"LAS GRANDES PASIONES SON ENFERMEDADES INCURABLES"
-Goethe

sábado, 29 de noviembre de 2014

Sueños compartidos, sueños divididos, mi amor...


Jimigrante todavía no se ha asentado en este blog, y siento como si hubiese hecho uno de esos falsos anuncios que suelo hacer sobre nuevos aires de esperanza para este oscuro rincón; no se confundan: Jimigrante existe, está ahí, escribirá algo, ya lo verán... De todas formas, aunque no haya subido todavía su primer post, sucedió aquello que sabía iba a suceder con su arribo: me iba a inspirar ¿Cómo sucedió tan maravilloso acontecimiento?
Como bien recordarán, el post en que anuncié la llegada de Jimigrante trataba, además del anuncio, sobre un sueño que yo había tenido hace días. Narrar mi sueño no fue una decisión arbitraria, pues la idea era hacer una especie de díptico de los sueños, yo narrando el mío y él narrando el suyo. Ahora bien, ¿cómo demonios ésto me inspiró para hacer este post en particular?
Primero, sin yo meter demasiado la nariz en sus asuntos, tuve acceso, más o menos, a la trama de su sueño; segundo, sin saber exactamente el desarrollo del mismo, sí pude notar, con ayuda de las observaciones de Jimigrante, que habían un par de similitudes entre ambos sueños que conforman el díptico; tercero, dichas similitudes me hacen pensar, o mejor dicho preguntar, ¿cabrá la posibilidad de que ambos hayamos tenido el mismo sueño?; cuarto, dicha interrogante activa en mi memoria los espejos que la componen, que de inmediato comienzan a mirarse e intercambiar informacion, trayendo a la primera fila de mi anfiteatro mental una lata que contiene una situación de dos años atrás; quinto, la proyección de dicha situación me lleva a la misma pregunta -o casi- del punto tres: ¿es posible tener el mismo sueño que otra persona?; sexto, dicha pregunta deviene en otra que me interesa aún más: ¿es posible tener el mismo sueño que otra persona de manera consciente?; séptimo, vale la pena comenzar a buscar respuestas.
Dichas respuestas no las busqué en Google ni en la Encarta ni en la biblioteca abstracta o física; simplemente las busqué a través de la experiencia ¿Cómo, preguntarán ustedes? Sencillo. Pero no estamos en ese punto aún, aunque llegaremos. No obstante, hay que ir ordenadamente, miren que no es la idea hacer de este post una enredadera.
Volvamos al punto tres: me pregunto si Jimigrante y yo tuvimos el mismo sueño, o al menos si cabe la posibilidad de tal hecho; me muevo al punto cuatro y recuerdo una situación de hace dos años, situación en la que estoy involucrado yo y un compañero de universidad que no es Jimigrante y al que llamaremos ZombiexHolocaust. La situación es la siguiente: yo, Jimmy FDZ, tuve un sueño en el que aparecía el buen ZombiexHolocaust; sueño que me dejó particularmente intrigado por el rumbo que toma y por dos hechos centrales de lo más, cómo decirlo, interesantes. Con todas esas inquietudes en mi cabeza, me acerco a ZombiexHolocaust y le pregunto si en algún sueño suyo reciente han habido hechos similares a los que tanto me atormentan... naturalmente, se los describo, ante lo cual él reacciona positivamente: "sí, sucedió algo similar". Mis ojos se iluminan, mi corazón comienza a latir más rápido, mis pupilas se dilatan, y ya no puedo parar... la idea que llega a mi mente me emociona exageradamente.
Pero, como digo, vayamos por partes: ahora toca el turno del sueño que tuve hace tanto tiempo. Sabiendo que su no es estrictamente importante ahora, procederé con brevedad a la narración del mismo. Ajusten los cinturones, miren que esto será rápido: me hallaba caminando por los pasillos de un centro comercial hasta que, repentinamente, me encuentro dentro de una tienda, aparentemente, de artículos y ropa juvenil con especial atención a la parte deportiva; el local estaba lleno y había una multitud de hombres rodeando a una bella mujer de cabello castaño claro, tez blanca, lentes puestos y, si mal no recuerdo, un vestido a rayas un tanto ajustado pero sin ser revelador o de mal gusto: la chica es bella, qué duda cabe. Me abro paso entre la multitud, camino en dirección a la chica, que está bailando o, en su defecto, efectuando sensuales movimientos. Llego a ella y me quedo de pie a un par de pasos de distancia. La chica se da cuenta de mi presencia, por lo que comienza a acercarse, sin dejar de hacer tales movimientos; se acerca tanto que llega el punto en que su trasero toca mi entrepierna, y esto me pone totalmente incómodo, pues me siento como esos sujetos que sólo ven a las mujeres como un pedazo de carne: un par de piernas que acariciar, abrir y... ya saben, dar duro. Pero yo no tengo esa perspectiva, me considero un caballero, y que algo -los sujetos de la multitud no me importaban- pudiera pensar eso sobre mí no me hacia gracia alguna, aunque lo que más me intrigaba y descolocaba era el hecho de que ella se acercó a mí, con su trasero y cuerpo moviéndose justo en frente mío, haciendo contacto en esas zonas tan sensibles. Aunque a mí todo me incomodaba tremendamente, a ella no parecía molestarle; es más, parecía disfrutar el contacto ¿Y ZombiexHolocaust? Detrás mío, observando la situación; ya no sé si con aprobación o cierto dejo de repugnancia o deseos de estar en mi lugar. De todas formas, súbitamente, me hallo fuera del centro comerical, en las calles que rodean la edificación del consumo masivo: eran calles feas, sucias, repugnantes, dignas de las poblaciones con mala fama más que del esplendor que rodea dichos edificios. Camino y llego a una esquina en la que hay un auto con las puertas abiertas dentro del cual sucede algo terrible: un hombre, desconocido, se intenta aprovechar de una mujer muy cercana a mí -en la vida real, claro... y no les diré qué nos relaciona-; indudablemente, todo eso me indigna y me acerco para enfrentar a tan deleznable sujeto, sin saber que yo iba a sacar un cuchillo y propinarle tres o cuatro puñaladas al hombre... lo que me inquieta no es el hecho de la violencia que efectué, sino de que con cada puñalada propinada, en la vida real, mi cuerpo reaccionaba: como digo, con cada puñalada, mi miebro despedía un chorro de semen. Polución nocturna, le llaman. Una vez consumada la justicia, me voy con la mujer ya no en aprietos -cuya seguridad me tranquiliza sobremanera- y yo me despierto. Y me pregunto un gran WTF?
Volvemos a la situación del punto cuatro, lo real, con ZombiexHolocaust. Naturalmente, sólo le cuento la primera mitad de mi sueño, y como adelanté, dice que sí, que soñó algo similar sobre una multitud de hombres que rodean a una bella chica, aunque la salvedad es que su escenario no era un centro comercial, sino la playa o un lago.
Ahora pasamos al punto cinco y sexto a la vez: ¿será posible tener el mismo sueño de manera consciente? Ya saben, compartir sueño. ZombiexHolocaust y yo decidimos experimentar, y ahora estamos en el punto siete, poniéndonos de acuerdo para que determinado dia soñáramos con la misma chica: el elemento clave que une cósmicamente nuestras psiquis. No funcionó la primera vez... y digo primera vez porque lo intentamos un par de veces más, con idénticos resultados. No sólo no soñamos conjuntamente con dicha chica, sino que yo mismo no pude volver a soñar con ella, por más que lo intenté. Si ZombiexHolocaust soñó con esa chica o no, no lo sé, pero nuestro experimento fracasó. Eso es lo único cierto.
¿Es posible compartir sueños? No lo sé, pero vaya que fue interesante todo esto. Deberían intentarlo.

Y hablando de sueños, mejor me voy a dormir, miren que estos últimos días he roto con mi querida rutina de no pasar más allá de las 12 de la noche, pues me gusta aprovechar la mañana plenamente. Maldito GTA ONLINE, tan adictivo; aunque la causa de que ahora me acueste tarde no es el genial videojuego -con el que nunca he soñado, realmente, a pesar de la fuerte presencia suya en mi cotidianidad-, sino el haber escrito esta entrada. En fin...

...sueñen con los angelitos.

martes, 25 de noviembre de 2014

Putos pájaros


Supongo que después de tanto, tantísimo tiempo, vuelvo a los balbuceos irreflexivos. Esta entrada en particular se dio por pura casualidad, algo tan desagradable como ir a la universidad o estudiar estupideces... yo diría que incluso peor: un pájaro entró a mi habitación a través de mi ventana. Puede que para el común de los mortales tal cosa no sea nada grave, pero para un sujeto con ornitofobia como yo, pues es una puta desgracia; y es que no soy como Blancanieves: pájaritos que vuelan a mi alrededor mientras canto y hago las labores hogareñas no es un panorama ideal para mí -digo, limpiar no tiene nada de malo ni me molesta en lo absoluto; los pájaros sí, maldita sea-. El asunto es que, mientras estoy viendo el segundo episodio de la tercera temporada de la genial "The Newsroom" -iba en el minuto diez, más o menos-, entra el puto pájaro de mierda en mi habitación; un sexto sentido me lo advierte: antes de que siquiera cruzara la frontera entre mi habitación y el mundo exterior (mi ventana), siento algo en la nuca, me giro, y veo a ese maldito y pequeño animal entrando en mis aposentos. De inmediato me pongo de pie y salgo corriendo de mi habitación, sin alcanzar a ponerle pausa al computador ni cerrar la puerta para que a la estúpida alimaña no se le ocurra dar un paseo por mi casa. Bajo al primer piso, donde me quedo durante mucho, mucho tiempo -el incidente sucedió a las 19.10, creo; escribo estas líneas a las 20.40-. Llamo a mi madre para preguntarle a qué hora va a llegar -para que pueda sacar al maldito pájaro, por si no ha dejado mi habitación para cuando mi madre llegue, unos quince minutos después-, y luego me pongo a leer una revista que ya había leído, más o menos, en la mañana. Digo más o menos porque sólo leí la entrevista a una modelo/actriz que también es ilustradora y joven madre, para quien la entrada al mundo de la actuación de las telenovelas fue un grandísimo paso. Eso en la mañana, claro; en mi triste exilio de mi habitación, leí un reportaje sobre la obra de Graciela Iturbide, fotógrafa mexicana que, mientras conducía su auto por ahí, escuchó un comercial que alentaba a la gente a estudiar cine, llamándole especialmente la atención que remarcaran que quienes se matriculen harían un ejercicio con un pañuelo. Una vez dentro de la carrera de cine de no recuerdo qué universidad -si es que era una universidad-, se metió a un curso casi abandonado de fotografía, ámbito del que no se despegó nunca. No haré un repaso ni a su vida ni a su obra, muy interesante y poderosa, simplemente mencionaré una cosa que tiene que ver con todo mi pobre lío: los pájaros; a Graciela le gustan, a mí no. De hecho, tiene un autorretrato en el que cubre sus ojos con pájaros, uno muerto y otro vivo. Claramente, yo no podría. Paréntesis: las fotos de abajo pertenecen a ella, siendo éstas el autorretrato mencionado y otra foto que me pareció espectacular, llamada "el señor de los pájaros" -pueden ver más en su página web-. Otro cosa interesante: en el artículo salía que a Graciela la persiguen sueños que son casi premonitorios: soñó con pájaros, y cuando los vio en la vida real, los capturó con su cámara. Y esto de los sueños me llama la atención, pues a mí también me persiguen extraños sueños, aunque no especialmente premonitorios, salvo inocuas excepciones -cuando era chico, una vez soñé que mi hermana me decía que era más fuerte que yo. Días más tarde, con la misma ropa y en el mismo lugar que soñé, me dice esas mismas palabras-. Pero en fin, continuando con mi exilio, termino de leer el reportaje o artículo, y me dispongo a leer otro sobre sexualidad e impulsos en los jóvenes, pero me da un poco de pereza; además, llega mi madre, quien sube y me dice que no hay ningún pájaro. Bien, perfecto. Igual espero y me quedo afuera, jugando con mis dos hermosas perras... si usualmente juego con ellas diez minutos, ahora estuvimos unos cuarenta: fue hermoso, hace tiempo que no las veía sonreír de manera tan manifiesta. Se hace oscuro y me entro, subo con mi madre a mi habitación, escoba en mano, y comienzo a tocar con la escoba cualquier escondite del maldito pájaro, mientras mi madre hace lo mismo pero con menos resguardo. No está ese asqueroso invento del señor. Me alegro un montón, aunque ya no tanto la consecuencia: mi ventana se quedará cerrada hasta que encuentre paz mental; y siendo verano, pues tendré que aguantar el calor... como todo un hombre. Me meto a mi computador, veo un par de noticias, entre ellas que el Manchester City de Pellegrini le ganó 3-2 al Bayern Munich de Guardiola, y yo me alegro, pues Pellegrini me cae bien y me encanta que gane. Lo curioso es que había soñado que el City le ganaba al Bayern, aunque el marcador era distinto: en mi sueño los del Pelle ganaban 1-0, pero una victoria es una victoria, ¿no? Finalmente comienzo a escribir esto, termino y adiós.
Ahora me pondré a ver lo que resta del episodio de "The Newsroom", luego escribiré mis comentarios sobre "Sauna", una peli finlandesa bastante buena aunque me dejó algo disconforme de tanto que la alababan -aunque mérito no le falta-, y no en mucho rato me iré a dormir. Ahora que lo pienso, primero me prepararé mi comida. En cualquier caso, y hasta que nos veamos de nuevo, chao.

domingo, 23 de noviembre de 2014

Snapmatic Edition N°1


  Un par de semanas habrán pasado desde que le di la bienvenida al buen Jimigrante, quien lamentablemente no ha aparecido por estos lares aún. Recuerden: aún. Iba a continuar, él y también yo, la estela de los sueños, pero como Jimigrante permanece desaparecido y yo no tengo muchas ganas de escribir en este momento, pues recurro a la solución más fácil y rápida: subir fotos.

  En Cine en tu Cara he estado un poco desaparecido; por deberes universtarios en primer lugar y, en segundo, porque volví a jugar GTA V en su versión Online. Es imposible: uno queda atrapado, como un adicto... adicción a los videojuegos, le llaman. Y entre medio de mis esfuerzos por ganar dinero fácil y rápido para comprarme un súper departamento de lujo en las colinas de Los Santos, también saco el celular de mi querido avatar -me quedó muy bella y atractiva, jeje- y comienzo a sacar y sacar fotos. Y a falta de ideas para posts en este blog, pues qué más sencillo que esto...

  A continuación, mi primera galería Snapmatic GTA Online. Y digo primera porque seguiré jugando y jugando, además de sacar y sacar fotos. En fin, sin más preámbulos, las imágenes:

(Sé que sería mucho mejor que sacara fotos en la vida real, pero hasta que no tenga una cámara... pues puedo divertirme en el mundo virtual).

lunes, 10 de noviembre de 2014

Los Jimigrantes Jimigrantes son


Pues vaya que he tenido abandonado este blog. Fui demasiado irresponsable al comenzarlo, pero no es que me vaya a echar atrás ahora; no señor, todo lo contrario: como he dicho numerosas veces, pretendo darle nueva vida a este blog, un soplo de aire fresco. ¿Y cómo llevaré a cabo tal empresa? Fácil: invitando a alguien más a escribir a "Calamari Attitude". Ese alguien es Jimigrante, compañero mío de la universidad que tiene una creatividad arrolladora, una sana locura y muchas ganas de escribir -y dibujar- en todo momento. Leyendo -no entero, estaba un poco cansado- un estado suyo que dejó en facebook, y conversando con él sobre los sueños que hemos tenido estos últimos días, pensé que sería una buena decisión. Me atrevo a aventurar que, efectivamente, lo es. El buen Jimigrante escribirá sobre cualquier cosa que se le venga a la mente, pues, al fin y al cabo, de eso se trata este blog: escribir cualquier cosa. Y si nos apasiona, qué mejor.
Ahora bien, el presente post no trata exclusivamente sobre la llegada de Jimigrante, que por lo demás entiende perfectamente el concepto de "Calamari Attitude" -pues ha visto "Calamari Union" del buen Aki Kaurismäki-, también de, precisamente, esos sueños de los que hemos venido hablando las pocas veces que nos encontramos. Demos el salto al siguiente párrafo y veamos si les gusta el alocado sueño que tuve hace un par de semanas:

Sin duda que cosas habían sucedido mucho antes. Así lo recuerdo, o al menos sé que antes de lo que voy a relatar ya habían pasado mil sucesos que me llevaron a este punto: iba yo manejando mi auto, cargado de gente que no reconozco, camino a no sé dónde. El lugar por el que me muevo no se parece en nada a ninguno en el que haya estado; quizás uno que haya visto en la tele, alguna revista o las películas -incluso videojuegos, seria posibilidad-. Era una especie de vecindad con edificios de dos o tres pisos, con calles angostísimas que, de seguro, no eran más anchas que mi auto -que ya es pequeño, aunque no tanto como un escarabajo-. A pesar de que mi auto era más ancho que las calles que transitaba, de alguna forma lograba avanzar por ellas; lento como una tortuga, eso sí, pues como eran tan angostas me daba un poco de miedo abollarlo y rayarlo. Finalmente, luego de enfrentar cerradas curvas que más que curvas eran ángulos rectos, llegamos a nuestro destino y, elipsis mediante, estábamos dentro de una casa no muy grande pero lo suficientemente amplia como para que entrara todo el grupo de personas que transporté -claramente mucho más de seis personas, máxima capacidad sana de mi auto... ¿cómo entraron? Vaya uno a saber-.
Había un patio donde algunos de ellos salían a conversar, pero la verdad es que, tal como señalé, no conocía a nadie. Todos los presentes estábamos ahí para un rodaje -algo que me persigue de seguro porque estos días yo mismo, mi yo real, está en medio de uno-, y aunque se supone que debemos llevarnos bien o algo así, yo me sentía bastante incómodo, respirando un tenso aire social; de seguro era porque habían grupos separados por la habitación, sin interactuar con quienes tenían al lado: pequeñas células aisladas que, sin embargo, se supone que deben trabajar en equipo. De seguro pasó largo rato hasta que la jornada se acabó -de nuevo una elipsis, a menos que en realidad no hayamos hecho nada más que conversar separadamente en vez de rodar- y yo me quería ir. En ese momento, el ambiente pareció mejorar un poco y muchos decidieron quedarse, incluso alguien, sujeto de seguro femenino, que yo pretendía transportar para más tarde llevar a cabo mis intenciones salaces. Su estadía me decepcionó un poco, aunque disimulé bien: me despedí de algunos, a otros les hice una señal con la mano y de algunos no me atreví ni siquiera a mirarlos.
Dejo la casa, subo a mi auto, y comienzo a manejar por las mismas angostas calles por las que llegué. Cerca de la salida oficial de esa vecindad o villa, había un camión de basura que aparentemente estaba atrapado, y aunque yo debía cederle el paso, no lo hice pues no parecía moverse. Su grandeza -de tamaño nada más- y cercanía me asustó un poco, como si de repente acelerara y arrasara con todo a su paso, principalmente yo y mi auto. Pero mis miedos eran infundados, pues salí por la calle tranquilo. Lo curioso es que al estar fuera del terreno de la villa, me hallo de pie sobre la calle mirando al camión, que había avanzado -rompiendo toda lógica: es el doble de ancho que dichas calles- pero sin poder salir porque una reja -que apareció de repente- le impedía el paso -estaba cerrada, obviamente-. El conductor me pide que le ayude a abrir la reja, y yo me estreso al no saber cómo demonios hacer tal cosa; para mi tranquilidad, veo una especie de botón gigante que hay que apretar repetidamente, como en un videojuego, para que la reja se abra. Incluso en la parte derecha de la pantalla -mi mente, jaja-, apareció una barra que iba creciendo a medida que mis golpes al botón se hacían más efectivos. La reja se abrió, el camión salió, y un auto se mete en la vecindad, pero yo dejo de apretar el botón y la reja se levanta, justo en la mitad del auto, que queda con la reja atravesada pero, sorprendentemente, todavía avanzando hacia su destino, con reja y todo. Tal imagen me impactó y pensé algo así como "wow, las cosas se pusieron raras", pensamiento sucedido por yo subiéndome a mi auto y largándome de ese lugar.
Llego a una esquina con disco Pare, comienzo a frenar y me doy cuenta de que los frenos, aunque funcionan, no responden con la rapidez y efectividad necesaria, por lo que cuando estoy justo en el límite de mi calle con la principal, todavía sigo avanzando lentamente. En este momento estoy asustado pues temo que me vayan a chocar y que sea mi fin; miro a la izquierda y viene un auto manejado por una tipa mirando su celular en vez del camino, y viene tan lento que, sumado al hecho de que ya estoy en la mitad de la calle, decido acelerar, no sin antes mirar a la derecha, por donde viene un auto a velocidad normal pero lo suficientemente lejos como para que yo avance sin que me alcance a rozar. Tranquilidad.
Sigo mi camino y me meto a una avenida grandísima, con cuatro pistas por sentido. Curiosamente me estaciono -sí: me detengo a un costado izquierdo, justo frente a un semáforo; gran conducta víal la mía- en la misma avenida gigante y me bajo del auto, saco un scooter y comienzo a transitar por las calles con él, impulsándome con mis piernas. En primera instancia no estoy preocupado, pues pareciera que voy incluso más rápido que en el auto, pero luego me asalta el siguiente pensamiento, que funciona a modo de diálogo conmigo mismo:
"-¿Dónde tienes el auto?
-Conmigo mismo.
-No poh, lo dejaste por ahí.
-Pero si lo llevo en el maletero. No lo dejaría abandonado, maldito.
-Piensa: si vas en el auto, puedes llevar el scooter contigo; pero si vas en scooter, entonces no puedes llevar el auto... es muy grande para transportarlo así.
-Mierda, tienes razón. Mejor me devuelvo a buscarlo".
Bastante loco, ¿no? Efectivamente, me doy media vuelta y emprendo rumbo a la avenida donde dejé mi auto. Llego a ella y comienzo a buscarlo pero no lo encuentro. Y justo cuando comienzo a estresarme bastante por haberme quedado sin auto, más encima por mi propia culpa, me despierto.
Uno de los sueños más movidos que he tenido últimamente.

En fin, eso era todo. Espero que la presencia de Jimigrante sea fructífera y me inspire a mí a escribir cualquier estupidez. Ciertamente más sueños llegarán relatados, míos y de Jimigrante. Adiós.