Bibliometro #96. Tres novelas del gran Philip K. Dick hemos comentado por estos lares y siempre vamos a mantenernos atentos, ojo avizor, a cualquier otro libro suyo que aparezca y pueda caer temporalmente en nuestras manos ávidas. No pensé que el próximo libro sería Nick y el Glimmung, única novela juvenil del escritor californiano, porque parecía un título algo rebuscado o poco conocido dentro de su obra, pero oigan, si es de Philip K. Dick debe ser bueno. Y lo es. Y más encima su lectura cayó en el domingo de esa pesada semana en donde acumulamos puras lecturas cansinas y decepcionantes, por lo que ha sido un necesario soplo de aire fresco, una refrescante y motivadora palmadita en la espalda.
Será una novela juvenil, es decir será una novela más ligera y desenfadada que lo usual, pero sigue siendo una buena novela que despliega cada una de las mejores características de la vibrante literatura y alucinante y mordaz imaginación de Philip K. Dick, partiendo por la completa y genial desfachatez con que te sitúa sin previo aviso en mundos/futuros desquiciados pero normalizados, ilógicos pero salvados y delimitados por la costumbre y la rutina. El contexto en Nick y el Glimmung es que el planeta Tierra está superpoblado, con todos los problemas que ello acarrea: hacinamiento espacial, escasez de alimentos y otras graves dificultades administrativas como por ejemplo la falta de trabajo y la sobra de trabajadores, literalmente no hay trabajo en este planeta Tierra, y como hay muy poca comida, se han prohibido las mascotas con el fin de hacer más eficaz el consumo alimenticio. Lo genial, lo brillante es que, por más "absurdo" y alocado que sea este futuro, sigue ofreciendo una imagen o un retrato terriblemente exacta y fidedigna, vigente, de los problemas actuales que seguramente Dick observaba y vaticinaba en su tiempo y que nosotros, a todas luces, también podemos observar y vaticinar hoy, aparte de hacerlo con un corrosivo sentido del humor, esa capacidad satírica suya, una ironía que muchos, en especial en estos tiempos tan delicados y ofendidos, no serán capaces de encajar con distancia crítica.
Por ejemplo lo del trabajo, lo de que falta trabajo: en el futuro que Dick nos pinta es un privilegio tener trabajo y, curiosamente, se da el caso que los que más trabajan, más tienen, los que más se mueven son los que más reciben, mientras que hoy si te partes el lomo a la orden de tus jefes como recompensa recibes tremenda factura hospitalaria y buena suerte, amigo mío, porque con esa espalda deslomada debemos prescindir de tus servicios, fue un gusto, y en tal situación es poco menos que una broma de mal gusto que te digan "pero si apenas llegas a fin de mes es porque de seguro no trabajas lo suficiente, pos amigo". En este futuro, parece que tal fórmula funciona sistemáticamente. Todo esto, por lo demás, se ve escenificado y expresado o "mostrado" con total habilidad y maestría narrativa, pues uno se va enterando de las cosas a medida que ocurren y no a través de planas exposiciones: en lugar de que un personaje diserte, para el lector, cosas que todos ellos dentro de su mundo interno ya saben (y que por ende no sería necesario disertar los detalles de nuevo), Dick narra y levanta su mundo a través de las acciones, de la trama misma, y de diálogos velada y sabiamente informativos, más centrados en el carácter y personalidad de los personajes, por supuesto, pero aún así dándonos detalles importantes para situarnos bien sin caer en la mencionada exposición burda y simplona. Siempre me ha gustado que en las novelas de Dick hay que leer entre líneas, o mejor dicho "escuchar" entre líneas cuando sus personajes hablan y reflexionan. Sumen a ello que no por ser una novela juvenil Dick se corta al momento de verter su fascinante, alucinante y crítica visión filosófica del hombre y su naturaleza, del ambiguo tejido de la realidad (en especial cuando hay tantas realidades, partiendo por la separación entre la física y virtual), de la humanidad y sus cualidades cada vez más difuminadas, de la sociedad y su caos inherente, del sentido y del ser como cuestiones tan esenciales como esquivas, de las tecnologías ¿bendición o maldición?, en fin, ya saben a que me refiero si conocen la obra de este autor. Es increíble la cantidad de contenido, información y preguntas, cuestionamientos, reflexiones, que Dick plantea con esa descarada naturalidad: es una novela juvenil, pero para nada, en lo absoluto, light.
Como sea, la cosa es que Nick y su familia encuentran un gato, y como está prohibido tener mascotas en la Tierra, la familia Graham decide irse a vivir a una de las colonias del espacio exterior, arribando a un planeta de geografías alucinantes, de criaturas llamativas y escenario de un conflicto histórico entre sus habitantes extraterrestres, conflicto del que Nick formará parte a su pesar, transformándose en un entretenidísimo relato de aventura lleno de buenos personajes y buenas tramas, escrito y narrado con agilidad y con claridad, todo lo contrario de, por ejemplo, ese infumable y pesado y pomposo libro que es El Pistolero (La Torre Oscura 1). Acá, Dick, con dos o tres trazos te pinta un planeta rico y vivo, palpitante en sus colores, texturas, distancias y magnitudes... Los personajes y sus diálogos gozan de fluidez aunque sin perder sus singulares modos de expresarse de acuerdo a la raza de cada criatura, en vez de la empalagosa y ostentosa jerga/simbología interna del Mundo Medio de King. ¡Y todo esto en unas 120 páginas nada más! Todo un sustancioso futuro, ¡en dos planetas!, rebosante de su propia línea de tiempo tan coherente y verosímil como delirante, en poco más de 100 páginas. Realmente magistral, qué les digo, toda una gozada de ciencia ficción, aventura y fantasía. Y atención a su final, a esa intensa escena final que acaso resuman un poco la filosofía de Dick: ¿Quién soy, como me reconozco/reconocen? Ahí lo dejamos...
Después de una semana leyendo pomposos y pesados libros como La Torre Oscura 1 y ese ridículo díptico infernal de Palahniuk (y el correcto aunque decepcionante libro de Mikio Kawakami), leerme Nick y el Glimmung ha sido toda una bendición de domingo. Esta novela es una recomendación asegurada, y si resulta que por acá llegan a leerme padres y madres, entonces es también una perfecta recomendación para sus bebés: es literatura de calidad y además la perfecta manera para iniciarse con ese gran y desbordante escritor que es Philip fucKing Dick.
Hemos hecho debutar este ejemplar bibliometrusco, no hay mucho más que señalar, salvo dejar el genuino deseo de que a Nick y el Glimmung le lleguen muchas lecturas de ahora en adelante.
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