"LAS GRANDES PASIONES SON ENFERMEDADES INCURABLES"
-Goethe

sábado, 14 de junio de 2025

Leviatán, de Paul Auster

 

Biblioteca Nacional E53. Después de El palacio de la luna se supone que viene La música del azar, pero lamentablemente ninguna biblioteca pública tiene dicho libro. Y con lo bello que es su título. Tenía tantas ganas de leerlo, pero en fin, tendremos que dar un pequeño salto y continuar con la novela que le sigue a aquella, es decir, Leviatán, por lo que, dentro de todo, seguimos firmes en esto de leer la obra narrativa del gran Paul Auster en orden cronológico. No a la perfección, pero es mejor aceptar las cosas como vienen y no hacerse un gran lío de ello, sino los líos de verdad llegan con una sonrisa de oreja a oreja: "No me esperabas, ¿cierto?".

En 300 páginas, Paul Auster nos cuenta otra de sus interesantes y entretenidas historias que, partiendo de elementos o situaciones bien concretas o cotidianas, como el aleteo de una mariposa, crecen y aumentan hasta convertirse en laberintos ni muy enrevesados ni confusos, pero sí lo suficientemente complejos como para atraparte con sus múltiples posibilidades, para atraerte a algún rincón o empujarte por algún pasillo secundario que, en sí mismo, puede ser tan importante como el sendero que te llevará a la salida o como el que te condujo a la entrada en primer lugar. El azar como determinismo, el determinismo como azar, y las personas, los personajes, llevados por el influjo de los acontecimientos, a su entera libertad, criterio y disposición el modo en que interpretan o reaccionan a semejante cadena de hechos. Eso sí, para ser completamente honestos, sí podemos afirmar que Leviatán, de los libros que le hemos leído (o de los que había publicado hasta entonces), parece el menos novedoso, el menos impactante por así decirlo, el menos arriesgado en términos narrativos y/o argumentales, al tratar los temas habituales de Auster pero sin valerse de algún intrigante o fascinante giro literario, como por ejemplo su Trilogía de Nueva York, que jugaba con los códigos del noir y de la novela detectivesca para empujarnos por el absurdo vacío existencial que puede existir en la vida de los hombres, o El país de las últimas cosas, en donde el autor revestía estos temas de novela de supervivencia, de novela (post)apocalíptica, o El palacio de la luna, que se configuraba como una novela de formación, un coming-of-age, sustentado en esos saltos al vacío que, para Auster, en realidad son vitales, son tremendas y radicales fuentes de energía, de pasión, de libertad, pues en esos abismos, en esos negros misterios, se halla lo diferente, se encuentra lo único, lo singular, que te ayuda a escapar de las acomodaticias y conformistas estructuras sociales y humanas. Ya dijimos que el (anti)héroe de Auster (por no hablar del arquetipo austero o austeriano, que suenan raros, hasta graciosos, pero como sin estilo) es una persona que busca la libertad personal, que se busca a sí misma, huyendo, literal y metafóricamente, de toda lógica, de todo orden establecido, para, de entre las escombros de ese derrumbe, reconstruirse y erigirse sobre su propia estructura, sobre su propio sentido, sin importar si para los demás parece un loco desquiciado o si parece una persona perfectamente normal e integrada al orden social, pues la lucha interna ya ha concluido (en la medida que toda lucha interna, todo aprendizaje y viaje introspectivo, que son interminables, puedan tener cierto hito o meta que corone el esfuerzo). Entonces, como digo, Leviatán, más similar a El palacio de la luna, nos cuenta la historia, narrada por un escritor (trasunto del mismo Paul Auster, el libro como una emulación literaria de la realidad) que fue testigo de primera línea o que pudo acceder a otros testimonios privilegiados, de un hombre que, como vemos en la primera página, muere despedazado por la bomba que estaba armando, ante lo cual nuestro narrador decide plasmar en el papel la historia de dicho hombre, la verdad aproximada de su vida, una rememoración o reconstrucción que busque comprender, no necesariamente justificar o idealizar, sus acciones, y no sólo sus acciones, sino que su cambio, su deterioro, su caos interno, lo que lo llevó de ser un joven escritor idealista y bonachón con una vida aparentemente ideal, perfecta, rutilante,  a ese hombre oscuro, sombrío, invisible, que murió en soledad en una carretera ignota y del que sólo quedaron algunos pedazos desmembrados de su cuerpo y una historia, igual de fragmentada, que el narrador pretende ordenar.

De este modo, en términos argumentales o narrativos, Leviatán es una historia que, a pesar de lo acotado de su premisa (¿qué tan interesante puede ser la vida de un escritor idealista?), nos conduce por multitud de personajes, tramas y estilos que construyen un relato de ritmo constante, estable en su imprevisibilidad, pues tan pronto como es un slice-of-life sobre círculos artísticos e intelectuales, también puede asumir las formas de un ensayo literario o de investigación, de thriller psicológico, thriller histórico, de drama biográfico, de novela negra, con cada elemento, es decir cada personaje y cada trama, siendo dueño de un hondo mundo interior en donde cabe todo un mar de posibilidades con sus propias lógicas y coherencias internas que tienen su razón de ser tanto como proporcionan luces para la historia central, esto es el auge y caída de Benjamin Sachs, el hombre explotado. En otras palabras, no hay motivo para dormirse y Auster, o el narrador en su defecto, te transmite toda la apasionante y fascinante aura de encantamiento que cada historia tiene dentro de sí: es el talento de los grandes narradores, engancharte a cualquier cosa, ya sea un drama doméstico ya sea la historia de una agenda telefónica ya sea la inesperada muerte de una persona, todo tiene su misterio, todo tiene su relato. En términos más sustanciales, más filosóficos si cabe, Leviatán es, sobre todo, la historia de un hombre que o puede ser un lúcido iluminado o un chiflado irreparable (la novela juega constantemente con esa ironía intrínseca: si la historia de este hombre es algo digno de mención o, por contraparte, una seguidilla de comportamientos ridículos sin explicación alguna, empujando a todos a su alrededor a un agujero de desconcierto), pero que es un hombre que, debido a esto o lo otro, a tal o cual obstáculo o adversidad, intenta encontrar una salida, una verdad, una luz, por sus propios medios, aunque para ello deba caminar sobre una cuerda suspendida en medio de un largo abismo. Pero también hay más personajes, hay más modos para enfrentarse al mundo y sus desastres, sus catástrofes, sus injusticias, sus azares, y algunos encuentran refugio en una vida plácida y rutinaria cuyos contornos delimitan nítidamente lo que el porvenir pueda ofrecer, otros lo hacen lanzándose al vacío, al futuro brumoso e impenetrable a la vista. En el fondo, a fin de cuentas, puede que todos seamos extraños entre nosotros, incluso entre tus conocidos más cercanos e íntimos, todos somos libros a la espera de ser escritos o leídos en algún momento.

En cualquier caso, una novela que he disfrutado plenamente y que me he leído de un tirón, una novela que sin problemas te captura en su flujo narrativo, de inicio a fin. Por cierto, en la fotito de abajo hay una parte con la que me sentí identificado porque el narrador, mientras habla de la novela del tal Sachs, le reprocha algo que solemos reprochar por acá a algunas novelas o cuentos cuyos autores se fuerzan dentro de los personajes, rompiendo su coherencia o verosimilitud interna, haciéndoles decir cosas que no dirían de no ser por ese caprichoso ánimo auto-reivindicativo de sus autores. Es agradable sentirse apoyado por alguien con mayor autoridad, digo, sobre todo porque a mí nadie me da bola. Como sea, otro delicioso y estupendo libro de Paul Auster, autor de referencia por acá. Léanlo, vamos, no hay por dónde perderse.

La ficha bibliográfica de Leviatán no es ni muy antigua ni muy movida, en algo más que medio año ha sido prestado en tres ocasiones nada más, lo cual quizás no sea un promedio muy deplorable para la B.N.P.D., considerando que no es la biblioteca pública más solicitada en cuanto a préstamos a domicilio se refiere.

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