"LAS GRANDES PASIONES SON ENFERMEDADES INCURABLES"
-Goethe

sábado, 30 de noviembre de 2024

Blonde, de Joyce Carol Oates

 

Bibliometro #57. No sé si en algún momento lo dije pero yo no conocía, de nombre digo, a Joyce Carol Oates; la película de Andrew Dominik, "Blonde", basada en el libro homónimo de la autora, hizo que su nombre entrara en mi radar. No la comenté pero sí vi "Blonde" en su momento, cuando se estrenó y tanto revuelo causó, en mi opinión revuelo injusto y estúpido, como suele ocurrir; dudo que la mitad de la gente que tanto se llenó la boca con esa película la haya visto (o leído la novela, ya que estamos). Yo sí la vi, como dije, y debo decir que me gustó un montón, lo cual no es de extrañar viniendo de Andrew Dominik (un director verdaderamente cinematográfico) y de una novela tan buena y brutal como esta: es una película tremenda, toda una experiencia maldita para la que no todos están preparados, menos el público tan ombliguista y delicado de ahora. Antes de entrar en materia, debo decir que llamó mi atención que las escenas de Marilyn hablando con sus fetos no están en la novela (quizás una que otra frase pueda atribuirse al "alma" nonata de sus embarazos, pero eso queda en la ambigüedad), lo cual me parece algo decepcionante porque debo decir que son escenas que sí me mosquearon lo suyo, no tanto por lo moral ("propaganda anti-aborto", algunos titulares clamaron, y otros tantos decían que era propaganda pro-aborto, entonces cómo es la cosa) como por lo burdo e irrisorio que quedaron (formalmente: como un spot de tv de, en efecto, campañas anti-abortistas, me recuerda a uno muy específico que daban en la tele cuando era chico), aunque las interpreté y defendí bajo el siguiente razonamiento: en una mujer tan mental y psicológicamente inestable y traumada, que deseaba con todas sus fuerzas ser madre y llevar una vida normal, parecía lógico que, en sus momentos bajos, "hablara" con sus fetos como una manera de culparse a sí misma por los abortos (accidentales o inducidos) que tuvo, lo cual acrecentara a su vez ese desmoronamiento que la llevaría a su muerte. Pero esas escenas con fetos parlantes fueron invención del director y no le veo mucho sentido a decir verdad, había mejores maneras de expresar el dolor de Marilyn por su frustrada maternidad. ¿Qué piensan sobre eso?


Otra de las críticas principales hacia la película, crítica que también se extendió a la novela de Oates, es que "revictimiza" a Norma Jean, que la muestra únicamente como una víctima en su más amplio sentido, prácticamente como una simple y sufriente muñeca de trapo. Primero que todo hay que tener en cuenta que, tal como la misma autora señala, Blonde es un libro que no pretende ser un documento histórico ni absolutamente fidedigno en relación a los acontecimientos reales; es una interpretación y construcción de la realidad, es una novela que hace ficción a partir de fuentes reales y concretas, que reordena a la visión y estilo de la autora los múltiples hechos conocidos y desconocidos de la vida de la gran y memorable actriz, por lo que es errado aceptar sus más de 900 páginas (933, para ser precisos) como hechos 100% verídicos, especialmente cuando aún a día de hoy mucha gente sigue discutiendo sobre si tal o cual aspecto de la vida de Norma Jean es así o asá (como el tema de sus abortos: es consenso que tuvo tres abortos espontáneos mientras estuvo casada con Arthur Miller; sin embargo muchos afirman que antes de eso Norma Jean nunca estuvo embarazada, mientras que otros afirman que sí se embarazó varias veces y que los interrumpió en cada ocasión). De todas formas esta visión que la autora construye y elabora de la actriz no es gratuita ni efectista: se sustenta en sólidas bases narrativas y dramáticas, como veremos a coninuación.
Por lo demás, estén o no de acuerdo con la visión de Oates (dudo que mucha gente pueda realmente tomar una posición porque dudo que mucha gente se haya dado el tiempo de leer la novela; yo pienso que, vaya sorpresa, sólo están especulando a partir de una película que, por cierto, se niegan a analizar y a pensar inteligentemente), no se puede decir en lo absoluto que la autora haya explotado la imagen de Marilyn, que se regodee en el sufrimiento o en los aspectos más sórdidos de la vida de Norma Jean, o que haya construido un personaje de manera provocativa, irrespetuosa o prejuiciosa. Blonde cuenta toda la vida de Norma Jean, desde que es una pequeña niña que vive entre la casa de su abuela y el precario departamento de su inestable madre hasta que se suicida luego de unos últimos años oscuros y nublados, aplastados por el efecto negativo del abuso de pastillas y del empeoramiento de su salud mental, pasando, desde luego, por su adolescencia, su descubrimiento, su estrellato, en fin... Y la imagen que Oates construye de Norma Jean es profundamente humana, de carne y hueso, no sólo de carne y hueso sino que como si estuviésemos en el mismo interior de su cerebro, de su mente, de sus tripas. El gran y tremebundo y poderoso pilar fundamental sobre el que se sostiene esta magnífica novela es la complejísima y a menudo contradictoria psicología de su personaje principal, ese misterio cubierto de telarañas que, resuelto, sería la llave para comprender, aunque sea un poquito más (aunque Norma Jean merece la verdad, merece la luz, no el enredo de mentiras y prejuicios que han difuminado su figura), algunos de los acontecimientos más icónicos y conocidos de su vida y personalidad, que no es sólo un pedazo de carne, no es sólo una estrella, no es sólo sus personajes, no es sólo la rutilante y complaciente y sonriente y seductora y coqueta Marilyn: es una mujer traumada y solitaria, tímida y ensimismada, con brutales carencias afectivas, unos viscerales y suicidas deseos de encontrar el amor y la estabilidad que nunca tuvo (nunca gozó de una "vida normal": no tuvo una familia tradicional, vivió en numerosos orfanatos y casas de acogida, su primer intento de matrimonio y familia convencional se vio frustrado por causas externas), un miedo terrible y paralizante de estorbar o de molestar, una singular inmadurez consumida por su aura de mujer sexualizada, una furia negra explosiva que se alimenta a sí misma perpetuamente como la serpiente de uróboros, y bueno, esa determinación inefable y genuina de ser alguien, de que la vean y la aprecien por ser quien es, por su alma, por su corazón (Norma Jean, un espíritu romántico, una artista buscando su identidad), de no ser más ignorada y postergada y menospreciada y ensombrecida por quienes la rodean. Y las ganas de entender y de comprender la vida, de encontrarle un sentido, una motivación: de ser parte de la respuesta. A partir de esta disección biográfica y psicológica, al escarbar en las causas de sus grandes traumas, la autora nos ofrece una perspectiva y una mirada con la que observar más atentamente, por ejemplo, sus matrimonios y algunas de sus relaciones informales (su relación con los hombres, con el género masculino, las figuras paternas), su carrera cinematográfica y sus roles más recordados, su tendencia a caer en relaciones tóxicas (profesionales, sentimentales, interpersonales) o en períodos depresivos, pesimistas, melancólicos, o el porqué recurrió al aborto en tal ocasión, o el porqué parece autosabotearse en momentos cruciales de su vida, el porqué llega a ver como "protectores" a esos buitres que tanto la explotaron y que tanto la despreciaban. No es una vida amable ni agradable la que vivió, esa precariedad no responde a la imagen que se tiene de ella o incluso del oficio de actriz: explotada por los estudios, no era infrecuente que se viera en aprietos económicos, algo impensado para quienes piensan que las estrellas de Hollywood viven forradas. Este aspecto además sirve para aportar una visión crítica de esa trituradora de carne que es el capitalismo gringo, en donde unos pocos se enriquecen a costa de la sangre, sudor y lágrimas de la mano de obra: la forma en que Norma Jean/Marilyn fue tratada es perfectamente homologable al sistema político y económico de ese país tan pagado de sí mismo.
Pero he ahí el gran conflicto al que se enfrenta siempre: el medio en el que vive, en el que trabaja. La vida de Norma Jean también le permite a la autora construir una mirada crítica de la industria cinematográfica de la época, de la sociedad estadounidense de los cuarenta y cincuenta en lo político, en lo social, en lo económico. Ese american way of life, el american dream, la vida bajo el influjo de la propaganda gringa (el mejor país del mundo), el capitalismo salvaje, el machismo y el clasismo, y Marilyn, ese fenómeno de ventas, ese sosías que devora a Norma Jean, la empuja a la oscuridad mientras los demás se enriquecen a su costa. La visión de Oates es compasiva y estremecedora pero no penosa, no lacrimógena, no efectista, no truculenta, tampoco cobarde: no teme en mostrar los claroscuros de Norma Jean aún si eso le arriesga a recibir el escarnio crítico o público, porque nos muestra la boca del lobo tal como es, tal como es una psicología fracturada y en permanente estado de guerra civil. Es a fin de cuentas una visión respetuosa y profunda, un verdadero estudio, riguroso y exigente al momento de adentrarnos en la vida de la protagonista y en las casi cuatro décadas de mundo y sociedad en que vivió. Recordemos: esto que escribo es a partir de la novela, no de la realidad como tal.
En términos formales, Oates recurre a variedad de estilos y voces, sin perder nunca la coherencia, sin jamás parecer ramificado o alargado, sin adolecer de esa "ingravidez narrativa" que no me gustó de Babysitter, por ejemplo. Todo es sobre Norma Jean/Marilyn, todo remite a su figura, a su leyenda, a su persona, ya sea la narración omnisciente en tercera persona que mayoritariamente hay en Blonde, ya sea la misma Norma Jean, ya sean personas que de alguna u otra forma se hayan relacionado con la actriz. Primeras personas, segundas personas, terceras personas. Capítulos más nostálgicos, capítulos más ásperos y crudos, capítulos más tradicionales en su relato. Todo remite a Norma Jean/Marilyn, a esa mujer de carne y hueso tan inolvidable pero tan olvidada. Eso sí, no obstante esa variedad mencionada, la atmósfera general es una denso y claustrofóbico ambiente de pesadilla; aunque no recurre mucho a escenas oníricas o surreales, la autora, desde el inicio, nos sumerge en un relato que parece salido de La dimensión desconocida (aunque esa dualidad Norma Jean/Marilyn también puede tener resonancias bergmanianas), en donde la realidad misma es una entidad maleable y burbujeante de contornos difusos o una espiral diabólicamente retorciéndose hacia la nada misma. Es la locura, la fractura.
En efecto, nos zambullimos en la profundidad de la oscuridad de Norma Jean/Marilyn, en lo que hay tras bastidores, más allá del ilusorio y mágico velo de la oficialidad, pero Blonde también nos muestra su lado más bello, luminoso: sus alegrías, sus sueños, ese esfuerzo sobre humano para exigirse más como actriz, para mejorar como persona, su entusiasmo vital casi infantil, su vasta curiosidad, sus ansias de conocimiento y entendimiento, su amor y compasión por su madre... Razón por la que la lectura de este libro resulta tan estremecedora y dolorosa. Pero es un libro necesario, una lectura absolutamente recomendada e imprescindible, si no por ser sobre Marilyn Monroe, sí por ofrecernos una mirada descarnada al interior de una personalidad y psicología complejas, de múltiples capas, y al interior de una caja de pandora de brillantes mitos e íconos que en realidad esconden una guarida de monstruos y quimeras: no todo lo que brilla es oro. Blonde es un libro duro y exigente, muuuuucho más de lo que aparenta, pero así es como debe ser. Magnífico.


Para ser un libro tan voluminoso y denso, Blonde tiene su buena cantidad de préstamos: ocho en un año y medio. Me parece que hay otro ejemplar dando vueltas por Bibliometro, pero tal dato es irrelevante. Yo les recomiendo la lectura de este librazo, es todo un tour de force, que le dicen.

jueves, 28 de noviembre de 2024

Christine, de Stephen King

 


Biblioteca Nacional S09E01. Nueva temporada de la B.N.P.D. y he acá que seguimos con Stephen King de la mano de uno de sus libros que tenía muchas ganas de leer, hablamos de Christine, adaptada por John Carpenter, razón por la cual me interesaba tanto echarle un ojo, y es que además, cómo no interesarse por una historia en donde el villano es un auto fantasma y asesino, aunque conociendo la obra de King es obvio que Christine sería mucho más que eso. Por cierto, cuando en Cine en tu cara hicimos una retrospectiva a la obra de Carpenter nos saltamos esta película por razones obvias; ahora que ya hemos leído el material original, quizás algún día lo primero que hagamos sea ponernos al día con esa película pendiente.


Primero que todo debo comentar algo importante: había algo malo o extraño en este ejemplar. No estoy seguro de si esta edición era pirateada o no, no podría poner las manos al fuego por una opción. ¿Qué me hace dudar?
Para empezar, el libro está lleno de erratas: palabras mal deletreadas (de una manera grosera y ridícula considerando la editorial a cargo) y casi todas las putas letras de canciones que encabezan cada capítulo (la música siempre está sonando en este libro), que están en inglés, están mal escritas. La impresión, si bien no da la impresión (no pun intended) de ser un trabajo propio de una imprenta clandestina, tiene varias páginas en donde las letras se ven borrosas y como impresas a medias, y no necesariamente por el contacto de dedos, por la erosión lectora por así decirlo. Lo peor es la traducción; si bien no afecta mayormente a la lectura, sí hay dos cosas notorias: algunos párrafos redactados de una manera algo enredada y palabras que claramente se tomaron de una manera muy literal, por ejemplo un personaje le pregunta a otro "¿estás complicado en el asesinato de X?", y uno queda asombrado porque claramente quiere decir "implicado", o en otra parte sale la frase "aura de realización", traducción incorrecta porque estoy seguro que en inglés tenía que ver con la palabra "to realise", que viene a ser algo como "darse cuenta", sólo que mucha gente lo toma de esa manera, "no realicé que estaba equivocado" (en lugar de "no me di cuenta de que estaba equivocado"). Lo que te hace pensar poco menos que por momentos estamos ante una traducción de google. Ahora bien, ¿todo esto es debido a una edición pirateada? Ahí es que me surgen las dudas, porque las imprentas clandestinas simplemente copian el ejemplar original producido por las editoriales, con papel barato y tinta barata y un acabado notoriamente poco prolijo, que no es el caso con este ejemplar de Christine; las imprentas piratas no se dedican a escribir o traducir ni esas cosas. En definitiva es todo una molestia enorme porque ¿cómo demonios una editorial como Sudamericana permite un trabajo de traducción e imprenta tan chapucero como el que tengo entre manos? La verdad es que es desagradable leer de esta manera y, aunque como dije, a grandes rasgos se entiende, te saca de la lectura toparte con estos problemas y errores que van más allá de erratas. Me produce un mosqueo enorme. Mi recomendación sería que si quieren pedir prestado o directamente comprar Christine en algún momento, eviten esta edición de Sudamericana impresa en Argentina (producida para ser distribuida en quioscos a través de un periódico), eviten la traducción de Adolfo Martín. Porque si de verdad es pirata, ¿cómo demonios se les pasó por alto detectarlo en la Biblioteca Nacional? Eso sí que suena improbable; en la biblioteca son profesionales de verdad, se habrían realizado (já) del problema.
Quedé con la espina clavada y, de hecho, intentaré algún día leer Christine en inglés. Sé que César Aira hizo una traducción de esta novela, suena interesante y podría ser otra opción; espero, eso sí, que Aira haya traducido evitando la tendencia de ciertos traductores argentinos de argentinizar las novelas. Imaginen estar leyendo una novela gringa en modo "Che, Arnie está metido en tremendo quilombo con los pibes del salame ese Buddy, el otro día tuvieron tremenda bronca y el gil ese debió quedar con la pija re metida hasta el fondo del horto que tanto sigue jodiendo". Pero lo dudo, Aira es un profesional. 
Como sea, es el ejemplar/edición que nos tocó. Por ahora nos aguantamos y, por fin, llega el momento de comentar la novela como tal.

Muy bien. Christine es una novela de casi 600 páginas. Parece obvio que no es sólo una novela sobre un auto asesino. Parece obvio que, tratándose de King, bajo esa premisa argumental habría una sustancia o intención de fondo que nos hable de temas más complejos y oscuros. Y es así, pero tampoco tanto.
Por encima, tenemos la típica historia de adolescentes terminando el colegio y enfrentando las dudas y miedos propios de ir entrando al mundo adulto, lejos de la seguridad de los colegios y los hogares paternos y todo esa rutina tan empaquetada y plástica. Adolescentes con sus amores, sus amistades, sus trabajos de verano, sus matones y toda clase de íconos made in usa. Aunque la vida no es perfecta para Arnie (los matones, una familia demasiado estricta, la soledad, ser un bicho raro y feo que con suerte tiene un amigo, aunque es un buen y conveniente amigo: la estrella del equipo de rugby), las cosas cambian cuando se enamora de un auto clásico y decide comprarlo aunque esté en pésimas condiciones. La compra de Christine y su proceso de restauración hará que tanto Arnie como todo a su alrededor cambie, y no para bien precisamente. Y, por encima, la historia es eso: un relato de adolescentes, casi a modo de grito generacional, que se tuerce hacia el terror cuando Christine comienza a matar y Arnie parece ir convirtiéndose en otra persona totalmente opuesta al bobalicón pero bien intencionado muchacho que era. La trama toma giros previsibles y, si bien goza del talento de King para la creación de personajes (que tampoco es que sean la mar de originales o complejos, pero al menos te los crees hasta cierto punto, son lo suficientemente convincentes para seguirlos), de espacios/lugares, de atmósferas o cuadros cuasi costumbristas que se sienten completamente naturales y reales, casi como si fuéramos una persona más ahí metida, lo cierto es que para semejante extensión no cuenta mucho y sorprende poco: un auto que le arruina la vida a la gente y al que hay que enfrentar, y cuya naturaleza tampoco es que sea el colmo del impacto, de la sorpresa (pero tampoco se las voy a revelar).
Por debajo la cosa se pone más interesante, pero tampoco es una constante. A ratos sí, a ratos no. Qué se esconde tras la premisa del auto asesino, qué significado hay en su misteriosa naturaleza. Poco importa si es un demonio o un simple fantasma o si es un auto del espacio exterior, lo importante es: por qué el protagonista se engancha tanto con Christine. Por qué casi todos los personajes parecen estar tan aferrados a ciertas cosas. Es de sobra conocido el oscuro período en que King luchó contra el alcoholismo y otras drogas duras. Quizás vaya por ahí la cosa: la adicción, ese lazo aparentemente irrompible que te acurruca, te protege. ¿Pero de qué? Del miedo, de la soledad quizás, del fracaso, de los traumas. Un muchacho que se enamora de un auto y que se aferra tanto a su cuidado que todo lo demás queda en segundo plano, una forma de escudarse de los problemas del mundo: cuida a Christine, Christine cuidará de ti. Hay una fuerza subyacente tan visceral, tan rabiosa, tan brutal que por momentos parece salir de las páginas y manotearte; en sus mejores páginas, Christine nos muestra la brutal lucha entre la parte consciente de nosotros y la inconsciente, la bestia sedienta que quiere poseernos alimentándose de nuestras virtudes y pilares fundamentales. Sin embargo esta pulsión tan poderosa no encuentra afortunada ni constante correlación con un relato que, si bien resulta entretenido y para nada cansino en su ya descrita extensión, sí es demasiado arquetípico y está resuelto de manera bien predecible (y alargando el chicle, que es una tendencia de King en ciertos libros). El final, eso sí, ese epílogo, me gustó porque recupera una malicia y un nihilismo que, curiosamente, no se asoma mucho ni siquiera en las escenas más sangrientas y violentas del libro, y que parece indicar: la vida es un infierno que va tras de ti, nunca podrás descansar. Sus mejores libros tienen esa energía: la de lo inevitable.
Me late que Christine es uno de esos libros que "se escribían solos", pero demasiado a su ritmo, sin que King tuviera muy claro qué demonios quería decir y contar más allá de unas cuantas ideas iniciales, básicas, primordiales. Le falta una visión más certera, un empaque algo más compacto, una ejecución más precisa y concisa de esas ideas tan poderosas: la violencia del mundo exterior, los peligros de engancharse con algo, la desesperación del amor tóxico, el monstruo agazapado escondido en nuestro interior esperando a consumirnos hasta hacernos cenizas, en fin...
Ha sido una pequeña decepción. No es un mal libro en lo absoluto, como dije su trama resulta cuanto menos entretenida y tiene ideas poderosas, pero sí es desordenado y poco concreto en la ejecución de sus intenciones. Christine ciertamente me ha dejado con gusto a poco y, en el mejor de los casos, es tan sólo un buen libro, una novela ok y solvente. Le daré otra oportunidad en su idioma original, eso es seguro, aunque no vaya a cambiar mucho mi opinión. O quizás no, quizás me sorprendo.


Parece que casi todos los libros de Stephen King que están en la B.N.P.D. llegaron en mayo del 2017. Desde entonces, Christine ha sido pedido prestado en diez ocasiones, la última ocasión antes que yo fue hace cuatro años, nuevamente una larga siesta interrumpida en este 2024 y, desde luego, por mí.

martes, 26 de noviembre de 2024

Literatura infantil, de Alejandro Zambra

 

Bibliometro #56. Recordarán que hace varias semanas comentamos por acá Poeta chileno, novela de Alejandro Zambra, la cual nos pareció una maravilla y cuya lectura nos encantó. Luego de Poeta chileno publicó Literatura infantil y hubo suerte, de repente apareció en Bibliometro y, como es usual, dijimos "de acá somos" y ¡zas!, ahora nos tienen hablando sobre este libro, porque de qué otra cosa vamos a hablar, ¿eh?, díganme, ¿de política, de física cuántica?


Padres e hijos. La paternidad de Zambra lo lleva a reflexionar sobre él mismo como padre y sobre él como hijo, es decir sobre su propio padre siendo un padre, siendo el padre que tuvo.
Literatura infantil es un libro de difícil definición (no es que sea necesario "definirla"): es la tan en boga no-ficción, es también ensayo, es hasta cierto punto narrativa (cuentos sobre hechos reales o la realidad hecha cuento, pero cuentos al fin y al cabo), es género epistolar, un poco de autobiografía. Es, por sobre todo, una carta al hijo (parte I) y una carta al padre (parte II).
Acá tenemos pensamientos y reflexiones e ideas sobre crianza, sobre el arte, sobre la literatura, sobre fútbol, sobre política, es también, fundamentalmente, una especie de diario. La verdad no me quiero extender mucho, la gracia de este libro radica en su elocuente sencillez, en la amplitud que puede abarcar a partir de dos o tres elementos base, como si la vida fuera un rama extendiéndose infinitamente en multitud de otras ramas más pequeñas (o como si fuera una grieta ramificándose perpetuamente), es decir en la lucidez con que Zambra nos comparte todo lo que tenga relación con la paternidad, además de su ya conocida prosa, siempre ágil, ingeniosa y sutil, pero también mordaz, en donde confluye lo solemne y el humor más educadamente rabioso.
La primera parte, que es en la que de forma más clara y decidida Zambra mezcla un diario ensayístico (por así decirlo), se centra casi exclusivamente en cómo su vida va cambiando a medida que su hijo nace y crece y se transforma en esa persona que pasa a ser su sol, su centro gravitatorio. Una primera parte muy bella, muy conmovedora y emocionante, pero para nada cursi; Zambra escribe con una distanciada y jocosa honestidad, sin esconder su amor por su hijo (obviamente) y de hecho demostrando cómo este nuevo amor le permite ver el mundo con una nueva mirada, como si él mismo hubiera nacido de nuevo y estuviera, así como lo hacen los bebés o los cachorros que llegan a su nuevo hogar adoptivo, descubriendo nuevos rincones y colores y superficies y matices de luz, sólo que, siendo un adulto, Zambra también (re)descubre libros, películas, arte, en fin, ya se imaginan, con esa nueva mirada inspirada por la inocencia infantil de su hijo.
En la segunda parte ya veremos cuentos (o ensayos, como dice el autor, que de todas formas parecen ser hechos verídicos si entendí bien), artículos y todo eso, que se centran, sin dejar de lado a su hijo (sin dejar de lado esta relación padre-hijo), en el padre de Zambra y en la relación, con sus altos y bajos, que tuvieron en distintas etapas de la vida: niñez, adolescencia, la primera adultez en la universidad y así... Debo decir que, aunque esta segunda parte sigue teniendo la misma calidad que la primera, me mosquea un poco ese tonito casi de autoayuda y tan aleccionador sobre eso de perdonar o comprender a los padres, "que nadie les enseñó a ser padres" y esa clase de falacias (razón por la cual me gustó tanto El almanaque de mi padre, de Jiro Taniguchi -comentado hace poco-, precisamente porque prescinde de dichos lugares comunes aunque, en esencia, tenga una premisa similar: un hijo que, rememorando y reflexionando, consigue quedar en paz con la figura de su padre). Si su paternidad le sirvió para comprender a su propio padre en los múltiples recuerdos que fue reviviendo literariamente, fantástico, maravilloso por él, pero eso de generalizar a partir de un caso tan particular... no sé, me mosquea sobremanera. A fin de cuentas tampoco es que, por lo que cuenta, haya sido una relación tan terrible: hasta donde veo, por ejemplo, Zambra pudo estudiar lo que quiso, pudo desarrollar tempranamente sus intereses, pudo independizarse pronto, todo lo cual le permitió (le permite) vivir de lo que ama; no lo obligaron a estudiar algo que no quería estudiar, no minimizaban ni se burlaban de sus intereses, no lo trataban como un empleado esclavo, no eluden sus propios errores y defectos intentando achacarlos a su propio hijo, no se limpiaban el culo con el bienestar básico de su hijo para satisfacer caprichos propios... Demonios, a quién no le habría gustado tener unos padres como los de Zambra. ¿Que no tenían las mismas afinidades y que no se comunicaban tanto como, no lo sé, "otros padres e hijos", los padres e hijos de las películas? Minucias, hay pecados peores; al menos no torpedearon su vida.
Como sea, y ya para no alargarme más (qué más es nuevo, ja, ja), creo que va quedando claro qué propone y logra, con excelentes resultados, Zambra en Literatura infantil. Para quienes sean padres o madres imagino que podrán disfrutar aún más este libro, al comprender de manera más fidedigna la dicha de tener descendencia. Y para quienes no tengan, qué demonios, tienen entre manos un libro sumamente lindo, bien escrito y repleto de comentarios, ideas y pensamientos dignas de anotar y que abarcan más allá de la paternidad. Es una apuesta segura, en mi opinión. 


Tan sólo dos préstamos en dos o tres meses de presencia bibliometrusca. Vaya milagro que los dos timbres estén prolijamente marcados, ¿no? Ignoro si hay más ejemplares pero podría ser. Seguiremos con Zambra, eso es seguro.

domingo, 24 de noviembre de 2024

Fluyan mis lágrimas, dijo el policía, de Philip K. Dick

 

Bibliometro #55. Philip K. Dick no necesita presentación. No alcanzó a verla estrenada pero todos amamos "Blade Runner", obra maestra cinematográfica basada en una novela suya, y de ahí es cosa de buscar, de indagar, de adentrarse en su obra, prolífica obra conocida mayormente por la ciencia ficción aunque tiene por ahí novelas de corte más realistas. Como sea, primera novela de Dick que leemos en la vida, estaba esperando que llegara este momento.


Ja, ja, me quedaron desordenadas las cuatro partes de esta novela, pero bueno, qué se le puede hacer, ya nada, absolutamente nada.
Fluyan mis lágrimas... no es una magnífica o grandiosa novela, partamos por eso, pero sí tiene como un aire magistral, una pulsión de excelencia, una ambición propia de los grandes; y sí me ha gustado considerablemente y pienso que, como carta de presentación (aunque es una de las últimas novelas que publicó, o al menos está situada en el tramo final de sus publicaciones en vida), sí ha sido una novela reveladora y genial en dicho aspecto.
Primero que todo me ha gustado la construcción de mundo y la manera completamente natural y despreocupada, como distanciada, con que Dick ni siquiera nos introduce, sino que nos lanza como si nosotros supiéramos ya todos los detalles. Sin explicaciones o clases de historia previas; comenzamos a leer y ya estamos con autos voladores, un estado estrictamente policial, una historiografía previa, un ambiente o atmósfera de quieta locura (como la calma antes de la tormenta), lo cual resulta intrigante y estimulante: que no te lleven de la mano y en cambio sea uno quien deba descubrir o intuir qué clase de vida, de sociedad, es la que el autor nos propone: un mundo supravigilado, ultraconectado, semidesquiciado y definitivamente exacerbado en todos los desequilibrios que caracterizan las sociedades modernas: desigualdades, inequidades, abusos de poder, violencia y desamparo...
Segundo, esa deliciosa mezcla de realismo sucio (como dije, Dick no nos presenta el mundo con intenciones de maravillarnos o sorprendernos como a veces sucede con novelas futuristas, en plan "¡contemplad, contemplad!", más bien de su prosa destila desencanto, desilusión, hastío) con un lirismo igualmente sucio o polvoriento, una poética de la desidia existencial, la incertidumbre metafísica y el furtivo horror de las espirales sensoriales y las apariencias. Aunque pueda ser un error comparar, debo decir que leyendo este libro pude comprender bastante la atmósfera de "Blade Runner" y su puesta en escena. Esta prosa como elegíaca sobre la interminable y laberíntica búsqueda del propio ser (ese diabólico juego de verdades y falsedades humanas), envuelto en un maremágnum de ilusiones y hologramas.
Tercero, la construcción de personajes. Por pequeños que sean, llegas a conectar con ellos. Y para qué hablar de aquellos que tienen mayor protagonismo y peso argumental, dramático. Aunque esta novela fluye como una historia de argumento, cabe preguntarse y reflexionar sobre si en realidad, ni tan al fondo, es un estudio de personajes asediados por sus propias y diferentes circunstancias personales-emocionales-mentales-espirituales y socio-económicas. Un estudio de personajes, un estudio sobre el tiempo, sobre ese personaje inasible que es, no lo sé, una ciudad, un zeitgeist: el espíritu de unos tiempos locos y desorientados. En cualquier caso, son personajes al borde del colapso, como rendidos pero tampoco tanto (no se sueltan del borde del acantilado al que se sostienen), al menos esa es la impresión que dan en el trato de "tú a tú", al escucharlos y verlos caminar, reflexionar.
Cuarto, la atmósfera. Aquí no me adentraré mucho porque tiene que ver con cosas argumentales pero Dick introduce el elemento de las percepciones y de la realidad, qué es real y qué lo hace real, la realidad es un ente autónomo o es una construcción mental/sensorial, individual y/o colectiva. Qué somos nosotros como personas, como humanos: ¿somos entes autónomos o dependemos exclusivamente del soporte físico? ¿Qué hay de nuestro espíritu, de nuestra alma? Todas estas divagaciones están perpetuamente flotando en el aire de esta novela, acrecentando esa sensación paranoica y de suspenso, además de dotarlo de capas de reflexión filosófica.
En términos concretos, Fluyan mis lágrimas, dijo el policía cuenta la historia de un exitoso músico y presentador de televisión que un buen día despierta en un mugroso y pringoso hotel, sin saber cómo demonios acabó ahí, aunque lo peor es que su existencia parece haberse evaporado: nadie lo recuerda, nada puede confirmar que es quien dice ser (¿documentos? No los hay). A partir de esta premisa argumental digna de una película de Hitchcock, el protagonista hará todo lo posible para, quién sabe, recuperar su identidad o descubrir qué demonios produjo "el olvido" o, ¡al menos!, no morir en el intento, porque no será nada fácil ser un fantasma en una ciudad hipervigilada y en manos de unos burócratas policiales que sólo funcionan by the book. En el camino se cruzará con toda clase de personajes que están tan perdidos como él, aunque por diversas razones, y quizás ahí radica su salvación: que los demás están tan perdidos como él, o viceversa: que la debilidad humana es más fuerte que el más encorsetado y acerado sistema cuasi totalitario: jamás podrán gobernar en la mente, en el corazón, en el alma.
Ahora bien, ¿por qué no me parece una magnífica novela? Aunque la resolución es bien ingeniosa y tiene su punto interesante, siento que no está tan a la altura del planteamiento inicial; que como remate argumental no cierra satisfactoriamente ese inicio tan arrollador y esquizoide, casi parece una solución caída del cielo y extrañamente anticlimática (curioso en una historia de ritmo pausado y reflexivo), ciertamente repentina. Pero de todas formas, por si no se ha notado, me ha gustado y entusiasmado mucho su lectura: sus personajes y mundo, su relato a la vez pausado y trepidante (coherente y convincente), su multitud de reflexiones y planteamientos filosóficos, éticos y sociales; el grandioso rango que como escritor Philip K. Dick le otorga a una novela que en otras manos menos imaginativas y hábiles pudo ser una correcta pero olvidable novelita futurista sobre gente que huye y persigue. No tendrá el mejor cierre, pero tal como está, Fluyan mis lágrimas... me ha parecido una genialidad a su manera. Y eso es lo que vale.
Fluyan mis lágrimas, dijo el policía es un libro que les recomiendo sin duda alguna. Si no han leído nada de Dick (como era mi caso), se llevarán una gran, una excelente, una entusiasta primera impresión. Ya quiero leer más de este autor tan único.


Debo entender que desde agosto del 2023 hasta esta fecha Fluyan mis lágrimas... ha sido prestado en siete ocasiones, cinco de ellas este 2024 (su año de gloria), pero si miramos debajo de la ficha bibliográfica vemos que quedan restos de una ficha previa despegada, arrancada, arrebatada. ¿Significa eso que llevaba más tiempo en Bibliometro? Como suelo decir, porque es lo único que se puede decir en estos casos: nunca lo sabremos.

viernes, 22 de noviembre de 2024

Ampliación del campo de batalla, de Michel Houellebecq

 

Bibliometro #54. Ampliación del campo de batalla es la primera novela de Michel Houellebecq, aunque, en realidad, el mismo autor considera su publicación previa, una biografía sobre Lovecraft, como su primera novela. Por acá ya habíamos leído y comentado Serotonina, su penúltima novela publicada hasta el momento, así que no es de extrañar que continuemos leyendo la obra de este autor tan controvertido y del que se discute tanto, según he podido ver. Por cierto, hice gala de la pronunciación correcta al momento de acercarme y preguntar "¿está Ampliación del campo de batalla, de Michel /uelbec/?


Me pregunto qué me habría parecido Ampliación... si no hubiese leído Serotonina primero, la cual leí por pura casualidad e impulso, de lo contrario capaz que hubiese emprendido la lectura de la obra de Houellebecq de la manera en que suelo hacerlo (cuando se puede): en orden. Lo digo porque Ampliación... me parece un libro interesante, cargado de lúcidas ideas e intenciones, además de una energía bien potente, de una mirada aguda, mordaz y punzante, cargada de ironía e inteligencia, pero, más allá de eso, no me parece muy buena novela, muy lograda en tanto relato y narración, dejando un regusto amargo e insatisfactorio al final. ¿Y por qué menciono Serotonina? Pues porque, en esencia, son el mismo libro, hablan de lo mismo y cuentan lo mismo, sólo que Serotonina lo hace mejor, de manera más compleja, profunda y completa. ¿De qué va Ampliación... entonces? Es la implacable crónica de un hombre progresiva y definitivamente desencantado con la vida, tan decepcionado y destruido por dentro que inevitablemente este estado se materializa exteriormente en sí mismo y en sus relaciones profesionales, sociales, interpersonales, amistosas, etc., cristalizando en un descenso de empatía y moralidad, en una deshumanización total. Nuestro hombre es un alto empleado de una compañía informática, soltero y solitario, digamos que asqueado de la sociedad que lo rodea en cada uno de sus aspectos.
Las intenciones se entienden y de hecho el protagonista está bastante bien retratado en su simplicidad (un misántropo deprimido), y diría que los demás personajes también; con un estilo austero y casi minimalista a veces, Houellebecq perfila con precisión y mala leche (aunque, a pesar de que aparente lo contrario, dicha precisión transparenta que es un gran observador y no se puede ser un gran observador/retratista sin una pizca de empatía y compasión, porque lo que acá tenemos no son caricaturas triviales unidimensionales, sino seres, aunque patéticos y en esencia tontos, de carne y hueso) este abanico de singulares y estrafalarios caracteres representativos/víctimas de la presunta decadencia de la sociedad francesa que el autor denuncia, carácter satírico que también queda bastante bien logrado. Mi problema es que, más allá de la presencia de tal o cual personaje y de tal o cual situación que hable del estado de cosas que tanto repugna al protagonista, el principal arco dramático se siente demasiado abrupto, forzado y algo gratuito: el protagonista cae en esa espiral descendente como de forma espontánea, sin mucha coherencia argumental, más que nada para explicar/explicitar su vacío interior. En Serotonina la construcción de ese descenso sí que está lograda porque Houellebecq parte de una certera y compleja construcción psicológica de la cual se entiende cada fase de su autodestrucción, que tiene tanto de moral como de mental o médico, apuntaladas por distintas tramas que contribuyen a ese desmoronamiento. En este caso tenemos un protagonista sencillamente hastiado de todo, sí, hasta nos damos cuenta de que está deprimido y completamente consumido por ese agujero negro, pero insisto, en mi opinión no hay una férrea correlación dramática entre su rechazo a los valores sociales modernos (además de otras opiniones impopulares, resentimientos y rencores varios) y el que de repente, de buenas a primeras, pretenda desaparecer de todo y acometer actos inmorales e ilegales, ser un peligro para sí mismo y la sociedad. No es Camus, no es El extranjero. Podrán decirme que esto se explica con su depresión, pero volvemos a lo mismo: tal razonamiento funciona en Serotonina, donde el elemento bioquímico sí está presente en el relato, en el argumento, en el componente dramático; en cambio Ampliación... es un ensayo o conjunto de ensayos bien interesantes que se disfraza de novela a medias.
Eso sí, vaya que hay opiniones e ideas interesantes; sería banal listarlas y hablar sobre ellas, aunque podrán imaginar que tienen que ver con dinámicas económicas, políticas y sociales, y cómo dichas dinámicas afectan en las relaciones colectivas e individuales, entre otros tantos y variados temas. Sin entrar en detalles (para no contravenir lo que acabo de decir), me ha gustado bastante eso que dice en un momento sobre que hay también un liberalismo sexual que sigue las mismas lógicas del liberalismo económico; no deja de tener su gracia y su cuota de verdad. También están las reflexiones que tienen relación con el título: el campo de la norma en que vivimos, el campo de batalla y su ampliación, que tiene que ver más con lo existencial y filosófico, es decir hay harta materia y sustancia en este libro de menos de 200 páginas... Me sigue llamando la atención que Houellebecq sea tan polémico y controvertido; ciertamente lo que sus personajes dicen (y quizás él, aunque no he leído entrevistas) no será popular y políticamente correcto, pero no me parece que sea un vulgar y burdo provocador descerebrado (como Andrew Tate, por mencionar un caso extremo), antes al contrario, quedo con la impresión que Houellebecq es un inteligente impulsor de debates e intercambio de ideas. Que vengan de boca de personajes convencionalmente repulsivos es irrelevante y accesorio al quid de los asuntos. ¿Qué piensan ustedes sobre Houellebecq?
Pero en fin, para que se hagan una idea final: al protagonista lo tenemos describiendo su empleo, las personas que lo rodean (bellos y feos, charlatanes y honestos, ricos y pobres, triunfadores y perdedores), luego lo vemos de gira con un compañero cumpliendo sus tareas en distintos pueblos no parisinos, ¿y luego adiós?, ¿luego "Oh al demonio todo"? Más allá de las reflexiones e ideas compartidas, y de las entretenidas y alegóricas anécdotas, no hay más, no hay verdadero relato, lo cual no es suficiente: tiene que haber una coherencia entre la sustancia y la forma. Debo admitir (e insistir en ello) en que puede que me haya condicionado la lectura previa de Serotonina, que como dije, me parece una versión mucho más completa de Ampliación..., que en sí misma puede ser una novela buena y todo lo que quieran (no me lo parece, pero se entiende que en su tiempo haya tenido buena recepción: es una propuesta diferente, eso se le concede) pero que a mí me ha parecido una idea bien pensado pero ejecutada a medias, faltándole varios paneles capaces de robustecer su arquitectura básica. No creo andar muy equivocado en todo caso, intenten comprobarlo ustedes por propia cuenta y me dicen qué piensan al respecto.
Intentaré echarle otra lectura si es que me da el tiempo y les cuento.
Pues bien, tuve tiempo de echarle otra lectura y mis opiniones se mantienen y hasta se han reforzado. He dicho: ¡caso cerrado!


Siete préstamos en... ¿cuánto tiempo? No entiendo la primera fecha escrita a mano. El tres del... ¿del uno?, del... ¿19? Tendría sentido porque luego viene un préstamo en marzo del 2020, luego otro del 2021, luego otro del 2022 y luego tres este 2024, aunque de nuevo hay algo raro ahí: una devolución para el 14 de mayo, ¿la siguiente el 16? De verdad no entiendo cómo demonios funciona este puto sistema de mierda, a veces me da la impresión de que los "bibliotecarios" de Bibliometro hacen lo que se les da la gana. Si al menos me beneficiase de vez en cuando a mí...

miércoles, 20 de noviembre de 2024

Historias fantásticas, de Stephen King


Bibliometro #53. Por el título queda claro que estamos ante un conjunto de cuentos pero lo otro que hay que aclarar es qué cuentos son los que tenemos acá. ¿Cómo así? La otra vez comentábamos La niebla, libro que reunía tres historias originalmente compiladas en Skeleton Crew, el cual consta de más de veinte cuentos. ¿Dónde quedaron los demás? Exacto: en Historias fantásticas, sólo que tampoco los tenemos tooooodos acá, pero vamos avanzando. En este volumen tenemos 13 relatos. Según mis cálculos faltan seis o siete para completar Skeleton Crew. Algún día, algún día...


Hay tigres. Un pequeño cuento, bastante divertido y jocoso, sobre un muchacho que va al baño y se encuentra con una desagradable e ilógica sorpresa esperándolo frente a los urinarios. Una ocurrencia infantil hecha relato (tiene sentido, es de los primeros cuentos escritos por King). Está bien para empezar.

Apareció Caín. Acá tenemos un cuento que tiene algo bien curioso: de atmósfera y ritmo anticlimáticos, como si fuera un extracto proveniente de un relato más extenso, pero que tiene lo medular: un estudiante que, luego del último examen, pretende despedirse a lo grande (with a bang!, si me entienden). No hay explicaciones, no hay conclusión, no hay final, sólo el frío y cruel proceso, luego la violencia, esperada e inesperada a la vez, ilógica, extrema. Sin duda un cuento más sustancial, te descoloca, te desubica.

Zarabanda nupcial. Quizás mi favorito de todo el conjunto. Es la historia de unos músicos de jazz y una curiosa anécdota que les ocurrió en un trabajito que tuvieron que hacer para un mafiosillo irlandés: tocar música en el matrimonio de su hermana, que resulta que es una vaca inmensa (bueno así la describen qué quieren que le haga). Problemas de músicos, problemas de mafiosos, muchas balas, mucha mala leche. En resumen, una historia tan entretenida como algo nostálgica, lacónica, con un cierto pozo de tristeza que hay que saber identificar y apreciar: la vida no es fácil para los desadaptados, sería la lección que extraigo.

Paranoia: un canto. Un cuento lírico en forma de verso. Me gustó bastante. Por el título pueden imaginar por dónde va la cosa y yo sólo puedo adelantar que tiene una atmósfera nocturna y claustrofóbica muy bien lograda.

El ordenador de los dioses. Acá tenemos una historia más típicamente King, es decir una vida corriente de algún personaje frustrado que se ve trastocada, para bien o para mal, por un acontecimiento extraordinario e inesperado, muy al estilo de La dimensión desconocida, y cuya premisa se asemeja bastante a la de otros cuentos suyos que ya le hemos leído: qué pasa cuando llega a tus manos un objeto con el poder de cambiar la realidad. Qué cambiarías, qué harías, ¿te aprovecharías de ese desconocido poder? Así las cosas, el protagonista, que es un escritor fracasado que vive con una familia que lo desprecia, pasará del estupor y la perplejidad a la constatación, la experimentación, la ejecución... Ejem, descúbranlo ustedes.

El hombre que no quería estrechar manos. Otra historia típicamente King, en este caso de un modo algo distinto: una historia especial contada por un personaje que rememora dicho acontecimiento. Estamos en un club de caballeros, una noche fría y de fuertes vientos; uno de los más ancianos hombres que van a disfrutar de estas exquisitas reuniones procede a relatar la historia de un asesinato en una inolvidable noche de póquer, cuando un desconocido que le tenía miedo a estrechar manos se les unió a la partida. Un cuento muy interesante, muy bien relatado y, también, dueño de una deliciosa atmósfera de misterio preternatural sabiamente limitado a dos o tres detalles, dejando que el fuerte y el grueso de la historia sea lo humano: el miedo y la sorpresa ante lo extraño y asombroso; la solidaridad, etc...

La playa. Acá tenemos ciencia ficción. No es mi cuento preferido y la verdad tampoco me sentí muy entusiasmado por su propuesta, que tiene un toque de Bradbury ciertamente (y de seguro referencias a otros autores que se me escapan). Es la historia de dos hombres cuya nave cae en mitad del desierto, pero de esos desiertos de dunas, y la forma en que cada uno enfrenta la desgracia: intentando escapar y orquestar un rescate; dejándose engullir por la arena... Poderes desconocidos y grandiosos, toque de thriller psicológico, toque de humor, siento que no está del todo logrado, que no logra diferenciar o potenciar su propuesta, no sé, pero podría interesar a los amantes del sci-fi.

La imagen de la muerte. Una historia que busca ser una experiencia gótica o algo por el estilo, imagino. No soy especialista ni conocedor en la materia, pero tiene que ver con un espejo y las macabras historias que hay sobre quien se mira en su superficie y el efecto que tiene la imagen reflejada en quien observa. No es precisamente mi cuento favorito ni el más memorable, tampoco podría destacar mucho de él. Es lo que hay.

Para Owen. Un muy bonito poema que King le dedica a su hijo, y que tiene que ver con la inocencia en la mirada de un niño (o adolescente).

El camión del tío Otto. Este cuento es bien interesante y entretenido en el que King utiliza el ya conocido pero probado y consolidado recurso del racconto para contar una historia familiar alcanzada por lo extraordinario como explicación o símbolo de la locura humana y de sus mezquindades o pecados: la violencia, la codicia, la locura. Hombres que se hacen a sí mismos, pueblos pequeños con sus variopintos personajes, leyendas locales y, finalmente, la verdad terrible y oculta revelada. El tío Otto, un camioncito abandonado en un prado frente a su casa y el protagonista, el sobrino, que es el que se entera de todo, de primera mano, cuando le toca ir a la casa del tío a ordenar una cuantas cosas. Esta es una historia hecha y derecha.

Reparto matutino. Curioso y peculiar cuento que mezcla de manera anticlimática y enigmática lo anómalo con lo corriente y cotidiano, lo tenebroso con lo bucólico. Es bien interesante la mezcla, aunque más que una historia en sí sea un ejercicio. O, como pude comprobar, un extracto, una prueba; tal parece que este cuento era parte de una novela que King finalmente no completó, de ahí que esta historia, como dije, sea una escena y no un "todo". Como sea, el repartidor de una granja, poco antes del alba, lleva distintos productos a las casas de la gente: botellas de leche, jugos, crema, en fin... Todo muy normal, ¿no? El repartidor también reparte otras cosas menos saludables, y nunca sabremos por qué, pero esa atmósfera de normalidad con que lleva a cabo todo este extrañísimo recorrido sí que da mal rollo.

Ruedas: un cuento de lavandería. También ambientada en el universo del lechero malvado ese. Esta historia es sobre dos colegas que trabajan en una lavandería y que ahora andan por ahí tomando cerveza, toda una desventura de beodos irredentos. Es un cuento que podría considerarse realista, sucio realismo de borrachos hablando sandeces y atrayendo a otras personas a su esfera de patetismo alcohólico, todo muy gracioso eso sí porque, naturalmente, mientras no sea uno el que tenga que aguantarlos, los borrachos dan mucha risa cuando se ponen a hablar estupideces. Eso sí, tiene sus toques tenebrosos, misteriosos y de suspenso, todo relacionado con la figura del lechero ese. Por cierto, se aprovecha de construir un poco más ese pueblo, con sus hitos memorables y estrafalarios habitantes, en lo que King siempre ha brillado, y aunque la anécdota de estos borrachos es bien entretenida (y bien convincente ese poso de amargura que intentan llenar con alcohol), sigue teniendo ese carácter "inacabado" que se evidencia aún más con un final muy abrupto para su propio bien.

El brazo. En términos de calidad este es el mejor cuento: más atmosférico, más potente, más sólido, más rotundo. Es una perfecta mezcla entre el aspecto humano que tanto caracteriza a King y el aspecto sobrenatural, espiritual, misterioso, "terrorífico" si prefieren. Es la historia de una anciana que ha vivido toda su vida en una isla, sin jamás haber abandonado sus perímetros, sin jamás haber pisado la tierra del continente. Es una historia que recapitula sus hitos biográficos así como los cambios que el tiempo ha ido efectuando en la isla misma y en la población, en sus habitantes, en cómo han cambiado las cosas a medida que llegan las tecnologías y esas cosas. Una historia de comunidad bien unida y conocida, la gente de la isla se protege contra las inclemencias naturales y las maldades humanas, que no faltan aunque estén aislados por un mar bravo y vientos afilados como cuchillas. Pero es una anciana, y por algo ejercita la memoria, porque algo la llama. Es la anciana encontrando cierta paz antes de irse de la isla, y vaya que King logra aunar muerte y poesía, con la belleza de sus símbolos y metáforas. El brazo, por cierto, es la porción de mar que separa la costas más cercanas de la isla y el continente; el brazo, en invierno, se congela y puede caminarse...


El libro está bastante viejito y manoseado pero al parecer lleva siendo prestado desde agosto del 2021 nada más. Desde entonces, es decir en poco más de tres años, las Historias fantásticas de Stephen King han sido pedidas en 23 ocasiones, poco más de siete por año. El 2022 fue su año de gloria. Como ven, ha tenido tanta actividad que hasta han debido comenzar a estampar fechas en el reverso de la ficha bibliográfica, que en su cuadro principal está bastante prolijo y ordenado, ¿no creen?, ¡sin ninguna casilla desaprovechada!

lunes, 18 de noviembre de 2024

Mr. Mercedes, de Stephen King

 

Bibiometro #52. He acá una novela de Stephen King que tenía muchos deseos de leer, ¡por fin he logrado encontrar un ejemplar disponible en este maldito Bibliometro de los demonios!


Mr. Mercedes es un trepidante thriller a la vieja usanza del juego del gato y el ratón entre el señor Bill Hodges, un policía retirado, muy condecorado y apreciado en su tiempo gracias a los numerosos y complicados casos que resolvió, y Mr. Mercedes, un hombre que un buen día se subió a un mercedes, fue a un evento de empleos para gente desocupada y arremetió contra todo aquel que se le pusiera por delante, asesinando a ocho personas e hiriendo de gravedad a otras cuantas más. Mr. Mercedes nunca fue capturado y es uno de los pocos casos que Bill Hodges no pudo resolver. ¿Cómo es que se reaviva el juego? Pues porque Mr. Mercedes le envía una carta a Bill Hodges, quien, aplastado por la abulia y el aburrimiento post-retiro, decide seguirle el juego y ver si es que acaso lo puede atrapar, porque eso es lo que siempre ha querido: ponerle las manos encima a ese hijo de puta. De todas formas el juego le dará sentido a su solitaria y aplanada, grisácea vida.
Mr. Mercedes, entonces, es la estimulante y fantástica interpretación y ejecución de Stephen King de un relato puramente detectivesco, con una trama ágil y avasalladora en donde todas las claves del género están bien dispuestas y adaptadas a la visión de King, como por ejemplo los ayudantes (los Watsons) de este particular Sherlock, que por cierto no es un típico antihéroe cínico, amargado y deshecho. Sí es cierto que Hodges es medio alcohólico y que está sumido en una honda depresión, pero el suyo es un retrato fresco que no cae en la archiconocida oscuridad y pesadumbre del investigador atormentado hasta la médula, antes al contrario, más allá de sus problemas de ánimo Hodges es un personaje lúcido, entusiasta y sumamente lógico, que no es lo mismo que pesimista: es un personaje que cree firmemente que vale la pena luchar; que se motiva por su férrea moral y fe en la justicia, no por mera inercia profesional; digamos que el suyo es un idealismo con los pies en la tierra. A mí me gusta la figura del detective atormentado y nihilista que no cree en nada pero que hace lo que hace porque alguien tiene que llevar a cabo el trabajo sucio; sin embargo, me ha gustado este Bill Hodges, pues como dije, ofrece una visión refrescante a dicha figura, sin por ello perder del todo ese toque corrosivo y ácido inevitable en toda persona que deba lidiar con el lado oscuro de la psiquis o comportamiento humano. También me ha gustado el retorcido y enfermizo retrato (sin remilgos ni contenciones, sin miedo al espanto que puede provocar su maldad tan intensa y desaforada) que elabora del antagonista, el Mr. Mercedes, un tipo pretendidamente ordenado y compuesto que esconde un caos de ira, rencor y resentimiento; un espíritu negro perfectamente escondido entre las demás personas, siguiendo las normas sociales mientras, soterradamente, busca cualquier método posible para infligir daño y destrucción a una sociedad que detesta, amén de su contradictoria mezcla de delirios de superioridad y complejos de inferioridad. Esta novela es la lucha de estas respectivas voluntades, de ingenios o inteligencias, de sendas psicologías resquebrajadas que se provocan, se alteran, se engañan...
Sin ser una obra maestra ni nada por el estilo (como 22/11/63), sí me ha gustado bastante porque, aparte de la agilidad narrativa con que nos detalla este trepidante juego que va escalando en una verdadera bomba de nervios que te mantiene como colgando de un hilo, y a diferencia de lo que hemos comentado en algunos títulos suyos más recientes, King presta gran atención a la construcción psicológica (aunque no alcanza la profundidad ni la complejidad de, por ejemplo, Carretera maldita, un verdadero descenso a los infiernos de la desesperanza y la inestabilidad mental) y a las atmósferas pesadas y sombrías; además no se anda corto en lo enfermizo, lo esquizoide, lo perturbador ni en lo devastador, características que también destacamos y agradecimos de Revival (comentada por acá también), la cual, casualmente, fue publicada el mismo año que este Mr. Mercedes. King es un escritor que puede alcanzar grandes cotas de calidad pero éstas están inevitablemente ligadas a lo macabro, y cuando se suaviza y se contiene (en términos de "impacto" y de extensión: King brilla cuando se pone minucioso), cuando se pone medio condescendiente y pedagógico (o "juvenil", en mayor o menor medida), pues es cierto que el resultado puede dejar un regusto descafeinado porque, sin ánimo de encasillarlo (ya le hemos leído bellas historias que no tienen una gota de morbidez o sordidez), King es experto en adentrarse en los abismos humanos o, en su defecto, en los abismos de la realidad. Esta novela no teme en provocar y en perturbar, en incomodar al momento de describir psiquis alteradas e inclementes acontecimientos, lo cual es de agradecer.
Un libro muy recomendable, sin duda alguna, en donde tenemos a un Stephen King en muy buena forma y que es capaz de estar a la altura de sus talentos. Mr. Mercedes es una novela con una trama brillantemente escrita y desarrollada, además de personajes y psicologías complejas; es decir: perfecta combinación. O pueden leerlo sin tanto rollo como el que acaban de leer, ja, ja.


No te creo mucho que este ejemplar sólo haya sido prestado tres veces, todas este 2024, porque... ¡Ah!, pero miren nada más, debajo de la ficha hay otra más, la cual a su vez ha sido estampada en su reverso. En dos años y medio, Mr. Mercedes ha sido prestado en 21 ocasiones. Muy bien, ¿no? Observando fechas hay cosas que llaman mi atención: hay timbres muy seguidos en junio del 2022 y julio de 2023. No me hace sentido, se supone que te dan dos semanas de plazo, pero ¿un 21 de junio y luego un 22 de junio de inmediato? ¿Qué demonios pasó ahí? ¿30 de junio, luego 7 de julio y luego 20 de julio? No me cuadra tampoco. Suena a que hay personas que devuelven un libro y se lo piden de inmediato, pero me dijeron que eso no se podía. Igual no espero algo distinto de Bibliometro, su desorden me estresa...

sábado, 16 de noviembre de 2024

Si te gustó la escuela, te encantará el trabajo, de Irvine Welsh

 

Biblioteca Nacional S08E03. Otro ciclo de préstamos de la B.N.P.D. ha llegado a su fin y lo hacemos en la siempre agradable y estimulante compañía de nuestro compadre Irvine Welsh, ya saben, el autor del universo Trainspotting. Iba a decir que por primera vez íbamos a comentar algo fuera de dicho universo tan querido pero es mentira, porque, de hecho, volvimos a este blog de la mano de Welsh y su novela Crimen, ¿recuerdan? Eso fue a inicios o mediados de mayo, cómo vuela el tiempo, gente. ¿Cuánto hemos leído desde entonces? Como sea, cuando en los estantes de la B.N.P.D. hay algo del escritor escocés, nosotros nos aseguramos. Venga pa'cá. Si te gustó la escuela, te encantará el trabajo es un libro que reúne relatos largos, novellas, aunque qué sé yo al respecto.


Serpientes de cascabel, el relato que abre el presente conjunto es un delirante e hilarante viaje de tres amigos por el desierto estadounidense luego de una nueva edición de Burning Man. Es una historia sumamente divertida, retorcida y alocada en donde hay drogas, sexo, violencia, amor, amistad y acontecimientos inesperados y pesadillescos, porque hablamos de un mal viaje, un muy mal viaje. Es una comedia negra negrísima, incorrecta a rabiar como es usual en Welsh, una historia inaugural perfecta para ponernos en ambiente. Lees esta historia con  ganas de partirte de la risa y también con una sensación de "qué mierda está pasando aquí" que te deja con su buena cuota de mal cuerpo, pero oigan, de eso se trata todo.

Si te gustó la escuela, te encantará el trabajo, el relato que da nombre al conjunto es la crónica de una mala racha, la mala racha del protagonista, un inglés expatriado que vive en una turística localidad española y que lleva una vida bastante buena, a decir verdad: es dueño de un bar, tiene un culito para descargar sus ansias carnívoras, el tiempo siempre es agradable y soleado. Pero de repente las cosas se complican cuando los problemas tocan a su puerta: la irritante ex; su rebelde hija; una amante neurótica y desequilibrada; unos tipos con mala pinta... todo junto y revuelto para hacerle pasar un muy mal rato. Si te gustó la escuela... es un relato menos escabroso y retorcido que el anterior, pero tampoco tiene ese realismo sucio propio de sus obras más conocidas. Se ubica en un punto intermedio (oscila entre la normalidad y el delirio, entre la paranoia y la extrañeza), pero siempre con ese corrosivo sentido del humor marca de la casa, en donde un hombre común y corriente con problemas comunes y corrientes parece verse envuelto en un asunto peligroso y tenebroso. Este contraste crea una deliciosa atmósfera de suspenso (el suspenso de a pie) en donde cada pequeña cosa se siente emocionante, así que sí, una lectura la mar de divertida, agradable y ulteriormente sorprendente: Welsh jugando con las convenciones del género, subvirtiendo los puntos de quiebre típicos. Y nosotros pasándolo más que bien, oh.

Las DOGS de Lincoln Park es una historia similar a la anterior en el sentido que juega con convenciones y prejuicios, tanto en lo relativo a narrativas y clichés como a ideas preconcebidas sociales y políticas. La protagonista es una corredora inmobiliaria, soltera, que vive sola con su perrito faldero, que se junta regularmente con su grupo de amigas (más o menos como las que verías en un docureality de treintonas blancas, ohmygosh) y cuya vida, aparentemente superficial, comienza a dar vueltas cuando sus propias ideas y prejuicios se ven enfrentados por las cosas que ocurren a su alrededor, y cuyo centro neurálgico parece ser un restaurante de comida coreana y uno de los chefs, con una personalidad la mar de, ejem, llamativa. Hemos de señalar algo que se nos ha quedado en el tintero hasta el momento: la habilidad de Welsh para crear buenos personajes y dotarlos de sustancia y personalidad aunque parezcan ser simples patanes y arpías. Y de eso se va tratando este, para variar, divertido relato también lleno de incorrección política aunque apuntando certeramente a las verdaderas fuentes de esos prejuicios: no deja títere con cabeza.

Miss Arizona. Este relato tiene los ingredientes vistos en las historias anteriores pero acá sí tienen un giro decididamente tenebroso y grotesco, en tanto el protagonista, un director de cine y escritor que se encuentra escribiendo un libro sobre su cineasta favorito, nos cuenta su vida, bastante buena y yendo a mejor, con una buena novia, perspectivas profesionales promisorias, retos artísticos estimulantes, en fin... todo lo cual tiene su contrapunto con la presencia de una señora, última mujer del cineasta independiente sobre el que está escribiendo, que a todas luces es una mujer perturbada e incómoda con la que estar, y la cual hará que las cosas se pongan oscuras que te cagas. Sobre este es mejor no hablar mucho salvo para señalar lo que imagino ya intuyen: es una historia bien escrita, bien construida y que cuenta con su interesante mitología propia, con personajes atractivos y un justo equilibrio entre argumento/misterio y ese estudio de personaje o estilos de vida que tan bien se le da a Welsh. Si no fuera por el toque mórbido, este relato seguiría siendo interesante de leer, he ahí su calidad como escritor. Pero claro, ya sabemos que para lo mórbido y grotesco y tenebroso Welsh también tiene mucho talento, por lo que no hay por dónde perderse con esta Miss Arizona, cuyo tramo final resulta bastante desolador a decir verdad.

El reino de Fife es lo más parecido al universo de Trainspotting (además del hecho que sus doscientas páginas la hagan, a mis ojos, una novela de tomo y lomo, pero como suelo decir, qué sé yo al respecto) en tanto Welsh nos sitúa en una región escocesa, con sus ciudades/pueblos y rivalidades y características o identidades culturales, y nos cuenta la vida de sus habitantes de la voz en primera persona de dos personajes: un ex jinete desempleado sin oficio ni beneficio que vive de los cheques de la seguridad social, y una adolescente (o adulta recién salida de la adolescencia), hija de un conocido pero vulgar empresario/mafiosillo local, que fuera de un caballo al que ama con todo su corazón no tiene muchas razones para entusiasmarse por la vida. Por lo que tienen más o menos lo que pueden esperar: conversaciones entre colegas, pintas en el pub a la vuelta de la esquina, anécdotas para regalar (algunas de lo más delirantes), personajes tan reales y genuinos como estrafalarios (en todos los barrios hay personajes así), matones y mafiosos de poca monta, noches de sexo y alcohol, todo englobado por el talento innato e infalible de Welsh para capturar y retratar y transmitir ese estilo de vida modesto pero colorido (desde luego que el autor, tal como él mismo señala, agrega de su propia cosecha dramática e imaginativa) de la clase media y/o trabajadora escocesa en donde verdaderamente no parece haber futuro, sólo un presente de "ir tirando para adelante". O de la vida en un pueblo de mierda chico, infierno de mierda grande. Ambas voces están escritas replicando el habla propio de sus personajes, enriquecidos además con la floritura literaria de Welsh. Una gozada de tomo y lomo; ciertamente más ligera, o mejor dicho menos cruda y rabiosa y devastadora y nihilista que Trainspotting, pero aún así otra incontestable muestra del mejor Welsh. Se aconseja leer con un mapa a mano.

Como ven, un conjunto de relatos todos sólidos, todos muy bien escritos y ejecutados, todos interesantes y llamativos, incluso originales, al menos distintivos y que, al leerlos, tienes la seguridad de que no estás leyendo algo ya visto antes, sino que es una historia que sí justifica su existencia, lo cual es algo que a veces me surge leyendo cuentos o relatos cortos: que leemos experimentos o ejercicios o anécdotas o meros lucimientos disfrazados de cuentos, y claro que pueden ser divertidos y todo, pero igual la duda persiste: ¿era necesario? Bueno, semejante duda no me surgió jamás con este volumen. Brindemos por ello.


Lleva su tiempo este libro en la B.N.P.D. Once años desde que llegó, desde que fue comprado, según señala el timbre. Siete préstamos en total en todo ese tiempo, quizás a los lectores casuales no les interese tanto lo que Welsh tenga que decir más allá del cuarteto maldito, pero es una especulación injusta, lo sé. Lo que sí, hemos despertado una larga siesta de seis años. Los Excepcionales nuevamente en acción.