado y extremismo es parte de lo que no me gusta, y más aún porque en el fondo "Hard Boiled" no es nada: no es una historia propiamente tal, es un compendio de salvajadas y masacres perpetradas por el protagonista y otros personajes que se suceden una y otra vez sin mayor lógica que el simple gusto por ver violencia (aunque hay una cosa que se puede llamar historia: los robots quieren ser libres, y para eso utilizan al protagonista, porque es el mejor en eliminar personas). Lo gracioso/triste del asunto es que Miller subvierte toda convención, y hace que el protagonista, un recaudador de impuestos con bella esposa e hijos (que en realidad es un robot manejado por una compañía que lo utiliza a él como aniquilador de la competencia), nunca deje de cuestionarse su rol como padre de familia incluso cuando acaba de asesinar a medio centenar de personas directa o indirectamente, lo que a cualquiera le diría claramente que es todo menos un hombre normal. Claro está que ese sentido de la responsabilidad es una inyección para mantenerlo a raya, pero él no se da cuenta y todo termina con el final feliz más ácido y falso que he visto en mucho tiempo (sin duda, lo mejor del cómic: la idea, nada más): el protagonista de repente se entera de su naturaleza pero prefiere seguir viviendo en su ilusión, aunque nunca se enteró de que su esposa e hijos tampoco son reales (otros robots cuya función es vigilarlo), errónea idea que lo llevó a continuar con el reinado de terror consumista de su empresa, más feliz que nunca (y para qué hablar de los robots de la rebelión fallida). ¿Entonces? Que Miller nos muestra que el salvaje capitalismo ha ganado: nos tiene donde quiere, haciendo lo que quiere, viviendo a costa de nosotros, como quiere. Se toma tres números para decirlo, lo pudo haber hecho en uno (de las aproximadamente 150 pags. la mitad son panorámicas sangrientas) y sin haber disfrazado todo "de argumento" o "verosímil", pero ahí está: "Hard Boiled", damas y caballeros, y vayan con cuidado.
Y si no me entendieron ni mierda, pues mejor lean de lo que hablo y descárguenlo acá.
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