"LAS GRANDES PASIONES SON ENFERMEDADES INCURABLES"
-Goethe

domingo, 8 de septiembre de 2024

Una hermosa doncella, de Joyce Carol Oates


S05E02. Joyce Carol Oates es una escritora estadounidense que lleva escribiendo, o mejor dicho publicando (pues llevaba escribiendo desde que era una pequeña niña), nada menos que sesenta años, toda una vida, incansablemente por lo demás, conocida por su prolífica bibliografía y gran productividad, para mí una admirable pasión e intensidad escritural, uno mira el listado de sus obras publicadas, que no sólo se limitan a las novelas y cuentos (un listado impresionante), pues también ha incursionado en la poesía, en la dramaturgia, en los ensayos, en la literatura infantil y juvenil, y no puede si no quedarse boquiabierto y pasmado ante semejante despliegue de fuerza creativa. Debo reconocer que recién vine a conocer su nombre gracias a la película de Andrew Dominik, "Blonde", que está basada en el libro homónimo de Oates, por cierto una autora más o menos controvertida según he podido ver, entre otras cosas por esa productividad que acabo de alabar, pero que a otros les parece sospechosa, o quizás porque Oates no sea una autora acomodaticia en tanto, si echamos una mirada rápida a su obra, suele abordar temas complejos, oscuros e incómodos, y no precisamente de la manera más políticamente correcta, pero, si podemos inferir desde Una hermosa doncella, lo primero que leemos de ella, siempre con gran capacidad crítica y desafiante.


Una hermosa doncella ni siquiera está en el listado de novels publicadas por Oates, está en el listado de novellas, es decir novelas cortas, y eso que estamos ante una obra de unas doscientas páginas, al menos en la edición de Alfaguara, pero qué puedo saber yo sobre clasificaciones y denominaciones y categorías, yo tan sólo me dedico a leer, felizmente. Y me ha gustado esta historia, ciertamente es algo extraña, incómoda, bastante perturbadora y estremecedora porque puede que no sea el colmo de la novedad u originalidad, pero tiene unas cuantas cosas a su favor.
Partamos por el inicio, eso sí, que es simple y directo, pero muy intenso y como onírico, irreal: una muchacha de dieciséis años de baja extracción social que trabaja de niñera en una localidad de gente adinerada es abordada por un casi septuagenario en la calle, mientras salía de paseo con los hijos de sus jefes. Desde el inicio mismo Oates, primer punto a favor, crea una atmósfera de extrañeza, incluso mágica, pero como de magia oscura, no de esa magia maravillosa de los cuentos de hadas, más bien esa magia que te convierte en un muñeco de trapo, como un hechizo malévolo, y desde el inicio esa atmósfera se siente a flor de piel, en los poros, con una pulsión y fisicidad tal que en ciertas escenas puede resultar abrumadora, como si sintiéramos el sudor, el temblor, la penumbra. Otro punto a favor es la construcción psicológica de los personajes, elaborada con complejidad y profundidad en su tándem protagonista, la muchacha y el viejo, que es un solitario, famoso y respetado artista-filántropo local. La nauseabunda mezcla de admiración, desconfianza, manipulación, proyección, coqueteo, alegría, miedos, sospechas, en fin, toda esa maraña de sentimientos y sensaciones que son un continuo y a veces angustiante tira y afloja entre esta muchacha que ve gato encerrado, que se huele que algo no anda bien pero que igual pretende aprovechar las aparentemente inocentes y cándidas dádivas del viejo, y el misterioso y seductor actuar del viejo, quien a todas luces la desea, pero que no deja de desconcertar con su conducta tan obvia a la vez que esquiva. Una lucha de poder, en el fondo. Otro punto a favor es que, si bien la narración es omnisciente y omnipresente, narra acompañando a la muchacha, narra como desde ella, desde su carne, desde su mente, desde sus turbadas entrañas, lo cual nos permite en cierta forma vivir todas estas situaciones poniéndonos en sus zapatos, como una mirada distanciada a la vez que comprometida, una mirada que permite mirar fría o intelectual o teóricamente lo brutalmente repugnante que es esta situación (el viejo aprovechándose de una niña, para más remate ella cargando el peso de una inestabilidad familiar y personal y social que la hace sentir sola y vulnerable) mientras nos hace sentir y comprender vivamente el borrascoso caudal de contradictorias ideas y emociones que inundan la alterada y conquistada psiquis de la muchacha. A su vez, este punto de vista posicionado desde la mirada y el cuerpo de la víctima nos permite mirar al depredador en toda su ambigua naturaleza: es un hombre virtualmente normal, un ser humano que puede ser encantador, generoso, divertido, también vulnerable, necesitado de ayuda y comprensión, un incomprendido a fin de cuentas que necesita ser salvado de su tormento por ella, porque él también es una víctima de la crueldad del mundo, cómo no ayudarlo, no entenderlo. Y ese sería otro punto a favor, porque, sin ser yo un entendido del tema, Oates acierta al enlazar las circunstancias internas de toda persona con sus circunstancias externas: lo correcto o incorrecto es algo maleable y, en consecuencia, con su debido esfuerzo, cualquier voluntad puede doblegarse si es que además se tiene la inestimable ayuda del azar. Y se me ha ocurrido que estamos ante otro acierto: Una hermosa doncella no pretende ser una suerte de tratado sobre las luchas de poder entre toda la diversidad de personas habitando una sociedad que casi promueve la inequidad, desigualdad y los abusos basados en esas brechas, sobre la naturaleza de la pederastia, sobre la abismal condena que significa ser una víctima, entre otros temas; solamente quiere contar una pequeña historia de dos personas cuyos destinos se unieron en circunstancias tan aciagas y abyectas, que casualmente son un viejo y una muchacha, pero debajo de esta historia de verano subyace todo lo anterior, todo un sistema de injusticias y abusos que no diremos que crea estos monstruos, pero que los alimenta y los hace crecer. Oates no tiene que ser compleja o sesuda o sentenciosa o aleccionadora o pedagógica en este libro, ni le hace falta: su poderosa sencillez y sutilidad, tanto formal como argumental y dramática, es suficiente para retratar implícitamente ese monstruo invisible y enfermo que alberga historias como esta, porque a estas alturas sabemos que no son casos excepcionales ni aislados, tristemente.
Por lo demás, el libro se lee de un tirón, escrito con una prosa sobria y elegante que también puede ser estremecedora, sucia, agitada, dependiendo de la situación, pero siempre muy hábil para mantener esta atmósfera, esta dura tensión que por momentos llegan a ser enfermizas y asfixiantes. El desenlace, desde luego, no podrá dejar indiferente a nadie.
Buen comienzo hemos tenido con Joyce Carol Oates.


Bueno, debajo de la ficha bibliográfica, que nos muestra bastante ordenadamente siete préstamos desde hace cinco años, está el típico papel en donde, ahora sí, están a lo loco, superpuestos incluso, doce fechas estampadas, comenzando en abril del 2015, con hartos préstamos el 2019 (el año de gloria de este ejemplar). Podemos concluir que los diecinueve pedidos en nueve años dan buena cuenta de una constante actividad bien esparcida y dosificada a lo largo de los años.

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