"LAS GRANDES PASIONES SON ENFERMEDADES INCURABLES"
-Goethe

domingo, 7 de julio de 2024

Una noche en el paraíso, de Lucía Berlín


Biblioteca Nacional S03E01. Porque no todas las lecturas son únicamente de Bibliometro, también pedimos los infaltables tres libros que permite la Biblioteca Nacional, y en este caso comenzamos con el presente volumen de cuentos de Lucía Berlín, una escritora, que en paz descanse, mayormente desconocida pero que allá por el 2015, al ser editado el libro Manual para mujeres de la limpieza, alcanzó gran cantidad y calidad de reconocimientos, tanto en inglés como en español. Acá en Chile, sin ir más lejos, se dio todo un alboroto porque Berlín vivió buena parte de su infancia en este país, tan provinciano país que cada vez que se le relaciona con alguna celebridad se aprovecha de acentuar y maximizar la conexión chilensis, como para decirle al mundo "oigan, ¡existimos!, y somos un aporte, miren, somos un aporte, ¡miren! ¡Sin Chile el mundo sería peor!". Como con Aménabar, "el director español de origen chileno". Como sea, nada de eso es culpa de Berlín, obviamente, que por lo demás se nota que disfrutó su estadía en este país tan estrecho. Así que mejor prosigamos con sus cuentos.


Primero que todo, si bien el objeto de la portada es claramente un cenicero, a simple vista a mí me parece un condón y no deja de hacerme gracia la idea de condones que vengan adornados con azarosas frases de índole existencial o filosófica. Imagínense en la farmacia comprando una caja que diga algo como "no siempre se puede hacer lo que uno quiere" o "hay que aprovechar las oportunidades cuando se presentan", imaginen abriendo el paquetito en plena faena para proteger al amigo y de repente toparse con una sentencia así. Podría quitarte la concentración.

Digresiones aparte, Una noche en el paraíso es un excelente y poderoso conjunto de cuentos. Verdaderamente bueno, incluso genial, magistral. La escritura de Lucía Berlín es compleja y profunda pero a la vez aparentemente sencilla, diáfana. Si bien la misma Berlín y luego sus hijos se han encargado de manifestar que las historias que cuenta no son estricta o completa o totalmente autobiográficas, su vida le ha servido de inspiración para su labor literaria y, desde luego, no es difícil trazar en qué momento de su vida se ubica tal o cual relato. Sin embargo no esperen nostalgias simplonas o sentimentalismos baratos o pasados ridículamente idealizados en estos cuentos. Berlín puede ser tan tierna como rabiosa, y sus cuentos ir de la tristeza más honda y abrumadora a una curiosa y entrañable ingenuidad. O ser una singular mezcla de punzante ironía y acogedor cariño, de amor desenfadado. Su versatilidad es maravillosa y cada cuento es una experiencia única pero a la vez parte de un todo armado con perfecta coherencia y armonía, porque son parte de una vida, que a su vez se enlaza con otras tantas vidas conocidas a lo largo de los años y del globo terráqueo. En términos cinematográficos, los cuentos de Berlín podrían ser perfectamente películas dirigidas por un Linklater, por los hermanos Safdie, por Claire Denis, Todd Haynes, naturalmente Almodóvar (que de hecho iba a encargarse de una adaptación al cine, pero su escaso nivel de inglés, entonces, frustró el proyecto), Lynne Ramsay, desde luego que Francois Ozon y la verdad es que me gustaría ver qué podría lograr Alice Rohrwacher con este material. Valeria Bruni-Tedeschi, aunque soy algo distante de su cine y la verdad dudo que esta diretora quiera dirigir algo que no se trate de ella. Pero tenemos la posibilidad de un Garrel, qué delicia de película sería esa. Revivan a Jean Eustache y háganle leer a Berlín. En fin, qué lindo es soñar...
En este volumen leerán cuentos sobre la infancia, sobre la maternidad, sobre la soledad, sobre el amor y el sexo, sobre el trabajo, sobre los sueños, sobre las decepciones. Cuadros psicológicos, cuadros de costumbres, cuentos sobre familias disfuncionales y sobre lugares, visitas, viajes. Cuentos que terminan con mazazos de desesperación, cuentos que comienzan tristes y derivan hacia registros más juguetones. La escritura de Berlín es un río, es un lago, es el mar. Es una tormenta, es el cielo despejado. Gran observadora de dinámicas familiares y sociales, gran fabuladora y creadora pura, narradora testimonial y narradora por el puro y expansivo placer de narrar. Espíritu libre, espíritu responsable. Si bien suelo tomarme con cautela los superlativos elogios que se colocan en las contraportadas y las solapas de los libros, puedo afirmar rotundamente que Lucía Berlín merece cada una de las palabras que vierten en su favor, apreciando su innegable talento, su insobornable pasión por la escritura, porque eso son sus cuentos, libertad y conocimiento, erudición y rebeldía. Genial, verdaderamente genial.
Léanla. Se harán un favor enorme.


¡La tradición de todo préstamo! Conmigo, somos nueve personas quienes hemos pedido este volumen de cuentos de Lucía Berlín en poco más de cinco años. Supongo que es un buen promedio, a fin de cuentas hay libros que tienen mucho menor cantidad de visitas. Es lindo sí, que esta escritora sea tan leída, aunque sea póstumamente.

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