"LAS GRANDES PASIONES SON ENFERMEDADES INCURABLES"
-Goethe

lunes, 22 de septiembre de 2014

Para no perder (nuevamente) la regularidad



No es que tuviera esta entrada en mente desde hace tiempo, ni siquiera es que la haya pensado detenidamente, pero tal como el título indica acertada y exactamente, no quiero perder la regularidad de este blog, y como el lema es que acá puedo escribir cualquier barbaridad, pues entonces qué me detiene. Ya explicado el título de la entrada, ahora procedo a explicar la imagen que encabeza el mismo: sí, es "Skins", y desde luego que no es un comentario sobre mis apreciaciones, pues esa es harina de Cine en tu cara, sino más bien un ranking de los openings que cada temporada tuvo, ordenados del peor al mejor. Supongo que una breve explicación acompañará cada elección, y eso sería. Ya explicada la imagen de cabecera, ahora procedo a explicar el primer párrafo... mentira.
Sin más preámbulos:

Bueno, en realidad, antes de comenzar con el ranking quería decir que el único que no me gusta es el de la sexta temporada, que para mí es la peor de todas, así que mayor coherencia imposible. De hecho, si lo digo a la rápida, estoy casi seguro de que el ranking de los openings también vendría siendo mi ranking de las temporadas que más me gustan, aunque dejaría fuera la séptima, que no tuvo opening. Ahora sí (ya saben, de peor a mejor):

Ya lo dije: el que menos me gusta. Para empezar, la música es muy radicalmente distinta a lo que venía siendo anteriormente, lo cual rompe demasiado para mi gusto, y además todo lo de las cámaras girando alrededor de Frankie, el sujeto gay y los demás es mucho ruido y pocas nueces. En realidad, todo lo que digo no tiene mucho sentido, y lo único que hace que ver/escuchar este opening no sea tan malo es que se escucha, aunque sea por un par de segundos, esa melodía que tanto caracterizó a Skins en su momento. Para que quede más claro: el opening menos "Skins" de "Skins".

Este sí que me gusta, y me parece muy bonito y disfrutable, casi inocente e infantil -esta generación, al menos en la primera temporada que le tocó, parecen más niños que los demás-. Con todo, la dejo quinta porque el video, que como digo es bonito y todo, es más bien un popurrí de momentos por aquí y por allá, sin diferenciarse mucho de las dos primeras temporadas. En definitiva, la música está bien pero le falta más identidad a lo visual.

Me chocó un poco al inicio ver un opening que no tuviera nada de la bella melodía característica de Skins, pero con el tiempo he ido apreciándolo mejor. Me gusta que tenga cierto aire de paz y tranquilidad, reflexión y relajo, como si todo fuera tan simple como caminar y respirar, mirando el cielo despejado y sintiendo la brisa y los tenues rayos de sol. A mí me evoca paz y tranquilidad, y eso suma muchos puntos, y luego de un tiempo, la música deja de ser un problema.

Otro opening que es muy bonito, tanto en lo visual como en la música, que sigue teniendo esa belleza melódica inicial pero con un par de toques que resultan deliciosos. También tiene un aire optimista, centrado bastante en la amistad y en la unión de los chiquillos estos, que igualmente viene a evocar buenos tiempos y todo lo demás. Simpático y agradable.

Este me parece genial, pues tiene un aire nostálgico y melancólico -muy en onda con la temporada misma, con asesinatos y esquizofrenias y alucinaciones y depresiones: todo muy dark, oh señor- que te hacen sentir mal pero que finalmente transforman esa sensación en algo bueno, lo cual es bastante raro: ambigüedad pura, como la vida misma. Desolación también puedo percibir, una sensación de despedida. Por lo demás, tiene la base melódica característica pero la retuerce en favor de este tono tan oscuro que resulta brillante. No me canso de verlo.

Sin duda, el más bello de  todos, además de ser el primero, con todo lo que ello implica: trae recuerdos. Es el único constituido solamente por imágenes sacadas de la serie misma, y no grabadas para el opening, lo que para mí agrega honestidad, muy en línea con la simplicidad de ser el primer opening. Inolvidable.


¿Y dónde queda el de la versión US? Espera, ¿hay una versión US? Naaahhhh, ¿de verdad? Uff, pero qué mierda debe haber sido. Oh no, maldita sea, vienen recuerdos, arrrgghhh, qué dolor: versión suavizada de lo mismo: en UK Tony mira a su vecina, desnuda y de unos cuarenta años de edad, con celulitis y todo; en US la versión gringa de Tony mira a su vecina, pero es una rubia escultural y media curvilínea que, sin embargo, está en ropa interior. Uno pensaría que los adolescentes estadounidenses son retraídos, pero luego uno ve "Spring breakers" y "Proyecto X" y se da cuenta de lo contrario: los cobardes sin personalidad no son los adolescentes, sino los directores.


En fin, para serles realmente honestos, les recomiendo solamente las dos primeras temporadas, incluso hasta la tercera, que son las más compactas y bien construidas -también sumaría "Skins fire"-. Las demás son todas olvidables y para el tacho de la basura. Además vino a quedar en claro que este ranking de openings no sirve como un ranking de temporadas... así a la rápida -orden decreciente-: 1-2-3-7.fire-5-4-6-7.rise-7.pure.

Lo que sí recomiendo, claramente, son los openings.
Que los disfruten.

viernes, 19 de septiembre de 2014

Televisión versus Cine

Mucho se ha hablado de la televisión de este último tiempo, o de manera más específica, de las series que salen de la industria televisiva estadounidense, y su aparentemente incuestionable calidad. Tan alta es la calidad de estos productos, que varios cineastas de gran fama han decidido emprender proyectos en la caja chica y hasta hace no mucho, considerada tonta por todos los grandes intelectuales, quienes ahora no pueden esperar a que su serie favorita estrene episodio. Ya sabemos que David Fincher fue la cara visible de House of Cards -además del director de los primeros episodios-, junto con estar involucrado en la versión estadounidense de "Utopia" y otra serie más que hace poco hizo noticia por contar con él como productor -no la recuerdo, por si acaso-. Y no sólo él, pues los hermanos Wachowski también tienen proyecto en Netflix, titulado Sense8; y Steven Soderbergh se unió a la fiesta al dirigir la temporada completa de la todavía en emisión The Knick. Por si fuera poco, "True Detective" logró reclutar a dos grandes actorazos como Matthew McConaughey y Woody Harrelson, y un joven director que ha hecho muy buenas películas -además de tener otras interesantes en carpeta- llamado Cary Fukunaga. ¿Hay más casos de cineastas que se van a la tele? Pues sí que los hay, pero ahora mismo se me escapan de la mente.


¿Qué nos dice todo lo anterior?


Pues verán, no nos dice nada en realidad, pero muchos sí que han sacado conclusiones apresuradas: actualmente, se hacen mejores historias en televisión que en cine, pues la primera le ha ganado la pulseada a su hermano mayor. No es que quiera menoscabar a las personas que afirman tamaña monstruosidad, pero lo cierto es que tal cosa es una completa falacia.


Primero, no se hace mejor televisión que cine. Para afirmar que sí se hace mejor televisión que cine hay que tener una mente pequeña y un universo cultural aún más pequeño que eso. ¿Las series y miniseries actuales son mejores que el cine actual? Ok, ¿qué cine? ¿Todo el cine, todo el panorama cinematográfico mundial del mundo (sic)? Ufff, dios santo. Lo siento, pero el cine actual sigue siendo tan bueno como siempre lo ha sido, aunque claramente no tenemos piezas del nivel de clásicos como Ingmar Bergman, Rainer Werner Fassbinder, Akira Kurosawa, Federico Fellini o John Huston, por mencionar unos pocos bien conocidos por casi todos -asumo aquello-. No tenemos actualmente directores que logren ser equivalentes en calidad a ellos, pero decir que las películas son malas y pérdidas de tiempo es completamente erróneo. En lo único que voy a dar una concesión es en que la televisión actual es mejor que el Hollywood actual, lleno de remakes, reboots, superhéroes y cuanta aberración más. Pero más allá del universo hollywoodense, la televisión no se la puede con el cine de Cronenberg, Paul Thomas Anderson, el panorama surcoreano -Hong Sang-soo, Park Chan-wook, etc.-, Mia Hansen-Løve, entre muchos otros más que conforman una cinematografia estupenda que, por donde se le mire, es mejor que la televisión.
Además, está el simple pero elocuente hecho de que las mejores series de televisión utilizan las grandes herramientas cinematográficas, lo cual explica que cineastas hagan televisión. En cuanto a las series comunes y corrientes, aquellas destinadas a tener buen rating y no hacer historia -esto no siempre va de la mano-, es notorio que el lenguaje de éstas es sumamente simplón y sin personalidad. El cine no nos deja de sorprender y la televisión intenta emularlo, sin duda, y con excelentes pero no tan numerosos resultados, pero sin alcanzar la calidad de "su hermano mayor". No hay que dejarse llevar por el clamor popular y ser ilusos: no se hace mejor televisión que cine.
Así que en eso quedamos con el primer punto: la televisión no es mejor que el cine, ni ahora ni en el pasado ni tampoco en el futuro.


Segundo, ¿por qué, si el cine es tan bueno, tipos como Fincher se van a la televisión? Eso no es completamente cierto, pues Fincher sigue haciendo películas -luego de Gone Girl parece que va a terminar su trilogía de La chica del dragón tatuado, así que eso de que dejó el cine es una vil mentira-. Y lo cierto es que hacer televisión le permite a Fincher hacer proyectos que los grandes estudios de hollywood no le permiten hacer, o en su defecto, la televisión le otorga mayor libertad creativa. Pero eso es porque el ambiente en el que se mueve Fincher, Hollywood, en estos días deja mucho que desear con la venalidad reinante y la falta de imaginación y valentía. De hecho, y para que vean, "Gone Girl" está financiada por grandes estudios por su procedencia literaria de best-seller, algo que se traduce en potenciales millones en ganancia, y no por la calidad que el hombre pueda lograr -aunque claramente su nombre significa algo para muchos de nosotros-. El mismo caso va para "The girl with the dragon tattoo", que de no haber sido una novela famosa y superventas -además del éxito de la versión sueca-, quizás habría sido más difícil de llevar al cine de la mano de Hollywood.
En conclusión, algunos cineastas no hacen televisión porque el panorama cinematográfico sea apocalíptico y esté en el borde del precipicio -eso unos pocos ilusos se lo deben creer-, sino porque tienen mayor libertad creativa que la que ofrece Hollywood, sólo Hollywood, en estos días -a menos que tengas un gran nombre, de lo contrario, tienes que seguir órdenes que en la televisión no son tan rígidas ni meramente fijadas en ganancias y presupuestos, y ya en la televisión también hay diferencias, pues sabemos que HBO es más valiente que la CBS, por ejemplo: al igual que en el mundo del cine, tienes que saber en dónde financiar tus proyectos-. Si el cine fuera tan malo, si es que ese fuera el caso, habría una fila eterna de realizadores de renombre con proyectos para la tele, lo cual no es así.


Tercero, hoy en día tampoco sería correcto afirmar que se hace mejor televisión que antes. Está claro que desde que HBO decidió hacer producciones propias la calidad se elevó espectacularmente, algo que se agradece, pero antes de esa asunción teníamos el caso de Twin Peaks, Miami Vice -no la he visto completa, pero sí episodios locos que me parecen estupendos-, Hill Street Blues -lo mismo que con Miami Vice-, o sitcoms como Married with children, que si me preguntan, es mucho mejor que The big bang theory -un aburrimiento con ganas-. También hay una miniserie llamada "I, Claudius", el "Decálogo" de Kieslowski, "Berlin Alexanderplatz" de R.W. Fasbinder, etc. Antes de la así llamada "era de oro de la televisión", ya había un gran listado de series memorables y de excelsa calidad. Soy de los que piensan que es una falta de respeto afirmar cosas superlativas sin tener pleno conocimiento del tema, y peor si es que se pasa a llevar a generaciones anteriores. La televisión tiene una rica historia y tradición, y ha mantenido al borde del asiento a sus audiencias ya sea en los cincuenta, en los ochenta, o más recientemente con Breaking Bad.
Yo mismo seré honesto: no he visto todas las series de la televisión, y establecer una comparación es banal e inútil, pues a lo largo de toda la línea de tiempo de la industria televisiva, se podrán encontrar grandes éxitos de audiencia y calidad.
Lo dicho, hay muchas series actuales que me encantan, pero estoy seguro que hay otros ejemplos de hace veinte, treinta o cuarenta años tan buenos como los de hoy.


Cuarto, ¿por qué esa locura por afirmar que la televisión actual es la mejor de la historia, mejor que el cine? ¿Es tan cierto que estamos en la edad de oro de la televisión? Es la respuesta más fácil: las nuevas tecnologías y las redes sociales permiten que cualquier falacia tenga credibilidad. Lo dice uno, lo apoyan diez más, una multitud completa lo defiende, y una masa gigantesca se suma a la fiesta. Si hubiera habido twitter en los cincuenta, quizás se habría provocado el mismo fenómeno. Lo cierto es que la generación actual de humanos es tremendamente egocéntrica y cree que todo lo que tiene que ver con ellos es lo mejor de lo mejor, así que tampoco es descabellado pensar que dicen que los productos que ellos disfrutan son los mejores sólo para mirarse el ombligo y hacerse auto-felaciones; como para decir "yo fui testigo del fenómeno 'Breaking bad', blablablá". Además, hoy en día sentarse a ver televisión ya no está tan condenado socialmente como antes, cuando te trataban de incivilizado; hoy en día, ver diez horas seguidas de House es una proeza digna de admiración.
En conclusión, no se crean cada cosa que vean en facebook o twitter. Además, es obvio que las grandes masas claman popularmente a la televisión, que llega de manera más fácil a todos, y por eso se emocionan más con series que con películas, que por lo demás son las que provienen de Hollywood, así que ahí tienen la rica cultura en la que todos se basan. No digo que si vieran cine europeo o estadounidense más independiente quedarían emocionados -"es aburrido", estoy seguro que muchos gritarían-, y es probable que seguirían diciendo que la tele es mejor que el cine, pero señalo esto porque parece que la victoria la indica sólo el clamor popular. Es sintomático que si alguien dice que le gusta, qué sé yo, alguna ganadora de Cannes, los amantes de Sheldon Cooper te traten de hipsters -hay que tener personalidad para aquello- y lleguen a menospreciar el buen cine. Es una batalla eterna que, al menos para mí, está perdida. Por eso uno tiene su rincón de cine en la red: para desahogarse.


Quinto, y esto es más pequeño, me parecen falaces las diferencias -ventajas y desventajas- que se establecen entre ambos formatos. Dicen que la televisión es mejor por su duración dividida en determinada cantidad de episodios, lo que permite un mejor desarrollo de personajes y situaciones y etcétera. Vamos, eso no es una ley que se cumple siempre: "Tyrant" es una serie que tiene personajes pobremente dibujados y desarrollados, así que no molesten con eso de que las series permiten un mejor desarrollo de personajes que en el cine, en el cual se han visto grandes personajes en películas breves, como los de "Last life in the universe", "The match factory girl", "Trust", etc. He visto grandes personajes en películas que duran prácticamente un décimo de lo que muchas series aguantan por temporada, así como también he visto series con mejores personajes que algunos vistos en cine -Rust Cohle es mejor que muchos, sin duda-. Cada formato sabe cómo aprovechar mejor sus herramientas: la historia ha demostrado que el cine ha alcanzado cotas de calidad tremendas en grandes cantidades infinidad de veces más que la televisión.


En conclusión, quiero decir un par de cosas: no miro en menos a la televisión, pues hay series que me encantan y me parecen obras maestras -Sons of Anarchy-, pero nunca va a ser mejor que el cine, ni ahora ni nunca: el cine es insuperable en el panorama audiovisual -que hayan esperpentos es otra cosa, pero en todo arte hay esperpentos-.
Escribí esto impulsivamente y casi sin pensar, así que no piensen que esto es un profundo estudio sociológico, pues en realidad son desvaríos míos, un sujeto amante del cine y amigo de la televisión. Además, no he visto todas las películas ni series del mundo.
Y, para finalizar: disfruten lo que quieran disfrutar. Quién soy yo para cuestionarlos, sólo vengo a dejar mi opinión.

miércoles, 17 de septiembre de 2014

"Black Kiss", de Howard Chaykin


  
Bueno, tal parece que he tenido este blog más abandonado de lo que pretendía, aunque en las última semanas he intentado mantenerme activo por acá. Esto de escribir comentarios sobre cómics y/o novelas gráficas es, a primera vista, lo más sólido que he hecho en este oscuro rincón de la surface web. Pues bien, "Black Kiss" es una historia de doce números que, como se puede apreciar con la imagen de arriba, bebe de la mejor tradición noir, de los relatos negros más negros y retorcidos y violentos y malas pulgas: el hardboiled. Nada que temer, nada de lo que avergonzarse, nada de lo que disculparse. Actitud pura, historias adultas que no se amilanan ante nada.


"Black Kiss" tiene un giro tremendo, de esos que sorprenden pero a la vez te hacen todo el sentido del mundo cuando te das cuenta de que estaba ahí la respuesta, frente a tus ojos. "Pero claro, cómo no me di cuenta antes". Para mala suerte mía, mientras buscaba una página para descargarla, me encontré con una que, primero, no tenía enlaces de descarga y, para aumentar mi decepción y enojo, esto siendo lo segundo, en la primera línea de su artículo, ¡la primera línea!, el autor revela el tan bien guardado y pensado giro argumental y atmosférico. Vaya persona que es, nunca más lo voy a visitar. No hay respeto. No esperen spoilers de mí, pues sé que una buena historia es mucho mejor cuando te sorprende y te da cachetadas y patadas en los testículos.
Eso sí, debo aclarar lo siguiente: "Black Kiss" tiene una historia genial, de esas que le provocan sobredosis de genialidad a tus ojos y tu mente, de esas historias que de tan sólo escucharlas te da la sensación irrevocable de "quiero, qué mierda, DESEO más, mucho más". Por desgracia, la resolución me dejó con un mal sabor de boca, pues no le hace justicia a todo el entuerto previo.


Pero vayamos por partes, ¿shall we?


La historia transcurre en Los Angeles en la década de los ochenta, y tiene como protagonistas a Beverly Grove, una actriz en franca decadencia que tiene como pareja a Dagmar Laine, un transexual idéntico/a a ella. Ambas quieren recuperar, a toda costa y cueste lo que cueste, unos rollos de películas pornográficas sacadas de la colección del Vaticano. Sí, esto de recuperar cintas porno parece bastante manoseado en los cómics con tintes conspirativos, o al menos me lo parece a mí: "Desolation Jones" tiene como MacGuffin cintas pornos de los nazis, y en la mini-saga de Kev Hawkins de "The Authority" hay una cinta sexual que involucra a Margareth Thatcher y Sadam Husein. En cualquier caso, buenos pedazos de cómics aquellos. Siguiendo con "Black Kiss", lo que dichas cintas porno contienen es un misterio, y más le vale, pues ésta funciona como el MacGuffin que nos va a llevar al tan genial y mindfucking giro. Y, además de estas dos llamativas rubias, también tenemos como personaje importante a Cass Pollack, un jazzista y adicto a la heroína que está huyendo de la mafia y de la policía, quien acaba asociado con las idénticas e intrigantes damas. ¡Y estamos en Los Angeles! ¡Hollywood! ¡Decadencia pura! ¡El escenario perfecto para una historia tan retorcida y deliciosa como esta!




Así es, una de las cosas geniales que tiene "Black Kiss" es su ambiente, su atmósfera, su aire de sordidez. Porque tenemos curas pedófilos, varios felatios y cunnilingus, violencia explícita, oscuras sociedades secretas, personas amantes de la necrofilia, un largo etcétera, todo sucediendo en moteles de mala muerte, iglesias alejadas de la mano de Dios, morgues y varios lugares más. Pero esto no valdría mucho si es que la calidad del dibujo, de las imágenes no fuera tan poderosa como lo es, obra y gracia de su autor, Howard Chaykin, que además de ser guionista, también dibuja. El blanco y negro es lo que viene a coronar esa estética noir tan deliciosa e hipnótica, atractiva. El autor logra otorgarle a cada imagen esa maldad y asquerosidad -sin ánimo de ofender a nadie, por favor- que multiplica la calidad e inmensidad de su trama.
La historia también está muy bien escrita, y además de tener ese gran giro espectacular, antes de que suceda también veremos otros mini-giros igual de sorprendentes e impactantes, pues todo aquí está hecho para volarte la mente. La trama de "Black Kiss", poco a poco, se va adentrando en los recovecos más oscuros y profundos de sus personajes (y de la ciudad misma, epítome de la decadencia occidental al parecer), quienes se ven envueltos en una inesperada e involuntaria espiral de maldad y violencia. Sólo hay que dejarse llevar y, desde luego, disfrutar como cerdo en el barro o Mel Gibson en "Get the Gringo".


Pero, como ya adelanté, el final me dejó disconforme, con un sabor amargo. Está bien y todo, bien pensado y, por qué no, bien resuelto, pero no resulta tan memorable como uno pensaba que iba a ser. Para serles honesto, me pareció muy apresurado e impulsivo, como si el autor se hubiera visto dominado por la necesidad imperiosa de terminar la historia cuanto antes. Pero como digo, no está del todo mal: es un final aceptable.
Quizás tenga que darle otra oportunidad. Es más preciso decir que yo soy el problema acá.


En fin, de todas formas no puedo hacer nada más que recomendar "Black Kiss", una experiencia única, valiente e inigualable. Supongo que la daré una ojeada de nuevo más pronto que tarde, pues siempre da gusto ver historias adultas y arriesgadas como ésta. Basta de unicornios y árboles que hablan. Pongámonos malos.

sábado, 6 de septiembre de 2014

Bienvenido Kayser PPRPBB

En el post pasado le dí la bienvenida -espero que ustedes igual- a Lucho, la simpática tortuga que pueden ver en la parte inferior derecha del blog. Mientras escribía aquellas líneas, me di cuenta de que Kayser PPRPBB, el perro que está en Cine en tu cara, no tuvo una bienvenida apropiada, y qué mejor que este espacio, en el que me propuse escribir cualquier cosa, para hacerlo.
Tal como en el post pasado, se viene un poco de historia personal.

Ahora démosle la bienvenida a Kayser PPRPBB. Su nombre es mucho más largo y tiene una clara explicación: Kayser es el nombre que me gustaría ponerle a mi próximo perro, y cada letra que sigue es la inicial de mis perros y perras anteriores y actuales.

La primera P es de Pitsi, un pastor alemán que tristemente tuvo que ser regalado, pues era muy grande y en aquel entonces, cuando era de nosotros, mi hermana era muy pequeña y se asustaba con él. Mis padres, sabiendo que un perro es genial para un niño, no querían que mi hermana se llevara la impresión errónea de ellos y les agarrara un miedo permanente. No recuerdo mucho de él, pero mis padres dicen que era un buen perro, aunque muy grande para nosotros -de todas formas nuestro patio no era un espacio minúsculo; era el más grande del barrio-. El último recuerdo que tengo de él es una imagen: en el asiento trasero de la camioneta de quienes se lo llevaron al campo, claramente un espacio mucho más extenso para él, además de tener el aire fresco y puro que tanto bien le haría. Estaba mirando, a mí o a mi familia, con la boca abierta y la lengua afuera. Supongo que estaba un poco triste y nervioso, y eso me entristece a mí ahora, pero me alegro un poco al imaginar que luego de ello su vida fue mejor, más tranquila, y que finalmente se acostumbró a sus nuevos dueños. Ahora quizás ya haya muerto o esté muy viejo. En cualquier caso, espero que lo haya pasado bien.

La segunda P es de Pitsi II, un cocker spaniel muy simpático y que ayudó a los deseos de mis padres: que mi hermana no se asustara con ellos. Recuerdo cuando llegó: mi madre estaba en la calle, abriendo la reja con una mano y con la otra sosteniendo una caja con él dentro. Lo demás es lo común: darle comida, jugar con él, abrirle la puerta para que camine por la calle -siempre con la mirada vigilante de mi madre y a veces la mía-, etc. Recuerdo una vez cuando su cabeza se quedó atrapada entre los barrotes de una puerta; yo estaba muy estresado y asustado y no sé cómo se soltó. De seguro fue muy relajante para todos.
Así pasó con normalidad hasta que un día se perdió, desapareció, y tal como es común en estos casos, para siempre, no volvió más. Recuerdo que mi mamá y yo caminábamos las calles del barrio gritando su nombre, "Pitsi", sin que ningún perro se acercara a nosotros al reconocer su nombre y sus amados dueños. Lo peor es que a lo lejos vislumbré un perro parecido al mío: era de tamaño mediano, pelo castaño claro y, si mal no recuerdo, también un cocker spaniel, pero cuando con mi mamá nos acercamos, vimos con decepción que no era nuestro Pitsi. De seguro me sentí muy mal. Con mi madre no buscamos más allá del barrio, y ella tenía una teoría: un heladero, que usualmente le hacía cariño al Pitsi cuando lo sacábamos a la calle, fue quien se lo llevó, lo robó.
En fin, que no lo haya pasado mal, lo único que espero.

La R que sigue es de Reina, una perrita cuya raza no sé realmente cual es. Era de color negro y mediana, con pecho blanco. También recuerdo cuando llegó: esta vez era mi padre quien tenía una caja con la Reina adentro. La estadía de ella fue más corta, aunque algo decisivo fue el cambio de casa que hicimos. Parece que siempre fue alocada para sus cosas, corriendo y saltando y cosas por el estilo -pero siempre demostrando su amor-, aunque no recuerdo que en la primera casa en que estuvo con nosotros haya causado tantos dolores de cabeza como los que causó en la siguiente que vivimos. Más le causaba dolores de cabeza a mis padres, que son los únicos en este mundo que son capaces de causarme dolores de cabeza constantemente a mí. Yo no tenía problemas, eran ellos, aunque admito que la Reina era tan loca que a veces se escapaba y nosotros salíamos detrás de ella. Era tanta su locura que mejor la dejaron en el patio de atrás, lo que con el tiempo la deprimió un poco, pues era menos espacio y jugaba menos. Finalmente la regalaron para que pudiera ser tan loca como era naturalmente, y en consecuencia ser feliz. Espero que haya sido así, y me causa tristeza el pensar que con nosotros no pudo ser completamente feliz. Me hace sentir mal que no haya pensado en mejores soluciones, pero era más chico y mis padres tenían más poder de palabra.
Un fracaso sin duda, uno que espero haya sido compensado con el nuevo dueño de la Reina, ojalá completamente feliz.

La P que le sigue es de Pirata, un perro vago que llegó al barrio un día cualquiera, así por casualidad. Mi madre mi hermana y yo fuimos a la casa de una tía, del mismo barrio, cerca de la cual caminaba el perro. Lo miramos y mi hermana y yo le pedimos a mi madre si podíamos llevárnoslo. No fue inmediatamente sino unos días después que llegó a nuestra casa, la misma que no pudo acoger a la Reina. Este perro era más pequeño y sin duda tenía más edad, aunque sin ser del todo viejo. Lo interesante era que en la parte del barrio en que vivía mi tía los otros perros no lo querían, lo odiaban; en cambio, en mi parte del barrio era respetado.
Al inicio queríamos mantenerlo dentro de la casa, por lo que también lo dejábamos en el patio trasero. Recuerdo algo que me avergüenza profundamente: yo abriendo la puerta del patio, haciendo gestos para que el Pirata se acercara a mí, para que cuando estuviera cerca, le cerrara la puerta: típica broma de niño cruel e inmaduro. Cada vez que recuerdo aquello me siento como un puto imbécil de mierda. No sé cuántas veces hice como que lo llamaba y le cerraba la puerta al pobre crédulo. Al menos luego dejé de hacer aquello y comencé a quererlo y respetarlo de verdad.
Una vez, también error mío que me hace sentir, hasta el día de hoy, como un puto imbécil de mierda -mucho más que eso-, fue cuando se perdió. Mi culpa: dejé la puerta del patio abierta y también la de la casa, la que sale a la calle. El intrépido Pirata atravesó las puertas y salió al patio delantero, cuya reja no tenía barrotes lo suficientemente angostos como para impedir su paso. Lo peor es que la puerta principal estaba al lado del living, en el que yo me encontraba jugando PlayStation: es decir, le dejé la puerta abierta y no me percaté cuando salió. Culpa mía por completo, un auténtico idiota y estúpido. Me puse a llorar, mi madre igual, y mi padre lo fue a buscar... y lo encontró. Recuerdo aquella imagen: el Pirata en el asiento del co-piloto, sonriendo. Me sentí inmensamente feliz y luego todos comenzamos a tener cuidado de verdad.
Lo cierto es que con el tiempo, dado su pasado de perro vago, fue intercalando la calle y la casa, y ya podía salir sin perderse: dominaba la calle, la conocía por completo. Lo mismo: normalidad, alguna que otra ocasión en que pensé que se perdió -y me relajaba al ver que en la esquina venía corriendo hacia mí, respondiendo a mis llamados-, alguna vez que peleó con otros perros, etc.
Cuántos años estuvo con nosotros no recuerdo, quizás cuatro o cinco o incluso seis años. Lamentablemente otros perros lo mataron. Pésimo día aquel, era de noche cuando un vecino nos dice que el Pirata fue atacado por otros y que parece estar muerto. Todavía recuerdo que mientras yo lloraba al lado del Pirata, que yacía en el suelo, una vecina decía "ya está muerto, ya está muerto", ruidosamente y como si nada, como si yo no estuviera ahí sufriendo su maldita insensibilidad. Una maldita puta, eso es lo que es, nada más me importa. Lo cierto es que agonizó toda la noche y murió como a las cinco de la mañana. Cuando llegó mi padre -que justo andaba de viaje- lo enterramos en el patio trasero, lugar en el que todavía permanece.

Luego le siguen dos letras B, ambas para dos perras muy simpáticas que viven conmigo actualmente: se llaman Burbuja y Bellota. La primera es de estos perros peludos y medianos, mestiza; y la segunda es una boxer. Separemos un poco sus llegadas, pues fueron por separado, casi tres años.
La Burbuja llegó el 2007, siendo una cachorra, y fue mi madre quien la trajo: mi padre mi hermana y yo estábamos comiendo en la mesa, cuando mi madre, recién llegando del trabajo, la deja cerca de nosotros. Nosotros nos quedamos mirando a la Burbuja, y ella se nos queda mirando a nosotros. Luego se va a esconder al closet. Es la única perra que he visto crecer desde una cachorra hasta lo que es ahora. Ya tiene siete u ocho años, tiene su buena cantidad de edad, jaja.
La Bellota llegó el 2010, casi un mes después del terremoto. A mi padre siempre le han gustado los boxers, y siempre ha querido tener uno, por lo que cuando se enteró, gracias a un conserje en el colegio en el que trabajaba en ese entonces, que había una perrita boxer que podía ser suya, no lo pensó dos veces, especialmente cuando se enteró de lo siguiente: la pobre vivía con un viejo alcohólico que la maltrataba: le negaba agua y comida y refugio, además de golpearla continuamente. Cuando llegó a mi casa tenía marcas de golpes en la cabeza y en la nariz. Nosotros pensábamos que, debido a esto, podía ser violenta o ser demasiado temerosa de los humanos; nada más alejado de la verdad: llegó e inmediatamente destacó por su sociabilidad, no sólo con nosotros los humanos sino con la Burbuja, con quien comenzó a jugar inmediatamente: corrían de acá para allá, para todos lados, y no se cansaron durante casi una hora. Y como la Bellota estaba llena de garrapatas y se la pasó jugando con la Burbuja, una peluda integral, estuvimos toda la tarde sacando garrapatas a ambas, pero no me quejo, yo estaba feliz.
Algo que siempre me hace sentir muy bien es que a la Bellota le dimos un hogar feliz, un lugar en el que ya no debe sentir miedo de que vaya a ser golpeada ni nada por el estilo. Me hace sentir feliz pensar que ahora tiene una buena vida gracias a nosotros.
Ambas, Burbuja y Bellota tienen una gran vida. Eso lo sé, puedo verlo en sus ojos. Y lo mejor es que se quieren como hermanas. Aunque la Burbuja tiene el doble de edad que la Bellota.


En fin, me gustaría ir terminando con un par de pensamientos aleatorios:
-Luego de ver Jurassic Bark, el capítulo de Futurama en el que se cuenta la historia del perro de Fry -capítulo que me dejó llorando desconsoladamente, ese final es desgarrador-, siempre he fantaseado con que se puede revivir perros en el futuro, y como yo tengo el cuerpo del Pirata enterrado en mi patio trasero, recurrir al mismo procedimiento que casi hacen Fry y los otros. Aunque claro, eso es ficción. Sería bonito, de todas formas. Un hombre puede soñar.
-Me apena un poco que casi no tenga fotos de mis perros: no tengo fotos ni del Pitsi I ni del II. De la reina tengo una foto de su cara, y del Pirata hay una que es más mía y de mi hermana y de mi abuelo: nosotros somos el centro de atención, el Pirata esta bien abajo en la foto y más encima no está de frente; para mi no cuenta realmente, aunque la foto igual vale mucho por tenerlo a él en ella. De la Burbuja y la Bellota tengo hasta videos, ahora que los celulares hacen tantas cosas. Al menos la existencia de ellas quedará guardada en algo más que mi mente -en la que confío harto-.

He tenido seis perros, y los amo a todos. Y a Kayser PPRPBB le pueden dar de comer y hace cariño dándole click.
¡¡Bienvenido Kayser PPRPBB!!