Bibliometro S07E03. Más Stephen King, sí señor, que no les quepa duda, damas y caballeros, somos unos locos, unos obsesivos, unos enfermos y desesperados y compulsivos, se nos mete una idea y ¡bam!, ¡kaboom!, a tirar la casa por la ventana, aunque en nuestro caso sería algo como meter de vuelta la casa por la ventana, no estamos despilfarrando, todo lo contrario, estamos bombeando casi sexualmente toda la literatura que podamos en nuestros cerebros, ¡todos los días, maldita sea, todos los días!
Este grueso volumen comienza con un prólogo en el que King nuevamente reflexiona sobre el arte del cuento y el porqué escribe cuentos cuando se le da tan bien la novela (y por qué demonios la gente le pregunta eso, si la respuesta es clara: uno escribe lo que se le da la puta gana). Menciona otra vez la metáfora del furtivo beso en la oscuridad, aunque en esta ocasión agrega otra, que me gusta más, que señala que un cuento puede ser como un inesperado vals bailado en una fiesta con un desconocido al que no volverás a ver nunca más: un breve momento de belleza que sin embargo no olvidarás jamás. Aprovecha de hablar sobre el oficio de escritor, que siempre está aprendiendo y sorprendiéndose, y antes de cada cuento también aprovecha de compartir la génesis de la historia en cuestión, algo siempre estimulante en tanto nos permite, por un momento, adentrarnos en los mecanismos dentro de esa cabeza tan incansablemente creadora. Sin más dilación...
-Área 81. No tiene nada que ver con extraterrestres o secretas instalaciones gubernamentales que te dan cinco estrellas de búsqueda apenas traspones sus perímetros; se refiere a una zona de la carretera en donde hay un área de servicio abandonada y que, en este relato, es escenario de un macabro acontecimiento: la llegada de un auto monstruoso que devora humanos. Es un cuento, bastante largo, que me ha encantado y que he disfrutado a tope; un cuento con grandes y muy bien definidos personajes, pero además un perfecto relato de género terrorífico. Y con guiños a la propia obra de King, en tanto hay un personaje que piensa "dejé de creer en coches monstruosos luego de ver la película 'Christine' cuando era niño". Es un cuento que también resulta estremecedor, porque en realidad es brutal, es sumamente brutal y son unos niños quienes deben hacer frente a este auto del infierno, porque los adultos... bueno, ya se imaginan. Un relato 100% King, que nos habla de la magia, de creer en lo extraordinario, de los niños y su inocencia infantil como elemento crucial para sobrevivir, y, desde luego, de lo linda y a la vez dura que puede ser esta condenada vida que tenemos.
-Premium Harmony. Un cuento de base realista, King inspirado en la narrativa de Raymond Carver (a quien recién por entonces anduvo leyendo por primera vez), condimentado y salteado con un macabro humor negro. Es sobre una pareja, en horas oscuras, peleando por todo, cada palabra destilando altos grados de resentimiento, que anda haciendo compras de rutina, lo cual, desde luego, resulta en un paseo terriblemente estresante. Es sólo que ocurre algo que lo cambia todo. No es el mejor cuento del conjunto y, si bien por sí mismo es bastante interesante, con un King jugando a ser Carver, manteniendo su calidad base (buen perfil de personajes, innegable capacidad para transportarte al lugar de los hechos y captar/expresar esa atmósfera de pueblo chico aletargado y oxidado), no deja de parecer más un buen experimento que una obra del todo coherente o lograda. Y aunque es más inofensiva o menos cáustica de lo que pretende, no tiene desperdicio en lo absoluto.
-Batman y Robin tienen un altercado. Este conjunto de cuentos es, sobre todo, sobre historias comunes y corrientes, con personajes comunes y corrientes (nada de agentes secretos, súper entrenados militares o villanos universalmente malvados) cuyas vidas se ven trastocadas o untadas por lo extraordinario, que puede ser de corte fantástico, mágico, terrorífico, o, como en este caso, humano y cotidiano y azarosamente aterrador: la violencia del ser humano, absurda e inexplicable. Tenemos a un próspero hombre de negocios en una de las salidas de rutina que tiene con su padre, bien adentrado en la demencia senil, a quien recoge del hogar en el que pasa sus últimos años. Es un relato conmovedor por lo sencillo: el retrato entre padre e hijo, uno de ellos agobiado por problemas de memoria, de congnición, etc. King demostrando por enésima vez su capacidad para crear personajes de carne y hueso, para retratar ese modo de vida que tanto conoce y ama y a la vez compadece. Y luego, claro, el inesperado y terrible hecho extraordinario, escrito con dureza y austeridad, y con un desenlace además inesperado, otra constante en este libro: la habilidad para nunca dejar de sorprender. Excelente cuento.
-La duna. King dice que el final de este cuento es uno de sus preferidos y debo decir que es un gran final, en tan sólo un par de líneas te deja boquiabierto y te da vuelta todo lo que esperabas que ocurriera. Es un cuento al estilo típico de King: el racconto de un nonagenario juez retirado a su abogado, en el que le cuenta la historia de una pequeña isla en donde hay una duna en cuya arena se escriben nombres... nombres de personas que van a morir. Es también la historia de vida de un hombre, cargando con ese secreto descubierto de niño. Y ahora que rompe el secreto, ¿por qué lo hace, adónde quiere llegar? Ja, ja, se sorprenderán.
-Niño malo. Otro racconto. Un hombre en una celda, de hecho en el corredor de la muerte, le cuenta a su abogado una historia, una historia que quizás explique por qué hizo lo que hizo, eso que lo tiene ahí más cerca que nunca de recibir la inyección letal. Es la historia de un hombre común cuya vida se ha cruzado tangencial pero crucialmente con la presencia de un niño malo, un niño gordo y grosero, malvado, perverso, que nunca envejece, cuyas malintencionadas palabras y apariciones tienen mortales consecuencias a su alrededor, acaso como si fuera el tormento de la muerte materializado en la forma de un Daniel el travieso demoniaco. Y claro, es la atenta historia de un puñado de vidas que se van al garete por culpa de este hecho extraordinario, aunque nadie lo crea...
-Una muerte. Un cuento bastante breve, bien conciso, con un estilo mucho más parco, seco y agresivo de lo usual, claramente en órbita con el escenario, con la premisa y el tiempo en que se ubica, como un western de William A. Wellman. Es la historia de la muerte de una niña, cuyo cadáver apareció en un callejón, sin el dólar que la madre le había regalado por su cumpleaños, pero junto al sombrero de un hombre que afirma no haber matado a la niña. El sheriff, hombre curtido y poco impresionable, intentará encontrar la verdad en un pueblo alterado que sólo quiere ver al presunto culpable colgando en la horca.
-La iglesia de los huesos. En forma de prosa lírica, con versos y estrofas, un hombre en un bar le cuenta a otro más la oscura y épica expedición que emprendió junto a decenas de hombres, expedición de la que sólo él retornó con vida, medio loco, medio perdido. Una expedición ocurrida como en otra dimensión, hechos tenebrosos, visiones de muerte, escenarios oníricos y surreales... Es una historia decididamente agresiva en todo sentido, para generar malestar y hacerte sentir que estás atrapado en uno de esos lóbregos cuadros donde todo es muerte y sufrimiento.
-La moral. Este cuento da mal rollo pero es estrictamente realista. Es sobre una pareja que, a pesar de las dificultades y aprietos económicos (ella es enfermera; él, profesor sustituto que intenta escribir una novela), se las apañan para llevar una buena vida afectiva. Las cosas se tuercen y retuercen cuando el jefe de la mujer le hace una proposición, la cual si cumple tendrá una gran recompensa en dinero. Luego de la proposición veremos cómo la vida en común se deteriora poco a poco pero inevitablemente. Un crudo y bastante oscuro y pesimista retrato de personajes, pero aguda y potente, amén de la escritura de King, que va presentando los hechos (y sus implicaciones personales, internas, introspectivas) con una empatía paradójicamente fría y distanciada. Una historia triste, sin duda.
-Más allá. Este cuento me gustó mucho y combina a la perfección toques mágicos y fantásticos con un humanismo complejo y directo, a veces incluso nihilista pero a la vez esperanzado, más o menos como lo haría un Will Eisner en una de sus maravillosas novelas gráficas o Rod Serling en los mejores episodios de La dimensión desconocida. El caso es que un hombre muere, pero no del todo: camina por un pasillo y llega a una oficina, en donde el empleado a cargo de él le explica qué es lo que puede pasar. Están en el purgatorio, en una transición entre la vida y la muerte. Un mero trámite. Pero es un trámite en el que pesarán las decisiones tomadas en su vida, la noción del libre albedrío, la posibilidad de redención, el deseo de bondad, en fin... Un cuento muy amargamente bello, o bellamente amargo. Pero así es como resultan las cosas entre la vida y la muerte.
-Ur. Fascinante cuento, uno de los más largos además. Es puro delicioso suspenso, fabulación, fantasía, situado en una corriente y mediocre universidad. El protagonista es un profesor de literatura, amante de los libros y la lectura, pero con uno que otro lío personal/sentimental/vocacional/existencial. Como sea, le llega un extraño Kindle rosado que tiene una sección llamado Ur, y sólo diré que esa sección te abre la puerta a otras realidades en donde, por ejemplo, Hemingway no se suicidó y escribió varias grandes novelas más. Soñado, ¿no? La cosa recién comienza. Y disfruten, es toda una gozada.
-Herman Wouk todavía vive. Vidas afortunadas y vidas desafortunadas. Debe ser uno de los cuentos más ásperos y tristes del conjunto, contrastando una inocencia o candidez casi infantil con una profunda y lacerante amargura adulta de adultos que viven bajo el peso del fracaso y la desilusión, emponzoñados, muy a su pesar, por esos sueños rotos que a la vista de su presente son como burlas que retornan para hacerles la vida más imposible todavía. Por qué, o para qué, vivir. Dos madres solteras viajan con sus hijas e hijos (siete en total) aprovechando que una se ganó un buen premio de lotería. Una pareja de poetas, él y ella, viajan también a una lectura de poesía, a presentar un libro o algo así. Situaciones distintas, vidas diferentes, mismas preguntas esenciales y un escenario fatal donde confluyen las cosas. Y Herman Wouk, claro, que ya va a tener 100 años y sigue escribiendo, sigue viviendo, sigue ahí en lo suyo porque las ganas de vivir aún palpitan en su interior. Pero no todos tienen esa fortuna, lamentablemente.
-No anda fina. Ingenioso y bien logrado cuento que, no obstante, es el único que no ha terminado de conquistarme ni convencerme del todo. El autor dijo que este cuento se le ocurrió por el final, que escribió todo en pos de ese final (cuando él trabaja usualmente del modo contrario: sin saber qué demonios ocurrirá, descubriendo los hechos a medida que se desarrollan y escriben), pero que le gusta que a veces los lectores vayan un paso adelante de la historia, del relato. Y como digo, está bien, el cuento, en estricto rigor, funciona, pero... Pero es que en este caso los lectores vamos demasiado adelante del relato, y aunque el descubrimiento te estremece y sorprende de manera innegable, lo cierto es que, ya sabiendo, lo que sigue, el desenlace se siente poco interesante, porque ya no hay sorpresas ni giros, y la moral del cuento (lo terrible de aceptar la realidad, el dolor) no se siente tan potente como debería, hasta queda muy recalcada.. De todas formas pienso que disfrutarían leyendo No anda fina.
-Billy Bloqueo. ¿Se maginan una historia de béisbol escrita en conjunto entre Paul Auster y Stephen King? Especulación pura, y a estas alturas imposible. Billy Bloqueo es la historia, improbable y magnífica, de un equipito de alguna división o liga menor que, como caído del cielo, le llega a sus filas un muchachito que no aparenta tener muchas luces pero que, en cuanto a béisbol se refiere, es puro talento. Y cómo ese talento impacta en el equipo y en la vida de sus deportistas y funcionarios, impacto que puede ser tan positivo como negativo, pero, con toda seguridad, memorable e inolvidable. Una historia escrita con pasión y amor, y añoranza de una época en que este deporte era menos, no lo sé, vigilado o "correcto". Un poco más callejero, amateur, incluso a niveles profesionales. Si, como yo, no entienden ni mierda de béisbol no importa, la historia en sí lo compensa suficientemente.
-Pimpollo. Una historia de interés humano y que acaso refleje con mayor precisión y transparencia el alma de este conjunto de cuentos: vidas corrientes siendo tocadas por lo extraordinario. Nuestros personajes son unos ancianos que viven plácidamente sus últimos años en un lujoso hogar para gente de la tercera edad. Desde luego, la intuición de la cercanía de un final, de la despedida definitiva, tiñe de melancolía las miradas, y los ancianos amigos rememoran días pasados hasta que, quizás, ya sea el momento, ahora sí, para descansar en paz no sin antes cerrar unos cuantos asuntos. ¿Y cómo intuyen la cercanía de la muerte? He ahí lo bello de este cuento.
-Tommy. Otro cuento en formato lírico. Es breve, una bonita dedicación a un amigo de los sesenta. Evocador y sencillo, pero efectivo en sus intenciones.
-El diosecillo verde del sufrimiento. Entretenida historia sobre un ricachón que tuvo un accidente, que está roto por casi todos lados, que debe hacer terapia pero que no puede, el dolor es mucho, el dolor es tan grande que debe ser algo malo, algo raro, un pequeño demonio que se le metió en el cuerpo y se alimenta de su sufrimiento físico. La enfermera es pragmática, piensa que su jefe no es más que un niño mimado que lo quiere todo de inmediato y sin esfuerzos, sin trabajo duro, que mucha queja y poca terapia, que si usara la misma energía para sus ejercicios como lo hace para mover la sin hueso sobre que está maldito con algo, ya estaría caminando. Y el enésimo curandero que llega prometiendo terminar con el calvario del ricachón accidentado. Una simple anécdota que King enriquece con mucha mala baba y, desde luego, espacio para las sorpresas y un puñado de personajes más complejos de lo que aparentan.
-Ese autobús es otro mundo. Este cuento es una interesante anécdota que contiene una potencialmente compleja y vigente reflexión. Se trata de un hombre que debe viajar a New York para una reunión de negocios con una empresa minera en la que debe presentar una propuesta de control de daños mediático, propuesta que lleva ventaja a otros competidores. Sin embargo, y aunque el hombre toma todas las precauciones para llegar a tiempo, todas las cosas ocurren mal, demoras, atrasos, los nervios, los malditos nervios, si llega tarde puede perder su ventaja, puede perder la oportunidad de una vida. Y en eso, desde su taxi ve algo que ocurre en un bus que viene en sentido contrario y que, producto del tráfico, queda al lado suyo, a su altura. Algo terrible, algo urgente, algo que requeriría una reacción inmediata, humana. Pero está atrasado, la reunión es inminente, qué debe hacer. Así que tenemos un cuento con un fuerte componente moral, uno de esos dilemas rompecorazones (como diría Frabetti), y los otros ingredientes marca de la casa: la visión crítica de la sociedad, de las grandes empresas, de cómo se hacen las cosas en Estados Unidos, la tierra del capitalismo salvaje en donde todo puede ser escondido bajo la alfombra con un buen eslogan, y, por supuesto, la imaginación de King: nuestro mundo es un universo repleto de pequeños planetas cerrados en sí mismos.
-Necros. King se inspiró en una película de los años cincuenta, "I Bury the Living", sobre un hombre que trabaja en un cementerio capaz de matar personas cuando cambia el status de los lotes de vacíos a ocupados. Si uno escribiera este cuento dentro de veinte años podría decirse que la inspiración proviene de "Death Note". La cosa es que el protagonista de este cuento encuentra trabajo en uno de esos pasquines amarillistas y sensacionalistas, al estilo TMZ, encargado de escribir las necrologías de famosos recientemente muertos, con mucho mal gusto y mala leche. Un día, enojado y a modo de broma o de desahogo, escribe la necrología de una determinada persona que está viva, pero que no tarda en morir, llegando a la obvia conclusión: puede matar a quien quiera escribiendo su necrología. Y este es el inicio de una entretenida y retorcida historia en donde, luego de eso, todo sale mal y se va al demonio, porque un gran poder conlleva una gran responsabilidad, tal como dijo la tía May.
-Fuegos artificiales en estado de ebriedad. Otra historia sumamente divertida sobre la guerra armamentista entre los dos vecinos en extremos opuestos de un lago (una madre y su hijo, personas modestas y sin muchas luces, que viven en una cabañita maltrecha; una poderosa familia italiana dedicada a la construcción que sólo pasan unos cuantos meses de vacaciones en su fastuosa mansión de verano), quienes comenzaron a rivalizar un buen 4 de Julio para ver quién demonios tiene los mejores fuegos artificiales, quien la tiene más grande y ruidosa. Y claro, cuando se inicia una guerra tan absurda y estúpida, sólo tendrás resultados estúpidos. Como dicen los gringos: You play stupid games, you win stupid prizes. Desde luego, ser pobre o ser millonario no hace la diferencia.
-Trueno en verano. Perfecto cierre para este excelente volumen de cuentos, todos disfrutables, buenos, sin fisuras. Es un relato post-apocalíptico. Si cabe, un relato post-apocalíptico crepuscular. La vida muere, así de simple, gracias a una invisible nube nuclear. Los animales y los humanos, que ven cómo, poco a poco, inexorablemente, todo lo que han conocido se apaga. Un hombre, su perro y un vecino que vive a unos cuantos kilómetros, disfrutando de su tranquila y serena cotidianidad en una bella comarca estadounidense, llena de árboles, cielos intensos y transparentes, atardeceres intensos, y el arroyo que se va secando, hasta que sólo queda un recuerdo de esas aguas briosas y fuertes.
A modo de conclusión: qué más se puede decir. Si bien tengo en alta estima a King, la verdad no esperaba que este conjunto de cuentos fuera tan pero tan bueno, tan coherente en todo sentido, de una calidad tan rotunda e avasalladora. Claramente hay cuentos mucho mejores que otros, sin embargo la vara del menos bueno es aún muy alta. Si El bazar de los malos sueños fuera un edificio, ningún terremoto podría derrumbarlo ni provocarle siquiera alguna fisura. En el peor de los casos tiene por ahí un piso eclipsado por otros, pero hasta por ahí. Por lo demás, King demuestra toda su versatilidad y talento como escritor, pues como siempre he dicho, un maestro del terror también es maestro fuera del terror, como Junji Ito, por ejemplo, que también tiene incursiones en relatos más ligeros y cómicos (pero igual de retorcidos). En cualquier caso, siempre es estimulante y agradable ver un escritor que no se acomoda ni encasilla a sí mismo, y que si quiere, puede salir de su zona de confort a gusto.
Por lo demás, también me agrada que King sea capaz de convertir anécdotas reales en relatos propiamente tales. Quiero decir, qué fácil sería escribir un cuento contando esa anécdota, ¿no?, en modo pluscuamperfecto como lo haría cualquier escritor chilensis en sus volúmenes de ochenta páginas. King demuestra que se puede hacer más, que si alguien se hace llamar escritor, tiene que demostrarlo y trabajar, esforzarse, para transformar una historia corriente en literatura, porque no es simplemente cosa de "escribir como pienso, yo escribo como hablo".
Este libro es lectura segura, vayan sin dudarlo.
Provoca cierto placer ver cómo contrasta la tinta de los timbres con el pálido blanco de la hoja de la ficha bibliográfica, a pesar de no estar puestos los timbres de manera muy ordenada, de todas formas de la impresión de orden y prolijidad, ¿no? En casi cinco años exactos, El bazar de los malos sueños ha sido prestado en trece ocasiones, siendo este 2024 su año más movido, y vaya que lo sé yo, que tuve que aguantarme varias veces la frustración por no estar disponible. Pero ya lo hemos leído, y vaya que hemos quedado satisfechos.
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