"LAS GRANDES PASIONES SON ENFERMEDADES INCURABLES"
-Goethe

sábado, 26 de octubre de 2024

La mala hora, de Gabriel García Márquez

 

Biblioteca Nacional S07E03. Bueno, por si no quedaba duda, una temporada completa de la B.N.P.D. dedicada a Gabriel García Márquez, en concreto a sus tres primeras novelas, justo las tres que precedieron a Cien años de soledad, de la que pronto se va a estrenar una versión en Netflix y que, por lo demás, está causando sensación en Japón, por alguna razón que se escapa a mi razonamiento (y, la verdad, no he querido informarme al respecto). La mala hora es la tercera novela, justo ubicada entre El coronel no tiene quien le escriba y Cien años de soledad, como Mongolia atrapada entre China y Rusia, dos superpotencias, o mi %#@! atrapado entre las tetas de una tetona mujer con la que estuve saliendo unos cuantos meses en mi primera época de bartender, técnica que justamente le llaman "rusa". Es decir, una pieza muy corriente ahogada entre dos colosos. Gracioso y curioso, ¿no?

La mala hora es una novela un poco más ambiciosa que La hojarasca y El coronel no tiene quien le escriba, al menos en lo que respecta a magnitud y dimensión en el entramado de personajes, en su trasfondo temporal e histórico, en la profundidad del crudo (aunque simpático) retrato de este pueblo que, por cierto, no es Macondo, pero sí el mismo de El coronel..., o al menos eso me pareció a mí (se repiten varios personajes: el comerciante medio estafador, el médico gentil pero de fondo revolucionario o rebelde). Todo parte de una premisa simple pero venenosa: la publicación de pasquines, pegados en las paredes del pueblo de madrugada mientras todos duermen, en donde se revelan sucios secretos relacionados a sus habitantes, como una especie de proto-farándula, chismes, el cotilleo de pueblo chico infierno grande. Y este es sólo el inicio de los problemas porque, como ya hemos de saber, este pueblo es un ciego, sordo y mudo hervidero de resentimientos histórico-políticos y heridas humanas aun no cicatrizadas producto de la guerra civil en donde los vencedores detentan los cargos de poder y los vencidos quedan rumiando las penas, las injusticias y la impotencia. Entonces es una interesante mutación: lo que comienza siendo un problema de orden relativamente costumbrista, una humorada de mal gusto, de manera progresiva se transforma en un amargo y cruel atado de rencillas internas y fracasos: fracasos de comunidad, de orden, de autoridad, de entendimiento humano y político. No deja de ser llamativa la oscuridad con que se va tiñendo este, por lo demás, simpático y colorido cuadro de costumbres protagonizado por una amplia red de personajes, desde los más pobres y desposeídos del pueblo hasta los más poderosos e influyentes, a lo largo de este aciago mes en donde todo se va al carajo, alterando sus rutinas para siempre. Las campanadas de la iglesia (para dar la hora, para censurar o no la película del teatro local), las juntas de las damas cristianas, la llegada del correo en lancha, los recorridos del médico, las arbitrariedades del alcalde/teniente a cargo del pueblo, los amores clandestinos y los amores oficiales, clandestinos periódicos y oficiales publicaciones... El tono ligero y festivo con que García Márquez nos cuenta lo que sucede dentro y fuera de estos personajes, de estas familias, de estos tiempos locos, que no por esa bien empleada levedad carece de peso y gravedad (perdonen la aparente contradicción); más bien tendría que decir que el autor decide narrar estas cosas importantes de una manera para nada solemne o impostada, como una especie de jocosa (aunque compasiva a la vez que corrosiva) distancia o frialdad para referir tanto lo escabroso como lo corriente, dejando que cada escena, que cada aspecto del relato se valga de su propio peso, de su propia característica.

Con todo, no estamos ante una novela de argumento propiamente tal. La premisa de los pasquines y el trasfondo de resentimientos políticos es el mcguffin, el mecanismo con el que García Márquez, como quien le da un remezón a una colmena, pone en marcha este anticlimático estudio de personajes, que si bien como novela se estructura de manera sólida, sí puede pecar de excesiva o gratuita en, por ejemplo, ciertos personajes que no tienen mucho que pintar pero que de repente reciben su par de páginas describiendo sus excentricidades porque sí, porque por ahí andaban; o cierto desorden al olvidar o conscientemente pasar de largo de personajes y situaciones que aparentaban cierta importancia, o súbitamente otorgar protagonismo a desconocidos que adquieren dicho protagonismo más por necesidades de la novela que por coherencia interna, como ocurre más o menos por el final con cierto desconocido muchacho transformado en mártir local de la nada. La hojarasca lograba contenerse como relato gracias al recurso del funeral que debe llevarse a cabo (y a la perspectiva, acotada por la sombría ocasión, de sus tres personajes principales), lo mismo ocurría con El coronel no tiene quien le escriba, que se enmarcaba en los vanos intentos del protagonista por lograr que le paguen su pensión de veterano. La mala hora parece no tener claro sus propios límites en cuanto a ciertas tramas y personajes, pero como digo, de todas formas es una buena y entretenida novela que goza de la reconocible escritura de García Márquez y de una narración, en su mayoría, cautivante, precisa y aguda en su manera de captar la naturaleza de un pueblo y algunos de sus habitantes. Se le escapa un poco de las manos, pero esos son detalles...

Diecisiete préstamos en casi diez años, una larga vida y una saludable actividad ha tenido La mala hora, quizás no de las novelas más conocidas de García Márquez. Este ejemplar debió llegar junto a La hojarasca, a finales de julio del 2014, y curiosamente, al igual que el ejemplar de aquella primera novela, ha sido pedido dos veces este 2024 luego de una larga siesta de cinco años. Déjenme comprobar algo... ... un segundo por favor... ... Mmmm... ... ... El pedido que no es mío del 2024 en La hojarasca era para finales de febrero, mientras que el de este ejemplar era para mediados de marzo, me pregunto si fue la misma persona que pidió dichos libros por separado. Los misterios de la vida...

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