"LAS GRANDES PASIONES SON ENFERMEDADES INCURABLES"
-Goethe

viernes, 18 de octubre de 2024

La hojarasca, de Gabriel García Márquez

 

Biblioteca Nacional S07E01. Ustedes me conocen, soy un hombre de muchas deudas y estoy empeñado en saldarlas en lo que me queda de vida. Una de esas deudas es la obra del colombiano Gabriel García Márquez: nada de él había yo leído. Así que por qué no comenzar este nuevo ciclo en la B.N.P.D. con la primera novela suya, La hojarasca, que estaba ahí en uno de los estantes, invitándome, incitándome: ¡tómame, léeme!


La hojarasca es una novela de poco más de cien páginas en la que García Márquez nos presenta Macondo (ignoro si por primera vez: antes había publicado numerosos cuentos y quizás en ellos apareciera el célebre y mítico pueblo), tres de sus habitantes y una peculiar situación: la muerte de un médico a quien nadie en el pueblo quiere dar cristiana sepultura, solamente un anciano coronel empeñado en cumplir una vieja promesa para con el finado, la hija del coronel que se ve arrastrada por su padre y el nieto del coronel (hijo de la hija del coronel), arrastrado a su vez por su madre en tan testaruda empresa que los lleva a la casa esquinera en donde el fallecido doctor vivió encerrado y arrastrado los últimos diez años de su vida.
A partir de esta situación concreta y a través de los tres personajes, García Márquez nos va contando la historia del pueblo, con sus extravagancias y excentricidades, así como las entrañables y llamativas biografías de sus personajes principales, además de elaborar un mapa de los demás personajes involucrados en dichas historias. Historias de rencores, engaños, amores, frustraciones, promesas, recelos, desconfianzas, todo escrito con la prosa festiva, elástica, a la vez contenida y expansiva, del Nobel colombiano, que también deja entrever una mirada doliente, amarga y algo triste al retratar este pueblo y su gente, el pueblo y la gente sufriendo los embates del tiempo, de la naturaleza y las propias fuerzas del hombre, aún todos lamiendo las heridas de una cruenta guerra civil que late soterrada bajo el polvoriento y apaciguado trajín de sus abochornadas rutinas. Y tenemos al coronel, terco pero un ejemplo de rectitud y de humanidad en un pueblo emponzoñado por la ira y el resentimiento (todos deseando que el cadáver del doctor se pudra a base de bien), rememorando la historia desconocida de este doctor mientras hace gestiones para llevar a cabo el entierro; tenemos a la hija, recordando sus propias penurias personales y dando su visión del asunto, que más menos se alinea con la visión del pueblo; y al nieto, con su visión ingenua y perpleja ante lo que es la muerte, ya sea la de un hombre desconocido o la muerte en general, intentando comprender lo incomprensible, intentando escapar mentalmente hacia terrenos más luminosos y placenteros (no deja de ser curioso el pequeño pero rotundo guiño que el autor establece sobre la orientación sexual del muchacho, en una edad libre de ataduras o prejuicios, libre para disfrutar puramente de sus emociones más puras), entre los tres y los demás componiendo un colorido cuadro costumbrista, sutil, que sugiere más de lo que enseña y provoca, en un ejercicio de retrato colectivo y también psicológico e individual. O indicios de realismo mágico...
En cualquier caso, es una novela muy entretenida, de apariencia sencilla pero más complejo de lo que aparenta, y que te atrapa por completo con su potente premisa argumental (la muerte de un hombre no es poca cosa) y su abierto entramado de personajes, hechos pasados y misterios que revolotean en torno a la muerte del odiado doctor y a la existencia misma de este pueblo llamado Macondo.
Sin duda La hojarasca es una gran carta de presentación, una excelente primera novela que, sin ser la octava maravilla, sí trasluce concisión y un diáfano estilo o fuerza literaria, como si de un recóndito y recién descubierto río se tratase.


La tradición republicana de todo préstamo a domicilio, ¡señor! Primera vez en todas estas temporadas que me percato de lo siguiente: la Biblioteca Nacional estampa la fecha en que el ejemplar en cuestión llega a sus estantes. Este ejemplar de La hojarasca llegó finalizando julio del año 2014, cuando yo estaba... ¿dónde y en qué demonios estaba? Ya ni recuerdo; con mi pasado, sobre todo el que no me gusta (como esos años desperdiciados en esa basura de carrera), suelo tener una relación distante e indiferente, intercambiable. El caso es que medio año después La hojarasca fue pedido por primera vez en la sección de Préstamo a domicilio, 2015 su año de gloria, y hasta ahora ha sido prestado diecinueve veces, este 2024 en dos ocasiones luego de casi cinco años de siesta. Parece que mientras más pasa el tiempo más se hace difícil anotar las fechas en su espacio correspondiente: es que el tiempo es inabarcable.

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