"LAS GRANDES PASIONES SON ENFERMEDADES INCURABLES"
-Goethe

lunes, 6 de junio de 2016

Paréntesis


Vengo a dejar una breve (ojalá) constancia de algo que me llamó profundamente la atención, o quizás ni tanto, si bien es algo que, creo, merece ser anotado.
Hace poco releí La Tregua de Mario Benedetti. En él, el protagonista es un hombre largamente viudo que ha aceptado una vida rutinaria y gris, aunque no es que le complique o deprima tampoco, pero sí es consciente de la monotonía. En ello, conoce a Avellaneda, que es una empleada que llega a trabajar donde él bajo sus órdenes; además, ella tiene una cierta frescura y voluntad que él ya creía enterradas en el fondo de su ser. Se enamoran, inician una relación, y cuando están a punto de casarse, ella se muere por culpa de una gripe que, me imagino, devino en enfermedad o algo así. El hombre vuelve a su existencia gris y monótona, algo deprimido, claro, y dándose cuenta de que ese período amoroso fue una tregua a su existencia triste y solitaria.
Poco después leí Susana de Pio Baroja. En él, el protagonista es un español que trabaja en cosas químicas y biológicas que, mientras está en París, ve cómo la guerra civil española afecta a miles de españoles. Como no puede volver, se queda en París. El tipo es solitario y también acepta su rutina monótona, sin celebraciones pero tampoco reprochando o llorando. Es serio, además. En ello, conoce a Susana, la hija de un pintor con la que inicia una relación. Ella, como Avellaneda, exuda frescura y relajo, cosas que el protagonista aprende a disfrutar mientras pasa el tiempo con Susana. De nuevo, cuando ambos planean casarse, ella se ausenta producto de una enfermedad, sólo que, cosas del destino, no es ello lo que la mata sino un accidente de tránsito. El tipo queda solo, amargado, aceptando que en realidad su vida debe ser solitaria y monótona, gris, y que lo de él con Susana fue una mera ilusión, una tregua...