Bibliometro #94. Junichiro Tanizaki es un autor con el que ya estamos familiarizados por acá, aunque es la primera vez que leemos una novela suya. Leímos un par de cuentos de su autoría en los volúmenes compilatorios de Kaiki, y también en aquel libro sobre el eroguro, siendo Tanizaki uno de los más destacados escritores de la era dorada del eroguro literario, aunque con el correr de los años, avanzando su carrera y su vida, se fue alejando de esa primera corriente que tanta celebridad le dio para escribir historias, según se nos decía en aquel libro, de orden más psicológico y realista. Y vaya que hay razón en ello, pues Diario de un viejo loco, la última novela que escribió y publicó, es un ejemplo bien potente y rotundo de dichas características.
"LAS GRANDES PASIONES SON ENFERMEDADES INCURABLES"
-Goethe
domingo, 6 de abril de 2025
Diario de un viejo loco, de Junichiro Tanizaki
Algo me dice que Tanizaki era gran lector de Dostoievski, pero no es algo en lo que pueda profundizar mucho ahora mismo. Mejor hablemos de la novela como tal, ¿vamos?
Obviamente escrita en primera persona, Diario de un viejo loco es precisamente eso, un diario, escrito por un hombre maduro, de la tercera edad, que hasta hace poco tenía una salud más que decente y aceptable considerando su edad, casi ochenta años, pero de la que, poco a poco, podremos ir notando, ahí en primera línea, su declive generalizado, tanto en sus achaques puramente físicos, que lo han convertido en un experto en medicamentos con conocimientos aún mayores que ciertos médicos novatos, como en una psiquis progresivamente confundida, desorientada, pero no en su sentido más esperable de senilidad, no es que este señor se pierda en las calles y ni siquiera en los recuerdos o en incoherentes mundos de fantasías, no le falla la memoria ni la cordura precisamente, es más bien su capacidad de discernimiento para los incuestionables matices de la vida diaria lo que tambalea su aparente estabilidad de viejo apaciguado: el decoro, cierta moral, un límite de comportamiento que separa la serenidad de la preocupación de terceros. Si acaso, este señor sufre contenidos y sutiles delirios de grandeza y de poder manifestados en su empeño por manejar con mano firme las riendas de una familia que inevitablemente escapa a su control y, sobre todo, en intentar satisfacer sus fantasías y deseos sexuales, los cuales, debido a su impotencia (como decimos, el viejo es bastante lúcido en algunos aspectos: sabe que no se le para, pero por dentro el fuego sigue ardiendo como una maldición), intenta satisfacer de las maneras más intrincadas y complicadas posibles, convirtiendo la vida en su casa en un hervidero de calma tensión.
De esta forma, esta novela es bastante cómica, por los malentendidos y los equívocos, por los chismes y el tejemaneje familiar, por la mirada perpleja con que este abuelo observa y evalúa una actualidad desaforada de costumbres y tradiciones a años luz del Japón en el que nació y creció, alrededor de principios de siglo. Pero también es una novela bastante jodida de leer. Se notan los ecos del eroguro de Tanizaki, ya sea por el fuerte y palpitante componente sexual alimentado por el encaprichamiento que el protagonista siente hacia su nuera, la superficial y casquivana esposa de su hijo mayor, como por esa soterrada decepción e ira con que experimenta su vida actual, intentando mantenerse civilizado y todo, pero siempre al borde de un estallido porque todo le importa una mierda a excepción, claro, de la tersa piel de la melindrosa de su nuera... si es por todo lo demás, mejor desea morirse de una buena vez y adiós mundo cruel. Y digo que es jodido porque, con sutileza como hemos dicho, Tanizaki elabora un complejo y desasosegante retrato psicológico de su protagonista, ahogado y aprisionado por una desesperación vital que late como el parsimonioso y tortuoso ritmo de unas gotas que caen, una a una, sobre la frente de una persona atada a un camastro; Tanizaki vierte en el diario del protagonista todo un torrente de angustias, de dudas, de anhelos inútiles, de deseos condenados al fracaso, de desorientación y patetismo... todo producto de la edad y también, seguramente, como efecto secundario de tanto medicamento que toma para aliviar sus dolores físicos, entre otras cosas igual de profundas y complejas, porque algo jodido late en estas páginas. Imaginen una especie de Trainspotting pero de viejos y más encima en las últimas, acuciados e impelidos por cerebros menoscabados por los cortocircuitos bioquímicos, estirando indignamente los brazos en un último intento de aplacar sus ansias carnívoras, escenas de una cotidianidad normal seguidas de tristes y espantosos espectáculos para ganarse, como fueran animales amaestrados, un último chute de alivio y evasión, lejos del humillante acto de vivir con lucidez...
Al principio tendrán que prestar harta atención a los nombres de los personajes para poder ubicarse bien con quién es quién y cómo se relacionan, porque, debido a que es un diario, el protagonista obviamente no nos explica quiénes son sino que simplemente nos dice "hoy fuimos con tal y tal a hacer esto, y este otro nos llamó y habló" y así, pero luego de situarnos, quedamos de lleno a merced de la vida de este viejo loco, viejo enloquecido, carcomido por las últimas fuerzas que le van quedando. Sólo me queda recomendarles esta novela, tan entretenida como poderosamente desalentadora a su modo, porque así sucede con los locos: uno los escucha con cierta cómica distancia, "mira las cosas que cuenta", pero si te pones a pensarlo bien, demonios, detrás de tanta extravagancia senil hay todo un abismo de desamparo y perdición: el declive de un viejo es el declive, la decadencia, del hombre como tal: ustedes podrán reírse de sus rarezas aparentes, pero en en fondo, no nos mintamos, el miedo acecha con sus dientes, mordiendo aquí y allá, con paciencia esperando que nosotros caigamos en esa voraz espiral de locura. Hay escenas que te dejarán tiritón, con la piel de gallina y una leve sensación de repugnancia, avisados quedan.
Tremendo libro. Como digo, mientras lo vas leyendo te invade una sensación tal que al final no sabes si sientes alivio o más desazón. En sus manos queda...
La ficha bibliográfica nos muestra que el año de gloria de este libro fue el 2023, con siete de los diez préstamos que en total acumula en poquito más de dos años. No hay mucha prolijidad, la tinta de los timbres es además escuálida, pero oigan, qué le vamos a hacer. Lo importante es que los libros se lean.
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