"LAS GRANDES PASIONES SON ENFERMEDADES INCURABLES"
-Goethe

viernes, 28 de marzo de 2025

Misery, de Stephen King

 

Biblioteca de Santiago nº15. Más Stephen King, oh sí, y ahora venimos con un libro salido de su primera etapa como escritor, de su primera era. Tenía muchas ganas de leer Misery, cuya adaptación cinematográfica nunca alcancé a ver, así que me siento bastante contento. Por cierto, podría decirse que Rob Reiner fue el primer director "experto" en Stephen King, luego Frank Daranbont y hoy por hoy vendría siendo Mike Flanagan el que pretende adaptar lo que sea que caiga en sus manos que haya sido escrito por el autor de Maine, ya lleva tres o cuatro películas si no me equivoco, además de estar a cargo de una serie sobre La Torre Oscura. No le faltará trabajo, eso es seguro.

Bien, no ando muy inspirado estos días así que puede que no me salga una entrada muy ilustrativa o entusiasta, pero no se confundan: Misery puede que haya escalado al podio, al top five, de mis novelas favoritas de King, aunque espero leer más libros suyos antes de elaborar cualquier tipo de ranking.
Misery es una de las historias más conocidas de King, hasta yo sabía más o menos de qué se trataba: un escritor secuestrado por su admiradora número uno, una mujer de cuidado, de hecho una loca de remate, en realidad una psicópata peligrosa e impredecible que tan pronto como te trata como rey puede también causarte daños irreparables e irreversibles, jugar contigo como si fueras un gusano. Todo por culpa de una maldita tormenta de nieve y un accidente automovilístico, un accidente en el lugar equivocado y en el momento equivocado, mala pata la del escritor, rescatado por la fanática, enfermera retirada que lo lleva a la habitación de huéspedes de su aislada casita en una zona rural de Colorado, si bien los abnegados cuidados no tardarán en dar un vuelco tenebroso y siniestro, pesadillesco. Así las cosas, el autor mantiene la tensión a lo largo de 400 páginas, todo transcurriendo en tiempo presente (casi nada de flashbacks o recuerdos) y en ese escenario único: la habitación en donde convalece el protagonista, en la aislada casa de la mujer, en pleno invierno, rodeados de nieve, silencio y la solitaria naturaleza, en otras palabras: en Colorado nadie puede oír tus gritos.
Misery contiene y despliega, y con creces, lo mejor de la literatura de Stephen King. Primero que todo, su brutal, certero y glacial tratamiento de lo macabro, de lo grotesco, de lo violento y de lo infernal: una especie de realismo sucio, detallado y distanciado que potencia el efecto aterrador tanto de las atrocidades físicas que nos deparan así como el infierno psicológico que se abre con sus fuegos bajo la maltrecha psiquis del protagonista, diezmada por el miedo y los medicamentos. La incomodidad, la inquietud, cierta rabia contenida laten con una fuerza subyacente que en todo momento amenaza con explotar, haciendo de la atmósfera entre estos dos personajes un pesado reto claustrofóbico. Y eso es bueno, por supuesto, es lo que un lector quiere y desea: que la historia, los personajes y las palabras te acorralen, te perturben, te zarandeen.
Lo otro, es el universo interno que King crea, aunque sea solamente para una sola novela. No diremos que Misery haga gala de un graaaaan trasfondo informativo, pero no hay que desdeñar en lo absoluto la construcción "histórica", el contexto, a partir del cual se desarrolla todo. El pasado del escritor, el pasado de su admiradora número uno, el que poco a poco, de manera muy inteligente por lo demás, iremos descubriendo ya sea a través de esos pequeños lapsus que los mentirosos inevitablemente tienen (exponiéndose a sí mismos, a merced de un ojo o un oído atento) o a través de otros métodos que el protagonista irá sumando a su precario repertorio defensivo. Esto nos lleva, lógicamente, a otro aspecto destacable: la construcción de personajes. Tanto el escritor como la admiradora número uno son portentos de escritura de personajes, tanto en lo introspectivo, lo psicológico, como en sus costumbres, tics, formas y maneras de ser y hacer, en fin... Son personajes complejos, contradictorios, pero que se sienten vivos, reales, precisamente porque son entidades propias que responden a sí mismos y a sus circunstancias, no simples instrumentos dramáticos que hablan y se comportan igual que cualquier otro. Da gusto, sobre todo en novelas de largo aliento, cuando uno "reconoce" a los personajes gracias a sus rasgos distintivos. No siempre es así, a veces el mismo Steve, en sus historias menos inspiradas y más formulistas, cae en ese lastre de que los personajes sean modelos de fábrica apenas distinguibles unos de otros por señas de lo más rutinarias u obvias.
Un tercer aspecto que eleva esta novela es algo que solemos criticar en las obras de King, incluso en aquellas que nos gustan: cierta torpeza suya para desarrollar la trama, esa tendencia suya a caer en tópicos y clichés narrativos, además de no poder cerrar satisfactoriamente los flancos abiertos en el argumento. Misery, por su parte, es una novela redonda: comienza genialmente y termina aún mejor, la trama resuelta sin fisuras ni lagunas, con un acto final apoteósico, brillante y tremebundo que te deja con los pelos de punta: hasta la última página King no deja de jugar con tus miedos y expectativas, no deja que el terror se vaya del todo, flotando como un fantasma pasivo pero presente, el terror. Se nota que King se esforzó en lograr que esta historia estuviera a la altura de su potencial. El hecho que el protagonista sea un escritor como él, de best-sellers, que debe lidiar con toda clase de críticas, ya sean las despiadadas o las constructivas (que de todas formas no dejan de reprocharle cosas: te traten bien o te traten mal, todos los que opinan de tu trabajo sienten la imperiosa necesidad de decirte qué hacer y cómo hacerlo), y que pretende algún día escribir algo serio, alta literatura que le dicen, no es casualidad. Tampoco es casualidad que la admiradora número uno le critique al protagonista el uso de deus ex machina, lo que me pareció divertido porque ya hemos visto por acá que es un recurso que King no teme sacarse de la manga en varias de sus novelas, sobre todo de su etapa más reciente.
Yo creo que con Misery el autor de Maine sudó la gota gorda y los resultados están a la vista: es una novela sensacional, muy bien escrita (con un poderoso y oscuro uso del lenguaje, de las palabras), muy bien narrada (ocurre en un sólo lugar entre, en esencia, dos personajes a lo largo de 400 páginas y sin embargo el ritmo nunca decae, nada se siente repetido, de verdad es un relato ágil, dinámico, vibrante), construido todo su ser de una manera que te atrapa de inmediato, además de ser, de por sí, una historia que se impone, con contundencia, como un mazazo, por méritos propios.
Mucho mejor de lo que esperaba, ha sido todo un placer leer una novela de King con la que me sienta prácticamente 100% satisfecho. Léanla y, ejem, disfruten, aunque lo pasen mal, je, je.

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